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Voto de Antonio Morales:
7
Drama. Musical Adaptación televisiva de la famosa ópera de W. A. Mozart. El príncipe Tamino se ha enamorado de la princesa Pamina, pero ésta ha sido secuestrada por Sarastro. La madre de la princesa, la Reina de la Noche, lo incita a rescatarla, prometiéndole que si lo consigue podrá casarse con ella. (FILMAFFINITY)
21 de mayo de 2014
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La simbología masónica mantiene que la purificación del hombre natural pase a ser espiritual, en el cual la razón, el amor, el coraje y la lealtad toman el lugar del instinto, el miedo, la tiranía y la sumisión. “La flauta mágica” es la última ópera que escribió Mozart, se estrenó en Viena en 1971, poco antes de morir a los 36 años. Es la ópera más popular que compuso Mozart, con el libreto de su amigo y empresario de teatro Emanuel Schikaneder, compañero en la orden de la masonería, en la que ambos militaban. Una obra deliciosa, disparatada y plagada de metáforas, además de ser un modelo para la música romántica alemana. Una maravillosa ópera cantada en alemán con una acusada simbología masónica, que yo recomiendo encarecidamente a cualquier persona que quiera iniciarse en el arte de la lírica.

Bergman adapta la representación teatral al formato televisivo (una producción para la televisión sueca), no se conforma con la escenificación teatral filmada y añade sus toques personales en forma de cartelitos y subtítulos que los propios actores manejan, planos del público, hipotético, que asiste a la también hipotética representación y referencias muy dispersas al espacio escénico. Toques cuya habilidad no se pueden obviar, teniendo en cuenta el presupuesto tan limitado que maneja. La idea del público como espectáculo está en la base de cualquier planteamiento que pretenda algún tipo de identificación, debe presentar al público dentro de la acción.

Bergman incluye primeros planos de rostros cuya función es mirar por nosotros, mirar el telón durante la maravillosa introducción musical de Mozart y, una vez individualizados los rostros de todos en uno solo, mostrar la posición del personaje respecto a la obra que él está viendo. Berman intenta presentarnos la ópera como representación musical, como expresión cultural propia, con sus ventajas e inconvenientes. En mi opinión, esta versión es bastante inferior a la de Kenneth Branagh en 2006, trasladada a las trincheras de la Primera Guerra Mundial pero mucho más dinámica y atrevida, a la que dediqué un comentario, cantada en inglés, una licencia que se puede perdonar por ser una lengua más popular. También es cierto que manejaba un grandioso presupuesto.

“La flauta mágica” es un “Singspiel” en dos actos: Personajes y voces.
Sarastro: Bajo, Tamino: Tenor, Reina de la noche: Soprano, Pamina: Soprano, Papagena: Soprano, Papageno: Bajo, Monostatos: Bajo. Así lo quiso el autor de esta inolvidable obra, Wolfgan Amadeus Mozart. En mi opinión, el genio más grande de la música, que “escribía al dictado de Dios”, sus obras no admitían corrección. No en vano compuso su primera obra a los cuatro años, a los siete su primera Sinfonía, a los doce… Toda una ópera. Enfermo y agobiado por las deudas, murió en la miseria siendo enterrado en una fosa común.
Antonio Morales
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