De aquí a la eternidad

From Here to Eternity tiene todos los clichés y defectos de alguna que otra presunta obra maestra del cine de los 50: ingenua, infantiloide y superficial. Reconozco honestamente que era de sus correligionarios...pero ya se sabe que pasan cuando uno revisita ciertas cosas. Y no me vale la excusa de que las obras hay que verlas en su contexto. Será para muchas, casi para todas, de hecho, pero no para las que pretendan perdurar en el tiempo.
Se trata la disciplina militar como poco más que un campamento de verano durillo; los prostíbulos como sitios con chicas estúpidas y dispuestas; los soldados como a machotes (qué absurdo y ridículo es ver a Lancaster dirigiendo la defensa de Pearl Harbour de esa forma), que no se deprimen, y que piensan en beber e irse de putas; ni la historia ni los diálogos tienen momentos memorables, aunque sí puntualmente recurrentes. Añádale al cóctel ese nefasto sentido del deber militar que aparece al final, y uno entiende a la perfección porqué terminó llevándose ocho Óscar.
Se salva, a pesar de todo, el idílico romance de Deborah Kerr y Lancaster, con momentos muy hermosos, aunque un poco enrarecido por ese reproche del macho después de la mítica escena de playa (quizás lo único reprochable). También que se trate a muchos oficiales como descerebrados sin escrúpulos que sirven a sus propios intereses. Pero claro, termina con ese sentido del deber y todo se va al traste. Y uno no puede evitar pensar, entonces, en La Chaqueta Metálica o en Senderos de Gloria, obras atemporales de cine antibelicista que sí tenían claro a donde llegar, sin equidistancia ni ambigüedad. O Salvar al Soldado Ryan, donde se trata al deber en términos parecidos, pero sin contradicción, y mostrando el verdadero sacrificio de una guerra como jamás antes se había visto en el cine.
Aunque nada tendría porqué perdurar en este caso, ahí está todavía ese gran estamento de críticos que creen que la película es mejor porque la vieron en su infancia; o ese mayor estamento (más bien huestes), de gente que se deja influenciar por el hecho de que sea un clásico.

Tras el final de la segunda guerra mundial, los guionistas estadounidenses gastaron toneladas de papel en escribir historias románticas en tiempos de guerra, que tanto gustaban al personal. Y estas películas se ambientaban en barcos de guerra, cuarteles, bases en tierra ocupada, etc... De aquí a la eternidad es uno de los films más sobrevalorados de la Historia del Cine ya que se llevó la friolera de ocho oscars, a cada cual peor.

Lo único destacable es el papel de macho alfa perdonavidas y púgil medio que protagoniza Montgomery Clift, así como la historia de amor entre un inexpresivo Burt Lancaster y la maciza Deborah Kerr. Pero todo el relato está salpicado de situaciones resabidas y desenlaces obvios. Todo en ella es una suma de pequeñas historias sin gran interes que parecen sacadas de un manual que tiene todo el mundo en su casa. Además aparece Frank Sinatra, un tipo que sobra en cualquier film pero sobre todo en éste, convirtiendo a la película en una obra pachanguera para yankies nostálgicos de otros tiempos. El final no consigue emocionar en absoluto siendo éste una de las bazas que Zinnemann se guardaba. Sobrevaloradísima.

La película nos habla en general de que la vida es una mierda, hablando claro (y perdón por la expresión). Y no sólo para algunas personas, ya que en esta película todos los personajes tienen sus problemas y sus líos. El egoísmo, la tozudez, el amor, el rencor, la venganza y la cobardía son algunos de los temas que se tratan en este retrato de las miserias de la vida de las personas. Podría haber estado mucho mejor sin dudarlo, ya que podría haber profundizado más en los temas que trata y tenido más ritmo, ya que se hace un poquito larga. De lo mejorcito de la película es la banda sonora tan buena que tiene. Y una escena memorable del film es cuando el hombre (un cualquiera, nadie importante en la peli) corre y grita anunciando que Pearl Harbor está siendo atacada por los japoneses. El reparto no está nada mal, siendo probablemente la mejor interpretación la de Frank Sinatra. Algo mejorable, pero no se duda de su calidad. Un clásico ganador de ocho premios Oscar.

Aunque "Senderos de gloria" me pareció mucho más antimilitarista y capaz de llegar a lo más profundo, "De aquí a la eternidad" también es una buena película. No obstante, creo que está algo sobrevalorada como para otorgarle hasta 8 Oscars.
Quizá sea por las interpretaciones de sus actores, impecables, destacando por encima de todos la de Montgomery Clift como ese ético soldado con principios, que no da su brazo a torcer para mantener sus ideas fieles a su personalidad. Tampoco desmerece Burt Lancaster como el sargento Warden, ambicioso, pero desengañado de la incompetencia de sus superiores. Por útlimo, Frank Sinatra - pese a su papel menor - está insuperable como el valiente y noble Angelo Di Maggio, especialmente en su particular duelo con el guardián de la prisión.
En cuanto al reparto femenino, Donna Reed (actriz muy de moda por entonces gracias a "Qué bello es vivir") cumple como esa chica de compañía que se debate en el amor. Deborah Kerr, finalmente, tiene un rol mucho más relevante de lo que pudiera parecer en un principio, hecho que ya Zinnemann deja claro en la primera escena en el despacho del capitán Holmes, pues la foto de su esposa sobre la mesa preside la secuencia.
Muchas películas de militares como "Oficial y caballero" tienen una evidente influencia de esta cinta de 1953, la cual será recordada por ese apasionado beso en la playa.
Quizá le sobre algún momentillo musical superfluo, pero no deja de ser un trabajo destacable del director y los actores.

Batallón de fusileros, ubicado en las barracas de Schofield, Hawaii. Año 1941, en el marco de la II Guerra Mundial. Pero, ésta no es la historia de la atroz y brutal guerra de Los Aliados contra Los Países del eje, sino la guerra interna que suele darse en aquellas instituciones que tienen como objetivo “el ejercicio de la ley y la justicia”.

A ese batallón ha llegado un nuevo soldado que tiene fama de ser un buen trompetista y un mejor boxeador. De inmediato, el capitán Holmes a cargo del cuartel, asume que, Robert E. Lee Prewitt (sí, así se llama el soldado), deberá hacer parte de su grupo de boxeadores para el próximo torneo… pero para su infortunio, Prewit ha renunciado definitivamente –y por razones muy respetables que pronto conoceremos- a su carrera de boxeador.

Lo que sigue, pretenderá demostrar lo que, en algún momento, dice el sargento Warden: “Un hombre puede tener convicciones y defenderlas, pero no en el ejército. Aquí se obedece y ya”. Pero, la categórica frase, brilla reinvertida en la mente obstinada y firme del soldado Prewitt, y suena más o menos así: Un hombre debe tener convicciones y debe defenderlas aunque esté en el ejército y sea presionado para que las traicione. Sólo así podrá ser un hombre de verdad.

Basada en la novela homónima que, James Jones (1921-1977), publicara, en 1951, con base en sus propias experiencias como soldado de la División de Infantería N°25 durante la II Guerra Mundial, <<DE AQUÍ A LA ETERNIDAD>>, es un notable ejercicio que deja al descubierto los vicios (y bondades) que ofrece la vida militar. Las cosas se equilibran en principio, aunque luego nos llega la increíble demostración de que, al final, el ejército hará lo justo para que cada uno obtenga lo que se merece. Esto lo creemos firmemente en otra dimensión donde la impunidad definitivamente no existe, pero no aquí en la tierra donde las debilidades son lo más fuerte que el hombre posee, y donde, el obsesivo afán de preservar el poder, lleva a que las leyes solamente se apliquen con los más débiles.

El mayor valor de esta historia, además del firme carácter del soldado Prewitt, emerge de la sólida y apreciable relación de amistad que se produce entre él y su compañero Angelo Maggio, con la cual rescatan uno de los más altos valores que hacen llevadera la vida militar.

Una muy buena fotografía; una eficiente recreación del ataque contra Pearl Harbor y contra la guarnición de la compañía C.; y excelentes actuaciones de un reparto de primera línea con nombres como: Montgomery Clift, Burt Lancaster, Deborah Kerr (aquí con una adorable presencia), Donna Reed y Frank Sinatra, complementan los aspectos positivos de, <<DE AQUÍ A LA ETERNIDAD>>, un filme que también adolece, en ciertos casos, de personalidades mejor definidas, pues nada explica el carácter explosivo de Maggio, ni el afán de Prewitt de regresar a lo que ha sido su infierno.

Y muy bien ilustrado queda, que hay ciertos militares que deberían tomar la valerosa decisión de pasarse de una vez por todas para el bando que se supone que combaten, porque lo único que los diferencia de ellos es el manchado uniforme que ahora usan.

*Frase de, James Jones, plasmada en su libro, “La delgada línea roja”.