Frontera caníbal

Entretenida y adictiva mezcla de géneros: western, aventuras y terror.

Todo ello con una genial dirección que le da mucha personalidad al film. Te tiene en tensión todo el film (desde el inquietante arranque). Alterna muy bien los sustitos y la aventura de exploración.

El guión huele a serie B pero con elegancia: sabe la clase de película que es y se acaba riendo de sí misma. Además del humor negro (en la línea de un Tarantino) tenemos algo de gore que, de tan exagerado, te acaba haciendo reir. Es verdad que alguna de las escenas no se termina de justificar, tal y como van los acontecimientos, pero te lo pasas tan bien que se lo perdonas.

El trío protagonista lo hace muy bien: Russell, Wilson y Jenkins.

Una película distinta, entretenida y que te consigue enganchar. ¿Alguien da más?

Los tiempos cambian y el cine y sus géneros, como en este caso el western, han de evolucionar con él, con las complicaciones semánticas que ello supone. Así, a veces resulta complicado encontrar las palabras adecuadas para adjetivar el concepto y etiquetar una producción en la categoría que le corresponde, de modo que es fácil inducir a confusión cuando hablamos de western clásico, moderno o contemporáneo. A mi modo de ver, el western clásico son las típicas películas del oeste de toda la vida, la de indios, vaqueros y el Séptimo de Caballería: coloristas, anacrónicas y épicas. Luego está el western moderno que es, esencialmente, el clásico pero rodado con técnicas visuales modernas y pasado por un tamiz histórico y desmitificador que le quita vistosidad a cambio de introducir más realismo. Finalmente tendríamos el western contemporáneo, que vendría a ser el que toma los roles, clichés y argumentos clásicos para implantarlos en el presente, en ciudades modernas o incluso en el espacio.

“Bone Tomahawk” es un western moderno pero con toques innovadores y ganas de hacer cosas distintas. Cuando Clint Eastwood refundó el generó con “Sin Perdón” muchos vieron ahí la oportunidad de llamar western a dramas sociales, comedias gamberras o tragedias familiares, pero ambientadas en remotos pueblos del desierto o las montañas de la América durante la conquista del Oeste, mostrando tristeza y miseria en mugrosos salones y ranchos. Sólo unos pocos se mantuvieron en la línea de siempre con obras entretenidas, ligeras y, por lo general, de escaso recorrido. Hasta que “Bone Tomahawk” llevó el género por el terror, el suspense y un punto gore.

Ignorando la normativa woke que empezaba a apoderarse de la industria, “Bone Tomahawk” tiene una épica salvaje y violenta con vaqueros, sheriffs llenos de luces y sombras, pero indios malos como la quina y notas sobrenaturales, eso sí, todos con una exquisita elegancia dentro de la suciedad ambiental general, fruto de entender que si la historia es interesante, el desarrollo es coherente y los comportamientos de la gente son los esperables (rabia, odio, amor, compasión), la capacidad mental de un espectador medio asume el conjunto como una novela histórica que se desarrolla en su contexto y no como un documental sobre la higiene preindustrial. Y que, aunque los nativos americanos sufrieron un genocidio, también podían ser asesinos despiadados.

Así que, una vez más, S. Craig Zahler nos gana a los espectadores normales con una película escrita con contundente coherencia aventurera y dirigida con mucho sentido de la acción. Trepidante e inquietante, me recuerda en ciertas cosas a McTiernan. Como suele pasar con este chico, con todo el realismo que logra impregnar a cada escena, toda la producción está envuelta en un halo low-cost que, lejos de provocar sensación de cutrez, pone en valor lo mucho de lo que es capaz con medios aparentemente reducidos. Pocos consiguen dar a sus películas esa textura de producto épico que, a la vez, podría pasar perfectamente como recreación de hechos reales. Quien la ve, la aprecia. Y el que prueba a S. Craig Zahler, repite.

Notable debut el de Craig Zahler con esta interesantísima película con alma de western y esencia de slasher gore, una combinación a priori extraña pero que funciona a la perfección.

Su comienzo ya nos engancha: dos desarrapados deambulando por el desierto son atacados por unos indios misteriosos. El resto se desarrolla entre el pueblo de Bright Hope, un lugar tranquilo pero con una atmósfera un tanto lúgubre (como también parecen ser sus habitantes), y las escarpadas llanuras desérticas que lo rodean, llenas de polvo y cuevas misteriosas.

Lo primero que llama la atención es el tempo narrativo: Zahler se lo toma todo con mucha calma, presentando a los personajes y los acontecimientos a fuego lento para lograr un buen calado y preparar al espectador para lo que viene… porque, lo que parece ser un western de conseguida ambientación, se acaba convirtiendo en un sangriento espectáculo.

“Bone Tomahawk” no pudo ganar el premio a mejor película en Sitges pero sí ganó el de mejor director, premio a mi parecer bien merecido. El filme no deja de ser una historia más de héroes, pero narrada con mucho estilo y con un elenco notable, destacando a Kurt Russell en su papel de un sheriff con un gran sentido de la justicia.

Interesante debut de S. Craig Zahler en este western de terror y suspense que mezcla acción, violencia y humor negro. Película sorprendente y original, que no se parece a ningún otro western que haya visto, y que antes de la mitad del metraje, mantiene el corazón en vilo.

El director y guionista S. Craig Zahler presenta en esta su ópera prima una historia de rescate y supervivencia, en la que cuatro hombres se enfrentan a una tribu de indios trogloditas y caníbales en el lejano oeste.

Tiene la cinta un tempo pausado, que se toma su tiempo para desarrollar a los personajes y sus relaciones. Contrasta con las escenas de violencia, tensión, carnicería e higadillos que se suceden en la última parte.

El reparto está encabezado por Kurt Russell, que interpreta muy bien al sheriff Franklin Hunt, un hombre valiente y decidido, pero también humano y vulnerable. Le acompañan de manera excelente Patrick Wilson, como el marido cojo de la mujer secuestrada (hermosa Lli Simmons); Matthew Fox, como un pistolero arrogante y racista; y Richard Jenkins, como el viejo ayudante del sheriff, que aporta el toque cómico con sus comentarios y ocurrencias. Los cuatro actores están magníficos en sus papeles, y logran crear una química creíble entre ellos.

La película también destaca por la hermosa fotografía de Benji Bakshi, que acierta a captar la belleza y la dureza del paisaje desértico. Es igualmente loable la banda sonora de Jeff Herriott y S. Craig Zahler, que acompaña con acierto las diferentes y variadas emociones que se viven en la pantalla.

Es una película que no deja indiferente a nadie, sea por su originalidad, su violencia o incluso su humor. Pero también por su aspereza y dureza que raya sin caer de lleno, en el gore.

Es una obra personal y arriesgada, que demuestra que el western aún tiene mucho que ofrecer al cine de género.

Hace escasamente una semana veía con resignación cómo el enésimo western tampoco terminaba de apasionarme, y no era uno cualquiera, sino el célebre "Sin perdón". ¿Sería yo? ¿El problema era mío? ¿De mi mocedad incapaz de conectar con un género tan añejo? ¡Qué caray! "Bone Tomahawk" es oeste puro y duro y aún estoy aplaudiendo, porque para western moderno y desmitificador, este.

Es una mezcla de comedia, suspense y terror perfectamente condimentados con un argumento sencillo pero clarísimo, cuatro personajes espléndidos, un guión sagaz*(1) y un modo de enfocar el tema verdaderamente lúcido a la par que hilarante. "Bone Tomahawk" es la joya que les hubiese gustado hacer a Tarantino y a los Coen, porque tiene algunos de sus aspectos característicos, como son la irreverencia y el humor como desengrasante, sólo que sin pasarse de rosca, luego está en el punto justo.

La fotografía y la banda sonora son inexistentes, lo que en una película como esta, ambientada en el desierto, en plena naturaleza, es un desacierto notable, pero lo compensa con todo lo demás porque podemos estar hablando de una de las películas más genuinas de este siglo, ya que desde su humildad en el presupuesto y su cariz indómito y alejado de lo académico, "Bone Tomahawk" está en el punto justo.

El que diga que Kurt Russell es un actor del montón que vea esta película. No desbarra en ningún momento, está comedidísimo. Le ayuda que su personaje está muy bien escrito, desarrollado y encajado dentro del entramado, como los otros tres restantes. Mientras que Wilson y Fox están acertados, Richard Jenkins, fácilmente uno de los mejores actores de Estados Unidos, que ya te puede hacer de psicópata desnortado como de padre de familia honesto y siempre te lo crees, aquí lo hace tan bien que cuesta reconocerlo. Tanto él como Russell, y también los otros, están en el ya manido punto justo.

"Bone Tomahawk" es una sorpresa grata y un viaje magnífico que aumenta en interés a medida que transcurre el tiempo, un tiempo que se autorregula, ya que el director S. Craig Zahler impregna a este western de un tempo pausado, sereno, absolutamente particular, y lo que en otros podría verse como aburrido, aquí es simplemente inmersivo. Llegas a estar en el desierto californiano de hace más de un siglo.