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Villa Cabalga

Western Un aventurero americano se suma a la revolución encabezada por Pancho Villa, con la intención de enriquecerse y disfrutar de las mujeres, pero los acontecimientos lo harán cambiar radicalmente. (FILMAFFINITY)
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
18 de febrero de 2010
30 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando entre los amigos solemos comentar cuáles son los periodos históricos más complicados de entender siempre me viene a la cabeza la Revolución mexicana. Complicadísima, es decir poco. Encontrar a alguien que no sea un verdadero especialista universitario y que maneje todo lo acontecido en aquellos años en México es mera ciencia-ficción. Que si zapatistas, huertistas, magonistas, obregonistas, maderistas, carrancistas, villistas…Aquello duró menos de una década pero para comprenderlo se necesita media vida.

“Villa Cabalga” es una especie de secuela de “Bandido”, aquella película de 1956 dirigida por Richard Fleischer y protagonizada por también por Robert Mitchum, aunque el resultado que logra Buzz Kulik es muy inferior tiene algunos elementos atractivos que animan a su visionado.

Para comenzar el guión es en gran parte de Sam Peckinpah, que por aquel entonces andaba prácticamente defenestrado después de ser expulsado de sus dos últimos rodajes, las posibilidades de volver a dirigir eran escasas y se dedicó más a escribir. Afortunadamente todo cambiaría con “Grupo salvaje”.

El caso es que el guión de Peckinpah se alteró bastante, ya que Yul Brynner se negaba a interpretar a Pancho Villa si salía tan mal parado su personaje. Y se hizo una versión complaciente con un líder revolucionario que hay que reconocer que con sus luces y sus sombras fue muy destacado. No es ni de lejos la mejor película para acercarse a la figura de José Doroteo Arango Arámbula, nombre real de Pancho Villa, pero al menos nos lleva a una época que para muchos sigue siendo casi ininteligible pero profundamente atrayente de la mano de un western crepuscular como fueron en realidad todos los que se hicieron después de “El hombre que mató a Liberty Valance”.

Nota: 5,8.
vircenguetorix
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21 de abril de 2011
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sam Peckinpah pensó sin duda en algo grande cuando le ofrecieron una historia en territorios y con personajes que él conocía muy bien. Escribió un guión con mucha profundidad argumental, dando a sus personajes principales mucho calado y proponiendo una historia real pudiendo ser trasladada a la pantallla tal cual, pero la productora pensó enseguida en los rendimientos económicos de la futura cinta y pensó en Yul Brinner para el papel principal, algo que a Sam Peckinpah le desagradaba profundamente pues ese personaje no fue escrito para él y abandonó el proyecto, además se incluyó a Charles Bronson, un actor taquillero por aquellos años pero inexpresivo, frío y poco relevante para buenos artesanos. El producto final deja mucho que desear a pesar de un buen Robert Mitchum y Herbert Lom.

¿Qué hubiera sido de esta película si se la hubieran dejado hacer al bueno de Sam? Esta pregunta me le he hecho más veces. Después de ver El rey del juego, El rostro impenetrable o El emperador del norte. Sólo algo de imaginación.
Mapache
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9 de septiembre de 2012
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lee Arnold [Mitchum] es un buscavidas en la frontera de Méjico-USA cuando está en pleno desarrollo el desconcierto de la revolución que estalló en 1910 y que tuvo al país completamente dividido. Arnold pasa la fronteras traficando con armas para los antirrevolucionarios [coloraos] que se debaten en sus últimas posiciones en el norte. Pero, después de librarse de ser ejecutado por el terrible comandante Fierro [Bronson] decide colaborar con su avioneta para Villa [Brines]. El pueblo tomado por los colorados vuelve a ser retomado por la caballería del coronel Villa. Pero en la toma de la ciudad de Chupadero se advierte claramente la desavenencia de Villa con el general Huertas [Herbert Lom]. Villa visita, entonces, en la capital al presidente Madero para advertirle que Huertas es un traidor y el presidente le pide que sea disciplinado. En Chupadero, Pancho Villa entra en acción y comprueba en carnes propias que Huertas está decidido a eliminarlo. Incumple las órdenes de ataque y emplea la avioneta del gringo. Vence pero Huertas lo detiene y está a punto de fusilarlo. Una orden oportuna de Madero lo reclama a la capital y ahí termina la acción.

Tal como sospechaba Villa, en 1913, una conspiración de generales, entre los cuales estaba Huertas, asesinó al presidente Francisco Madero y al vicepresidente Pino. La guerra civil comenzaba: Villa se acercó a USA para requerir la ayuda de Arnold que tan eficaz había sido en las operaciones del norte y poder expulsar a Huertas que se había instalado en la presidencia de la República.

La película necesita un buen guión, y además completo. La participación de Peckinpah en el guión sirvió para dinamizar la película pero no para salvarla de ser un bodrio incompleto. Aún así las escenas exteriores de la caballería de Villa y de la avioneta de Arnold en acción contra los trenes y las posiciones enemigas son entretenidas. Mitchum está ajenado, Yul Brines anda en babia y aquí el único que pega tiro es Bronson, para variar. La intervención de las actrices es de escaso interés. Por fortuna, Peckinpah se luciría por su cuenta con la inmediata película de “grupo salvaje”, donde el nuevo director toma el mismo ambiente de la revolución mejicana en tiempos del general Huertas. Pero “Grupo salvaje” es otra cosita.
montipito
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19 de febrero de 2013
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Villa cabalga es un western de acción, y punto. Pese al guión de Peckinpah (y Robert Towne, que tampoco era moco de pavo), la película no indaga en los intrincados misterios de la revolución mexicana, sino que pasa sobre ellos más o menos de puntillas. Hay unos actores sólidos (Mitchum en plan sobrado, Bronson en plan hierático, Lom en plan pérfido, Brynner... jejeje... En algunas secuencias, parece acordarse del rey de Siam y repetir el acto), unas fanfarrias animosas de Maurice Jarre, esos ojos como fogonazos azules de Grazia Buccella, una mujer desaprovechada, y tiroteos a mansalva, bombardeos aéreos desde una avioneta destartalada, muchos extras, y hasta sale Fernando Rey, oigan, y José María Prada, pobrecito, y las dos horas se pasan volando. Kulik era eso que llaman un probo artesano, y no hay que pedir peras al olmo. Simple distracción sin coartadas.
Eduardo
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1 de septiembre de 2020
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Pancho Villa (Brynner), como el Cid Campeador, cabalga durante toda la cinta en su lucha revolucionaria apoyando a Madero, mientras conspira contra ambos el general Huertas.
Dentro del lío de los movimientos revolucionarios mejicanos que se inician con el siglo XX, asistimos al que mantienen estos tres personajes que se presentan de forma muy desigual. La aproximación a Villa trata de ser profunda, como le corresponde por ser el principal protagonista, mientras Madero y Huertas quedan muy en segundo plano, aquel encerrado en su palacio de ciudad de Méjico, y este traicionando cobardemente a ambos. Todavía se dedican trazos más gruesos para dibujar la personalidad de sus adversarios, los "colorados", que aparecen como violadores y sanguinarios sin escrúpulos, aunque en su roja bandera campea el lema de "Reforma, Libertad y Patria". Por cierto, Villa no mueve un dedo para evitar todas estas violencias, pues "No odian en el pueblo lo bastante como para luchar con verdadera desesperación".
Por allí anda también un tal Fierro (Bronson), lugarteniente de Villa, y un aventurero americano, Lee Arnold (Mitchum), que vende armas a los colorados transportadas en una avioneta desde El Paso. Al final será ganado este para la causa revolucionaria, merced a la capacidad seductora de Villa en lo político y en lo sentimental a una guapa mejicana.
Lo mejor las cabalgadas y las acrobacias aéreas, la música cansa al final con tanto mariachi. En cualquier caso, una película que distrae y, de paso, nos proporciona una discreta aproximación a uno de los mitos de la revolución mejicana, con sus luces y con sus sombras, que para la consideración popular en muy poco tiempo pasó de bandido a héroe.
Lafuente Estefanía
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