La mujer invisible

Nelly es una joven casi adolescente que siente fascinación por la obra de Dickens. El escritor es un tipo peculiar, probablemente tiene poco que ver con lo que ella había imaginado. Es una especie de niño mayor, caprichoso y obsesionado con su trabajo. No hace mucho caso de sus hijos, y aún menos de su mujer, a quien desdeña por su falta de cultura pero de quien teme separarse por motivos sociales.

Dickens se obsesiona con Nelly, no solamente porque se sienta atraído por su físico y su candor juvenil, sino sobre todo porque se prenda de que sea una mujer joven, culta, instruida, sensible, con quien puede compartir aquellas cosas que no puede compartir con nadie de su entorno y que plasma en sus libros. Una chica joven con quien gozar físicamente y con quien elevarse también espiritualmente. Un diamante.

Esto es historia. Lo que cuenta la película sucedió en la realidad. Lo que es un poco discutible es si realmente ocurrió tal y como aquí se cuenta. Y por encima de todo, lo importante es si la película refleja la identidad de esa relación, si muestra y hace llegar al público lo que sintieron sus protagonistas.

En ese sentido, Fiennes (que no sólo es el protagonista, sino que también dirige la película) intenta mostrarnos la historia desde un punto de vista contenido, circunspecto, con la clara intención de evitar a toda costa la lágrima fácil. Pero creo honestamente que se le va la mano, se pasa en cuanto a sobriedad y termina consiguiendo el efecto contrario: no emociona en absoluto y provoca frialdad en el espectador.

A esa falta de pasión también contribuye la escasa química que destilan los protagonistas entre sí. Ralph Fiennes está bien, aunque opino que tal vez sobreactúa un poco, especialmente en sus primeras apariciones, esas en las que intenta mostrarnos a un Dickens infantil y alborotado. Por su parte, Felicity Jones no me gustó mucho. No enamora al público. El espectador no empatiza con Dickens ni entiende el motivo de su obsesión con la muchacha, ya que la actriz que encarna ese papel no encandila para nada, es una amante sosa (y eso es lo peor que se puede ser en el amor) y no se termina de entender que Dickens se vuelva loco por ella.

Especialmente flojas son las escenas en que ellos actúan juntos y se supone que enamorados. No dan tal sensación en ningún momento. Sus escenas por separado son pasables, pero las escenas juntos no transmiten, no son creíbles. Cero química.

Tampoco me gustó la música (y eso en mi, es noticia). Inadecuada, sin aportar nada, y hasta diría que en determinados momentos desagradable, con esos violinazos barrocos un tanto arbitrarios que más que complementar, molestan.

En el lado bueno de la balanza, la ambientación, el vestuario y la fotografía sí tienen un buen nivel, pero claro, no es suficiente. Sin un motor argumental e interpretativo que lo sustente, la parte formal son fuegos artificiales.

Apenas sentí algo de talento interpretativo por parte de los protagonistas cuando nos muestran el conflicto moral que sienten, tanto uno como la otra, antes de dar el paso y hacer efectivo su romance. Las dudas y los temores que tienen ambos, sí está más o menos bien expresado. Pero lo magro, su historia de amor, es totalmente anodina, no se ve pasión sentimental, parece un capricho por parte de él, que ella acepta resignada. Poco sentimiento brota de la pantalla. No conmueve en absoluto.

“The invisible woman” es una película correcta pero no me llegó. Su ritmo me hizo languidecer. Me pareció fría, anodina. Daba la impresión de que todo sucedía a kilómetros de distancia del corazón de los espectadores. No es una película cercana.

No funciona la película, al menos conmigo. A pesar de que no tiene grandes fallos, tiene uno que es definitivo: no transmite nada. Y una historia romántica que no llega al público es una historia mal contada, y por tanto una película fallida.

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El cine ambientado en el XIX inglés es ya un subgénero muy nutrido, entre biopics y adaptaciones literarias. Le toca ahora a la vida de Charles Dickens, a través de su postrera relación con Nelly Ternan. El film se plantea en dos partes: desde el mutuo conocimiento (la joven Nelly participa en una obra de teatro montada por Dickens y Wilkie Collins) hasta el inicio de su relación más o menos clandestina, y el desarrollo de ésta hasta la muerte del gran novelista, simbolizada con el famoso accidente de ferrocarril que le inspiró el más famoso y tal vez mejor relato fantástico de la historia, "El guardavías". Se nos evita con acierto la represesentación de su muerte efectiva, y mediante flashbacks de la muy insulsa amante, ahora casada y con familia, asistimos a todo el proceso. Tan anodina como la actriz es la primera mitad de la película, con un Dickens sobreactuado en manos del director y principal actor, Ralph Fiennes, especialmente en las lecturas literarias. El conflicto moral del escritor aparece bien retratado, y las dudas de la joven antes de iniciar una relación con un hombre casado son comprensibles en la época. El dúo Dickens-Collins se me antoja algo histriónico, y el personaje del reverendo innecesario.

Melodrama romántico de época que cuenta los desconocidos amores de Charles Dickens con una joven actriz.

De notable gusto visual, no cae en el irritante recargamiento preciosista de tantas producciones de época, dando como resultado un depurado retrato decimonónico (abundan los exteriores donde la época no se nota más allá del vestuario; frente a esas películas empeñadas en sobrecargar el plano de mil detalles epocales, resultando del todo artificiales).

Por otra parte revela el buen oficio de Felicity Jones, quien sin apenas cambios en su aspecto es capaz de transmitir una evolución interior que abarca bastantes años.

Desconocía la faceta de actor de Dickens, y tampoco sabía que había sido una auténtica estrella durante su vida. La película se erige en un ilustrativo relato sobre la vida del escritor, aún sin ser éste el estricto protagonista.

Por desgracia, siendo "The Invisible Woman" un film interesante sobre la imposibilidad de mantener una relación normalizada fuera de las convenciones, resulta también una película fría y distante; y siendo una obra que se apoya especialmente en la labor de sus dos protagonistas, se ve lastrada por la ausencia de química entre éstos.

Con seguridad no es esta la gran película que aún está por realizarse sobre ese genial monstruo literario que fue Charles Dickens. Su vida digna de una de sus novelas, algunas de tintes autobiográficos, con sus luces y sus sombras, da para al menos una trilogía de películas, que a su vez requeriría una investigación a fondo sobre esas sombras que dado la relevancia artística del autor han permanecido bien guardadas.
Fiennes insiste en su carrera como director y da un paso más mejorando su primer envite con la adaptación semifallida de "Coriolanus". Apuesta aquí por un cine academicista que le va bien al asunto y una encomiable producción artística sobre la época victoriana en la que la industria británica tiene un curriculum invencible. Pero aparte de correr tímidamente la cortina y dejar que nos asomemos a un periodo de la vida del autor, no profundiza más allá de los hechos más o menos probados y le falta profundizar en todo lo que se deriva de esos hechos en la vida de unos personajes más próximos a su caracterización externa (fantástico el vestuario) que a su complejidad psicológica.
Supongo que la novela de Claire Tomalín sobre la que se basa aportará algo más que lo que vemos en la pantalla.
Aspectos decisivos del momento que se nos narra y que darían más volumen a la complejidad del personaje y del asunto se soslayan. A saber: la mujer de Dickens (gran trabajo de Joanna Scanlan) era la hija del editor del periódico que publicó sus primeras novelas, no siempre fue tan obesa como aparece y Dickens la dejó embarazada 20 veces en 22 años. La largó del domicilio, se quedó con los hijos (10) la humilló con un muro en su habitación (escena que pasa de refilón en la cinta) y tuvo que soportar que su hermana se siguiera quedando en la casa de Dickens con los consiguientes rumores que ya venían de antes. Ella no lo denunció y aguantó carros y carretas, renunciando a derechos y a provocar el escándalo.
Poco tiempo antes de conocer a Ellen Ternan, Dickens intentó contactar con su primer amor Maria Beadnell y vino muy frustrado y cambiado de la experiencia..., etc, etc.
Como se puede ver hay mucha carne en el asador y Fiennes pasa de puntillas, más preocupado de la forma que del fondo, a pesar de las buenas interpretaciones de la pareja protagonista. El episodio del descarrilamiento del tren en el que también viajaba la madre de Ellen dejó una profunda huella en Dickens y probablemente fue mucho más intenso y emocionante que como aparece en la cinta.
Al final la veneración por el escritor como en la vida real adormece y pone sordina a unos hechos donde la frustración y la pasión seguro que tuvieron más juego y tensión que esta correcta puesta en escena.

Como suele suceder (subrayemos lo de ‘suele’) cada vez que un actor se pone detrás de la cámara por primera o segunda vez, Ralph Fiennes no ha corrido riesgo alguno en una obra de época que siempre viste mucho, de ritmo pausado que no implique grandes riesgos, con dos o tres protagonistas -uno de ellos él mismo- fáciles de controlar, sin apenas secundarios que coordinar y donde la narración de una historia sencilla es lo más importante -por no decir lo único-.

Así, “La mujer invisible” es la historia de la vida ‘oculta’ de Charles Dickens, más concretamente de la vida de una de sus amantes– supuestamente con la que estuvo hasta su muerte- , con todos los puntos fuertes que cabría esperar en aspectos de vestuario, competencia interpretativa, ambientación, recreación historica y sobriedad y los puntos débiles que también cabría esperar, especialmente en cuanto a que se trata de la vida de la amante de Dickens, no del propio Dickens. Así, con Dickens haciendo apariciones puntuales para mantener el interés, la película no deja de ser la misma historia de la joven chica guapa sin recursos que cae seducida por el carisma y el dinero de un rico e interesante señor mayor.

En otras palabras, el mayor reclamo para la obra -la presencia de Charles Dickens- es simplemente un medio, no un fin, dentro de un conjunto de lugares comunes ya vistos en infinidad de obras previas -en adaptaciones de novelas de Dickens, sin ir más lejos-. En el plano general tenemos la misma hipocresía social de siempre, los mismos dramas personales y las típicas desigualdades económicas y sociales de la época… y en el plano personal tenemos la esperable historia de Nelly menesterosa, Nelly enamorada, Nelly traicionada y Nelly resignada, en una historia que no termina de ir hacia ninguna parte y que se estira y estira con planos y planos de época hasta conseguir una duración comercial.

Una película paralela dentro del universo Dickens (equivalente a "Rogue One" con "Star Wars", y con la misma Felicity Jones). Estamos ante lo que los profesionales suelen denominar ‘un ejercicio de estilo’, una película sin un solo pero, pero que tampoco nos dejamos la vida por verla.