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Voto de Lafuente Estefanía:
8
Comedia Un humilde barbero judío que combatió con el ejército de Tomania en la Primera Guerra Mundial vuelve a su casa años después del fin del conflicto. Amnésico a causa de un accidente de avión, no recuerda prácticamente nada de su vida pasada, y no conoce la situación política actual del país: Adenoid Hynkel, un dictador fascista y racista, ha llegado al poder y ha iniciado la persecución del pueblo judío, a quien considera responsable de ... [+]
21 de diciembre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si Fígaro, "El barbero de Sevilla", mediante engaños consigue que Rosina se case al fin con su enamorado, Adenold Hynkel, el barbero de Tomania, ha conseguido embaucar a la población de Tomania para llevarla a la conquista del mundo rasurando cualquier oposición. Pero hay está otro barbero, el del gueto judío (Chaplin), para denunciar sus manejos ante el mundo.
Si el "Barbero" de Rossini es una de las grandes obras maestras de la comedia musical, algo parecido sucede en el cine con "El gran dictador".
Película de autor centrada en la denuncia de una dictadura que estaba llamada a provocar millones de muertos por todo el planeta. Y eso en 1940 cuando los nazis iniciaban sus "conquistas". No sabemos si Chaplin era plenamente consciente entonces de la magnitud de su denuncia. Al menos barruntaba y denunciaba el peligro.
Cinematográficamente la cinta está a la altura de lo mejor de su obra. Con un Charlot desdoblado en dos barberos, el del gueto y el dictador-rasurador de Tomania.
Ojo, no estamos ante una comedia sino ante un drama con toques cómicos. Toques que, para nosotros, constituyen lo mejor de la obra con escenas como el obús del cañón Berta, el pudín de las monedas, el afeitado al ritmo de la "Marcha húngara", el globo terráqueo que explota o, principalmente, los monólogos en alemán de Heynkel tan violentos.
Centrada la crítica en los dos grandes dictadores del momento, también reciben los judíos y su mansedumbre algún que otro palo, "Acostumbrado a los malos tiempos, si uno no sufre no es dichoso".
En lo negativo cierta sobreactuación en el discurso final. Acaso demasiado largo y reiterativo, pues las imágenes ya son bastante elocuentes.
Otra genialidad del maestro Chaplín cuyo humor, no nos engañemos, no es de risas sino de sonrisas.
Lafuente Estefanía
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