Un cuento americano

La película de mi infancia por excelencia. Podía llegar a verla tres veces al dia. Por partes, solo unos ratos, toda del tirón...era lo único que veía. Me acuerdo que todas las veces que la veía acababa llorando, y no me cansaba de verla, será por algo. Esto no es una crítica de la película, ya que mis recuerdos no me dejarían criticar este film de ninguna forma. Esto es, mas bien como un homenaje a Fievel y a mi infancia.

Ojalá hoy en día todos los niños crecieran viendo películas como esta...

Tenía ganas de conseguir esta película desde hacía mucho tiempo: Bluth siempre me ha parecido uno de los grandes del 'sector' (sobretodo por En Busca de Valle Encantado) y había visto de pequeño 'Fievel va al oeste', de hecho, aún la mantengo en VHS. El caso es que me dispuse a ver "Fievel y el nuevo mundo" con interés, con ganas, máxime teniendo en cuenta que horas antes había visto una película fallida como "Rolo y el secreto del guisante". Por suerte, la obra de Bluth ha conseguido no sólo tapar la mala experiencia anterior, sino algo más.

Podría decirse que es una bonita fábula que ironiza o narra desde otro punto de vista el falso sueño americano, todo a cargo de una familia de ratones rusos que llegan a América creyendo que ahí serán más felices. Pero un accidente separa a Fievel de su familia, y deberá buscarlos por el nuevo mundo que se abre ante él. La película narra mayoritariamente la búsqueda –contrastada- de ambas partes, haciendo especial parada en el pequeño protagonista y añadiendo un conflicto paralelo, el de los ratones contra los gatos, toda una sátira que enlaza perfectamente con la del "sueño americano".

Más allá de su mensaje, que lo tiene, y su moralina, que también, "Fievel y el nuevo mundo" es una pequeña joya de la animación, tan bien animada como dirigida, con algunas escenas impresionantes -la tormenta en el barco- o varios diseños de personajes muy afortunados, desde los gatos a varios ratones en concreto. Los planos panorámicos de NY, la estatua de la libertad, la esperanzada visión de Fievel sobre el nuevo país... Todo ello conforma una cinta que, si bien no llega al nivel de exquisitez de la aventura de Piecito y sus compañeros dinosaurios, sí puede presumir de ser una de las mejores películas de animación de los 80.

Si la película no fuera animada...
Si Fievel fuera el típico muchacho guapete que genera lástima...
Si el personaje de Fievel fuera una muchacha, la redactora jefa del periódico de su instituto, la que nunca podría aspirar a ser reina del baile...
Esta película tendría una nota superior.
Pero para mí, no sería así.
Esta película es perfecta siendo animada.
Es perfecta siendo Fievel un ratón (ey chavales, sí, ha habido ratones en el cine antes de Ratatouille).
Es el sueño americano. América, ¡qué lugar!, ¡qué lugar!

¿Por qué hay que verla?
Es otro punto de vista de ese espejismo americano.
Es un canto a la esperanza, a la felicidad, a la complicidad.
Rompe con estereotipos. Un gato puede ser amigo de un ratón.
Y una película animada "para niños" puede reflejar mejor una realidad que una película no animada "para adultos".

Para mí, Fievel y el Nuevo Mundo es una de las mejores películas de animación que se han hecho jamás. El guión es excepcional. Aborda el tema del “sueño americano”, tratado en tantas películas, y de cómo tenía, efectivamente, mucho de sueño. Fievel es un ratoncito de una humilde familia bielorrusa que se ve obligada a emigrar a causa de los gatos que asolan su aldea. Embarcan en un transatlántico, junto con otras familias emigrantes, ilusionadas por la creencia de que “en América no hay gatos”. Fievel se pierde durante el viaje en una tormenta, en una de las escenas más tristes y desgarradoras que yo haya podido ver en una película de dibujos animados: Fievel sale a cubierta, ilusionado por ver “peces”. Pese a la recomendación de su padre de no alejarse; la curiosidad del joven, inmaduro y entrañable Fievel es mayor. Olas enormes con forma de gatos embisten sin piedad el barco y Fievel grita pidiendo ayuda. Su padre corre hacia él gritando su nombre e intenta salvarle. Se agarra a una cuerda con una mano e intenta sujetar a su hijo con la otra, pero no llega a sujetarle y Fievel cae al mar ante la mirada de infinita frustración y desesperación de su padre, que grita impotente su nombre. Pero Fievel llega a América y descubre que allí, como en su Minsk natal también hay “gatos”. Fievel se propondrá el objetivo de “encontrar a su familia” y a lo largo de su aventura encontrará tremendas dificultades, pero también amigos inesperados (como el entrañable y bondadoso Tigre). La película es una desmitificación de lo que fue la emigración a América, un símil magistral de cómo los poderosos, los fuertes y los malvados: los gatos, abusan de los más débiles: los ratones (literalmente se los comen); si bien no se puede juzgar a una persona por su apariencia, como demuestran los personajes de Tigre o, a la inversa, el de Honorio S. Rata. Imprescindible película, de esas que queremos que se conserven y que disfruten todos los niños, como nosotros disfrutamos de ella.

Fievel y el nuevo mundo no es animación cualquiera. Incluso tuvo el honor de superar en taquillas Oliver y su Pandilla (de Disney) hasta que vino Ariel. Genial produccion que no tiene nada que envidiar, con sus canciones y personajes pintorescos, rompiendo esquemas (la peli no acaba cuando muere el malo, gato y ratón juntos...). Una de las cosas que transmite es que "te lo crees todo cuando no sabes a dónde ir", cosa que se puede comprobar a lo largo de la película, hay de todo: malosos, de los malos que al final son un sol, los mitos como el "No hay gatos en América", ratoncitos desorientados...
Es el sueño americano pero visto de otra forma. Llega al corazón y eso se nota. Nunca digas nunca jamás.