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El presidente

Drama El ex primer ministro de Francia, Émile Beaufort (Jean Gabin), aprovecha sus tiempos de retiro para reencontrarse con sus viejos amigos y para escribir sus memorias que ahora dicta a una secretaria. Al llegar a los tiempos de su más reciente ejercicio político, Beaufort rememorará los hechos que se dieron cuando su rival político, Philippe Chalamont (Bernard Blier), aspiró a suplantarlo. (FILMAFFINITY)
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
16 de mayo de 2014
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
De nuevo vuelvo a reivindicar el nombre denostado de Henri Verneuil, un director de los llamados artesanos de forma despectiva. Sin embargo sostengo sin miedo a posibles represalias intelectuales a definirlo como un autentico “auteur”, un cineasta y guionista con un discurso propio y bien definido, quizás debido a sus orígenes armenios y su consiguiente éxodo familiar. Para mi alguien que ha dirigido al menos tres obras cinematográficas imprescindibles entra de lleno en el cielo de los grandes “maestros”, aunque no sean conocidos ni valorados como los Welles, Renoirs, Mizoguchis, Truffaut y demás maravillosos autores. Y Verneuil, siempre desde mi humilde punto de vista tiene al menos estas tres: “GRAN JUGADA EN LA COSTA AZUL”,”UN MONO EN INVIERNO”, “FIN DE SEMANA EN DUNKERQUE”…y sobretodo la que hoy comento: “EL PRESIDENTE”. Y para no dejar nada en el tintero aclaro que tiene alguna obra semi-maestra como “EL CLAN DE LOS SICILIANOS” o “LA HORA 25”,y naturalmente, como todos los considerados excelsos autores, bastante obra menor, pero no exenta de ciertos valores cinematográficos.
EL PRESIDENTE debería volverse a estrenar hoy en día en todos los cines del mundo para entender lo que en política estamos viviendo hoy en propia carne. El magnífico JEAN GABIN interpreta a un político honrado, rodeado de una jauría de lobos financieros que quieren quedarse con todo lo que puedan del ciudadano de a pie. El argumento es sólido, y el guión no se anda por las ramas, al igual que el personaje protagonista. Quizás la obra realizada en el 1961 se adelantó a su época. Aún que fue un gran éxito de público en Francia y aquí fue vista con cierto cariño, sobre todo por los que perdieron una guerra y vieron en este Presidente al que hubieran querido tener en su día. Sin falsos sentimentalismos, ni historias amorosas que pudieran lastrar su línea argumental, el film explota en el contundente discurso que Gabin realiza en el Parlamento francés ante sus contrincantes. Un final decididamente valiente, aunque previsible, no lastra una realización absolutamente elegante, funcional y solvente, al igual que las interpretaciones de todos los actores, con Gabin al frente y con un extraordinario BERNARD BLIER como segundo de a bordo que no le va a la zaga al viejo actor. BLIER, padre por cierto del director BERTRAND BLIER (“Los rompepelotas”), fue siempre ese secundario de lujo que los franceses valoran casi tanto como a sus protagonistas. Inolvidable en el film de Germi/Monicelli: “AMII MIEI” como el bobalicón al que los grandes amigos dirigen constantemente sus bromas y puyas. Grande BLIER, otro actor a reivindicar.
De visión obligada y película altamente recomendable como todas las citadas de Verneuil, un autor que tuvo la mala suerte de no estar en las barricadas del Mayo francés y hacer un cine comercial para todos los públicos.
richardvogue
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2 de junio de 2020
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Coincido en que Vernouil es un director mucho más importante de lo que se le considera. Concilió siempre el pensamiento con el espectáculo ameno, a diferencia de los aburridos e intelectualizados miembros de la "nouvelle vague" Este es uno de sus mejores films. Mediante el hilo conductor de las memorias de un expresidente francés, se nos muestra la lucha de un político por servir de verdad a su país y no a los intereses particulares de las grandes empresas. Un guión inteligente, de diálogos concisos, nos permite asistir a la pugna entre dos clases de profesionales de la política. Jean Gabin encarna a un patriota que juega limpio con Francia, que no se enriquece a costa del cargo y toma decisiones acordes con la moral. Bernard Blien, por el contrario, se parece a los que hoy dirigen los partidos democráticos, pues miente hasta con la verdad y está dispuesto a cambiar de actitud cuando conviene al grupo de intereses al que representa.
La novela de Simenon, bien adaptada por Vernouil, expresa un espíritu hoy desaparecido: la posibilidad de ser eficaz en la conducción de una nación sin enredarse en las zarzas de la corrupción. En este sentido el mensaje del film es plenamente actual. En otro se nos muestra un fuerte carácter personal, muy original en su familiar conducta, que pertenece, desgraciadamente, a otra época.
Luis
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2 de marzo de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Han pasado 54 años desde la realización de este film. Un film sólido que aparece hoy como necesario para entender la deriva de la Europa que hace aguas y está al borde del naufragio. Un film bien realizado por el eficaz Verneuil al servicio de un inconmensurable Jean Gabin. Creo que no es posible imaginar a otro actor haciendo el papel del presidente Beaufort. Unos magníficos secundarios capitaneados por B. Blier completan el elenco. El texto de Simenon con el gran guion de Audiard muestran la "ficción" de la idea de crear los Estados Unidos de Europa y cómo los mercaderes, financieros y los políticos transformaron esa idea en la "Union Europea" que hemos conocido y que todavía padecemos. En tiempos de mediocridad no está mal recuperar este film donde las altas miras de Hombres de Estado, cosa hoy inexistente, pueden reconciliarnos con la política y al mismo tiempo entender algunas de las claves de la situación actual.
rocamadur01
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12 de marzo de 2017
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
A lo largo de tres flashback, en plena crisis de gobierno, un retirado y anciano expresidente de Francia rememora algunos momentos de su carrera. Film de política-ficción basado en un magnífico texto de Georges Simenon, adaptado por el director junto a Michel Audiard, es una moderna y muy actual disección de los entresijos del poder, soberbiamente protagonizada por un Jean Gabin caracterizado como un anciano –en realidad solo contaba con 56 años- en el ocaso de su vida y carrera, que da vida a un político independiente de fuerte personalidad -“soy anarquista y conservador”- El texto original y el guion son las claves de este estudio de la política y la ambición -indestructible binomio- mucho más que la competente, meritoria dirección de Verneuil que se aprovecha del excelente trabajo de Gabin y de la lúcida fotografía de Louis Page. Muy recomendable.
Gould
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6 de julio de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Era un hombre muy poderoso. Por muchos, muchos años. Su carrera política lo había llevado a un paso de convertirse en Presidente de la República. Ahora, viejo y enfermo, era una especie de monumento vivo, y en todas las redacciones de los diarios (de esto estaba seguro) los "cocodrilos" ya estaban listos desde hace cierto tiempo (…). El día que le dijo a un reportero que empezó a escribir sus memorias "no oficiales", hubo alguien que, al parecer, todavía lo consideraba peligroso. Pero, ¿quién? Tal vez uno que, a los veinticinco años, fue su tímido y fiel secretario, y ahora estaba a punto de convertirse en primer ministro” …

Así comienza la novela que, el prolífico escritor belga, Georges Simenon, publicara en 1958, la cual fue pronto llevada al cine con guion de Michel Audiard y Henri Verneuil, para recrear a un personaje ficticio, pero ideal para la política que reclamaba el mundo. Henri Verneuil, tomó también el mando como director, y al momento de elegir al protagonista, no podía ser otro que Jean Gabin, gran amigo personal del escritor y uno de los interpretes más asiduos de sus adaptaciones cinematográficas.

Cuando dicta a su secretaria sus memorias, el exprimer ministro Émile Beaufort, llega al capítulo que él mismo titula “Los años difíciles” ... y entonces, a su memoria comienzan a regresar aquellos momentos de su labor en que se vio forzado a promover una devaluación de la moneda, momento que fue aprovechado por su rival político, Philippe Chalamont para aspirar a suplantarlo.

“EL PRESIDENTE”, pesa un poco -sobre todo al principio- con su exceso de diálogos, pero pronto va tomando el pulso a la descripción de situaciones que nos van permitiendo conocer a un hombre de encantadora personalidad y que nos va dando la idea de un presidente como se lo sueña cualquier pueblo. El reciente, José Mujica, de Uruguay, sería el más cercano que a él puede parecerse.

Verneuil hace lugar para mostrar cómo la clase política se aprovecha de cualquier circunstancia para devorar a sus rivales; cómo la oposición se hace más veces con afanes de lobos que de servidores públicos; cómo se busca el poder con las estratagemas que sean necesarias, y aunque dignidad y ética haya que rasgarlas; cómo el poder político es asumido precisamente por los que dominan la economía para resguardar este poder… y cómo se necesita una gran fortaleza moral y una sólida inteligencia, para preservarse incólume ante la jauría humana.

Es bien seguro que, por la mente de Verneuil, la idea de taquilla no pasó ni una sola vez, porque es evidente que, con lo escrito por Simenon, se centró esencialmente en bosquejar a ese primer ministro que, para él, era la suerte de hombre político que anhelaba para su país… y es precisamente en esa honestidad y compromiso social, donde se adivina su gran espíritu y su grandeza como cineasta.

Esta es la suerte de filme que viene perfecto en una clase de ciencias políticas... o en alguna sesión de congreso.
Luis Guillermo Cardona
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