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Críticas de Blanch
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Críticas 98
Críticas ordenadas por utilidad
10
8 de julio de 2011
148 de 169 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Por qué las personas no nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que lo perdemos? ¿Por qué a veces sentimos pánico de ser nosotros mismos y de compartir nuestras vidas? ¿Será que tenemos tanto miedo a perder algo que preferimos no arriesgarnos a amar antes de que a sufrir la pérdida? Pero sobre todo, ¿por qué nos empeñamos en complicarnos la vida cuando todo podría resultar mucho más sencillo? En definitiva, todos somos principiantes en el amor, nuestro aprendizaje sobre las relaciones jamás termina, y de eso va la curiosa, insólita y humana película de Mike Mills, que se basó en su propia experiencia personal con su progenitor para escribir el guión.

Hal, el padre de Oliver, comienza a vivir en el ocaso de su vida, pero los arrepentimientos y lamentos son sustituidos por un un gran optimismo, buen humor y la ilusión de experimentar al fin el ser fiel con uno mismo. En cambio, la relación de Oliver con Anna parece tener fecha de caducidad desde el principio, pues las experiencias previas les han enseñado a romper con todo desde el primer atisbo de problemas que se produzca. A través de los pensamientos y recuerdos de Oliver (en forma de diapositivas y dibujos geniales) vemos que la generación de sus padres se vio sometida a unos condicionantes externos que castraron sus relaciones, mientras que la de Anna y la suya propia, que goza de una mayor libertad, cuenta con impedimentos que surgen del interior de cada individuo, miedos e inseguridades que distancian en vez de acercar.

Beginners cuenta una historia universal sobre el amor desde una visión muy particular e intimista, que conjuga perfectamente la nostalgia con la esperanza, transmitidas perfectamente a través de la melancólica mirada de Ewan McGregor en un papel que en otras manos podría haber resultado frío e inexpresivo. El actor tiene una química fantástica con Mélanie Laurent, convirtiéndose en dignos sucesores de otras inolvidables parejas del cine indie norteamericano que también bucearon entre los resquicios del amor como la formada por Jim Carrey y Kate Winslet en ¡Olvídate de mí! o la de Joseph Gordon-Levitt y Zooey Deschanel en (500) días juntos. Cerrando el triángulo tenemos a un Christopher Plummer inmenso, realmente conmovedor y sutil, como la propia película, que no necesita momentos lacrimógenos o porno-dramáticos para calar bien hondo.

Beginners debería convertirse por méritos propios en la sensación indie de la temporada, la cual sabrán apreciar todos aquellos amantes de las pequeñas y sinceras historias humanas que son contadas de una manera diferente a la habitual. Tres actores excepcionales en estado de gracia mas un perro adorable en una historia que nos hace reflexionar sobre lo que hemos perdido, lo que estamos viviendo y lo que aún está por llegar.
Blanch
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7
10 de agosto de 2014
109 de 119 usuarios han encontrado esta crítica útil
El ritmo de trabajo de una película al año que lleva Woody Allen es tan riguroso como extenuante. No seré yo quien me queje, pues habrá un gran vacío en mi cinefilia cuando el neoyorkino ya no sea capaz de continuarlo, pero tal vez sea porque los genios también necesitan vacaciones que en los últimos años ha habido una tendencia de alternar obras sobresalientes y menores. Hagamos un repaso: Si la cosa funciona –> Conocerás al hombre de tus sueños –> Midnight in Paris –> A Roma con amor –> Blue Jasmine. Pues respetando este patrón, 'Magia a la luz de la luna' no forma parte de la liga de las mejores películas de Allen, pero al menos es mejor que 'Conocerás al hombre de tus sueños' y 'A Roma con amor'.

El filme tiene tiene los ingredientes más conocidos de la fórmula alleniana: ambiente aristocrático, un protagonista neurótico, escéptico y mordaz; una joven que lo embauca con su belleza y encanto; algún que otro personaje panoli; diálogos rápidos y respuestas ocurrentes… Nada que ningún fan o detractor del cineasta no conozca ya de sobra, y todo ambientado en el cálido e incomparable marco de la costa francesa, aprovechado al máximo por el director de fotografía Darius Khondji para resaltar el azul del mar, el verde de la arboleda y los rayos de sol que se reflejan en el cabello de Emma Stone. Todo es cándido en una película que se reserva las únicas gotas de amargura para su tema de estudio, que ya había sido tocado en 'Conocerás al hombre de tus sueños': Somos más felices cuanto más ignorantes somos. La fe, el espiritismo y la religión no son más que mecanismos de autodefensa que nos ayudan a sobrevivir en un mundo despiadado en el que estamos condenados a la pesadumbre si nos atenemos siempre a la razón.

Colin Firth aporta la característica elegancia y flema británica al personaje de Woody Allen por antonomasia: cínico, neurótico y con una respuesta aguda ante todo. Firth se adueña del rol y lo interpreta con gracia, bordando una difícil escena en la que da un monólogo clave en la trama. En cuanto a Emma Stone, la chica se muestra sumamente radiante y cautivadora. La atracción que ejerce sobre el resto de personajes se contagia al público y al propio Allen, que ha vuelto a contar con ella para su próxima película. Los secundarios, comparsas de la pareja central, están correctos, destacando Eileen Atkins y Hamish Linklater, pero desaprovecha a dos personajes con mucho potencial como son los de Marcia Gay Harden y Jackie Weaver.

Magia a luz de la luna es una comedia ligera de Woody Allen de cajón: se ve con una sonrisa en la cara, produce varias carcajadas, posee cierta carga reflexiva y, como nunca me cansaré de repetir, resulta superior a la media de películas que se estrenan hoy en día. Si hubiese terminado 10 minutos antes habría sido mucho más potente, pero, al fin y al cabo, son las merecidas vacaciones en la Riviera francesa del director tras el ‘tour de force’ que fue 'Blue Jasmine'. Si la tendencia continúa su curso, la película que estrenará el año que viene con Joaquin Phoenix y Emma Stone será una nueva muestra de su genio a toda máquina.
Blanch
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8
22 de julio de 2018
104 de 117 usuarios han encontrado esta crítica útil
La carrera de Paul Schrader no ha sido lo que se dice brillante desde que estrenó 'Aflicción' (1997) hace ya dos décadas, pero su redención llega en forma de 'First Reformed'; una película que escribe y dirige y que conecta directamente con la que fuese su estupenda carta de presentación como guionista, 'Taxi Driver' (1976). Travis, el veterano de Vietnam metido a taxista que terminó desquiciado y ahogado en la violencia de una desolada Nueva York, renace en Ernest, un sacerdote atormentado tras haber enviado a su hijo a encontrar la muerte en la Guerra de Irak, y que pasa sus días en una iglesia que recibe a unos escasos turistas y feligreses cada semana.

Uno de los pocos visitantes asiduos es una joven embarazada que le pide a Ernest hablar con su marido, dado que el comportamiento de éste resulta cada vez más errático y perturbador. Lo que se habla en esa conversación se aloja en el párroco como un virus, al principio latente, pero que se propaga paulatinamente en su organismo conforme va tomando conciencia de que es incapaz de satisfacer a aquellas personas que se acercan a él en busca de respuestas, así como de que el mundo está condenado a irse a la mierda entre la imparable contaminación, la degradación moral y el feroz capitalismo al que ni siquiera las instituciones religiosas son inmunes. Ernest plasma en un diario sus pensamientos más oscuros, sin recibir ninguna señal por parte de ese Dios al que ha encomendado su vida… salvo por esa chica embarazada, Mary, que parece el único refugio seguro a toda la oscuridad y el desasosiego en los que se ha teñido su existencia.

Ethan Hawke realiza aquí uno de los trabajos más admirables de su carrera, cumpliendo con creces la responsabilidad de sostener la película sobre sus hombros con contención, pero manifestando a la perfección la tremenda batalla que se está labrando en su interior, y que solo encuentra un halo de luz ante la presencia de Mary (la elección del nombre no puede ser casual), esa serena joven a la que da vida una angelical Amanda Seyfried. Su candidez ejerce como único posible salvavidas para Ernest, que rehúsa del acercamiento de cualquier otra persona mientras se lanza a una espiral de autodestruccion, cuyo ambiguo y espiritual desenlace resulta indignante a bote pronto, pero valiente y lógico cuando se asimila y reconsidera; para bien y para mal, es memorable y no deja indiferente.

'First Reformed' es una película de digestión lenta y sí, en ocasiones un poco pesada. Corre peligro de que su frialdad se transforme en desapasionamiento, si bien su apartado técnico resulta impoluto, con una fotografía que abarca desde el blanco más puro hasta la oscuridad más absoluta, con un acompañamiento musical muy medido y pensado, y rodada en un formato cuadrado acorde con la claustrofobia que padece Ernest entre las paredes de esa iglesia reconvertida en museo y que rara vez abandona. Schrader recupera la brillantez de sus mejores trabajos con un film exigente, provocador y osado que se plantea si no será demasiado tarde para encontrar y albergar esperanza en una sociedad cuyas grietas morales siguen siendo tan mugrientas como las que condujeron al taxista Travis a la perdición hace ya 42 años.
Blanch
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8
26 de enero de 2019
46 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el patio de la casa de mi abuela siempre ha habido gatos salvajes. Gatos a los que se les deja comida pero que salen pitando si ven a un humano cerca. Pero en alguna rara ocasión, algún minino en particular se dejó tocar, buscó cariño, fue llevado al veterinario e incluso se le dio cobijo dentro de casa para que no pasara tanto tiempo fuera. Sin embargo, aunque ese gato tuviese todas las comodidades que pudiese necesitar, a veces aullaba junto a la puerta porque necesitaba salir. Porque a pesar del frío y de los peligros, su lugar estaba fuera. Porque aunque tuviese un nombre que le distinguía del resto de sus congéneres anónimos, nunca dejó de ser un gato salvaje. Como Leo, el protagonista de 'Sauvage', una de las joyas escondidas de la cosecha cinematográfica del 2018 – 2019.

Leo es un chaval que vive en la calle y trabaja como prostituto. No conocemos las circunstancias que le llevaron ahí, pero pronto nos percatamos de su escasa experiencia laboral, puesto que desconoce las normas por las que se rigen sus compañeros de profesión. Su evidente ingenuidad juega a su favor de cara a los clientes interesados en contar con los servicios de alguien que ofrezca algo diferente al resto, pero también le juega malas pasadas, puesto que se mete en situaciones de un peligro más que alarmante. ¿Espiral de autodestrucción o grito desesperado de ayuda? Leo es una contradicción en sí misma, una persona que busca cariño en quien no debería y que se distancia de aquellos que están dispuestos a darle una seguridad real. Y ninguno de los muchos golpes que recibe hace que flaquee o que se extinga esa pureza que le define y que le emparenta con la dulce y soñadora chica de la calle a la que daba vida Giulietta Masina en la preciosa 'Las noches de Cabiria' (1957) de Fellini.

La francesa Camille Vidal-Naquet debuta en largo como directora y guionista de una película que emociona a través de gestos y detalles silenciosos, con una ausencia absoluta de sentimentalismo. Félix Maritaud, al que ya vimos en la también estupenda '120 pulsaciones por minuto' (2017) transmite a la perfección tanto la fragilidad como la determinación de Leo. Entre la directora y el actor logran un apego prácticamente instantáneo con el personaje, y ese vínculo no se rompe pese a que lo veamos cometiendo continuamente errores y actuando de forma temeraria, en una aparente búsqueda compulsiva de su perdición. Asimismo, el film también repara en la angustia de aquellas personas que recurren a la prostitución tratando de aliviar su soledad, aunque sea de forma momentánea. 'Sauvage' es una película pequeña, de las que no hacen mucho ruido fuera del circuito de festivales, pero merece una sentida reivindicación por ser un íntimo, duro y bello acercamiento al día a día de un chico que, al igual que un gato salvaje, nunca estará más a gusto que a la intemperie.
Blanch
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6
22 de enero de 2011
34 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Detrás de las cámaras que retransmiten los programas de televisión se esconce un mundo frenético y caótico que los espectadores ignoramos mientras nos sentamos frente a la pantalla del televisor. He visto pocas películas que se centren en ese mundillo, el mejor retrato televisivo lo he visto justamente en la pequeña pantalla, en la serie Studio 60 escrita por el célebre Aaron Sorkin y que desgraciadamente tan sólo contó con una temporada. Por eso me llamó la atención Morning Glory, por el tema, por su atractivo reparto y porque estaba producida por J.J. Abrams, que ha demostrado de sobra que de televisión sabe y mucho. Pero lo que me he encontrado no ha cumplido con las expectativas que me había creado con dichos ingredientes.

Morning Glory recuerda bastante a El diablo viste de Prada, no por casualidad, la guionista es la misma. Rachel McAdams interpreta el mismo personaje que Anne Hathaway, una joven entusiasta que es incapaz de mantener una vida sentimental sólida por su adicción al trabajo y que tiene que lidiar con jefes y compañeros de trabajo inflexibles, en este caso, por estar hastiados de una profesión que con los años acaba quemando. Pero si en la película de Meryl Streep se compensaba bastante bien la sensiblería con ironía y mala baba, en Morning Glory la balanza tira más por las buenas intenciones y por el humor blanco que dibuja sonrisas en vez de carcajadas, aunque de vez en cuando suelte algunos chispazos de socarronería sobre el mundo de la televisión, aunque no son suficientes para levantar la película de su condición de simple y fugaz entretenimiento.

La película le pertenece a Rachel McAdams, que está tan encantadora como siempre aunque a veces resulte demasiado pizpireta. Harrison Ford hace un papel que parece un símil de su situación actual, un veterano que no encuentra su sitio en la actual parrilla televisiva, por lo que se tiene que conformar con trabajos que están por debajo de lo que fue en su mejor momento. Y con Diane Keaton pasa lo mismo, pues le va ni que pintado el papel de una vieja gloria obligada a adaptarse a los nuevos tiempos si quiere seguir en boga, aunque tenga que hacer el ridículo de vez en cuando. Patrick Wilson es el interés romántico del personaje de McAdams, protagoniza una subtrama romántica que no capta más atención de la necesaria pero que es totalmente innecesaria.

(Sigue en Spoiler sin destripamientos)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Blanch
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