La conquista del honor

"Banderas de nuestros padres" no es la típica película bélica americana que nos vende un panfleto patriotero que ya da asco, sino que se preocupa más por mostrar unos acontecimientos de una manera austera y valiente, como pocas veces hemos visto en películas que llegan de territorio yanki.

Mezcla unas escenas de guerra muy bien rodadas con un tour de tres militares que al más puro estilo Tom Cruise promocionado su última película, atraen al ciudadano de a pie para que les ayuden a financiar una guerra que está resultando más cara de lo que pensaban, y todo gracias a una foto que les sirve de jugosa publicidad.

El trabajo actoral está repartido, no hay grandes personajes que muestren grandes escenas, ninguno sobresale del resto .
Aún así el que mejor sale parado es Adam Beach, que tiene el personaje con más calado dramático, aunque yo prefiero a Ryan Phillippe, que teniendo el personaje por así decirlo "principal" hace una interpretación bastante correcta, pero se echan en falta momentos fuertes y dramáticos para este personaje.

Al principio tantos acontecimientos desordenados me han confundido un poco, y también me he hecho un lío recordando los nombres de los soldados y quién estaba levantando la bandera y quien no. También me ha parecido que el final se alarga demasiado y el doblaje no ha acabado de convencerme.

Por fin una película bélica norteamericana que no ensalza el honor, la valentía y el orgullo patrio de los soldados. Sino todo lo contrario. Eastwood les describe, con suma delicadeza, como personas normales y corrientes, que simplemente se encontraron en el lugar y el momento adecuado.
Lo peor, la reiteración de algunos temas como el ensalzamiento del pueblo a los tres héroes. Quizá sobre la restransmisión de alguno de los muchos eventos a los que estos se vieron obligados a asistir. Además, el desembarco en Iwo Jima recuerda en exceso, aunque está mejor cuidado el de Spielberg, al de Tom Hanks y sus hombres en "Salvar al soldado Ryan".

Historia de héroes con pies de barro para subvencionar la segunda gran estupidez mundial. Historia de democracia demagógica, de mentiras, otra vez la triste verdad de que el fin justifica cualquier medio. Un desembarco totalmente plagiado al soldado Ryan de Steven Spielberg (quizás sea un tributo). Una dirección y un manejo de cámara perfectos permiten aguantar 132 minutos de engaño militar, fuera y dentro de la batalla. Todo el mundo coincide que Cartas desde Iwo Jima es mejor.

“Flags of our Fathers” es grande pero no logra alcanzar las dos anteriores obras maestras de Clint Eastwood ni tampoco se puede igualar con su contraparte “Letters from Iwo Jima”. Pero como digo, es grande. Es un discurso anti-bélico, anti-patriotismo barato y anti-politiqueria absurda en forma de brutal superproducción épica.

Es cierto que en muchos momentos pierde el ritmo y que lo más conseguido son las secuencias de guerra, pero la historia que el tito Clint nos quiere contar es la decadencia del estado americano que usa tan sangrienta batalla como propaganda para lucrarse, y nada mejor que aprovecharse de 3 soldados, tan ajenos a todo esto, alzando la famosa bandera en una inmortal fotografia para sensibilizar ridículamente a la población.

El apartado técnico y artístico está por encima de todo elogio. Cabe destacar la sublime fotografía y la fantástica puesta en escena en las secuencias de guerra. La música y un acertado reparto terminan de constituir la primera parte de una “saga” que ya es pieza fundamental del cine bélico.

Primera de las dos películas realizadas por Clint Eastwood sobre una de las más sangrientas batallas acaecidas durante la Segunda Guerra Mundial: la que se libró en la isla de Iwo Jima. Está película narra los acontecimientos desde el punto de vista de los tres soldados superviventes que aparecieron en la famosísima foto en la que se levantaba la bandera estadounidense sobre suelo japonés. La otra película, "Cartas desde Iwo Jima" narra los sucesos desde el punto de vista de los defensores de la isla. A parte de la diferencia de puntos de vista, las dos películas se diferencian en que mientras la primera se centra en los sucesos de los soldados vencedores una vez regresaron a suelo americano, la segunda refleja la batalla en sí.

El control de esa isla suponía un objetivo muy importante para los intereses logísticos norteamericanos de cara a invadir Japón. Sin embargo, allí se encontraron con un resistencia feroz y muy bien planteada por parte de las fuerzas japonesas. La defensa japonesa se basaba en una red de túneles y de búnkers muy bien diseñados que se complementaba con todo tipo de trampas, minas, y los cañones del monte Suribachi. El primer objetivo de las fuerzas norteamericanas fue precisamente, controlar dicho monte. Cuando por fin consiguieron controlar esas posiciones defensivas, se procedió al polémico y clave momento de la película: el izamiento de la bandera de las rayas y estrellas. La polémica surgió porque esa foto no se hizo sobre el izamiento de la bandera original, sino sobre el de una segunda. Cuando se levantó la primera bandera, un repentino ataque japonés provocó la muerte del fotógrafo que tomó esa foto, por lo que la foto original se perdió y quedó la que pasó a la historia.

A pesar del ataque a Pearl Harbour, existía un fuerte sentimiento norteamericano antibelicista y la falta de fondos que conlleva. Por eso, las autoridades norteamericanas decidieron usar a los protagonistas de la foto como propaganda para conseguir un mayor apoyo ciudadano. La película narra la sucesión de actos benéficos en los que esos tres soldados se vieron obligados a participar de forma asqueada, y como van recordando los momentos de la batalla en dodne perdieron a sus compañeros y amigos.

Se trata de un film técnicamente muy bien realizado que combina de forma maestra los momentos de la batalla con posteriores a ella, y en el que no se abusa de la sensibleriía barata. El punto negativo lo pone el excesivo metraje y lo convencional de las actuaciones de los actores.