Amenábar baja un escalón nuevamente, porque a pesar de que sus películas tienen un nivel bastante alto en líneas generales, la mejor de todas ellas fué su ópera prima: Tesis. Esta vez no inquieta (Tésis), no fascina (Abre los ojos), no asusta (Los otros) y no emociona (Mar adentro), creo que aburre. No es una regla general, pero para él si se aplica: contra más dinero se gasta peor le queda la peli. Así es para Alejandro.

Hipatia mira a las estrellas, mientras yo miro a mi alrededor en la sala de cine. Todo el mundo parece estar interesado en lo que acaece en pantalla; si es que acaece algo... Se suceden las revueltas religiosas, las reflexiones sobre el universo que nos rodea, y el tiempo pasa. La película se me hace larga. Es la primera vez que Amenabar no me atrapa.

Parece que todo el mundo lleva siempre piedras encima, que todo el mundo tiene un aspecto asexuado, que nadie trabaja y todo el mundo filosofa. Hipatia mira al cielo otra vez; y no folla.

Ámenabar aprovecha la tesitura para hacerle un "Zas en toda la boca" al cristianismo, y así, de paso, reivindica su homosexualidad como el que no quiere la cosa, y no me parece mal. Alejandro nos dice que quienes predican tergiversan y reinterpretan los textos religiosos según les interesa, que la religión pisotea la libertad de pensamiento y la cultura, que la violencia se ampara en la religión, y la religión en la violencia y demuestra que ha habido mujeres adelantadas a su tiempo. Y confiere a Hipatia un halo lésbico.

Y todo esto que digo en el parrafo anterior me parece estupendo, y estoy de acuerdo en esencia. Lo que no me cuadra es lo aburrida que es la película, y previsible. Sabía que no me iba a gustar.

Como mi piso de proteccion oficial está en trámites de comenzar a construirse y no nos apetecía introducirnos en una noche de ron con la consiguiente mañana de sed y dolor de cabeza, mi novia y yo optamos la pasada noche de sabado por "Ir al cine", ese architópico de las parejas.

En cuanto a la película: la Zellweger recauchutada en medio de un guión más que aceptable teniendo en cuenta como está el panorama cinéfilo de unos añitos para aquí. Sustos (alguno sonrojante por manido), la presencia de lo maldito (ese ente...), acojone del bueno en varios pasajes del metraje, y una ambientación correcta.

Algo previsible en algunos momentos, inquietante casi todo el tiempo y con un final algo tramposillo (aunque esto suele pasar, y mucho, en el género que nos atañe). No me parece mala.

Al margen de absurdas comparaciones con Titanic (por el duo protagonista) o American Beauty (por ambas ser obras de Sam Mendes), Revolutionary Road resulta ser una preciosa película que habla de cosas interesantísimas. A veces en la vida, alguien, un amigo por ejemplo, te cuenta una historia o una vivencia y te parece un rollo, sin interés; por otro lado, existen personas interesantes (quizá tu abuelo, o un profesor, o tu tío) que casi siempre te cuentan cosas interesantísimas, curiosas, que invitan a la reflexión o se alejan de lo vulgar. De ser persona, Revolutionary Road estaría en este segundo grupo.

Poco importa que los protagonistas sean un matrimonio (podían haber sido dos amigas, dos socios, o un padre y un hijo), poco importan el desenlace, y las idas y venidas sentimentales y poco importa las apariciones del demente hijo de Kathy Bates (algunos reclaman mayor peso para su personaje, como si el loco les hicera gracia, creo que no han entendido nada de la película...). El verdadero mensaje de la película es la dificil cuestión de cómo elegimos vivir nuestra vida, y cómo la vemos; y todo lo que acontece en la película es una excusa al servicio de este mensaje.

¿Es una locura abandonar tu vida por conocer nuevos lugares? ¿Es de dementes dejar tu trabajo en una multinacional por vivir de pueblo en pueblo pintando retratos? ¿O la verdadera locura es invertir tu vida (sólo tienes una) y tu tiempo en algo que no te gusta? ¿Quién ha escrito las reglas? ¿Ser valiente es ser capaz de romper con todo, o por contra no eludir tu responsabilidad y ser fiel a un trabajo que odias pero necesitas? ¿En ocasiones miramos hacia otro lado porque el precio de la felicidad es demasiado caro? ¿Seguimos con nuestras vidas por conformismo? Todo esto y mucho más se pone encima de la mesa en Revolutionary Road.

Al margen de esta filosofada, que estoy seguro me perdonareis, la película es preciosa en su factura: bonita fotografía, el viento, la música y Kate Winslet (está preciosa); que tanto ella como Leonardo DiCaprio son grandes actores es un secreto a voces (yo ya me dí cuenta en Titanic, sí, esa película que todos dicen odiar). No me parece un film en absoluto lento, las dos horas de metraje pasaron como diez minutos; tampoco reiterativa, al contrario, y me repito, muy interesante. Todo está contado en el ritmo y estilo que procede.

Para acabar, decir que muchas veces he sentido que en esta sociedad inundada de centros comerciales, políticos incompetentes y mentirosos, seres insolidarios (yo el primero), rebajas, chalets en las afueras, gente que se muere de hambre, gente que se muere de asco etc..., que yo y mi novia, eramos especiales, que estabamos un poco por encima de toda esa mediocridad (aunque sólo sea por lo que nos queremos), que nos espera algo más y que somos diferentes. El día que tenga la certeza de que esto no es así, que sólo soy una infeliz pieza más del puzzle, me sentiré tan desdichado como April.

Un día después de asistir al esperadísimo final de la segunda temporada de la serie Sin tetas no hay paraíso, me veo ante la irresistible e irrefrenable necesidad de reivindicar el valor de esta serie. Más allá de que los valores que transmite sean en muchos casos nefastos, es innegable que esta serie ha tenido un impacto profundo sobre los televidentes. En contra de lo que algunos puedan pensar, las tramas han sido bastante coherentes teniendo en cuenta el tipo de historia que se nos está contando: las idas y venidas de una pareja de enamorados inmersos en un mundo de crímenes, estorsiones, lujo, tráfico de drogas, prostitución, mentiras...

Con un cierto aire a culebrón (está basado en uno colombiano, y a su vez en un libro), me gustaría destacar lo bien perfilados que están los personajes, por ejemplo el inspector Diego Torres (Armando del Río), Jessica Del Río (María Castro), la madre de Catalina (Cuca Escribano) o El gitano (Manolo Caro). Considero que en líneas generales el reparto cumple a la perfección, la banda sonora es destacable y las escenas de amor y acción estan bastante bien rodadas teniendo en cuenta el tipo de producción al que nos enfrentamos.

Además nos queda la aportación de esta serie al imaginario de personajes televisivos que alberga nuestra cultura popular: El Duque. Archiconocido a través de publicaciones en prensa escrita e ídolo para quinceañeras, podemos decir que es un icono sexual de nuestro tiempo. Todavía nos tiene que explicar Miguel Ángel Silvestre el por qué de la voz ronca del personaje...

Con el sabor en la boca del último capítulo (genial en mi opinión), me atrevo a decir que Sin tetas no hay paraíso ha sido una de las series más reseñables en la historia de la televisión en España (lo que quizá no sea decir mucho, dado el bajo nivel general...). Con el paso de los años todos recordaremos a Cata y El Duque.

Aida es una serie que hicieron a partir de un personaje de la serie Siete Vidas (buenas risas nos echabamos con el muy máquina de Javier Camara); aquí en España a eso lo llaman Spinof, cuando un personaje se escapa de una serie y se hace la suya propia. Mi colega Gorka hizo lo mismo hace un par de años; dejó nuestro equipo de Warcraft y se montó el suyo propio. Sigue siendo un matado.

En esta serie sale gente de barrio así como nosotros; hay algunos bastante malotes como el Jonathan, que a mí me parece un pringao. Por otro lado me indigna bastante Fidel, que tiene homosexualidad. No me molesta, que yo lo respeto aunque me de asco. Luego está el muy máquina de Luisma (jajajaja con ese si que te descojonas)... A mi me gusta mucho el Luisma. Está mal que no trabaje, pero al menos no roba. Eso está bien.

Lo que no me gusta, y por eso le pongo tan mala nota es que echo en falta más misiones en la calle: a lo mejor estaría bien más atracos en la panadería del calvo, con el Barajas, o peleas en el bar de Mauricio (que se parece mucho a mi amigo Carlos, le envío un saludo desde aquí), que el Mauricio debe repartir a base de bien, como los chinos.

También le pongo nota mala porque hay algunas golfas que no enseñan las tetas a pesar de tener cuerpacos; me molesta que hagan como que Paz es puta pero que no se le vean las tetas nunca. En las películas españolas siempre salen tetas. Si no tienen dinero para tetas que lo digan los muy cutres de los productores. En cualquier caso Aída es pieza clave del nuevo neorrealismo español, por lo que algunos que no tienen mundo podrían considerarla una obra maestra inclusive.

Un abrazo.