Añadir a mi grupo de amigos/usuarios favoritos
Puedes añadirle por nombre de usuario o por email (si él/ella ha accedido a ser encontrado por correo)
También puedes añadir usuarios favoritos desde su perfil o desde sus críticas
Nombre de grupo
Crear nuevo grupo
Crear nuevo grupo
Modificar información del grupo
Aviso
Aviso
Aviso
Aviso
El siguiente(s) usuario(s):
Group actions
You must be a loged user to know your affinity with willy wonka
- Recomendaciones
- Estadísticas
- Sus votaciones a categorías
- Críticas favoritas elegidas por willy wonka
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de willy wonka:
1
Voto de willy wonka:
1
2.6
327
Ciencia ficción. Acción
La capa helada que cubre parte del tranquilo paisaje de Alaska se está empezando a derretir. Esto da como resultado la formación de ríos subterráneos de metano que provocan, a su vez, numerosos y violentos terremotos. Las autoridades deberán encontrar la forma de acabar con estos mortales ríos antes de que se produzca una potente explosión que acabe con el planeta. (FILMAFFINITY)
26 de abril de 2012
26 de abril de 2012
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo comienza con dos geólogos que nada más salir en pantalla sabes que van a morir, sobre todo por los chascarrillos que sueltan, del tipo “venga, que como tarde mucho me van a matar”. No hará falta que te maten, ya que vas a morir dentro de unos instantes asesinado por el frío.
La secuencia de introducción de los personajes es brutalmente cutre por parte del guionista, que estaría demasiado fumado para pensar y se dedicó a escribir frases incoherentes e inconexas emitidas por actores lamentables en un contexto dudosamente real –especialmente destacable la presentación de la familia feliz y las frases del padre al entrar en la cocina: no se puede hacer peor-.
La secuencia de introducción de los personajes es brutalmente cutre por parte del guionista, que estaría demasiado fumado para pensar y se dedicó a escribir frases incoherentes e inconexas emitidas por actores lamentables en un contexto dudosamente real –especialmente destacable la presentación de la familia feliz y las frases del padre al entrar en la cocina: no se puede hacer peor-.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
También tenemos, rescatado de los clichés más perseverantes de los clásicos de ciencia-ficción, al científico loco que tiene razón pero al que nadie hace caso. Este hombre va al epicentro del problema a pesar de la prohibición del coronel, que hace un papelón, por cierto. Al ser detenido por un militar, nuestro amigo decide darse a la fuga, ante lo cual el militar decide, lógicamente, disparar a discreción contra el vehículo del susodicho, para así poner en entredicho en tres segundos su moral y su puntería: dos pájaros de un tiro.
La cosa se va poniendo chunga y la familia feliz se queda aislada en la nieve: la niña dice “mamá, tengo frío”, a lo que la perspicaz mamá responde: “está bien, súbete la cremallera”; hay que reconocer que la madre es un hacha en condiciones adversas. Pero el padre no se queda atrás y, tras abandonar obligatoriamente a sus hijos por una grieta interpuesta entre ambos y buscar un lugar por el que cruzar, ella le pregunta “¿crees que los chicos están bien?”. Él, muy hábilmente, contesta tranquilizantemente “tal vez”. Guionista, estás en todo. Por último, el cabo en el cuartel informa: “Hay nuevos temblores, y éste es grande”. Está temblando el cuartel entero, así que deduzco que el coronel y todos aquellos que se encuentran en el radio de alcance acústico de sus palabras ya habían llegado a esa misma conclusión. Esto es lo que ocurre cuando el director siente la necesidad de que sus actores hablen cuando están dentro de plano.
Desde aquí todo clichés: gente que vemos por primera cuando va una hora de filme en la nieve = gente que sabemos que va a morir inmediatamente; el énfasis del niño en cada frase y en cada movimiento corporal, que muestra menos sentimiento que un zapato; las quejas de la hija-pija; y el detalle grotesco de la madre, que se dispone a conducir un jeep, entra, aparta las piernas del conductor herido, las tira a un lado, y arranca y se van tan tranquilos. El guionista decide arreglarlo con una frase estelar, pronunciada con el vehículo ya en marcha, supuestamente dirigida al militar malherido que va descuajaringado en el asiento del copiloto: “tranquilo, voy por ayuda”.
El final es lo peor dentro de lo peor, ya que caen en todos los clichés que se les ocurren: deciden volar el gas por los aires antes de que éste provoque el estallido del planeta –por cierto, vaya mierda de explosión la que provocan, comparada con la que acabaría con la vida en la tierra-, pero tienen que llevar los detonadores a puntos estratégicos, para lo cual disponen de… sííí: ¡Una cuenta atrás! No podía faltar un reloj que cuenta exactamente el tiempo que le falta al gas para llegar a tal coordenada, además de un monitor en el que se pueden visualizar dibujitos de explosiones y a través del cual el coronel sigue las evoluciones de su magnífico plan.
Detalle final: la cámara se mueve de manera tan torpe con los temblores que marea, a pesar de que se ve perfectamente que todo está quieto, sobre todo en las tomas en la nieve.
La cosa se va poniendo chunga y la familia feliz se queda aislada en la nieve: la niña dice “mamá, tengo frío”, a lo que la perspicaz mamá responde: “está bien, súbete la cremallera”; hay que reconocer que la madre es un hacha en condiciones adversas. Pero el padre no se queda atrás y, tras abandonar obligatoriamente a sus hijos por una grieta interpuesta entre ambos y buscar un lugar por el que cruzar, ella le pregunta “¿crees que los chicos están bien?”. Él, muy hábilmente, contesta tranquilizantemente “tal vez”. Guionista, estás en todo. Por último, el cabo en el cuartel informa: “Hay nuevos temblores, y éste es grande”. Está temblando el cuartel entero, así que deduzco que el coronel y todos aquellos que se encuentran en el radio de alcance acústico de sus palabras ya habían llegado a esa misma conclusión. Esto es lo que ocurre cuando el director siente la necesidad de que sus actores hablen cuando están dentro de plano.
Desde aquí todo clichés: gente que vemos por primera cuando va una hora de filme en la nieve = gente que sabemos que va a morir inmediatamente; el énfasis del niño en cada frase y en cada movimiento corporal, que muestra menos sentimiento que un zapato; las quejas de la hija-pija; y el detalle grotesco de la madre, que se dispone a conducir un jeep, entra, aparta las piernas del conductor herido, las tira a un lado, y arranca y se van tan tranquilos. El guionista decide arreglarlo con una frase estelar, pronunciada con el vehículo ya en marcha, supuestamente dirigida al militar malherido que va descuajaringado en el asiento del copiloto: “tranquilo, voy por ayuda”.
El final es lo peor dentro de lo peor, ya que caen en todos los clichés que se les ocurren: deciden volar el gas por los aires antes de que éste provoque el estallido del planeta –por cierto, vaya mierda de explosión la que provocan, comparada con la que acabaría con la vida en la tierra-, pero tienen que llevar los detonadores a puntos estratégicos, para lo cual disponen de… sííí: ¡Una cuenta atrás! No podía faltar un reloj que cuenta exactamente el tiempo que le falta al gas para llegar a tal coordenada, además de un monitor en el que se pueden visualizar dibujitos de explosiones y a través del cual el coronel sigue las evoluciones de su magnífico plan.
Detalle final: la cámara se mueve de manera tan torpe con los temblores que marea, a pesar de que se ve perfectamente que todo está quieto, sobre todo en las tomas en la nieve.