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El gran calavera

Comedia Ramiro es un viudo rico y aficionado a la bebida que se deja explotar por sus hijos Virginia y Eduardo, por su hermano Ladislao, que es un vago, y por su cuñada Milagros. Su hermano Gregorio, desesperado ante esta situación, decide hacerle creer que está arruinado y que su familia debe trabajar si quiere sobrevivir... (FILMAFFINITY)
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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
25 de enero de 2009
28 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con esta película, Luis Buñuel volvió a reencontrase consigo mismo como director de cine. Después del fracaso de “Gran Casino” (1946), película infumable a pesar del atractivo reparto para el gran público, y tras un paréntesis de varios años, le fue ofrecido este proyecto que inicialmente iba a dirigir el propio actor protagonista, Fernando Soler. Buñuel confiesa: “Hacer esta película me divirtió porque me ejercitaba técnicamente. Me entretuve con el montaje, la estructuración, los ángulos... Todo eso me interesaba, porque aún era yo un aprendiz en el cine digamos «normal»."

Aquí comenzó a trabajar con Luis Alcoriza, la persona que iba a ser determinante en sus siguientes proyectos, quien realizó el guión a partir de la obra teatral de Adolfo Torrado. Buñuel comenzó a ganarse la fama que necesitaba: un director todoterreno, que filmaba rápido y sin cuestionar las condiciones que se le ponían delante.

“El gran calavera” resiste el paso del tiempo. Está bien estructurada, bien resuelta técnicamente y conserva una comicidad auténticamente desternillante en algunos momentos. Hay situaciones inverosímiles, muy bien resueltas por los actores y el director. Los medios están optimizados al máximo, y el director se siente seguro detrás de la cámara, incluyendo algunas pinceladas de su mundo interior más auténtico.

Fernando Soler se muestra como un gran actor, con una vena cómica extraordinaria. El resto del reparto no desmerece en absoluto, pudiéndose destacar también a Rosario Granados, a quien volveremos a ver en “Una mujer sin amor” (1951).

Es muy agradable de ver.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Paco Ortega
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8 de abril de 2009
24 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gratísima sorpresa y enorme diversión.

Una de las mejores películas teóricamente menores de Buñuel que he visto nunca, si no la mejor.

Fernando Soler, un tipo al que debería comenzar a seguir la pista, encarna aquí a uno de los personajes más fascinantes que he descubierto últimamente.

Un borrachín hundido por la muerte de su mujer, abandonado al alcohol y a la vida lujuriosa, llevado en volandas como se comprueba en el cartel y autor de un buen puñado de frases memorables.

"Esto es vida... el resto es tutti-fruti", escupe en un estado de embriaguez sobrecogedor mientras baila con una furcia, y yo he estado a punto de arrodillarme, en serio.

"Esto es vida... el resto es tutti-fruti".

No doy crédito, de verdad.

Posteriormente, la película adquiere un sorprendente tono moralista, capriano incluso, y yo admito haber fruncido el entrecejo, pero Buñuel, definitivamente el mejor director español de la historia, resuelve el presumible engorro con un admirable humor negro y un desparpajo narrativo fuera de toda duda, pese a ciertas convenciones.

Muy grande.
Barfly
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20 de octubre de 2009
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me hallaba muy concentrado y riendo con las ocurrencias de los personajes de esta película, cuando mi hijo, Luis Daniel, se sintió atraído y se sentó a mi lado. Después de varios minutos y aprovechando un breve receso que hice para buscar un refresco, mi hijo me preguntó quién la dirigía... ¡¿Luis Buñuel?! -Exclamó asombrado cuando oyó mi respuesta. -Sí -le dije– es que él hizo de todo cuando estuvo en México: comedias musicales, dramas... y no todo lo que realizó allí tenía apuntes surrealistas. Con curiosidad, mi hijo siguió viendo “EL GRAN CALAVERA” conmigo... y valga decir que pasamos un buen rato con esta singular y ejemplarizante comedia de enredos.

Una historia como ésta, ¡jamás pudo haber pasado por la mente de nuestro irreverente director!, pero, obedeciendo a un encargo del productor, Oscar Dancigers, quien, a cambio le daría luego plena libertad para realizar, “Los Olvidados”, Buñuel terminó embarcado en esta empresa sin más propósito que divertir, dando, de paso, algunas lecciones morales que algunos podrían estar necesitando.

El cuento tiene sentido y nos recuerda de alguna forma, “Los Viajes de Sullivan” que realizara Preston Sturges. En ocasiones he planteado que, si a los presidentes se les pusiera a vivir tan siquiera un mes en medio de la pobreza, otro sería su sentir y actuar, pues, quizás de esta manera alcanzarían una toma de conciencia que los haría un poco más justos. Al mismo Freud, nunca se le ocurrió que la pobreza condujera a una larga lista de enfermedades, porque nunca conoció las condiciones de vida de los excluidos.

Aunque resulta bastante impersonal -dicen que, Fernando Soler, protagonista y co-productor del filme, se aseguraba de que las cosas se hicieran muy a su capricho-, “EL GRAN CALAVERA” es una película muy agradable, con personajes bastante folclóricos, y con una trama bien enmarañada que nos mantiene atentos a todo lo que sucede.

En vista de que, don Ramiro, se ha dedicado a la juerga y tiene tan abandonada su empresa que no está muy lejos de caer en la bancarrota, sus familiares -una colección de cómodos mantenidos que incluye a su esposa, un hermano, un hijo, y una linda hija llamada Virginia- son convocados por el hermano psiquiatra, para darle una lección que quizás lo regrese a sus cabales. Pero, como todos están necesitando ir a la misma escuela, el búmeran se devuelve, y todos terminan en una práctica re-bien interesante, como dirían nuestros amigos de México.

Los nombres de la pareja protagonista, rememoran - ¿intencionalmente? - la antigua novela de Bernardin de San Pierre, “Pablo y Virginia”, una obra que, junto a “Atala” de René de Chateaubriand y “La María” de Jorge Isaac, eran de indeclinable lectura en nuestros años de colegio. Amores imposibles que, por fin, en la película de un más generoso, Luis Buñuel, tienen derecho a otra oportunidad.

Con "EL GRAN CALAVERA", ¡es seguro que van a divertirse!
Luis Guillermo Cardona
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23 de febrero de 2012
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Buñuel de la etapa mexicana filmó muy buenas películas abordando todo tipo de géneros y demostrando que su talento era capaz de adaptarse a cualquier circunstancia. "El gran calavera" es una divertidísima comedia llena de esperanza que en nada hacia presagiar el tremendo drama marginal y social de "Los olvidados" realizada tan solo un año después, espléndida película pero absolutamente tendenciosa, negativa y hasta odiosa.
"El gran calavera" narra la historia del millonario don Ramiro. Tras la muerte de su esposa se dedica sólo a emborracharse y a derrochar dinero. Todos se aprovechan y viven a costa de él. Cuando su hermano Gregorio se da cuenta de lo que está sucediendo traza un minucioso plan para que Ramiro recupere la sobriedad y la cordura.
Película alegre y divertida de principio a fin. Cuenta con unos personajes delirantes y desternillantes aunque, por encima de todos, brillan con luz propia don Ramiro (¡qué magnífica interpretación de Fernando Soler) y Ladislao. Los primeros cincuenta minutos son extraordinarios, de carcajada continua. Luego la película se asienta, Buñuel nos da un respiro -aunque también baja un poco el nivel- y "se cubre de gloria" con un final muy poco acertado. No importa mucho. La película, en su conjunto, nos ha llenado del todo: una historia bonita y un montón de carcajadas. Para Buñuel -viendo el cine que hizo en los 60- no debía ser gran cosa esta película. Para nosotros sí. Nosotros preferimos que su talento sea más positivo, más esperanzador y menos obsesionado con las extravagancias y el sexo.
el chulucu
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8 de diciembre de 2007
14 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buñuel parece haber realizado una adaptación libre de la idea del relato de Mark Twain, "El príncipe y el mendigo" con la inversión de roles entre el poderoso y el desposeído trasplantada a la clase burguesa. Ramiro, el cabeza de familia, pretende dar a su acomodada parentela una buena lección, haciendo ver que sus negocios le han conducido a la quiebra, obligándoles a pasar penurias económicas y, por primera vez, a trabajar. Por supuesto, la inversión de roles es temporal y las cosas permanecerán casi como estaban después del juego de las apariencias. A las artimañas del patrón que dirige este juego de vanidades, teatral y burlesco se opondrá la figura que representa a los humildes, Pablo, caracterizado como un honesto trabajador. Entre otros oficios, Pablo es un vocero de anuncios, conduce por los barrios humildes una furgoneta que lleva encaramado un altavoz. Es por lo tanto un portavoz de los oprimidos cuya palabra resuena con fuerza. Como se verá su palabra fuerte en su verdad tratará de imponerse a la falsía y a la vanidad de los poderosos representada por la figura del patrón y, cómo no tratándose de Buñuel, en la palabra de un cura oficiante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Langfuller
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