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Rebeca

Intriga. Drama. Romance. Thriller Una joven (Lily James) contrae matrimonio con un aristócrata (Armie Hammer) y se traslada a vivir a su mansión, de nombre Manderley, situada en Cornualles. Sin embargo, ahí continúa presente la sombra de Rebeca, la anterior mujer del millonario, fallecida en extrañas circunstancias. (FILMAFFINITY)
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Críticas 38
Críticas ordenadas por utilidad
21 de octubre de 2020
45 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay cosas que se pueden comprender y otras que no a la hora de leer las reacciones críticas que ha generado esta Rebeca de Ben Wheatley.
No se puede comprender el porqué de su existencia, por qué volver a adaptar una novela que ya cuenta con una adaptación previa que es una absoluta obra maestra del cine. De la misma manera, lo mismo se podría decir con la cantidad de reboots, remakes, nuevas adaptaciones, sagas, spin-offs, precuelas y secuelas que pueblan el universo cinematográfico. ¿Por qué cada tan pocos años hay un nuevo Batman, un nuevo Spider-Man, un nuevo Joker, o llegarán nuevos Vengadores y nuevos X-Men, cuando ya hay películas maravillosas sobre estos personajes (muchas de ellas además muy recientes)? ¿Por qué llegará seguro un día en que alguien volverá a adaptar las novelas de Harry Potter y El Señor de los Anillos? ¿Por qué cada pocos años tenemos nuevas adaptaciones de Drácula, Frankenstein u Otra vuelta de tuerca? Son sólo algunos ejemplos de los miles que podríamos poner aquí. Lo mismo se puede decir de esta Rebeca, que llega partiendo en clara desventaja
y teniendo que remontar un partido claramente en contra. Y sus responsables lo saben. Y aun así se ha rodado y estrenado.
Se puede entender que, existiendo la versión de Hitchcock, una de las mejores películas de un genio y una de las obras magnas de la Historia del Cine, cualquier cosa pueda saber a poco, más si cabe cuando la cinta de Ben Wheatley no es ninguna obra maestra, ni siquiera tiene nivel para llegar al sobresaliente. Y no llega porque le falta mucho, pero muchísimo, para ser respetuosa con el tono innegablemente gótico de la historia original. Pese a la excelencia de todos los departamentos técnicos y el esfuerzo por resaltar el goticismo en las escenas en las que está presente Danvers, todo es demasiado luminoso, demasiado como un anuncio de colonia a veces incluso (las escenas de la seducción y el romance de Maxim y la protagonista) y demasiado "bonito", poco en consonancia con lo que era Rebeca antes. Además, algunos momentos y algunas escenas impactantes, como el famoso momento en que Maxim revela a su joven esposa la verdadera naturaleza de su relación con la difunta Rebeca, revelan una preocupante falta de fuerza, cuando, sí, en la versión con Joan Fontaine y Laurence Olivier eran auténticas bombas en la cara del espectador.
Sin embargo, una cosa que no se puede entender es que se machaque sin piedad a una película simplemente porque se ha atrevido a adaptar de nuevo un texto que previamente adaptó Hitchcock. Porque ese es el gran pecado de esta Rebeca: existir.
Porque, si la película se viera con objetividad, habría que decir que puede que no se sobresaliente, ni una obra maestra, pero sí es notable, y lo es por su esfuerzo de producción, porque Lily James y Armie Hammer son perfectos para dar vida a los De Winter, porque otras escenas sí conservan el mismo impacto (ver cuando la protagonista se pone cierto vestido), porque la presencia de Rebeca sigue siendo omnipresente y omnipotente en Manderley, y muy especialmente, porque Kristin Scott Thomas está fabulosa. Hace una Danvers quizá menos villana que la de Judith Anderson, menos psicótica y loca, pero igualmente sibilina, traidora y obsesionada con la memoria de Rebeca. Hacía bastante que no veíamos a Scott Thomas en un producto tan mainstream, tras años centrada en el cine francés y británico, y es un regalo ver su mirada, su fuerza, su capacidad para ser sibilina y siniestra sin pasarse ni un pelo.
No es una grandísima película, pero sí es una película notable. Si se la mira sin prejuicios, claro.

Lo mejor: El esfuerzo de producción, el innegable poder de la historia y la excelente interpretación de Kristin Scott Thomas.
Lo peor: Le falta mucho goticismo, le sobra luz y hay escenas desaprovechadas.
Sibila de Delfos
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21 de octubre de 2020
39 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es el claro ejemplo de cómo, frente a la misma historia, directores diferentes nos brindan un espectáculo totalmente distinto entre sí. Mientras que el film de Hitchcock es una obra maestra, Ben Wheatley nos brinda un telefilm de las tardes de Antena 3, sin ninguna profundidad, más plano que un folio y que se pierde irremediablemente en sus primeros veinte minutos.
Y es que, mientras que en la película de 1940 Rebecca se encontraba presente en todo momento, aquí aparece de manera totalmente residual. Mientras que en la primera versión suponías en todo momento que él seguía enamorado de Rebecca (así podías deducirlo incluso por el comportamiento asexual de Maxim hacia ella), ahora eso desaparece. Y podría seguir, y seguir ...
El 3 se lo doy porque por lo menos te permite recordar a la primera...
Estoupacaldeiros
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17 de octubre de 2020
40 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
Innecesaria y desesperante versión de la novela de Daphne de Maurier que no se debe ni se puede comparar con el clásico de Alfred Hitchcock porqué no le llega ni a la suela del zapato y porqué no sería justo.
Muy mal hecha y totalmente fuera de época.
¿Hay necesidad de hacer remakes y quedar en ridiculo de una manera tan evidente?
Está claro que es una película hecha por y para una plataforma porqué en pantalla grande, es decir en salas de cine, no tendría ningún recorrido.
Muy mala.
LuisOrtiz
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6 de noviembre de 2020
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya por delante: no justifico mi mala nota en base a que la de Hitchcock era mejor. Todo el mundo, incluyendo a aquellos que han participado en esta película, desde Ben Wheatley a Lily James, sabían que no podrían mejorar la versión de Hitchcock y lo asumieron. Aun así, podrían haber hecho una buena película, una digna re-adaptación de la novela de Daphne Du Maurier.

El problema es que no lo han hecho. En absoluto.

Cuando se adapta una novela, se pueden cambiar escenas, incluso añadir otras nuevas; lo que no se puede en ningún caso es cambiar radicalmente la personalidad y las motivaciones de los personajes, sobre todo cuando eso, precisamente eso, es lo que da sabor especial a la historia, lo que la convierte en especial y única.
"Rebeca" es una historia que pertenece a otra época. Nos enseña un mundo, unas personas, que ya no existen. Hoy en día ya las chicas ya no son como la segunda señora de Winter, y los hombres tampoco son como Maxim de Winter o como Frank Crowley. Cuando yo me sumerjo en una novela de otra época, ya sea "Rebeca", "Drácula", "Orgullo y Prejuicio" o "Jane Eyre", no espero que la época que describen sea como la mía y que los personajes sean como yo. Lo que busco es que me transporten a la época en la que fueron escritas, y gracias a ellas poder vivir, respirar, en un mundo ya desaparecido. Si me identifico con alguno de los personajes, será a pesar de esa diferencia de mentalidad, de paradigma... y precisamente por ello, cuando tal cosa ocurra será brillante: porque el autor habrá tocado un tema o un sentimiento universal, de esos que nos unen a todos los humanos por encima del tiempo, la distancia o las diferencias culturales.

En concreto, cada vez que releo las páginas de "Rebeca" encuentro el mundo de mis abuelas: la época en la que ellas soñaban, en la que ellas vivían, en la que fueron jóvenes, amaron y sufrieron. Los pensamientos y sentimientos de la segunda señora de Winter no se identifican con los míos, pero sí con los muchos que conocí o que puedo imaginar en ellas. Y es maravilloso, es mágico, porque a pesar de que las perdí a ambas hace años, de repente me siento más cerca de ellas. De su mentalidad. de su mundo.

Y esta es precisamente la causa del fracaso garrafal que supone esta película: los personajes son personas del año 2020 vistiendo trajes de los años 30. La segunda señora de Winter ya no es esa joven tímida, apocada, modesta e inocente: es una chavala con unas enormes ganas de vivir la vida y conocer mundo que a causa de su pobreza y su mala suerte no ha podido hacerlo. Tiene una actitud decidida, toma la iniciativa, conduce, fuma, tiene sexo prematrimonial a pleno día en una playa. En cuanto a Maxim de Winter, se presenta como un hombre amable, carismático, seductor y tierno cuya única rareza es no querer hablar de su difunta esposa cuando le preguntan. ¿Alguien reconoce a los protagonistas de "Rebeca" en estas descripciones? Es más, ¿tiene algún sentido la propia historia si los protagonistas responden a esas descripciones?

He aquí, en fin, los motivos por los que Netflix la ha cagado tanto. Han querido actualizar unos personajes cuya razón de ser era NO ser actuales, y han convertido uno de las mejores historias de drama y misterio del siglo XX en un telefilme sueco de Antena 3. Esto no tiene nada que ver con Hitchcock, gente. Tiene que ver con la propia historia, que esta absurda readaptación ha dejado sin alma, sin sentido y sin esencia. ¿Que ahora están de moda las protagonistas fuertes, feministas y actuales? Me parece muy bien. Pero si lo que quieres es una protagonista femenina fuerte y actual, entonces no filmes "Rebeca".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Estelwen
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27 de octubre de 2020
23 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta injusto y estéril pretender comparar cualquier adaptación de "Rebecca", la inmortal novela gótica de Daphne du Maurier, publicada en 1938, con la obra maestra realizada por Alfred Hitchcok en 1940, que le valió conseguir el único oscar de su carrera.

Resulta imposible pretender sustituir la fantasmagórica iluminación de Manderley, fotografiada por George Barnes, la evocadora banda sonora de Franz Waxman, el porte y la distinción del misterioso y torturado Maxim de Winter, interpretado magistralmente por Sir Laurence Olivier, el desamparo e inocencia de la nueva y joven Sra. de Winter, acentuado por ser una protagonista sin nombre, un papel que borda una joven Joan Fontaine de 22 años, la perversidad y la oscuridad del alma de la celosa sacerdotisa del culto a Rebecca, la siniestra Sra. Dambers, un papel inolvidable que marcó para siempre la carrera de Judith Anderson, pero sobre todo, la omnipresencia del personaje que da nombre a la película, Rebecca, dominando todo y a todos, sin que jamás llegue a aparecer en pantalla.

Ante la imposibilidad de conseguir emular los logros de esta obra maestra, un remake tiene sentido si se plantea desde una óptica de revisitación, actualización, reelaboración o reenfoque para conseguir nuevas lecturas de un mismo material original.

Con el ánimo de mantener la fidelidad al texto original, en 1979 la BBC se atrevió a presentar una mini-serie en 4 capítulos de 50 minutos, interpretada por Jeremy Brett, Joanna David y Anna Massey, que consiguió incorporar aspectos no explorados de la novela y representar el final original, que se había tenido que ocultar en la versión de 1940 por la aplicación del tristemente célebre Código Hays. Visto con los ojos actuales, el resultado fue excesivamente frío y teatral, como suele suceder en las series británicas de esa época.

En 1997, la ITV volvió a intentarlo en una nueva y prestigiosa mini-serie, que adaptaba nuevamente la novela, esta vez, en dos capítulos de 90 minutos, con un brillante reparto encabezado por Charles Dance, un convincente y adecuado Maxim de Winter, Diana Rigg, ganadora de un Emmy por su brillante interpretación de la Sra.. Dambers, una jovencísima Emilia Fox que, como curiosidad, es hija de Joanna David, la segunda señora de Winter de la versión de 1979 y una sorprendente y divertida Faye Duneway, en el papel de la Sra. Van Hopper.

El resultado es convincente gracias a la excelente labor actoral, a la espléndida fotografía que sabe resaltar la brillante luz mediterránea de la Costa Azul, y los oscuros y lóbregos corredores de la mansión de Manderley.

A pesar de estos logros, la serie debe ser acusada de cometer un arrogante sacrilegio: mostrar, aunque sea en planos parciales y apariciones fugaces, a la auténtica protagonista de la novela, Rebecca, ausente de toda la historia pero condicionando, aún muerta, las vidas de todos los personajes.

En 2008, la RAI italiana se atrevió a llevar nuevamente a las pantallas el texto de Daphne du Maurier en una mini-serie, también de dos capítulos de 90 minutos, con Alessio Boni, Cristiana Capotondi y Mariangela Melato en los papeles principales, sin que aportase ningún logro que no hubiese sido incorporado anteriormente por las series británicas.

Y llegamos a 2020, en plena era de crisis de creatividad y de fiebre de remakes, reboots y revivals, Netflix nos sorprende con una nueva adaptación, esta vez de 120 minutos, en la que volvemos a encontrar a los inmortales personajes, pero sin saber exactamente lo que Ben Wheatley, su director, quiere mostrar.

Lily James compone con acierto su personaje, a pesar de no saber transmitir el desamparo que se le supone,

Armie Hammer es un rejuvenecido Max de Winter, demasiado joven para el personaje, aunque refleja con solvencia sus aristas, pasando desde el enamoramiento a la ira y sabiendo mantener una fría y distante ambigüedad.

Quien se come todas las escenas en las que aparece es Kristin Scott Thomas en el papel de Sra. Dambers, si bien no llega a representar la amenaza que tan bien supieron reflejar en la pantalla Judith Anderson y Diana Rigg, compone un personaje cruel, maquiavélico y psicóticamente obsesionado con su antigua señora a la que idolatra como corresponde a la sacerditosa del culto a su diosa: la omnipresente Rebecca.

Quizá las aportaciones del film son escasas, la luminosa fotografía que tan bien refleja los paisajes de Monte Carlo, resulta excesiva para representar la atmósfera misteriosa de Manderley, pero lo que si es cierto, es que el guión original sigue teniendo tanta fuerza que se convierte en el auténtico logro del film, aunque nada más sirva para remitirte a releer el texto original de Daphne du Maurier o a extasiarte con la obra maestra de Alfred Histchcok.
Maximillian
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