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Trece por docena

Comedia En un día de verano de 1921, el ingeniero Frank Gilbreth llega a casa de un largo viaje, trayendo un regalo para cada uno de sus once hijos. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
30 de marzo de 2013
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Trece por docena
Continuación del sistema Taylorista


Frederick W. Taylor fue un Ingeniero estadounidense creador de lo que llamó la “Administración Científica” La misma procuraba robotizar a los trabajadores, estudiando los tiempos de los movimientos en que se descompone cada tarea. Procuraba un alto rendimiento pagando a destajo por tarea realizada y el tiempo insumido. No fue científica pues no tuvo en cuenta ni la fatiga psíquica ni el factor social de los grupos en el trabajo. Es precisamente este sistema el que mereció la crítica ácida de Charles Chaplin en "Tiempos Modernos"
Hubieron especialistas que mantuvieron, en algunos casos, una visión diferente: véase como ejemplo la obra de M. Parker Follet, y otros que optaron por la moderación del modelo de Taylor, que tenía un carácter principalmente mecanicista y que tendía a la robotización de los trabajadores, como lo fue el caso de Henry L. Gantt y los esposos Gilbreth discípulos contemporáneos de Taylor, que aplicaban los mismos principios pero en forma un tanto morigerada.
Sobre la familia de los esposos Gilbreth es que trata la película que nos ocupa. Tuvieron 12 hijos y al respecto la Señora Gilbreth escribió un libro que tuvo bastante éxito y que fue llevada a la pantalla años después, con un libreto redactado por Mrs. Gilbreth. A través de la vida de familia se pintan pantallazos de la filosofía del Sr. Gilbreth, en algunas aplicaciones en su vida familiar.
Film entretenido, si olvidamos la filosofía que aduce.
Loteria
Loteria
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8 de febrero de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ingeniero y consultor en administración de empresas, Frank Bunker Gilbreth (1868-1924), nació y vivió en Fairfield, Maine EEUU, donde junto a su esposa Lilian (1878-1972) ideó los procesos para estructurar trabajos en segmentos establecidos, con lo que permitió ahorrar tiempo mejorando el movimiento. Junto a su esposa, orientó también una escuela de gerencia científica sobre la que escribieron una brillante teoría y también profundizaron en el estudio de la fatiga, de la que él y Lili algo sabían… puesto que tuvieron ¡doce hijos!

-¿Cómo pueden alimentarlos? –Les preguntaba la gente.

A lo que él respondía: -¡Recuerde que se compra más barato por docena!

“TRECE POR DOCENA”, es pues, la historia de esta especial familia (escrita por Frank Jr. y su hermana Ernestine), donde los chicos a temprana edad sabían bastante de varios idiomas, multiplicaban de memoria por dos y tres cifras, y hacían reuniones de junta con sus padres para tomar las decisiones que concernían a todos. Era una familia de indiscutible cultura y de notables valores, pero como no hay hogar perfecto, el padre resultaba un tanto chapado a la antigua.

Se negaba a tener un perro en casa, quería que sus hijas vistieran como monjas… y no salían con un muchacho si papá no iba tras de ellos. Pero, el conocimiento también forma el carácter y con gran agudeza y juegos democráticos, los niños se buscan sus tretas para persuadir a aquel padre que, así como demuestra firmeza de carácter, también hace saber que puede comprender y que tiene un corazón de caramelo.

Walter Lang, nos brinda una regocijante y aleccionadora comedia, magníficamente ambientada y cálidamente fotografiada, en la que obtenemos especiales ejemplos de cómo debe llevarse la vida familiar, para que halla altura, sanos acuerdos y relaciones armoniosas. Que no importa cuantos hijos tienes, sino cuán preparado estás para sostenerlos y para despertar en ellos los criterios claros, la responsabilidad y la asertividad que han de requerir en familia y en sociedad.

Por supuesto, no cabe pensar en otro protagonista que no fuera el inolvidable Clifton Webb, símbolo del sabelotodo, de la elegancia y el buen gusto en el medio cinematográfico, y quien, con su trilogía como Mr. Belvedere, ya hizo historia en la más alta comedia. Como su esposa, Myrna Loy (la célebre Nora Charles en la serie “The Thin Man”), nos da ejemplo de la madre serena, flexible y equitativa, que ama a su esposo, mientras defiende con afabilidad los derechos de sus hijos.

Un filme que sería bienvenido en una escuela de padres o en una reunión familiar, y que dejó tanta huella que no tardaría en generar una secuela donde sabremos que ocurre con la madre, con sus encantadoras hijas, Ann (Jeanne Crain) y Ernestine (Barbara Bates), y con el resto de sus ya crecidos hermanitos. El título: “Bellezas por casar” (Belles on their toes).

Título para Latinoamérica: “MÁS BARATO POR DOCENA”
Luis Guillermo Cardona
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31 de agosto de 2019
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en el libro autobiográfico que escribió la madre de esta gran familia, "Trece por docena" narra cómo fue la vida en aquella familia de 12 hijos, la importancia que tiene en la educación ser unos padres ejemplares y consecuentes, crear hogares alegres, la forzosa convivencia con hermanos, la compatibilidad entre vida austera y aparentemente acomodada, el papel de la moral conservadora, ceder algo sin perder serenidad cuando toca, etc.

El espectador debe tener presente que estamos ente una película costumbrista donde realmemte no ocurre gran cosa, y cuando ocurre algo es para finalizarla de forma abrupta.
Catholicvs
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23 de octubre de 2022
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No sé cómo comenzar a hablar de esta película porque me ha parecido increíblemente reaccionaria y, en modo alguno inofensiva, tal y como su tratamiento cómico, blanco y amoroso podría dar lugar a suponer.
Se trata de una cinta que inauguraría un sinfín de variantes, tanto en el cine como en la televisión y que daría lugar al subgénero " familias numerosas", algunas de las cuales nos han aportado una gran alegría.
" La gran familia", " Sonrisas y lágrimas", " Tuyos, míos, nuestros", " La tribu de los Brady", " Con ocho basta"...Como ven, el subgénero ha aportado películas de gran calidad, divertidas y defensoras de los valores familiares y siempre me han parecido muy dignas en su nobleza por defender, a menudo, a contracorriente, un sistema de valores en la cual la sociedad ya iba claramente por otro lugar.
Sin embargo con esta película he tenido una sensación muy distinta.
Al parecer está basada en un hecho real, aunque de corte a todas luces exagerado y cómico, en el que se nos cuenta la biografía del matrimonio Gilbert y sus doce hijos en los años 20 del siglo pasado.
El padre ( Clifton Webb), fue un ingeniero industrial que se labró una gran fama por aplicar métodos de eficiencia en las fábricas que ahorraban tiempo y mejoraban la productividad del obrero y que, según la versión de sus hijos, los narradores del relato, también aplicaba en su casa para conseguir la máxima organización y orden.
También y, curiosamente, nos lo presentan como persona muy individualista, chapado a la antigua, padre estricto, bastante misógino y autoritario, aunque, al mismo tiempo, no deja de ser un padre amoroso y tierno que quiere profundamente a su familia.
En realidad el personaje dibujado a mí me ha resultado profundamente antipático si no fuera porque tiene el rostro de Clifton Webb, cuyas excentricidades, algunas de ellas absurdas, le quitan el hierro al asunto transformando en farsa lo que a mí me suena a cerrazón mental e inflexibilidad de la peor especie.
! Claro que los niños son adorables y están muy bien educados!. ! Mas educados que los de la familia Von Trapp ! Por la cuenta que les trae!. ¿ Nos enseñan alguna escena en la que causen algún problema?. ¿ Hay algún conflicto en algún momento? ( Sí, la gran rebelión de la hija mayor. Ojalá esos sean todos los problemas a que se tengan que enfrentar las familias). Y no tenemos más que fijarnos en la esposa ! Myrna Loy!. ¿ Qué hace durante toda la película?. Mirarle amorosamente y decirle amén, amén a todo. Claro que igual la pobre no tenía tiempo que perder cuestionando a su marido y a sus métodos entre tanto embarazo y parto.
! Ah no, que se me olvidaba!. Gobierna la casa por métodos democráticos. Todos tienen derecho a tomar decisiones, es decir, pueden decidir si comprar o no un perro o si pintar o no la valla del jardín. Pero ! ay las mujeres de la casa como cometan la osadía de utilizar lápiz de labios o estrenar peinado!.
Una escena que me ha llamado la atención es cuando una defensora de los centros de planificación familiar acude, por error, a la vivienda de los Gilbert, éstos se mofan abiertamente de ella y de su centro, ridiculizándola, en claro mensaje abiertamente hostil hacia sus ideas. Esto no ha pretendido ser gracioso. Ha pretendido posicionarse y ya está.
También hay otra escena vomitiva. Los dos padres advierten reiteradamente a su hija mayor que ha de ser recatada, al punto de que el propio padre acompaña a su hija al baile del instituto para no quitarle ojo de encima, no sin antes porfiar ante su esposa que las niñas no dan más que problemas, que es mejor tener varones. Pues bien, ese patrón se repite en el muchacho del que está enamorada que alaba el comportamiento de ese padre que " cuida" tan bien de su hija.
El hará lo mismo, dice. Hay que cuidar la respetabilidad de las hijas. Las " otras" están muy bien para divertirse con ellas pero nadie que se precie se casaría con ellas. Y a la muchacha se le dibuja una sonrisa enorme porque se siente distinguida por el gran honor de ser aceptada como " decente". ! Qué felicidad!.
Es por estas cosas, y unas cuantas más, que no puedo aceptar esta película como la jocosa, blanca e inofensiva que se vende ni siquiera teniendo en cuenta que es de los años 50 y ambientada en los 20 y trate de ponerme en contexto. A mí no me ha provocado ni media sonrisa ni mucho menos ternura como parece que pretende. Esa familia con ese progenitor no me causa ninguna envidia por mucho que lo revistan de ternurismo. ! Ay, Belvedere!. ¿ Dónde estás?.
Cualquiera de las que he mencionado más arriba son infinitamente mejores que ésta. No he visto el remake con Steve Martin pero no creo que lo haga.
Izeta
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