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Yo no soy Madame Bovary

Comedia. Drama Li Xuelian monta un falso divorcio para obtener un segundo apartamento, pero su marido se vuelve a casar inesperadamente. Después de recurrir al juzgado sin éxito, Li emprende un absurdo periplo de diez años. (FILMAFFINITY)
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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
10 de marzo de 2017
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
La esperada ganadora de la Concha de Oro a la Mejor Película en el pasado Festival de San Sebastián, Yo no soy Madame Bovary, llega a las salas de cine españolas el próximo viernes 10 de Marzo. La película, dirigida por Feng Xiaogang, asimismo consiguió la Concha de Oro a la Mejor Actriz gracias a la excelente interpretación de Fan Bingbing. Esta sátira sobre la burocracia china es una adaptación de la novela escrita en 2012 por el propio guionista, Liu Zhenyun, basada en un cuento clásico de la literatura china del siglo XVII. Por último, hay que destacar el prestigioso Premio Fipresci conseguido en el pasado Festival de Toronto.

Yo no soy Madame Bovary está basada en un cuento de la literatura china del siglo XVII, en la que una esposa infiel, llamada Pan Jinlian, conspira con su amante para matar a su marido. Este es el origen del nombre “Pan Jinlian”, utilizado en China para descalificar a las “malas” mujeres y esposas. En la película se cuenta la historia satírica de Li Xuelian, una mujer sencilla de pueblo que es acusada de adúltera por su marido. Ella niega la acusación pública hecha por su esposo de ser una mujer “Pan Jinlian”, nombre que coincide con el título original del film, Yo no soy Pan Jinlian; pero en su distribución internacional se ha cambiado por Yo no soy Madame Bovary, en clara referencia al famoso personaje de Gustave Flaubert, porque, al parecer, Madame Bovary, tiene las mismas connotaciones para el público occidental que Pan Jinlian para el público chino, de mujer promiscua.

Feng Xiaogang, director muy famoso en China en los últimos años por sus blockbusters If You Are the One (2008), Aftershock (2010) y Back to 1942 (2012), es también muy conocido por su capacidad para realizar películas en las que mezcla con gran maestría los dramas sociales con un toque de humor, como lo demuestran las sátiras de sus inicios, El Funeral del Jefe (2001) o Cell Phone (2003). Esta última fue todo un éxito en su país, tanto de taquilla como de crítica, al conseguir los prestigiosos premios Chinese Hundred Flowers, con una oscura y cínica sátira sobre los clichés culturales de la sociedad china contemporánea. Esa devoción por la sátira ha sido retomada con su anterior película, Personal Tailor(2013), deliciosa parodia sobre la avaricia y la modernidad económica china, y continuada ahora con Yo no soy Madame Bovary, donde se nos muestra una sátira sobre la burocracia china a través de su protagonista Li Xuelian, una campesina emocionalmente perturbada que se pasa más de diez años luchando en los tribunales de justicia para demostrar su falso divorcio.

Li Xuelian y su marido Qin Yuhe organizan un falso divorcio para conseguir un segundo piso que el gobierno otorga a las personas solteras; sin embargo, seis meses más tarde, Qin se vuelve a casar, según el plan acordado, pero con otra mujer. A partir de ahora, Li Xuelian comienza un largo y duro viaje legal, con su maleta llena de quejas para los tribunales locales, las apelaciones al alcalde, para finalizar el trayecto en Beijing, presentando su caso a los funcionarios del partido. Ella demanda a cada persona que se niega ayudarla, es un dolor y una pesadilla constante para los jefes de distrito, jueces, gobernadores y alcaldes, a los que persigue con carteles reivindicando su lucha, corta el paso de sus coches oficiales obligándolos a salir, espera sentada en la calle delante de sus despachos bajo la atenta mirada de la gente, y aparece de forma puntual en sus conferencias de Beijing.

Feng Xiaogang y su director de fotografía Luo Pan plasman de manera experimental y original este cuento clásico de la literatura china a la gran pantalla, a través de un marco circular que aparece en gran parte del metraje, a lo largo de todas las escenas provinciales y rurales, con la idea de evocar las pinturas de Literati que durante la Dinastía Song eran a menudo paisajes representados en rollos. Cuando la acción se traslada a Beijing, el aspecto de la pantalla cambia a un marco cuadrado. El motivo de encuadrar cada escena en un círculo, según su director, era porque así podía eliminar muchos elementos no deseados de cada escena, y hacer que el público se centrase en los personajes. En un principio, el escritor y guionista Liu Zhenyun estuvo en contra de esta idea porque consideraba que su historia era lo suficientemente potente, para no tener que recurrir a ese tipo de innovaciones visuales. Al final se llegó a un acuerdo, y de ahí la alternancia de las dos maneras, la circular y la cuadrada.

Un aspecto curioso a destacar es la utilización de tambores tipo taiko en algunas escenas, con un sonido solemne y atronador que ayuda a dar más fuerza y consistencia a las imágenes. Estamos ante una interesante película, muy visual, de gran colorido, y con una fabulosa actuación de Fan Bingbing. Se trata de una de las actrices más conocidas del continente asiático, ya ha sido tentada por Hollywood, con apariciones en Iron Man 3 (2013) de Shane Black y X-Men: Días del futuro pasado (2014) de Bryan Singer, y pronto la veremos en el drama fantástico The King´s Daughter (2017) de Sean McNamara. En tono de comedia, Xiaogang hace una crítica social sobre la incompetencia, mediocridad y dejadez de los funcionarios del gobierno, más preocupados en conservar sus puestos de trabajo y sus estatus que en interesarse por los problemas de los ciudadanos a los que representan. Por poner un pero, quizás, sus casi dos horas y cuarto.

CINEMAGAVIA
Eduargil
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11 de marzo de 2017
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Yo no soy Madame Bovary”, de Fen Xiaogang fue la película china que consiguió, además del premio a la mejor actriz para Fan Bingbing, llevarse la Concha de Oro a la mejor película en San Sebastián, concretamente en su 64 edición. No sé si la decisión fue justa (también consiguió en Toronto el Premio Fipresci) pero era necesario que se le premiara ya que su exhibición, no me refiero ya a España sino a su explotación mundial, será bastante difícil que llegue a tener resonancia. Por ejemplo, ayer se estrenaba en nuestro país sin promoción y ningún tipo de información. Curiosamente la cartelera no aparecía entre los estrenos de FilmAffinity como es habitual, y en el mismo cine, una de las taquilleras, bastante lerda por cierto, aseguraba con aire de estúpida autosuficiencia que no se estaba proyectando ya que todavía ni se había estrenado. Su paso por San Sebastián, a pesar de su aparente triunfo, de poco le ha servido.

Y es que “Yo no soy Madame Bovary” no es un film de fácil asimilación. A pesar de sus indudables dosis estéticas, de entrada, su formato circular, para los que tengan ciertos problemas de visión como Fernando Trueba, les resultará bastante incómoda la proyección. Tres cuartos de su metraje se desarrollan en este extraño formato circular. Se agradece cuando su formato se alarga en varias de sus secuencias (un formato parecido al utilizado por Xavier Dolan en “Mommy”) para concluir varios minutos en Panavision. A veces sus composiciones plásticas son inusuales y preciosas mientras que en otras ocasiones son meramente preciosistas. Aún así, su fotografía y su buena banda sonora, para mí, creo que es lo más destacable. En cuanto a la elección del formato, lo siento, me ha sonado más a snobismo que a otra cosa, ya que ni su guión ni su dirección, por ejemplo, no acompañan en ningún momento el supuesto vanguardismo visual.

No termino por compartir el haberle otorgado el premio a la mejor actriz. El que el reparto cumpla tampoco significa que su protagonista resalte en ningún momento. Es más, su guión, que creo que es donde residen la mayoría de los obstáculos que el film posee, no logra interesar lo suficiente, al irse perdiendo entre tanta escena centrada en la aburrida burocracia y donde su posible humor se difumina. Posiblemente su final es cuando, al dejar aclarada la historia por completo, me deja un poso de cierta decepción. No nos habla de lo que en principio creíamos, de una mujer con honor, luchadora y reivindicativa que deja en evidencia la inútil y aburrida burocracia. Finalmente nos ha dado la sensación que se nos ha mostrado a una mujer obsesiva, de vida hueca y dependiente, que despide, más que ciertos valores tradicionales, machistas, quizás impuestos por la censura, que dicho sea de paso, eliminó más de diez minutos de su metraje.

Por todo ello me ha resultado una película descompensada tanto en sus valores como en su resultado, curiosa en algunos aspectos, aunque insuficiente en su conjunto como para considerarla interesante. Pasable, con el aliciente de ser exótica. Pero poco más.
Maggie Smee
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25 de septiembre de 2016
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
I Am Not Madame Bovary del director chino Xiaogang Feng se alzó con la codiciada Concha de Oro en la 64 edición del Festival de cine de San Sebastián, mientras la estrella de cine, Fan Bingbing lograba la Concha de Plata a la mejor actriz.

La propuesta en un tono poético nos relata la lucha de Li Xuelian que organiza un falso divorcio para optar a un segundo apartamento. A los seis meses, su marido se casa con otra y ella denuncia el falso divorcio. Ahí empieza la lucha de esta mujer por hacer valer sus derechos. La protagonista, en un tono que roza en ocasiones la sátira, muestra cómo está dispuesta a todo para que se le reconozcan sus demandas, abordar a los jueces en las calles, lanzarse a sí misma frente a sus coche, exigiendo una y otra vez en la nulidad de su estado.

Formalmente se utiliza la técnica del encuadre que enmarcada en un círculo, para narrarnos parte del film. Según el director quería rodar con la pantalla en redondo porque es una película muy china y los diversos avatares que atraviesa la protagonista no podrían ocurrir en otro lugar del mundo. La técnica contrasta la tradición y el retrato de Li Xuelian, con un enmarque convencional, subrayando los convencionalismos, la rigidez y la burocracia del sistema de justicia de Beijing. Allí la cámara pasa al encuadre completo.

Pasan los años, y continúa la lucha de Xuelian hasta demandar al Estado por no reconocer sus demandas. En un tono sarcástico se constata lo absurdo de la lucha con la burocracia de un país, que se muestra sorda a las inquietudes que plantean sus ciudadanos, que no resulta resolutiva, y alarga en lugar de resolver el conflicto. El dilema moral en el que se ve sumergida consume todos los planos de su vida. Su vida se paraliza, se suspende en espera de una resolución que parece no llegar nunca. No es capaz de continuar. La burocracia y la espera de una resolución acaba dominando todas las esferas de su vida.

La historia, casi simbólica, puede verse como un espejo de la sociedad China actual, y de la incapacidad de acercarse a las necesidades de los ciudadanos; pero también en otro nivel, como una reflexión más personal sobre cómo hay cuestiones que pueden condicionar y suspender toda una vida.
marai
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21 de julio de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una película a la que tal vez lo único que se le puede reprochar es su excesivo metraje. Algo mas de dos horas se hacen difíciles para cualquier espectador y mas cuando la trama en si parece no avanzar y quedarse estancada.
Pero es que esa es la historia de Lian, un circulo vicioso que parece no poder acabar nunca. Desde que fingió un divorcio con su marido para obtener un piso y este aprovecho el pretexto para engañarla y humillarla públicamente no cesara en su empeño de denunciar la situación y pedir un divorcio pero esta vez verdadero.
Nadie parece comprender el periplo que vive esta mujer durante mas de diez años, intentando hacer que su caso tome la importancia que merece y acosada constantemente por funcionarios públicos de la burocracia china que se preocupan mas por mantener su estatus y su puesto de trabajo que por los problemas de sus ciudadanos.
El punto culminante de la película es cuando el ex marido de Lian la llama Pan Jinlian, nombre que se le da a las mujeres adulteras y promiscuas. He leído en varios sitios que al principio la película se iba a llamar ''No soy Pan Jinlian'' por una leyenda china que viene narrada en el inicio de la cinta, en la que una mujer casada engaña a su marido. Y es que Lian no es la que engaña, es la engañada.
Engañada por su marido, por sus seres queridos y por toda una serie de funcionarios que jugaran con su destino para proteger sus propios intereses.
El director nos hace comprender la tensión y claustrofobia que vive nuestra protagonista con un circulo al que se ve reducida la pantalla durante casi toda la película y que solo se abre en ciertas ocasiones cuando Lian cree que va a poder escapar de ese destino cruel que se le depara.
Y es que ese circulo que nos obligan a mirar es el circulo vicioso que tiene que recorrer ella durante toda su vida. Un circulo que parece no tener fin.
Un recurso muy interesante que me hace recordar a Xavier Dolan en ''Mommy'', aunque esta me haya despertado menos sentimientos que la citada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Nadja
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19 de marzo de 2017
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Feng Xiaogang consiguió la Concha de oro en la última edición del Fesival de cine de San Sebastián con esta cinta, la actriz protagonista ganó a su vez la Concha de oro a la mejor actriz.

La historia que nos presenta es muy poética y esta muy bien desarrollada , el director utiliza varios formatos durante todo el metraje, el formato de la pantalla circurlar es el más utilizado y el que mejor caracteriza todos los aspectos de la trama, tambíen ultiliza el formato cuadrado y el rectangular.

La actriz protagonista hará cualquier cosa para que le anulen un divorcio que según ella fue falso, para conseguir una segunda vivienda. A partir de ese momento cambiará su vida y la película nos muestra todo que esta mujer luchó durante mas de diez años para que le hicierán caso. Demandó a todos los miembros del estado chino.
Se representa muy bien como funciona burocráticamente esta sociedad China, dónde los ciudadanos son completamente ignorados y no les importán en absoluto.

Tiene una de las mejores fotografías vistas en los últimos tiempos
Todo la historia tiene sentido cuando descubres el final, que es magnífico.

Lo mejor: Las imágenes
Lo peor: Es demasiado larga
LASO83
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