Me gustó mucho la PRIMERA TEMPORADA: un joven que con inteligencia y violencia a partes iguales se propone crear un imperio mafioso en los bajos fondos de una ciudad industrial, en un país en plena post-guerra acosado por el terrorismo irlandés y que mira con miedo hacia la revolución bolchevique. Los servicios de inteligencia británicos, para luchar contra los enemigos del estado, no dudan en usar y enriquecer a estos delincuentes. Sam Neill se luce en este papel de policía sin escrúpulos.
Pues bien, EN EL RESTO DE TEMPORADAS toda esta riqueza argumental se va poco a poco por el desagüe. El producto parece más lujoso (actores famosos, palacios, vestuarios dignos de una familia real) pero todo ello a costa de su credibilidad.
Tampoco me convence el abuso de la cámara lenta acompañada de temas musicales, resulta un pelín hortera.

Hay tantas psicosis y traumas que no es serio. Aparecen tantos fantasmas del pasado reflejados en espejos que solo faltó el Ghostface de Scary Movie.
Y la historia...suma y suma situaciones inverosímiles, llenando la trama de cabos sueltos que resuelve con una simpleza.
Los aplausos a Amy Adams serán por el esfuerzo.
Por cierto ¿alguien me puede explicar cómo puedes escribir en tu propia espalda?
(Anécdota: lo del papá día y noche con el jersey por encima de los hombros...)

Serie muy recomendable. Una historia de corrupción absolutamente verosímil que mezcla finanzas con política y que te engancha gracias a este Sherlock Holmes coreano que al igual que el inglés tiene unas capacidades deductivas inversamente proporcionales a su capacidad para empatizar con las personas que le rodean. Pero lo mejor es la evolución de la serie, con cada capítulo la trama se enriquece y la tensión aumenta apoyándose en unos personajes secundarios maravillosos. Querrás ver un capítulo tras otro.

Partiendo de un respeto máximo a los hechos se incorpora como hilo conductor de la historia a un policía ficticio sobre el que se proyecta todo el peso de la investigación y del conflicto entre Israel y Palestina.
Entre tensión, emoción y desconcierto nos cuentan que en esta guerra todos son perdedores.
Los personajes son creíbles y los diálogos reflejan su absoluta desesperanza: todos creen hacer el bien y actuar con justicia y sin embargo sus miradas solo transmiten miedo y confusión.
En está serie no hay blanco ni negro, ni ofrece soluciones, solo hay grises y preguntas sin respuesta, pero sin despreciar el entretenimiento y la emoción. Muy recomendable.

Actores consagrados, buena producción e historias sencillas para el domingo por la tarde. Estos Romanov son muy poco creíbles, así que lo único que vamos a encontrar es entretenimiento sin complejos ni pretensiones y alguna moraleja no demasiado profunda.
El espectador no debe enfrentarse a este producto como si se tratara de una serie convencional, de ser así abandonará rápidamente el visionado. Es preferible entender que se trata de relatos independientes, con actores diferentes y con un estilo narrativo absolutamente heterogéneo: miras la lista de capítulos, eliges a una actriz o actor de tu gusto y disfrutas de un breve relato escasamente realista pero con una estética impecable que te mantendrá razonablemente entretenido.
Nada mas se puede decir sobre este raro producto televisivo, su calidad y originalidad no están a la altura de sus actores y su costosa producción, pero tampoco merece un desprecio total, se puede disfrutar asumiendo sus limitaciones.