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La mujer que sabía leer

Drama. Romance Violette está en edad de casarse cuando en 1852 su pueblo es brutalmente privado de todos sus hombres tras la represión ordenada por Napoleón III. Las mujeres pasan meses en aislamiento total. Desesperadas por ver a sus hombres de nuevo, hacen un juramento: si un hombre viene, será para todas. La vida debe continuar en el vientre de todas y cada una de ellas. (FILMAFFINITY)
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Críticas 19
Críticas ordenadas por utilidad
8 de octubre de 2017
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
A las 14:00 llegué al Principal con la lengua fuera para disfrutar de una de las candidatas más prometedoras de Nuevos Directores: el drama de época El segador/ Le semeur, dirigida por una Marine Franssen curtida a base de trabajar como ayudante para Assayas o, casualidades de la vida, Haneke. Tras la victoria en la guerra de Napoleón , en 1852 emprende un duro castigo de represión, tomando presos políticos aldeas rurales y despojándolas de hombres. Cómo sucede en el pueblo de la joven y casamentera Juliette, que apenas queda poblado por un puñado de mujeres y unos pocos niños. Tras meses de aislamiento y de vida en espera segando sin saber si volverán a ver a sus maridos, las mujeres acuerdan mediante juramento que si un hombre aparece repentinamente en el pueblo, lo compartirán sexualmente entre todas. Cuando esto suceda, y el fugitivo Jean inicie un romance con Juliette, no será tan fácil mantener la palabra.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Néstor Juez
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6 de marzo de 2018
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vista en el Festival de San Sebastián, sección Nuevos realizadores donde ganó el premio Kutxabank está dirigida por Marine Francen , que ha sido asistente de dirección de Michael Haneke y Olivier Assayas. Esta basada en una historia de Violette Ailhaud titulada "L'homme semence" y nos cuenta la reacción al golpe de estado del 2 de diciembre de 1851, cuando ella tenía 17 años todos los hombres fueron arrestados por los soldados de Napoleón III, dejando el pueblo solo con mujeres condenadas y aisladas. Pero no escribiría su historia hasta 1919 confiando los manuscritos a sus descendientes y publicándose su historia en 2006.

Un inusual formato en 4.3 compone un marco con magníficos paisajes del norte de las Cevenas muy bien resaltados por la fotografía de Alain Duplantier (Cuenta atrás, Asesinos de Élite).

La aparición de un hombre en el pueblo hace que te preguntes si no estamos ante una especie de remake de "El Seductor" de Don Siegel o Sofia Coppola, pero no, la película de Marine Francen es más simple y se centra en los celos, el deseo, el placer, la ternura y los sentimientos. Pero la dirección novel de Francen se nota y le falta ritmo, tiene escenas con muy poca tensión y un resultado demasiado suave para que consiga enganchar al espectador, llegando a aburrir.

Tampoco destacan las interpretaciones de Pauline Burlet y Alban Lenoir, que no se les nota demasiado entusiasmados aportando mucho lirismo y pulcritud pero poco realismo campesino.
Destino Arrakis.com
videorecord
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3 de junio de 2018
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puede que su argumento no sea excesivamente original y que recuerde a alguna que otra película de remake reciente, pero nadie le puede negar la osadía a Marine Francen de debutar con una película enmarcada en una época inhabitual y que invierte los roles clásicos que el cine suele otorgar a cada género. Mitad folletín, mitad fresco naturalista, “La mujer que sabía leer” parte de un esquema próximo al western para derivar hacia la historia de amor imposible, en una narración que no se entretiene en formulismos ni en nada que la aparte del relato propiamente dicho. Esto le resta personalidad y la baña de una frialdad que no encaja bien en lo que se nos está contando. O dicho de otra manera, esta es una película que gustará a mucha gente pero entusiasmará a poca. Uno puede disfrutar de sus bellos paisajes naturales y la penumbra de sus interiores, instruirse en las formas de vida de hace un par de siglos y admirar la capacidad de lucha y sacrificio de un grupo de mujeres para salir adelante. No obstante, difícilmente se emocionará con el romance de su pareja protagonista, narrado de una forma tan seca y distante que no logra traspasar la pantalla. Ahí radica su principal handicap, y el que hace que la película no se eleve a cotas más altas, que esa trama que apela al deseo y a la necesidad de perpetuarse, quede mínimamente apuntada por la precaución de su directora a la hora de levantar el pie del freno. En todo caso, no sé si de forma voluntaria o de una manera inconsciente, Francen deja una jugosa y doliente paradoja, que los holligans de la guerra entre géneros pueden convertir en sus disputas en potente munición.

Lo mejor: su falta de pretensiones.

Lo peor: que le falten dosis de pasión.
AMQE
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12 de septiembre de 2018
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los convulsos años que vivió Francia con la proclamación del segundo imperio, un remoto pueblo es despojado de toda presencia masculina. Solas, con la única compañía de sus hijos, un grupo de mujeres emprenden la dura tarea de sobrevivir. La ausencia de hombres pronto hace mella en las mujeres más jóvenes. En caso de encontrar a uno, especulan con ser atendidas todas.
Francen sabe trasladar a la pantalla la angustia ante un futuro incierto y en soledad, con los deseos más íntimos como hilo conductor de la historia. Pronto se hará evidente, que colectivizar tierras y tareas es más sencillo que hacer lo propio con cosas más mundanas, sentimientos y deseos incluidos.
Vista la película, me invade la sensación de que la figura del protagonista ha sido poco explotada. La directora juega con el misterio de su procedencia, y sabe dotarlo de cierto secretismo, pero se dejan cabos sueltos. No estamos ante una obra maestra, pero sí ante una opera prima que nos hace estar pendientes de futuros trabajos de su autora.
Juan Pablo
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11 de mayo de 2018
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Corre el año 1852 en Francia. Napoleón III, otrora defensor de la democracia en el país galo, acrecenta su represión hacia aquellos republicanos que se muestran disidentes con su régimen. Como ejemplo de la implacabilidad del futuro emperador, los habitantes de un pequeño pueblo asisten con miedo a la entrada en la localidad de unas tropas que se llevan de allí a todos los hombres. Las mujeres del lugar, a medio camino entre la sorpresa y el llanto, se plantean entonces cómo pueden seguir adelante con sus propias tareas si también tienen que asumir las que hasta entonces desempeñaban sus compañeros masculinos. Pese a que la respuesta no resulta del todo negativa, las féminas acuerdan hacer un pacto múltiple ante la prolongada ausencia del resto de la población: si aparece un hombre por el pueblo, será para todas y no exclusivamente para una.

Con La mujer que sabía leer (Le semeur), la francesa Marine Francen dirige su primer largometraje cinematográfico con un guion adaptado por ella misma a partir de un relato corto de Violette Ailhaud. En él, no solo pretende plasmar un negro capítulo de la historia de su país, sino que posee un mensaje claramente reivindicativo sobre el papel de la mujer en la sociedad. La realizadora, que hasta ahora había desempeñado tareas de asistencia en la dirección, se deshace de cualquier defecto de novata al plantear una puesta en escena realmente lograda desde la primera secuencia, con un formato 4:3 asistido por una fotografía responsable de mantener el tono oscuro que distinguía a aquellos años de represión. Como complemento a este planteamiento técnico, la cineasta no duda en poner el foco en cuestiones áridas acerca de la temática de género y, por extensión, de lo que supone vivir en un entorno social cerrado como el que muestra el film.

De esta manera, Francen no cede un ápice en la construcción de una historia que también posee ciertos dejes de fábula, expresamente conducidos a través de la protagonista Violette. En un mundo donde el campesinado tenía casi imposible acceder a una educación letrada, ella conoce el arte de la lectura gracias a la herencia cultural paterna. Ese toque diferenciador le abre una puerta que de otro modo podría haber permanecido cerrada. Sin embargo, ni siquiera ostentar esa ventaja intelectual le da cierto poder para asumir una capacidad de mando en su seno social. El grupo lo es todo en este pueblo (como en todos sitios) y las decisiones se toman en común entre todas. Con la determinación mostrada por las mujeres de la obra, Francen pretende derribar al mismo tiempo varios estereotipos sobre el género femenino, aunque no en un sentido radical como para hacer caer, a su vez, el necesario punto de encuentro con la lógica que sustenta su mensaje. Llega un momento, eso sí, en el que el relato no intenta avanzar más allá y se queda en una buena historia pero que no tiene en su recta final el calado que merecería, ni desde el punto de vista racional ni en el sentido emocional.

El pequeño mundo que Francen construye en La mujer que sabía leer no está exento de temáticas más allá de la mencionada dialéctica entre géneros femenino y masculino. Más bien al contrario, la directora francesa reproduce a pequeña escala todos los sentimientos que pueden salir a flote en una sociedad, también en las actuales. Quizá esa lectura en clave atemporal sea precisamente lo que potencie el carácter narrativo de una obra rica en detalles y en la que ninguna cuestión parece dejada al azar, sino que todo queda cohesionado bajo el mismo paraguas.


Álvaro Casanova - @Alvcasanova
Crítica para Cine Maldito
Kasanovic
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