El 5 de mayo de 1994, Brasil entero se paralizó. Más de tres millones de personas salieron a las calles de Sao Paulo a darle el último adiós a uno de los más grandes héroes de su historia moderna, Ayrton Senna, el triple campeón mundial de automovilismo. Ayrton había muerto 4 días atrás en un trágico accidente mientras competía en el Gran Premio de San Marino, una muerte triste e inesperada para el que es considerado por muchos el mejor piloto de automovilismo de la historia.

"Senna", el nuevo documental del director británico Asif Kapadia, se encarga de mostrar el ya mítico paso de Ayrton por la Fórmula 1 desde 1984 hasta su muerte en 1994. Para esto, Kapadia usa imágenes de archivo de las carreras, videos familiares y entrevistas de televisión, mientras en el voice-over se escuchan los comentarios de las personas que estuvieron junto a Ayrton durante esa época. En "Senna" se pueden ver las dos facetas de Ayrton, una como el ser humano fuera de las pistas, amable, tímido, preocupado por su país y muy espiritual. Y la otra, la del Ayrton corredor, estratega, arriesgado y sobre todo muy competitivo. Mostrando estas dos facetas, como espectadores podemos entender la manera en la que la leyenda de Ayrton Senna fue creciendo, hasta lo que es hoy en día.



Kapadi hace un gran énfasis en la rivalidad entre Ayrton y el también campeón del mundo Alain Prost mostrando cómo su relación pasó de ser buenos compañeros de equipo a fieros rivales dentro y fuera de las pistas. Son las imágenes de esta rivalidad las que aportan los momentos más interesantes de la película dejando ver cómo, a pesar de la mutua admiración, ambos estaban dispuestos a todo para superarse uno al otro en todos los sentidos.

Es que quizás el triunfo más grande de este documental está en hacer revivir todos estos momentos en la carrera de Ayrton. A pesar de ser imágenes de archivo que quizás muchos ya conocen, es imposible no emocionarse con la cacería de Ayrton a Prost en el gran premio de Mónaco de 1984 o con su victoria en el gran premio de Brasil en 1991, o no evitar preocuparse con los múltiples incidentes en las carreras como el del Gran Premio de Japón en 1989. Así como genera emoción, también es imposible no sentir impotencia con las imágenes de esa última carrera y ver como lentamente llega ese momento trágico sin la posibilidad de hacer nada para cambiarlo.

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