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La flauta mágica (TV)

Drama. Musical Adaptación televisiva de la famosa ópera de W. A. Mozart. El príncipe Tamino se ha enamorado de la princesa Pamina, pero ésta ha sido secuestrada por Sarastro. La madre de la princesa, la Reina de la Noche, lo incita a rescatarla, prometiéndole que si lo consigue podrá casarse con ella. (FILMAFFINITY)
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
10 de mayo de 2006
25 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escrita y dirigida por Ingmar Bergman, adapta al cine la última ópera de Mozart, estrenada en Viena el 30-IX-1791, dos meses antes de su fallecimiento. Se rodó en estudio y en el Drotningholm Castle Theater (Estocolmo). El rodaje comenzó el 16 de abril y se prolongó hasta julio de 1974. Obtuvo una nominación a los Oscar (vestuario). Producida por Sveriges Television, se estrenó en TV el 1-I-1975 y en cine el 4-X-1975.

La acción tiene lugar en Suecia a mediados del XVIII. Narra la historia de Tamino (Josef Köstlinger), que se enamora de Pamina (Irma Urrila) al ver una miniatura con su imagen. Ayudado por Papagano (Hakan Hagegard) y provisto de una flauta mágica, sale en busca de Pamina, retenida por Sarastro (Ulrik Cold). Le ayudan la Reina de la noche (Birgit Nordin) y sus damas.

La obra, basada en el libreto original de Emanuel Schikaneder, contiene un cuento de hadas rico en fantasía, referencias moralizantes y crítica social y política. Incorpora las constantes de Bergman: la muerte (la serpiente), la lucha entre el bien y el mal (la Reina de la noche y Sarastro), la fuerza de la mentira (Papagano es castigado con un candado que le cierra la boca por mentir), la ambigüedad moral (Monostratos), la religión (Sarastro es el gran sacerdote), etc. De acuerdo con los cánones del XVIII, Sarastro justifica la retención de Pamina en su deber de alejarla de la perversidad de la madre y de mantenerla bajo la debida protección y dirección de un hombre. Tamino da por buena la explicación, en el marco de una narración visual y verbal agudamente crítica y burlesca. La película tiene el gran mérito de ser un ejercicio memorable de popularización de una obra maestra de la música universal, para menores y mayores, a los que seduce y deleita por igual. Incluye referencias pedagógicas de exaltación del amor ("El amor es maravilloso: al mendigo le hace sentirse rey") y la sabiduría ("El fuerte piensa antes de hablar"). Son escenas destacadas la detención de Nonostratos al son del carrillón, la superación de la prueba del fuego por los enamorados y la secuencia final. Es una obra de teatro en el cine, que Bergman visualiza con la presencia de público en la platea, entre el que destaca el rostro absorto y complacido de una niña (Helene Friberg) y el del realizador.

La música está interpretada por "The Radio Choir" y por la "Swedish Symphony Orchestra", dirigidos por Eric Ericson. La fotografía, de Seven Nykvist, hace un uso magistral del claroscuro, los contraluces y los contrastes de luces y sombras. La narración visual, muy estilizada y de gran sobriedad, tiene una fuerza propia que la convierte en un eficaz punto de apoyo de una música excepcional. El guión combina música, sentimientos humanos, amor sublime, intriga y humor. La dirección hace gala de una capacidad excepcional de aunar cine, teatro y música.

Musical de gran éxito, que contribuyó a consolidar el prestigio internacional del autor. Una delicia para los sentidos y para el espíritu.
Miquel
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9 de diciembre de 2007
14 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
La ópera de verdad es un espectáculo elitista, burgués, con unos precios casi tan prohibitivos como los de los conciertos de los divos del pop-rock...
El proletariado tendrá que conformarse con ir a la filmoteca a ver la peli que hizo Ingmar Bergman de la representación de La flauta mágica en el Drotningholm Castle Theater. Oh, qué pena.

Aunque ambas se eleven misteriosamente por los aires, la flauta mágica no debe confundirse con la flauta de Bartolo que tiene un agujero sólo, pues la primera es una de la operas más importantes de Wolfgang Amadeus Mozart, un cuento de hadas con aventuras, apareamientos, humor y crítica social (humor y crítica social antiguos, de otras épocas, pero que siguen teniendo su gracia).

Y el teatro tendrá la magia de lo vivo y lo directo, pero el cine mola más porque permite jugar con los planos y contraplanos y pueden advertirse en detalle las expresiones de los protagonistas...
Aunque ya sabemos cómo son Bergman y Nykvist, que se emocionan tanto con los primeros planos que a veces al espectador inquieto le entran ganas de gritar "¡Abre un poco el encuadre, leñe, que el careto del sueco este ya nos lo sabemos de memoria y nos está entrando curiosidad por saber qué hacen los otros!"

Pero bueno, la verdad es que es un espectáculo muy chulo y muy emotivo, tanto para los amantes del bello canto como para los que normalmente pasan del tema, yo al menos salí de la sala del cine cantando y zascandileando cual Papageno y sus campanillas.

Nota: excelente.
Listocomics Puntocom
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30 de abril de 2023
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Clasicismo de adaptación apasionada. Cuento de búsquedas y batallas introspectivas. De la ópera del XVIII a la televisión del XX. Metalenguaje de medio.

Bergman acopla la obra de Mozart con licencias de acertada subjetividad. Logra salpicar de su personalidad a una función que, en ciertos aspectos, le va como anillo al dedo. Los equilibrios de la original calzan a la perfección con el discurso de su director.

La magia musical se percibe lejana. Su misticismo masónico débil. Una obra con aciertos y carencias. La labor didáctica es ejemplar. Su estética es atractiva.

Prefiero al Bergman que crea por encima del que adapta.
La puerta de Tannhäuser
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25 de junio de 2007
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ópera (1791) de Johannes Chrysostomus Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), austríaco del período clásico, contiene escondidas referencias filosóficas y políticas que eran relevantes en el siglo XVIII. El libreto fue del masón Emmanuel Schikaneder.
No se debe pretender realismo, debe suspenderse el juicio sobre lo real (en todo caso más bien ver un western), se trata de un "cuento de hadas" en que la diversión está en la asociación entre imágenes, música y canto. Tampoco podemos pretender que una obra del siglo XVIII sea "políticamente correcta" de acuerdo a nuestras ideas actuales. Dicho esto para espantar las críticas desmedidas y anacrónicas, se puede admirar la increíble destreza de los cantantes. No se olvide que 1) es una ópera, alemana 2) Mozart era juguetón, 3) las reglas de lo posible son otras en los cuentos. El cine, por otra parte, permite un desarrollo de lo visual que es imposible en el teatro.
Para admirar la maravillosa magia de Mozart y del cine de Bergman durante más de dos horas, una experiencia de lo sublime, una experiencia "mágica".
Leonel
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21 de mayo de 2014
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La simbología masónica mantiene que la purificación del hombre natural pase a ser espiritual, en el cual la razón, el amor, el coraje y la lealtad toman el lugar del instinto, el miedo, la tiranía y la sumisión. “La flauta mágica” es la última ópera que escribió Mozart, se estrenó en Viena en 1971, poco antes de morir a los 36 años. Es la ópera más popular que compuso Mozart, con el libreto de su amigo y empresario de teatro Emanuel Schikaneder, compañero en la orden de la masonería, en la que ambos militaban. Una obra deliciosa, disparatada y plagada de metáforas, además de ser un modelo para la música romántica alemana. Una maravillosa ópera cantada en alemán con una acusada simbología masónica, que yo recomiendo encarecidamente a cualquier persona que quiera iniciarse en el arte de la lírica.

Bergman adapta la representación teatral al formato televisivo (una producción para la televisión sueca), no se conforma con la escenificación teatral filmada y añade sus toques personales en forma de cartelitos y subtítulos que los propios actores manejan, planos del público, hipotético, que asiste a la también hipotética representación y referencias muy dispersas al espacio escénico. Toques cuya habilidad no se pueden obviar, teniendo en cuenta el presupuesto tan limitado que maneja. La idea del público como espectáculo está en la base de cualquier planteamiento que pretenda algún tipo de identificación, debe presentar al público dentro de la acción.

Bergman incluye primeros planos de rostros cuya función es mirar por nosotros, mirar el telón durante la maravillosa introducción musical de Mozart y, una vez individualizados los rostros de todos en uno solo, mostrar la posición del personaje respecto a la obra que él está viendo. Berman intenta presentarnos la ópera como representación musical, como expresión cultural propia, con sus ventajas e inconvenientes. En mi opinión, esta versión es bastante inferior a la de Kenneth Branagh en 2006, trasladada a las trincheras de la Primera Guerra Mundial pero mucho más dinámica y atrevida, a la que dediqué un comentario, cantada en inglés, una licencia que se puede perdonar por ser una lengua más popular. También es cierto que manejaba un grandioso presupuesto.

“La flauta mágica” es un “Singspiel” en dos actos: Personajes y voces.
Sarastro: Bajo, Tamino: Tenor, Reina de la noche: Soprano, Pamina: Soprano, Papagena: Soprano, Papageno: Bajo, Monostatos: Bajo. Así lo quiso el autor de esta inolvidable obra, Wolfgan Amadeus Mozart. En mi opinión, el genio más grande de la música, que “escribía al dictado de Dios”, sus obras no admitían corrección. No en vano compuso su primera obra a los cuatro años, a los siete su primera Sinfonía, a los doce… Toda una ópera. Enfermo y agobiado por las deudas, murió en la miseria siendo enterrado en una fosa común.
Antonio Morales
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