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7

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7
7.6
1,876
Drama. Comedia
Biografía del campeón de boxeo James J. Corbett. Conocido como 'Gentleman Jim', Corbett se convirtió en el primer campeón del mundo de los pesos pesados en 1892, cuando derrotó a John L. Sullivan, tras la entrada en vigor de las llamadas reglas de Queensberry, que exigían la utilización de unos guantes hinchados para proteger los nudillos, un cuadrilátero con unas medidas determinadas y establecían la duración del combate... En Estados ... [+]
9 de diciembre de 2011
9 de diciembre de 2011
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llevo un tiempo pensando en que si hiciera una película, empezaría con una escena que representara el mejor que chiste del mundo:
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Un hombre está pescando en una cala. Al rato se acerca un segundo, que parece que pasaba por allí. Se saludan, quizás este segundo curiosea un poco: mira aparejos, la cesta con algún anzuelo sucio de cebo enganchado en el mimbre, quizás algún pez con las agallas destrozadas moribundo y boqueando. Lo normal es que le pregunte que cómo va la pesca. El pescador, precisamente porque lo es, le racanea un "ahí vamos", y continúa recogiendo un poco de sedal.
Allí, pasan unos minutos, o unas horas, eso es lo grande de la elipse en la narrativa con imágenes, que se ajuste más a la cantidad "suficiente" que cualquier medio de narración. Las olas chocan tímidas en el rompiente, es un día nublado, sin ser desapacible. El pescador alguna vez advierte al hombre que tenga cuidado con el anzuelo cuando al rebobinar todo el carrete, se dispone de nuevo a lanzar.
Éste se aleja un poco obediente, con las manos entrelazadas detrás de la espalda, y cuando la plomada cae bien lejos, vuelve a la distancia a la que estaba del pescador, lo suficientemente alejada para no considerarse molesta.
Aún así, al cabo de otra elipsis, el pescador, se gira al hombre.
- ¿Y qué?. ¿Usted no pesca?.
- No, no que va. Yo no tengo paciencia para esto.
--------
Siempre me dio la sensación de que todas las películas que se han hecho de boxeo, son sobre boxeadores (ya sean ficticios o reales) que no les gustaba el boxeo. Pueden que les motivara para subir al ring la fama, el dinero, el reconocimiento social, el hito personal, la redención, el hacer algo en lo que realmente soy bueno, quizás la necesidad imperiosa de descargarse a base de dar golpes o recibirlos (como en "toro salvaje"). Como caso más cercano, este biopic de "gentleman Jim", del que se le podría haber sacado muchísima más chicha: a "gentleman Jim" tampoco le gustaba el boxeo, lo que le gustaba era boxear.
Quizás los más entendidos podriaís decirme que hay algunos boxeadores interesantes como Frederick Roach...y que si Roach no es un boxeador que le gusta el boxeo, entonces apaga y vámonos.
A parte de Roach, y creo yo que más interesante para hacer un biopic, es Luis Logan.
No sé si se pronunciaría Logan como el apellido inglés, o un afrancesado (Logáeaaan). El caso es que realmente Luis Logan se llamaba Luis Puig Pellicer. Según dicen, en distintas épocas de su carrera pugilística cambiaba de nombre pues no quería que sus familiares supieran a qué se dedicaba. Pondré aquí un enlace donde viene la historia de su vida mucho más completa de la que yo voy a dar aquí (http://boxeo1930s.blogspot.com/2011/11/luis-logan-el-rey-del-ko.html).
A mí me resulta sumamente interesante la figura de este boxeador.
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Un hombre está pescando en una cala. Al rato se acerca un segundo, que parece que pasaba por allí. Se saludan, quizás este segundo curiosea un poco: mira aparejos, la cesta con algún anzuelo sucio de cebo enganchado en el mimbre, quizás algún pez con las agallas destrozadas moribundo y boqueando. Lo normal es que le pregunte que cómo va la pesca. El pescador, precisamente porque lo es, le racanea un "ahí vamos", y continúa recogiendo un poco de sedal.
Allí, pasan unos minutos, o unas horas, eso es lo grande de la elipse en la narrativa con imágenes, que se ajuste más a la cantidad "suficiente" que cualquier medio de narración. Las olas chocan tímidas en el rompiente, es un día nublado, sin ser desapacible. El pescador alguna vez advierte al hombre que tenga cuidado con el anzuelo cuando al rebobinar todo el carrete, se dispone de nuevo a lanzar.
Éste se aleja un poco obediente, con las manos entrelazadas detrás de la espalda, y cuando la plomada cae bien lejos, vuelve a la distancia a la que estaba del pescador, lo suficientemente alejada para no considerarse molesta.
Aún así, al cabo de otra elipsis, el pescador, se gira al hombre.
- ¿Y qué?. ¿Usted no pesca?.
- No, no que va. Yo no tengo paciencia para esto.
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Siempre me dio la sensación de que todas las películas que se han hecho de boxeo, son sobre boxeadores (ya sean ficticios o reales) que no les gustaba el boxeo. Pueden que les motivara para subir al ring la fama, el dinero, el reconocimiento social, el hito personal, la redención, el hacer algo en lo que realmente soy bueno, quizás la necesidad imperiosa de descargarse a base de dar golpes o recibirlos (como en "toro salvaje"). Como caso más cercano, este biopic de "gentleman Jim", del que se le podría haber sacado muchísima más chicha: a "gentleman Jim" tampoco le gustaba el boxeo, lo que le gustaba era boxear.
Quizás los más entendidos podriaís decirme que hay algunos boxeadores interesantes como Frederick Roach...y que si Roach no es un boxeador que le gusta el boxeo, entonces apaga y vámonos.
A parte de Roach, y creo yo que más interesante para hacer un biopic, es Luis Logan.
No sé si se pronunciaría Logan como el apellido inglés, o un afrancesado (Logáeaaan). El caso es que realmente Luis Logan se llamaba Luis Puig Pellicer. Según dicen, en distintas épocas de su carrera pugilística cambiaba de nombre pues no quería que sus familiares supieran a qué se dedicaba. Pondré aquí un enlace donde viene la historia de su vida mucho más completa de la que yo voy a dar aquí (http://boxeo1930s.blogspot.com/2011/11/luis-logan-el-rey-del-ko.html).
A mí me resulta sumamente interesante la figura de este boxeador.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Años 20´s y 30´s, cuando todo el negocio del entretenimiento no estaba monopolizado por los americanos, y los propios americanos admitían como iconos a artistas de otros campos y nacionalidades. Estrellas como Capablanca en ajedrez, Gardel en la canción popular, se codeaban con las estrellas emergentes del cine no sólo americano, corría el champán en Chicago y New York, pero también en Niza y Roma, unos pocos años antes en San Petersburgo. Aparecían dandys que se dedicaban a pilotar aviones en travesías peligrosas e incluso se presentaban en la jet set tipos que se definían como aventureros de profesión: Corto Maltés y Tintín como iconos desde la nostalgia de esos días. Quizás por esto Luis Logan, salió de su Filipinas natal (era hijo de emigrantes de buena familia valenciana) y viajó incansablemente por España, Argentina, Francia, buscando el siguiente desafio. Las veladas, los eventos de toda índole no se centraban en EEUU; el viaje de estos héroes a través del mundo era su modo de vida, una imposición al que tenía talento para algo. Sólo había radio.
Quiero creer que Logan, o mejor dicho, Puig Pellicer, nunca se caló el sombrero sobre la proa de un barco como Gardel en sus películas y en su vida, acompañado por su troupe y siempre dispuesto a fraternizar con mujeres de la clase alta, ni con personajes exóticos, durante el crucero. Tampoco, creo que meditara sobre su vida, sobre la muerte, sobre el tiempo, viendo las ondulaciones del agua, en cualquier mar bajo el signo de Capricornio. Hay episodios de su vida que son auténticas menas donde un guionista pudiera sacar oro. Matar a un contrincante (Gabiola) en el ring, gracias a su tremenda pegada y luego aceptarlo como un gag del oficio más al recibir una carta del hermano del adversario fallecido en la que no le recriminara nada. En Puig Pellicer, no había cabida ni para la impostura, ni para el sentimentalismo, ni para la reflexión. Supongo que la muerte Gabiola, le conmovió y le instaría a lanzar un juicio somero "esto no está bien", propio de la buena educación que recibió; incluso, muy probablemente, por educación y costumbre, hubiera colgado los guantes, si no llega a recibir la carta en la que el hermano de Gabiola lo expiaba. Eran otros tiempos, eran otros hombres. El perdón se tenía que dar. Sólo esa carta le libraría, no de la conciencia, sino el corsé de la obligación y del impedimento del honor y el buen nombre.
Puig Pellicer fue un boxeador tibio. Se propuso aprender a boxear porque un marinero americano le pegó una paliza por tratar de mediar con cortesía. No sabía cómo ni por qué empezó a boxear de manera profesional; ni trataba de conseguir ningún objetivo vital, monetario, ni demostrarse a sí mismo nada. Al terminar su excelente carrera pugilística, cogió un puesto de representante comercial que lo hubiera tenido si no se hubiera dedicado al boxeo, y ahí se quedó, en su despacho.
Sí, por supuesto. Puede que a Logan tampoco le gustara el boxeo especialmente...
Quiero creer que Logan, o mejor dicho, Puig Pellicer, nunca se caló el sombrero sobre la proa de un barco como Gardel en sus películas y en su vida, acompañado por su troupe y siempre dispuesto a fraternizar con mujeres de la clase alta, ni con personajes exóticos, durante el crucero. Tampoco, creo que meditara sobre su vida, sobre la muerte, sobre el tiempo, viendo las ondulaciones del agua, en cualquier mar bajo el signo de Capricornio. Hay episodios de su vida que son auténticas menas donde un guionista pudiera sacar oro. Matar a un contrincante (Gabiola) en el ring, gracias a su tremenda pegada y luego aceptarlo como un gag del oficio más al recibir una carta del hermano del adversario fallecido en la que no le recriminara nada. En Puig Pellicer, no había cabida ni para la impostura, ni para el sentimentalismo, ni para la reflexión. Supongo que la muerte Gabiola, le conmovió y le instaría a lanzar un juicio somero "esto no está bien", propio de la buena educación que recibió; incluso, muy probablemente, por educación y costumbre, hubiera colgado los guantes, si no llega a recibir la carta en la que el hermano de Gabiola lo expiaba. Eran otros tiempos, eran otros hombres. El perdón se tenía que dar. Sólo esa carta le libraría, no de la conciencia, sino el corsé de la obligación y del impedimento del honor y el buen nombre.
Puig Pellicer fue un boxeador tibio. Se propuso aprender a boxear porque un marinero americano le pegó una paliza por tratar de mediar con cortesía. No sabía cómo ni por qué empezó a boxear de manera profesional; ni trataba de conseguir ningún objetivo vital, monetario, ni demostrarse a sí mismo nada. Al terminar su excelente carrera pugilística, cogió un puesto de representante comercial que lo hubiera tenido si no se hubiera dedicado al boxeo, y ahí se quedó, en su despacho.
Sí, por supuesto. Puede que a Logan tampoco le gustara el boxeo especialmente...