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7.6
1,876
Drama. Comedia
Biografía del campeón de boxeo James J. Corbett. Conocido como 'Gentleman Jim', Corbett se convirtió en el primer campeón del mundo de los pesos pesados en 1892, cuando derrotó a John L. Sullivan, tras la entrada en vigor de las llamadas reglas de Queensberry, que exigían la utilización de unos guantes hinchados para proteger los nudillos, un cuadrilátero con unas medidas determinadas y establecían la duración del combate... En Estados ... [+]
24 de enero de 2025
24 de enero de 2025
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La primera pista nos la dio la presencia del padre Burke (Shields), un sacerdote aficionado al boxeo que aparece con el mismo oficio e idéntico perfil en "El hombre tranquilo" (Ford, 1952). "¿No es verdad, Padre Burke, que la mano derecha de Dios ayuda a los pobres? -Si, pero esta vez la mano izquierda es muy buena?"
Luego la condición de "maldito y tozudo irlandés" de Jim Corbett (Flynn), el carácter pendenciero y borrachín del resto de la familia y, por fin, la majestuosa presencia de Bond, como campeón mundial de los pesos pesados aquí y como el párroco católico de Inisfree,
Claro, que la tranquilidad de Sean Thornton (Wayne) contrasta bastante con el carácter luchador de Jim. Como tampoco tiene nada que ver la aristocrática Victoria (Smith) con la temperamental y abnegada pelirroja Kate (O'Hara).
Porque desde luego Jim es un luchador que afronta la vida como un auténtico combate de supervivencia. Primero contra la relamida aristocracia de San Francisco, luego con la veleidosa Victoria, por fin con el invencible Sullivan. Este último será, sin duda, el enfrentamiento más noble de los tres.
"Gentleman Jim", el hombre intranquilo que se mueve ágil en el cuadrilátero y dispara sus puños como años después hará el mismísimo Cassius Clay.
No nos gusta el boxeo, ni como espectáculo ni como deporte. Pero estamos sin duda ante la mejor cinta sobre el mundo de las doce cuerdas (y hay muchas e importantes), también ante una obra maestra del cine.
Magnífico guion que, mostrando la vida del campeón, recorre la historia de este deporte en el momento de modernizar (y humanizar) sus normas, "Si no podemos convertir a los boxeadores en caballeros, convertiremos a los caballeros en boxeadores".
Menudo contraste entre la nobleza de aquellos púgiles decimonónicos con las oscuras tramas de apuestas y de combates amañados por mafiosos que veremos luego. La misma distancia que va del idílico Club Olímpico de San Francisco con su gimnasio y su estatua de "El boxeador caído", a los sórdidos antros boxísticos neoyorquinos.
Soberbia realización con una minuciosa descripción de los personajes donde los secundarios juegan un papel siempre destacado, como es costumbre de los grandes maestros. Incluso los abundantes extras se mueven por la escena en oleadas perfectamente dirigidas.
La cinta es una simpática mezcla de drama, romance con toques cómicos, con una escenografía que reproduce fielmente el ambiente de la época y del lugar.
Interpretaciones, fotografía, ritmo, ambientación, música, elegancia en el desenlace ... todo raya a gran altura.
Una obra maestra. No se la pierdan.
Luego la condición de "maldito y tozudo irlandés" de Jim Corbett (Flynn), el carácter pendenciero y borrachín del resto de la familia y, por fin, la majestuosa presencia de Bond, como campeón mundial de los pesos pesados aquí y como el párroco católico de Inisfree,
Claro, que la tranquilidad de Sean Thornton (Wayne) contrasta bastante con el carácter luchador de Jim. Como tampoco tiene nada que ver la aristocrática Victoria (Smith) con la temperamental y abnegada pelirroja Kate (O'Hara).
Porque desde luego Jim es un luchador que afronta la vida como un auténtico combate de supervivencia. Primero contra la relamida aristocracia de San Francisco, luego con la veleidosa Victoria, por fin con el invencible Sullivan. Este último será, sin duda, el enfrentamiento más noble de los tres.
"Gentleman Jim", el hombre intranquilo que se mueve ágil en el cuadrilátero y dispara sus puños como años después hará el mismísimo Cassius Clay.
No nos gusta el boxeo, ni como espectáculo ni como deporte. Pero estamos sin duda ante la mejor cinta sobre el mundo de las doce cuerdas (y hay muchas e importantes), también ante una obra maestra del cine.
Magnífico guion que, mostrando la vida del campeón, recorre la historia de este deporte en el momento de modernizar (y humanizar) sus normas, "Si no podemos convertir a los boxeadores en caballeros, convertiremos a los caballeros en boxeadores".
Menudo contraste entre la nobleza de aquellos púgiles decimonónicos con las oscuras tramas de apuestas y de combates amañados por mafiosos que veremos luego. La misma distancia que va del idílico Club Olímpico de San Francisco con su gimnasio y su estatua de "El boxeador caído", a los sórdidos antros boxísticos neoyorquinos.
Soberbia realización con una minuciosa descripción de los personajes donde los secundarios juegan un papel siempre destacado, como es costumbre de los grandes maestros. Incluso los abundantes extras se mueven por la escena en oleadas perfectamente dirigidas.
La cinta es una simpática mezcla de drama, romance con toques cómicos, con una escenografía que reproduce fielmente el ambiente de la época y del lugar.
Interpretaciones, fotografía, ritmo, ambientación, música, elegancia en el desenlace ... todo raya a gran altura.
Una obra maestra. No se la pierdan.