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España España · guadalajara
Críticas de nexussiete
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
9
6 de octubre de 2009
65 de 78 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El secreto de sus ojos” es una de las grandes películas del año. Del cine argentino, desde luego. Del cine. Que la ignoren en festivales es irrelevante.
Sorprende lo bien construida que está. Los saltos en el tiempo, tan naturales, la caracterización de los personajes, creíble siempre, sin los postizos y demás artificios chirriantes tan habituales en otras películas. El movimiento de cámara que busca el estadio de fútbol y después a los personajes; la persecución (a lo Lars von Trier, pero con sentido).
No sorprende, sin embargo, la labor de los actores -ya los conocíamos-, especialmente la del maravilloso Ricardo Darín. Me quedo con la escena en la que Romano se ríe de ellos y les hace ver que no son nada en su ridícula aspiración a la justicia (esa quimera que se pliega ante los intereses del estado). Un primer plano de Darín lo dice todo. En sus ojos está el trabajo de un actor. Está el desprecio con el que mira a Romano y lo ningunea: un miserable con poder que no está a la altura moral de semejantes gigantes de la verdad. En las escuelas de interpretación se explicará en qué consiste interpretar con la mirada, decirlo todo sin decir nada.
La historia es doble, no la desvelaré, pero es un aviso también a los que creen que sólo aman los jóvenes, que todo hay que obtenerlo deprisa y ahora. Hay quien espera un minuto y quien lo hace una vida. Pero lo que más me gusta de la historia de amor es que no se produce aunque se anuncia, que existe sin necesidad de exhibirla. Y también como se trenza con la horrible historia que acompaña a sus protagonistas durante toda su vida.
Es la historia de Argentina. La de sus hombres o mujeres, como Irene y Benjamín: perdedores, pero ganadores tal vez. Luchadores para qué. Pues eso, por la dignidad, que lo es todo.
Nota final: ¿por qué el precio de la entrada es la misma para cualquier película? ¿Cuesta lo mismo un solomillo de novillo (argentino, naturalmente), que un trozo de chóped? Tomen nota.
nexussiete
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8
11 de octubre de 2009
39 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los que vayan a ver una peli de Amenábar, de suspense, algún que otro susto, misterio, desarrollo trabado y retorcido, volverán decepcionados.
Ágora es una película extraña, que deja muchos ecos en quien va a verla. Muy valiente, inusual. Parece un péplum, pero habla de hoy. Qué miedo.
Cuenta una historia del pasado, la historia de una mujer que se dedica a pensar, a la filosofía, a la astronomía: el saber. Hipatia es el hilo conductor, pero no el tema de la película. Ésta va de la intolerancia y sus consecuencias. Podemos ver (y leer en cualquier libro de texto) que los politeístas atacan a los cristianos por un agravio o burla de éstos. Después son los cristianos los que devastan la Biblioteca de Alejandría y liquidan a los paganos. Y por último cristianos y judíos se enzarzan en una guerra que termina con la aniquilación de éstos. Pero lo más interesante de la película son las figuras confusas y limítrofes, los que mantienen una creencia, pero saben (o intuyen) que razón y fe no son incompatibles: Davo, Orestes, a veces el obispo de Cirene. Frente a ellos, los integristas de todo pelaje, esos que sostienen sin pestañear que Dios (el que sea) está con ellos, que La Palabra es sagrada, que sólo hay una verdad y que el otro está errado (no como ellos, que más bien están herrados), por lo que se le puede matar y mandar al otro mundo. Eso sí, por su bien y en nombre de Dios.
Me ha recordado a todas estas figura históricas (Galileo, Bruno, Darwin ), que no han pretendido ir contra la religión, aunque los dirigentes de su época sí han ido contra ellos y contra la razón.
La conclusión de la película, a mi juicio, es ésta: nada contra las creencias, pero líbrenos Dios de fundamentalistas, ciegos mentales y lectores de un solo libro. Amenábar tendrá problemas, pero será con los de siempre; no con los cristianos, sino con los vigilantes de su pureza. Pues nada, qué se le va a hacer. Que se ofendan; a los demás nos ofende su estupidez y no pedimos por ello su ingreso en prisión ni su ejecución al amanecer.
Que el Faro de Alejandría nos ilumine: la película habla de hoy.
nexussiete
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1
6 de septiembre de 2009
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
VCB no es una película, sino una postal al servicio de Barcelona y a ratos de Oviedo. Un completo disparate que incomprensiblemente gusta a algunos.
El tópico es permanente: un ibérico machote -con su punto bohemio y canalla- invita a las chicas a beber, comer y hacer el amor… Vaya, que original. Y ellas aceptan, claro, cómo negarse ante aquel tipo que las mira con los ojos entornados y vestido con cuidadísimo descuido, pintor atormentado de turbulento pasado. Siguen y siguen los tópicos…
Aparece Penélope Cruz, retorcida e histérica ex-mujer de Juan Antonio, artista autodestructiva (me suena esto) que acaba en una extraña relación à trois con Bardem y Scarlett Johansson. Qué interesante, nunca me han contado cosas así… Y, como no podía ser de otra manera, la cosa acaba muy mal, mientras su amiga vuelve con su convencional novio al que en el fondo no quiere (tampoco he oído nunca esto…), porque lo que le atrae de verdad es el abismo del artista de alma compleja y abismado en no sé sabe qué honduras o existenciales vivencias. Uf, cuanta enjundia, cuánto análisis del espíritu humano, cuánta novedad…
Digámoslo claramente: los actores están patéticos y naufragan en personajes inverosímiles. Bardem pone cara de interesante sin conseguirlo; Penélope Cruz (¡oscarizada!, debo ser un simio miope) desarrolla un histrionismo fuera de lugar, su personaje es sencillamente prescindible. Igual que el del padre de Bardem (sin función narrativa, superfluo).
Y el doblaje… Sería mejorable por cualquier cuadrilla de borrachos en un karaoke.
Una más: la voz en off, absolutamente inútil, nos dice lo que ya muestra la imagen; por ejemplo: Vicky y Cristina entran en una cafetería y la voz dice: “Vicky y Cristina entran en una cafetería”. Ah.
En definitiva, la publicidad gratuita ha hecho que todos vayamos a ver la peor película de este director, la más banal. Seguramente con lo recaudado en España (taquilla, subvenciones) ha hecho suficiente caja para próximas películas. Pero no estoy seguro de que le perdonemos semejante mezquindad.
nexussiete
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6
5 de septiembre de 2009
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Coixet hace cine nietzscheano, dionisíaco. Salimos de sus películas pensando que hemos visto un drama, un dramón, y sin embargo hay algo más que una chispa de optimismo en esa historia. Eso quiere decir nietzscheano, vital. Saber que moriremos al fin pero que el "mientras tanto" ha valido la pena, y que hay que apostar creativamente por la vida.
Bien, eso veo en cada una de las películas de Isabel Coixet. Incluso en la casi cursi "A los que aman". Pero en "El mapa de los sonidos de Tokio"... Hay diferencias.
Debo decir en primer lugar que me molestan las críticas descalificadoras. Esta película está muy por delante del noventa por ciento del cine que se hace hoy. Es valiente, original, sugerente. Pero tiene algunos problemas.
El doblaje. En películas como esta debe estar prohibido. Y los que vivimos en sitios como Guadalajara, con unas salas supuestamente Renoir, no podemos elegir: nos consideran tan paletos como para no ser capaces de leer. (Un paréntesis: hace unos meses daban los jueves una peli subtitulada y costaba un euro menos; "Es que hay que leer", nos dijeron en taquilla). Especialmente detestable es el doblaje de Sergi López, en permanente estado de "tonillo alcohólico". Será por el vino.
El guión, o la historia. No se sostiene. Le falta coherencia. Y eso que en general vamos entregados, con prejuicios (positivos). La historia de amor entre la chica y Sergi López parece escrita apresuradamente para pasar a lo siguiente. No, eso no se lo perdonamos a Isabel Coixet. Puede que a otro sí. Y tamibén rechina esta entrega de ella que es una asesina inverosimil. El final, el último minuto... No lo revelaré, pero yo me lo ahorraría, me iría del cine en ese instante. Topicazo sentimentaloide. No cuadra: no es dionisíaco, sino más bien una vuelta a la moral del rebaño (Nietzsche dixit).
La directora se detiene en unas imágenes preciosistas, una banda sonora maravillosa en la que importa tanto el sonido ambiente como la música y el silencio, un silencio medido y palpable, importante.
Algunos dicen que es una historia extendida. Puede ser. Pero eso no es lo molesto. Más bien adolece de fallos de construcción: es como el que se gasta el dinero en una cosa y descuida otras.
La voz en off... Prescindible. Literaria. Artificiosa.
Y la actriz. Rinko Kikuchi. La mejor brisa salida de una película en los últimos años, la ausencia y el dolor, la belleza y la distancia. Se viste con corazas para mostrar que está desnuda y que es frágil, y que ama la vida y el dolor y la posibilidad de un instante evanescente de gozo. Puede matar, puede que la maten. Ama sin saber exactamente si esa entrega tiene sentido o es un paseo al borde del acantilado con los ojos vendados. Ella es la película. Coixet hace unas mujeres extraordinarias; no tanto hombres.
Y es hermosa, es un perfume de erotismo que recorre cada sala, cada butaca. O será que soy un hombre perverso, que prefiere estas levedades a las neumáticas mendacidades de las actrices habituales.
nexussiete
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9
5 de septiembre de 2009
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo un hijo de 10 años. Voy al cine todas las semanas dos veces: una a ver pelis de consumo, de Oscar y demás; otra a ver pelis de cine-club: coreanas, afganas y pakistaníes. Y de vez en cuando voy con mi muchacho a ver una de las suyas. Menos mal. Porque me trago piezas tan indegeribles como "Hotel para perros", pero a veces salgo del cine pensando que estoy salvando a mi hijo para la causa. Esto es "Up".
Qué arranque, qué valentía. Sólo por eso ya merece la pena pasar por Taquilla. Eso es cine: especialmente ese recorrido por una vida, sin palabras, con la grámatica de la cámara y una banda sonora que atrapa a todos los padres y (sin que se den cuenta: es el virus del buen cine) a todos los hijos. Y contando cosas como la pérdida de un hijo, las dificultades económicas y la muerte. Felicidades a los que fueron tan valientes como para autorizar este comienzo.
Lo demás está muy bien, cómo no. Es simpático, es una historia de superación de dificultades y persecución de sueños imposibles. En esto no hay muchas novedades. Pero los personajes tienen luces y sombras, no son planos, están dibujados en una gama de grises cambiantes, son capaces del bien y mal, tienen sentimientos, son humanos (más que muchas pelis con humanos que parecen dibujos). Y el mejor el es chico, ese boy-scout que no ha visto el campo, con un padre missing y necesitado de un sucedáneo: medallas, prestigio.
Y los disparatados bichos... Mejor verla. O verla de nuevo. Comprarla, que la vea tu hijo una y otra vez, que no se contamine con esos otros virus que también transmite el cine adocenado que contempla el rebaño habitual.
Un aviso a los propietarios de las salas: es tan buena que los niños olvidan comer las palomitas. Vale la pena el gasto.
nexussiete
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