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Noches de Cabiria

Drama Cabiria es una prostituta que ejerce como tal en uno de los barrios más pobres de Roma. Sueña, sin embargo, con encontrar el amor verdadero, un hombre que la aparte de la calle y a quien pueda entregarse en cuerpo y alma. Su bondad y su ingenuidad la convierten en víctima propicia de sucesivos vividores que se aprovechan de ella, le roban y la golpean. A pesar de sus fracasos, recobra la esperanza una y otra vez. (FILMAFFINITY)
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Críticas 62
Críticas ordenadas por utilidad
19 de febrero de 2020
3 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La Strada" (1954) había lanzado a Fellini y a su mujer y perenne musa Giuletta Massina al estrellato internacional incluido el Oscar a la mejor película de habla no inglesa. Este romano universal apenas había dirigido su primer largometraje en solitario hacía tan solo dos años en el 52. Con "Las noches..." vuelve a conseguirlo cediendo todo el protagonismo a una Massina en estado de gracia quintaesencia del Pierrot tradicional de la Comëdie Italienne personaje que Debureau (1796-1846) convirtió en: "una víctima melancólica del amor no correspondido".

Aún impregnado de neorrealismo, Fellini ya despega en en su concepción lírica y poética, donde sigue presente el mundo de la Farándula y una galería de personajes que como él mismo reconoció beben inconscientemente en su diseño pintoresco y a veces extravagante del cómic americano. Una amalgama de elementos que solo en el realizador italiano han tomado presencia y esencia en todo su esplendor. Un retrato fabulado de un mundo de postguerra, en reconstrucción -esas imágenes de Roma y su extrarradio- de una Italia que quiere redimirse del fascismo y donde el abismo entre las clases sociales aún no cuenta con el puente de la clase media. Un  mundo donde el lujo "cinematográfico" de inspiración Hollywoodiense convive con los agujeros subterráneos donde viven de la caridad los más desfavorecidos y que nos recuerdan a aquellas cuevas de leprosos de "Ben-Hur". Cabiria, concentra en el rostro aniñado de Massina del que es imposible no enamorarse toda la ingenuidad, la alegría de vivir, el esfuerzo y el tesón de construirse un mundo diferente vendiendo lo único que posee, su cuerpo. Sabe que como en los cuentos, solo el amor verdadero lo hará posible y no se rendirá jamás aunque la necesidad y la miseria la rodeen de otro tipo de miserables.

Con un inicio y un final abrumadores, un Ying y un Yang que subyace en toda la cinta, el universo felliniano se despliega en toda su magnitud acompañado de la impagable música de Nino Rota. La Tragicomedia clásica sublimada en la pantalla.

cineziete.wordpress.com
ELZIETE
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22 de julio de 2011
2 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de plasmar fantasías oníricas en celuloide desde su foro de Cinecittà, Fellini filmó varias obras maestras encasillables en el llamado neorrealismo. Y Le notti di Cabiria es mejor, si cabe, que Lo sceicco bianco (ésta ya presentaba en una escena a la prota de Cabiria ejerciendo también de prostituta), Il bidone, La strada o I vitelloni. A nadie se le había ocurrido todavía que felliniano podía ser un adjetivo.

Está narrada mediante capítulos, las historias que vive (o que sufre) una prostituta de los arrabales de, cómo no, Roma, ciudad eterna. La chapliniana Giulietta Massina, esposa del director y en las antípodas de la desmesura visible en las heroínas de sus obras posteriores, es todo inocencia, candidez y ternura. Y de ahí al engaño, tema medular también en los otros films citados, hay un paso. Fellini estaba "obsesionado por la angelización de sus personajes", André Bazin dixit.

Los episodios más estremecedores son aquellos en los que la protagonista, casi involuntariamente, se sincera. Sus máscaras caen, sus anhelos se hacen públicos por culpa del fervor religioso ante la madonna del convento y gracias a la pericia de un mago en un teatrucho. Ilusionismo e iglesia, se admiten las comparaciones.

No destriparemos el plano final, pero debe quedar claro que todavía faltaban dos años para que el sobrevalorado director e infravalorado crítico Truffaut golpease cuatrocientas veces. El empollón de Godard apuntaba, en cualquier caso, que Bergman ya lo había hecho antes. Los franceses se llevaron los méritos de parir la modernez cinematográfica y Fellini emprendería sucesivamente La dolce vita, Otto e mezzo y Giulietta degli espiriti (que se puede considerar secuela de Cabiria). Esas arrancarán los parabienes de otros.

La edición española de esta obra maestra presenta una calidad de imagen perfectamente comparable a la de mi vieja VHS grabada de La 2. Y para más inri no aporta subtítulos de ningún tipo. Las opciones son aprender italiano (dialecto romano) o tragar con el doblaje. Neorrealismo sin versión original, un ventrílocuo en playback o Tom Waits cantando Girl from Ipanema, tanto monta. Si la película es tragicómica, la edición más todavía. ¿Quién es el responsable de semejante despropósito? Que le cuelguen. Sin juicio.
Dersu Uzala
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15 de julio de 2013
2 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fellini hace un nuevo homenaje a los desheredados de la vida, esta vez más sentido que nunca. Cabiria es una prostituta de los bajos fondos, que lucha cada día para ganarse la vida, y que acaba recibiendo golpes de todos los desaprensivos que se aprovechan de ella. Acostumbrada a moverse en un mundo hostil, termina siendo víctima de su propia inocencia.

“Las noches de Cabiria” es una historia de ilusiones perpetuas. La prostituta que sueña con ser princesa. Es más, en varios momentos de la película se cree capaz de llegar a serlo. Los continuos reveses nunca le hacen perder una fe beatífica e ingenua…

El inicio de la película, con la escena del río, es muy potente. Después, el film relata diversos episodios en los que Fellini se mueve entre el sarcasmo y la crítica social, entre la crudeza y el romanticismo… “Las noches de Cabiria” remueve los sentimientos y las tripas del espectador. A menudo nos sorprendemos a nosotros mismos riendo espontáneamente ante cualquier escena y, dos segundos después, nos damos cuenta de que en el fondo la historia no tiene la más mínima gracia, y la sonrisa se nos congela… Así nos ocurre en las escenas de Cabiria con colegas y chulos (divertidísimas y crueles al mismo tiempo), el episodio con “Il Commendatore” (ni siquiera aquí Cabiria reniega de su eterna aspiración a encontrar su príncipe azul), etc. El episodio de la romería quizá resulta largo y entronca más con Ferreri y Azcona, avanzando la mala leche que se hará más patente en obras fellinianas posteriores. Giulietta Masina se antoja la actriz perfecta para lo que el director quiere mostrarnos, una rara mezcla de Lina Morgan y Cenicienta.

Y, por supuesto, el desenlace, sensibilidad y piedad a flor de piel. El mensaje final recuerda demasiado al Valle de Lágrimas de la Iglesia cristiana tradicional, y a ojos de hoy resulta bastante cuestionable. Fellini resuelve la historia con una extraña nota de optimismo y confianza en el género humano que casi llega a exasperar, aunque su potencia cinematográfica es indiscutible.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
rober
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19 de diciembre de 2010
1 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando ves una película por primera vez, lo normal, es que, como
espectador, que antes que cualquier otra cosa, es lo que somos
todos, disfrute uno de la película, se siente, se relaje, y haga
de la película una experiencia puramente sensorial. Con motivo de
un tercer visionado de “Las Noches de Cabiria”, del señor Fellini,
la cosa cambia, esa experiencia sensorial que te puede dar una
primera lectura, se convierte en mucho más, en segundas y terceras
lecturas, pues como Hemingway decía, una película es como un
iceberg. Entonces uno ya va a la chicha del film. Fellini
radiografía aquí una época y un lugar, pero logra que su historia
traspase fronteras, y se convierta, de no ser por ciertos
referentes visuales, en una historia que perfectamente podría
estar ocurriendo a la vuelta de la esquina. La prostitución, en el
mundo de Fellini, comienza siendo un lugar al que todos queremos
acercarnos, un lugar lleno de sensualidad, de magia, de gentes
sorprendentes al que en un principio, él mismo nos invita a
disfrutar, e incluso, a ser parte de esa prostitución. Y nos lo
muestra todo a través de un personaje, Cabiria, demasiado inocente
para ese mundo. Un mundo, que no le corresponde, pero que es el
que le ha tocado vivir, y quizás sea por eso, que desde el
principio, el destino de Cabiria, está orientado a la tragedia. En
realidad, todo ese mundo que Fellini intenta reflejar, es solo un
espejismo, un mundo de ficción que crea para que nuestra mente
baje la guardia. Entonces, nos golpea, nos golpea con la misma
fuerza con la que golpe a Cabiria, de tal forma, que nuestra
ingenuidad se ve nublada por las consecuencias nefastas que hemos
estado temiendo desde el principio, pero hemos sido engañados,
hemos sido conducidos por otros derroteros, de tal forma, que
cuando llegamos al punto álgido, estamos igual de desprotegidos
que la pobre Cabiria, pensando, al igual que ella, que todos en
este mundo tenemos cabida, tenemos una salvación, podemos optar a
otra vida, pero todo eso es mentira, y acabamos pereciendo con
ella. Solo entonces, después de que deseemos la muerte, es cuando
todo empieza a resurgir, como resurge aquí Giulietta Masina para
tranquilizarnos y decirnos que solo ha sido una ficción, que nos
calmemos. Pero ya estamos demasiado concienciados para volver a
caer en la misma trampa, y a partir de ahora, nunca volveremos a
confiar en los extraños.
Kobe
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22 de febrero de 2011
1 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cine que hace conectar al pueblo con el espectardor, una narración extraña pero cercana en una historia curiosa y agradable, con estilo propio y que sale a la calle con maestría, sigue el camino de su protagonista con vitalidad, una rebelde desequilibrada puesto que también viene a ser altamente vulnerable, y sus experiencias en la noche, pasa de codearse con el glamour a la humildad de su clase, por lo que todo es dinámico, quizás no estén bien conectados entre sí, pero cada anécdota es profunda dentro de la sencillez y lo rutinario, el alma delicada transmite simpatía con facilidad, es pura y consigue quitarle la máscara al resto de personajes para una resolución que se veía trágica, pero que dentro de la desgracia sigue resultando hermosa y dulce, hay un tremendo trabajo para dibujar la indignación del humano con esa belleza.
stikma
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