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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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21 de diciembre de 2024 Sé el primero en valorar esta crítica
La película "Lenin v 1918 godu" (Lenin en 1918), dirigida por Mikhail Romm en 1939, es un ejemplo emblemático del cine soviético de su época, combinando un relato histórico con una estética propagandística que destaca los ideales del comunismo y el heroísmo revolucionario.

Aspectos positivos del filme:

Interpretación de Boris Shchukin como Lenin: Su actuación es un punto culminante, logrando capturar la figura carismática y la humanidad de Lenin. Su capacidad para transmitir tanto la determinación como la vulnerabilidad del líder revolucionario lo convierte en uno de los retratos más memorables de Lenin en el cine.

Narrativa inspiradora: La película presenta un relato que mezcla hechos históricos con dramatización, lo que crea una narrativa poderosa que exalta la lucha y las dificultades enfrentadas durante los primeros años de la Revolución. Este enfoque permite a la audiencia conectar emocionalmente con los ideales del momento.

Producción técnica destacada: A pesar de las limitaciones de la época, la cinematografía de Boris Volchek emplea un uso efectivo del blanco y negro, resaltando el dramatismo de las escenas clave. Los encuadres y los juegos de sombras subrayan el tono solemne de los acontecimientos retratados.

Fidelidad al mensaje político: Como parte del cine soviético de la era de Stalin, la película logra encapsular la narrativa oficial de la Unión Soviética de los años 30, sirviendo como una herramienta eficaz de consolidación ideológica. Esto no solo refuerza el papel de Lenin, sino que también ensalza a los personajes colectivos del pueblo trabajador.

Dirección magistral: Mikhail Romm maneja hábilmente el balance entre la grandilocuencia política y las emociones personales, lo que permite que el filme funcione tanto como un documento histórico dramatizado como una obra de arte cinematográfica.

Si bien "Lenin v 1918 godu" está impregnada de la propaganda característica de su tiempo, su valor histórico, cultural y cinematográfico es innegable, consolidándose como una obra que merece ser estudiada y apreciada en su contexto. Es una ventana tanto a los ideales revolucionarios como a la capacidad artística del cine soviético en su apogeo
21 de diciembre de 2024 Sé el primero en valorar esta crítica
Cuando se habla de Humphrey Bogart, es fácil pensar en clásicos inmortales como Casablanca o The Maltese Falcon. Sin embargo, pocos recuerdan, y muchos prefieren olvidar, The Return of Doctor X (1939), una película que marca un extraño tropiezo en la carrera del icónico actor. Este intento de Warner Bros. por incursionar en el cine de terror quedó muy lejos de la calidad esperada, ofreciendo una experiencia mediocre que rozó lo absurdo y puso en peligro el ascenso de Bogart en Hollywood.
Un guion débil y un papel poco digno

La historia de un científico resucitado que necesita sangre humana para sobrevivir, en teoría, podía haber sido un vehículo sólido para el terror gótico. Sin embargo, el guion carece de tensión, profundidad y creatividad. Humphrey Bogart, quien interpreta al doctor Maurice Xavier, parece incómodo y fuera de lugar en un rol que no solo es caricaturesco, sino indigno de su talento. Vestido con maquillaje pálido y un mechón de cabello blanco que parece salido de un cómic de baja calidad, Bogart no logra transmitir ni amenaza ni tragedia. Es un papel que no aprovecha ni su carisma ni su capacidad actoral, reduciéndolo a una figura casi cómica.
Dirección y producción anodinas

La dirección de Vincent Sherman, quien hacía su debut con esta película, carece de inspiración. Aunque la atmósfera del cine de terror de los años 30 había sido definida con gran estilo por películas como Frankenstein y Drácula, The Return of Doctor X no logra capturar ese espíritu. Los sets son genéricos y poco memorables, mientras que la cinematografía carece de los claroscuros expresivos que definían el género.
¿Un desliz en la carrera de Bogart?

Para Bogart, esta película fue un paso en falso que casi descarrila su carrera. Si bien él ya había demostrado su habilidad en películas como The Petrified Forest (1936), la asociación con un proyecto tan mediocre lo posicionó como un actor sin rumbo claro en ese momento. Afortunadamente, sus siguientes trabajos en el cine negro y el drama consolidarían su estatus como uno de los grandes del cine, permitiéndole superar esta mancha en su filmografía.
Conclusión

The Return of Doctor X es una curiosidad cinematográfica que podría estudiarse como ejemplo de cómo no utilizar a un actor de la talla de Humphrey Bogart. Mediocre en casi todos sus aspectos —desde el guion hasta las actuaciones—, la película es un recordatorio de que incluso las grandes estrellas tienen sus momentos bajos. Sin embargo, si algo positivo se puede rescatar, es que este error sirvió como un desvío breve en el camino que llevó a Bogart hacia la grandeza cinematográfica.
20 de diciembre de 2024 Sé el primero en valorar esta crítica
En "El Gabinete de Curiosidades", Guillermo del Toro no solo reafirma su talento como narrador visual y arquitecto de mundos oscuros, sino que también da un paso atrás como director para permitir que una nueva generación de cineastas deje su huella en el género. Esta antología de relatos de terror y misterio no solo celebra las historias macabras, sino que también se convierte en un escaparate vibrante de innovación cinematográfica.

Del Toro, reconocido por su visión única que mezcla lo gótico con lo mágico, selecciona cuidadosamente a los directores que llevan estas historias a la pantalla, brindándoles la libertad creativa necesaria para explorar nuevas fronteras en el cine de terror. Esta decisión estratégica resulta en una diversidad estilística que sorprende en cada episodio, mostrando cómo el género puede ser reinventado con frescura y audacia.
El trabajo de cámara, los encuadres y el uso de luces en cada capítulo son una obra maestra por sí mismos. Los contrastes entre luces y sombras, colores saturados que evocan emociones viscerales y composiciones que rozan lo pictórico nos sumergen en mundos tan inquietantes como hipnóticos. Cada detalle, desde la arquitectura de los escenarios hasta la textura de los objetos, refuerza la narrativa visual y enriquece la experiencia del espectador.

Los directores emergentes que participaron en esta antología no solo rinden homenaje al legado del género, sino que también lo impulsan hacia adelante. Se destaca la capacidad de cada uno para mantener la esencia del estilo de Del Toro mientras aportan sus propias sensibilidades creativas. Esto convierte a la serie en un testimonio del poder del cine como un arte colectivo, en el que la visión de un creador puede amplificarse a través del talento colaborativo.

"El Gabinete de Curiosidades" no es solo una colección de cuentos aterradores; es una declaración audaz de que el cine de terror sigue evolucionando y que su futuro está en manos de creadores dispuestos a experimentar y romper barreras. Guillermo del Toro demuestra, una vez más, que sabe cómo cultivar el arte del terror, no solo como creador, sino como mentor de una nueva generación de visionarios.
19 de diciembre de 2024 1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alien: Romulus falla estrepitosamente en capturar la esencia que convirtió a la franquicia de Alien en un hito del cine de ciencia ficción y horror. En lugar de aprovechar las bases sólidas construidas por Ridley Scott en Prometheus y Covenant, o siquiera aspirar a la perfección minimalista y claustrofóbica de la obra maestra de 1979, esta entrega parece perdida en una amalgama de clichés modernos y decisiones creativas incoherentes.
El guion carece de profundidad y originalidad, presentando personajes desechables sin desarrollo ni peso emocional. La trama se siente más como un reciclaje sin inspiración de elementos anteriores, pero desprovista de la tensión psicológica o el terror existencial que definieron la saga.

Visualmente, Alien: Romulus presenta efectos que, aunque técnicamente competentes, parecen diseñados más para impresionar en un tráiler que para construir una atmósfera envolvente. Las criaturas, icónicas en entregas previas, aquí se perciben genéricas, perdiendo el aura de amenaza implacable que alguna vez las caracterizó.
En comparación con los descalabros recientes de Disney, como la insípida reinterpretación de La Sirenita o los desastrosos intentos de revitalizar Star Wars, Romulus comete el mismo pecado mortal: ignora lo que hizo especiales a las obras originales en un intento desesperado por apelar a un público masivo y moderno. Sin embargo, en lugar de ampliar la base de fans, aliena tanto a los seguidores de siempre como a las nuevas generaciones.

El resultado es una película que no solo fracasa en ser digna de la franquicia, sino que también destaca como una oportunidad desperdiciada en una era que ansía narrativas inteligentes y auténticas.
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