Los largos días de la venganza

Ted Barnett (Giuliano Gemma) es un hombre temeroso y cumplidor de la ley, pero un buen día es acusado por la muerte de un Coronel y sentenciado a 30 años de cárcel.

Luego de trascurrido tres años en prisión, Barnett se fuga de la misma y va en busca de los verdaderos asesinos del Coronel y de su padre, los malosos Sheriff Douglas (Francisco Rabal) y el terrateniente Cobb (Conrado San Martín), pero las cosas no serán tan fáciles.

Ahora, Barnett necesitara de la ayuda de un viajero comerciante (Manuel Muñiz) y de su bella sobrina Dulcy (Gabriella Giorgelli), para descubrir las razones que tuvieron para matar a su padre y al Coronel, y por ende llevar los responsables ante la justicia.

La película goza de muchas similitudes con novelas, personajes y otros filmes. Es una libre adaptación del libro "Le Comte de Monte-Cristo" (1845) del novelista y dramaturgo francés Alexandre Dumas (1802-1870). Basado en esta novela, el film "The Count of Monte Cristo" (2002) con Jim Caviezel relaciona muy bien estos temas.

Es notable también que la película presenta el personaje del General Porfirio (Franco Cobianchi) como un bandido revolucionario, relacionando el film a los "spaghetti western" en donde aparecía el personaje del legendario Emiliano Zapata (1879-1919).

Francisco Rabal (1926-2001) fue un actor, guionista y director español. Sus antiguos papeles de galán duro y enérgico dieron paso a personajes carismáticos, que quedaron en la memoria colectiva y le reportaron notable éxito y popularidad.

Tuvo una trayectoria prolífica en el cine europeo, en Francia trabajó en los filmes "L'eclisse" (1962) con Alain Delon y Monica Vitti, y "Marie-Chantal contre le docteur Kha" (1965) con Marie Laforêt, entre otros.

En Italia rodo los filmes "Le streghe" (1967) con Silvana Mangano y "El 'Che' Guevara" (1968), siendo este ultimo una de las primeras películas que trata de la figura del líder revolucionario.

En España interpretó "Camino del Rocío" (1966) con Carmen Sevilla, "Tormento" (1974) con Ana Belén y "Las largas vacaciones del 36" (1976) con José Sacristán y Concha Velasco, entre muchas otras.

Algunos os preguntaréis, ¿y ese título? Fácil: Los largos días de la venganza es la traslación al universo del spaghetti western de El conde de Montecristo, con las facciones de un siempre risueño Giuliano Gemma, rodeado de torvos enemigos, como el corrupto sheriff Douglas (Francisco Rabal) y el malvado capitalista Mr. Cobb (una enérgica interpretación del veterano Conrado San Martín). En medio, la mujer que pasó de sus brazos a los de Douglas (Nieves Navarro, también conocida como Susan Scott, esposa del productor Luciano Ercoli). Dirige Florestano Vancini (Stan Vance para la exportación), un realizador de conocidas inquietudes izquierdistas que alumbró obras más ambiciosas (y conseguidas) como La larga noche del 43 y El caso Matteotti. A él se debe la elegancia formal de esta película, los hermosos planos panorámicos, la fluida y ágil cámara (lástima de un guión mejor), ni un sólo zoom. Una preciosa banda sonora de Armando Trovaioli ameniza la función, pero debo consignar que algunas fuentes la atribuyen a cuatro manos, siendo el segundo Ennio Morricone. La verdad es que suena más a este último que a Trovaioli (un gran compositor, todo sea dicho), pero chi lo sa? Antes de que el spaghetti western se enfangara en el dudoso humor de Trinidades y similares, se produjeron obras como ésta, de resonancias casi shakesperianas. Los largos días de la venganza no aspira a tanto, pero se puede ver sin temor a encontrarse con majaderías y necedades.

En los desiertos de Almería y de los Monegros (Zaragoza) se desarrolla este decepcionante western hispano-italiano, que arranca con un guión bastante inconcebible y con una interpretación en algunos casos directamente mala. Con el presunto modelo de Sergio Leone, pero con señoritos vestidos con trajes de color crema y con camisas con muchas puntillas y puñetas. A falta de indios en esta ocasión tenemos a "revolucionarios" panchovillistas que compran las armas que por debajo mano les proporcionan los malos malísimos de turno.
Transcurre la acción en varios pueblos, recordamos Santo Sacramento y Cartown, sin que quede muy claro porque vamos de uno a otro. En este último, con estación de tren monegrina, hace de sheriff un tal Douglas (Rabal) que luce una estrella descomunal en el pecho que le sirve de arma arrojadiza. Y, claro, como "en este pueblo nunca se tarda en tener las malas noticias", se sabe que alguien anda buscando venganza. La escena del barbero rapando al ex presidiario, desde luego recuerda a Edmundo Dantés.
Como única ayuda contará el vengador con el apoyo de un dentista ambulante, "el Dr. Pajarito titulado en la Universidad de Philadelphia", y de su bella sobrina. El primero maneja con habilidad las tenazas, "Nadie se ha muerto por sacarle una muela. -Doctor, es que le ha sacado ya tres". La segunda atrae a los clientes con sus canciones y sus bailes en una nueva modalidad de "Medicine Show del Dr. Pajarito". También vende remedios y bálsamos para canas, calvicie o callos. Famosa era su fórmula hecha con jugo de semillas de cabellos chinos, que nosotros atribuimos a simple aceite de linaza con el que siempre se ha pretendido rizar las cabelleras.
Sin comentarios la escena final con los malos requetemuertos y el pueblo, finalmente "liberado", bailando al corro de la patata alrededor de la horca en llamas como si se tratara de la hoguera de San Antón.

Atractivo y sugerente titulo para un Spaghetti western que sigue los esquemas habituales del género, presentando la historia de un hombre que escapa del lugar que le tenía preso y regresa para vengarse de todos los que estuvieron implicados en la traición que le llevó a esa situación.

La película no sorprende y se limita a seguir los esquemas habituales del género, ofreciendo un relato de venganzas atractivo y satisfactorio, donde merece la pena destacar la banda sonora creada por Ennio Morricone y Armando Trovajoli. Una pieza musical que en un futuro emplearía Quentin Tarantino para una de sus películas, demostrando su pasión por los Spaghetti Western.

Los largos días de la venganza, ofrece un trabajo ideal para los seguidores del Spaghetti Western.

Es un producto medianamente aceptable, pese a que no sea de ninguno de los tres grandes del spaghetti, casualmente llamados todos Sergio, por lo que ello quiere decir que podemos estar ante un bodrio, uno más, de tantos (aunque hay excepciones, como Giulio Petroni, o alguna de Castellari), mas no es el caso.

Sin ser gran cosa, porque tiene varios bajones y aspectos inexplicables, "Los largos días de la venganza" se eleva algo por encima de la mediocridad de los subproductos surgidos al calor del éxito de Leone y demás, por varios motivos: dejando aparte que la historia recuerda mucho al conde de Montecristo, está el reparto, con el gran Giuliano Gemma, el titán Rabal (aunque éste no salga mucho, y ojo a su ridícula estrella de sheriff) y el también español Conrado San Martín, está el cierto aprovechamiento de los paisajes almerienses y está la banda sonora, a pachas entre el dios Morricone y Armando Trovaioli, que, aunque empleada quizá repetitivamente, es maravillosa. Si le gustó tanto a Tarantino y también la película que luego la usó dicho director en su "Kill Bill 1".