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América, América

Drama Stavros es un joven griego cuya única obsesión es llegar a los Estados Unidos de América. El primer paso será ir a Constantinopla para conseguir las 110 libras turcas que necesita para comprar el pasaje, toda una fortuna para un chico como él. (FILMAFFINITY)
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Críticas 23
Críticas ordenadas por utilidad
10 de octubre de 2022
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sentarse a ver una película es firmar un contrato emocional; suspendemos momentáneamente el juicio a cambio de una historia, de unas sensaciones. Dejamos de lado los consabidos 24 fotogramas por segundo para sumergirnos de lleno en la ilusión cinética de un movimiento no real. No real, y sin embargo, verdadero.

Pero el contrato es frágil, como un canto a varias voces; su cristalización no es irrompible. Una pequeña disonancia y nos caemos de bruces contra el suelo de la realidad. De ahí que, mientras la sintonía dura, la magia del cine sea una experiencia milagrosa.

‘América, América’ es rara avis en la filmografía de Kazan –buen cineasta, confeso delator–. En la ‘Commedia’ de Dante, su sitio hubiera estado en el abismo, en una suite del círculo noveno.

Los méritos artísticos han de quedar al margen de la biografía. ‘América, América’ es excepcional, desde el portentoso casting hasta la fotografía de Haskell Wexler, pasando por las mieles de un guión inmaculado.

¿Entonces?

Escucho a los actores en un inglés de marcado acento foráneo y exquisita sintaxis y la ilusión se desvanece. Soy consciente de que eran otros cine-tiempos, de que he fallado como receptor, de que la convención exige que claudique. Pero mi cuerpo se rebela y quedo desterrado. Confieso que he vivido situaciones mucho más extravagantes sin chistar, he comulgado sin problema con ruedas de molino. He dado por buenas cosas que otros no creerían.

No ha sido mi elección. Mi expulsión del Paraíso es firme, inapelable. Ese de pronto no entender el mismo idioma que se ha usado a todo trance, esa funcional y súbita sordomudez. Especialmente en una cinta como esta, tan próxima al documental. Una cinta urdida por Elia Kazan con evidente voluntad de testimonio en absoluto idealizado.

Ese ademán de verismo –y el uso del inglés– me ha condenado a despertar.
Servadac
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23 de septiembre de 2008
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es bastante buena. El planteamiento de la historia es simple, un chico griego que vive bajo el dominio turco cuyo sueño es marcharse a los EE.UU. donde piensa que le espera una mejor vida; pero es el transcurso de la historia, como actúa Stavros para conseguir su sueño, como tiene que cambiar su actitud y lo que pasa a ser, y los personajes lo que la hacen realmente grande. Además, pese al título y a la historia no hay una obsesión enfermiza por la bandera americana y esas cosas, sino más bien por lo que el chico espera encontrarse allí, lo que es su sueño por el que luchará hasta conseguirlo. Además, la dirección artística y las interpretaciones son bastante buenas. También el trabajo del director Elia Kazan es digno de aplauso (aunque no me hagan gracias ciertas cosas que hizo en su vida tengo que reconocerlo). Clásico que cualquier aficionado al cine no puede dejar de ver.
moray33
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14 de marzo de 2013
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras esta película de apariencia muy antigua se esconde un peliculón y una historia épica muy común de la época moderna. El drama de la inmigración y la odisea de un pobre chico griego que está obsesionado por el sueño americano no pudo ser mejor reflejado que en la transformación de la sonrisa inocente de un muchacho en una mirada dura. Stavros es infeliz en el entorno que le rodea, la represión de los turcos a armenios y griegos en la provincia de Anatolia. La pobreza y una familia muy numerosa casi sin recursos que depende de su destino parece abocarle a un futuro muy negro, sin horizontes, pero los ideales, los grandes planes y la fuerza vital de su juventud le hacen soñar en una idealizada Arcadia, la tierra del progreso y de las oportunidades, los Estados Unidos de América. Es la historia del pasado siglo de muchos jóvenes a lo largo del mundo, aunque fuese un sueño sin fundamentos (la diferencia siempre la marca si el dinero es grande o pequeño, estés donde estés) muchas vidas fueron condicionadas por la propaganda del "American Way of Live".

Nuestra vista se ha desacostumbrado al buen cine que es tachado por ser viejo o antiguo, el blanco y negro feo en este film, sin embargo, encierra bellas imágenes, un cierto tufillo a artesanal, pero unas escenas de una fuerza conmomedora, tanto como la mirada del joven Stavros. Su historia de supervivencia puede ser la de tantos otros pero en estos momentos críticos resulta heroíca, envidiable, un rumbo fijo como imantado por el Dorado que no nos distrae aunque puedan aparecer en el camino soluciones conciliadoras como la de casarse con la hija de un rico empresario. No, lo mejor es la promesa, el aprendizaje del camino que no cesa y la fe en sus posibilidades que no decae aunque sea apaleado como un perro. Muy dura también es la asunción de que la vida puede ser muy injusta y la mella que hace este impacto en la ilusión virgen de un joven lleno de ilusiones, pero ese es el camino estés donde estés y no hay mejor fórmula para darse cuenta que la de abrir los ojos a películas que no son tan fáciles de ver como esta obra maestra de Elia Kazan...
moriarty
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9 de febrero de 2012
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda, estamos ante una de las grandes películas de la historia del cine, en la que el tono lírico de la narración (el viaje de un joven armenio desde Anatolia a Nueva York, a principios del siglo XX, en busca de un mundo libre) alcanza valores cinematográficos inolvidables.
Todo lo mejor de este gran director norteamericano, de origen greco-armenio, uno de los mejores del "séptimo arte", se reúne en este film: la fotografía, la visión neorrealista de la vida, el lirismo de sus imágenes, la sensualidad de sus personajes y la interpretación de los actores, a pesar de que la mayoría , incluyendo al protagonista, Stathis Giallelis, eran desconocidos del gran público. En este canto a la libertad, desarrollado en un épico viaje, en busca de la tierra soñada, el paraíso americano, Kazan cuenta, con magistral fuerza cinematográfica, su propia historia y la de su familia. Es curioso señalar que parece ser que por haberse filmado en blanco y negro - gran acierto - y no estar interpretada por actores famosos esta obra de arte fue un fracaso comercial. Cosas del cine.
Este es el lado bueno de Elia Kazan. Cuestión aparte, que merece absoluto desprecio, es el Kazan impresentable que en la época de "la caza de brujas" del nefasto senador McCarthy delató a varios de sus compañeros de trabajo como filocomunistas ante el famoso Comité que, obviamente, me cuesta poner en letras.
ferdinand
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23 de mayo de 2014
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Elia Kazan firma una de sus películas más personales en el ocaso de su carrera.

Su mirada es la mirada del que ha vivido lo que cuenta.

Su pulso narrativo es el de el corazón que siente lo que cuenta.

Por último, recomiendo verla en su formato panorámico original.
Conrado82
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