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España España · guadalajara
Voto de nexussiete:
6
Drama. Romance. Thriller Ambientada en Tokio, narra la historia de una asesina a sueldo (Rinko Kikuchi), que oficialmente trabaja como empleada de un mercado. Kikuchi (nominada al Óscar por su papel de joven sorda en "Babel") interpreta a la criminal, mientras que Sergi López encarna al propietario de una tienda de vinos en Tokio. (FILMAFFINITY)
5 de septiembre de 2009
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Coixet hace cine nietzscheano, dionisíaco. Salimos de sus películas pensando que hemos visto un drama, un dramón, y sin embargo hay algo más que una chispa de optimismo en esa historia. Eso quiere decir nietzscheano, vital. Saber que moriremos al fin pero que el "mientras tanto" ha valido la pena, y que hay que apostar creativamente por la vida.
Bien, eso veo en cada una de las películas de Isabel Coixet. Incluso en la casi cursi "A los que aman". Pero en "El mapa de los sonidos de Tokio"... Hay diferencias.
Debo decir en primer lugar que me molestan las críticas descalificadoras. Esta película está muy por delante del noventa por ciento del cine que se hace hoy. Es valiente, original, sugerente. Pero tiene algunos problemas.
El doblaje. En películas como esta debe estar prohibido. Y los que vivimos en sitios como Guadalajara, con unas salas supuestamente Renoir, no podemos elegir: nos consideran tan paletos como para no ser capaces de leer. (Un paréntesis: hace unos meses daban los jueves una peli subtitulada y costaba un euro menos; "Es que hay que leer", nos dijeron en taquilla). Especialmente detestable es el doblaje de Sergi López, en permanente estado de "tonillo alcohólico". Será por el vino.
El guión, o la historia. No se sostiene. Le falta coherencia. Y eso que en general vamos entregados, con prejuicios (positivos). La historia de amor entre la chica y Sergi López parece escrita apresuradamente para pasar a lo siguiente. No, eso no se lo perdonamos a Isabel Coixet. Puede que a otro sí. Y tamibén rechina esta entrega de ella que es una asesina inverosimil. El final, el último minuto... No lo revelaré, pero yo me lo ahorraría, me iría del cine en ese instante. Topicazo sentimentaloide. No cuadra: no es dionisíaco, sino más bien una vuelta a la moral del rebaño (Nietzsche dixit).
La directora se detiene en unas imágenes preciosistas, una banda sonora maravillosa en la que importa tanto el sonido ambiente como la música y el silencio, un silencio medido y palpable, importante.
Algunos dicen que es una historia extendida. Puede ser. Pero eso no es lo molesto. Más bien adolece de fallos de construcción: es como el que se gasta el dinero en una cosa y descuida otras.
La voz en off... Prescindible. Literaria. Artificiosa.
Y la actriz. Rinko Kikuchi. La mejor brisa salida de una película en los últimos años, la ausencia y el dolor, la belleza y la distancia. Se viste con corazas para mostrar que está desnuda y que es frágil, y que ama la vida y el dolor y la posibilidad de un instante evanescente de gozo. Puede matar, puede que la maten. Ama sin saber exactamente si esa entrega tiene sentido o es un paseo al borde del acantilado con los ojos vendados. Ella es la película. Coixet hace unas mujeres extraordinarias; no tanto hombres.
Y es hermosa, es un perfume de erotismo que recorre cada sala, cada butaca. O será que soy un hombre perverso, que prefiere estas levedades a las neumáticas mendacidades de las actrices habituales.
nexussiete
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