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Los condenados de Altona

Drama Tras serle descubierto un cáncer de garganta, y ante el fatalista pronóstico del médico, el ex-militar alemán y ahora próspero empresario, Albert Von Gerlach, reclama la presencia de su hijo Werner, el cual llega junto a su esposa Johanna... y algunos delicados secretos familiares se descubrirán desde entonces.
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
6 de junio de 2023
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Terror post-bélico. Demonios atrincherados expresando su delirante realidad de complacencia mentirosa. Visitas efervescentes y escapadas desubicadas. Culpa, remordimiento. Penumbrosos focos sobre conductas inmorales.

De Sica en una de sus obras más oscuras. Recursos del cine de terror para contarnos una historia de secretos y éticas. Debates a posteriori que invitan a reflexionar. Personajes siniestros en aislamiento evasivo. El tono es novedoso en su filmografía, pero se sigue apoyando en el mismo conflicto del que beben sus obras anteriores.

Espesa y tenebrosa. Reivindicable.
La puerta de Tannhäuser
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25 de abril de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con "Los condenados de Altona", Vittorio de Sica hace su particular "película alemana", como también harían sus otros compañeros neorrealistas; Rosellini con "Alemania, año cero" y Visconti con su trilogía alemana (La caída de los dioses, Ludwig y Muerte en Venecia). Así pues, pareciera que después de contar el horror de la guerra y la posguerra italiana, este trinomio sagrado del cine trasalpino hubiese volcado sus ojos sobre sus vecinos del norte, quizá porque hablar Alemania es, en último término, hablar sobre sí mismos. No en vano, sus historias nacionales de los últimos doscientos años tienen demasiadas cosas en común.

A partir de una obra teatral de Jean-Paul Sartre, De Sica elabora una película en la que el diálogo tiene demasiado peso, lo cual puede terminar lastrando hasta cierto punto el producto final; pero, también es cierto que en ese ir y venir de conversaciones que parecieran estancar la acción es donde se esconde lo más apreciable del filme. Es decir, estamos ante una película tremendamente dialógica y, para mal o para bien, esa es su manera de contar lo que cuenta, quizá la única, porque los personajes están tan apabullados por sus situaciones existenciales, por sus miedos y sus culpas, impedidos para moverse, que solo les quedan las palabras, vivir en las palabras, y perder el don de la palabra, como le ocurre al patriarca Von Gerlach, es tan o más terrible que la misma muerte.

De otra parte, la película evidencia el virtuosismo narrativo de un director que fundaba su estilo más en el contenido, entre melodramático y lo tragicómico, que en la forma de contar sus historias. Aquí, en cambio, nos encontramos con una obra que tiene un acabado distinto. La cámara está dotada de mucha vida, va y viene, sube y baja, tan pronto hace un zoom como una toma en gran angular, como si ese vitalismo que derrocha la imagen sirviera como contrapunto al relato de la ruina que amenaza a todos los personajes.

En fin, que si alguien está esperando encontrar en esta película algunos rasgos del Vittorio de Sica más convencional, mejor es que pase de largo, porque esta es una película anómala en su filmografía, diferente, alemana si se quiere. Una película que apunta más a la razón que al corazón del espectador.
Azulejano
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18 de diciembre de 2018
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para el filósofo, novelista y dramaturgo francés, Jean-Paul Sartre (1905-1980), el término, ‘situación’, comprende las coordenadas materiales, históricas, económicas, políticas, culturales… y prácticas, que actúan sobre un individuo en cuanto éste pertenece a grupos concéntricos o se identifica con ellos (familia, clase, colectivo, etc.). Con esta premisa, estructuraría su obra teatral, “Séquestrés d'Altona” (1959), en la cual toma como personaje principal a un exmilitar alemán al que acaban de descubrirle un cáncer de laringe que lo tiene con un pie en la tumba. Convertido ahora en un poderoso empresario naviero, Albert Von Gerlach, quiere dejar las cosas en orden y con tal propósito hace venir a su hijo menor, Werner, quien llegará con su esposa, Johanna, una actriz de teatro a quien se recuerda por su representación en, “Terror y Miseria del Tercer Reich”, de Bertolt Brecht.

El empresario, Von Gerlach, vive con su hija Leni (o Ilse) y con la llegada de su hermano y su cuñada, trascendentales situaciones comenzarán a salir a la luz… y la velada moral de cierta clase de seres hasta ahora encumbrados… quizás quede completamente al descubierto.

Con estos hechos en mente, la historia nos remite inevitablemente a, “The Cat on a Hot Tin Roof”, la obra que, Tennessee Williams, publicara cuatro años atrás, aunque el propósito de Sartre -como el de, Vittorio de Sica, quien se encargó de la versión cinematográfica- apunta más a los patrones de Eurípides que a los que, al final, eligieran Williams y su adaptador, Richard Brooks. De otro lado, parece ser que, de alguna manera, también, Sartre, quiso asociar lo que ocurre en su historia con la lucha por la independencia de Argelia que venía teniendo lugar mientras escribía.

<<LOS CONDENADOS DE ALTONA>>, funciona como un drama político que deja bien plasmada la suerte de situaciones en las que, los seres humanos, pueden verse envueltos para ir derecho al infierno… y las enfermedades suelen hacer parte de ello. En su adaptación -escrita por los renombrados, Cesare Zavattini y Abby Mann-, De Sica se esmera por matizar muy bien a sus personajes, y adentrándose en su polo humano, extrae elementos que nos permiten olvidar los juicios apresurados y los afanes de condena, no obstante que, poco a poco y muy sutilmente, los velos se descorren hasta que la luz consigue dar paso a las que, acaso, sean tenebrosas sombras.

Fredric March, impone un fuerte, pero controlado carácter a su personaje de patriarca en el otoño. Sophia Loren, es una Johanna-actriz que sabe jugar muy bien su papel en todas las instancias. Françoise Prevost (Leni) es la fiel y presumiblemente incestuosa hermana; y Maximilian Schell, como Frantz, tiene un nuevo rol de fuerte carácter que –de alguna manera- está emparentado con el que poco antes interpretara en, “Judgment at Nuremberg”, filme que también escribiera, Abby Mann.

Con una efectiva fotografía en blanco y negro que preserva el intencionado toque de remembranza; y una muy buena utilización de la música de Dmitri Shostakovich, Vittorio de Sica consigue forjar otro significativo filme que da solidez a su fructífera carrera.

Del primer fragmento de Brecht que se representa, queda una frase digna de recordar:

“Tenemos que liberar a los hombres de sus opresores, porque la vida no tiene valor alguno sino se cumple esta condición”.
Luis Guillermo Cardona
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