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9

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9
7.8
1,548
Documental
Una mujer joven lucha por unir el amor, la guerra y su papel como madre durante cinco años en el contexto de la guerra de Siria. (FILMAFFINITY)
2 de julio de 2020
2 de julio de 2020
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El documental For Sama (2019), realizado por la periodista siria Waad Al-Kateab en coproducción con la productora estadounidense PBS, retrata las vivencias de un matrimonio de jóvenes que eligió quedarse en Alepo para luchar contra la dictadura de Al-Assad.
Por Nicolás Bianchi
Si bien es imposible experimentar cómo es vivir en un hospital bombardeado durante la guerra civil siria sin estar allí, el documental For sama (2019) traslada a la pantalla esas vivencias, esas muertes.
En 2011, como parte de la primavera árabe, comenzó a desarrollarse en Siria el movimiento revolucionario contra la dictadura de la familia Al-Assad que gobierna desde 1970. Los rebeldes lograron importantes avances y pusieron en jaque al régimen hasta que la entrada de Estado Islámico en 2014 complejizó aún más el conflicto. A su vez, la participación de los jihadistas provocó la participación de distintas potencias mundiales, todas bajo el pretexto de combatir a los milicianos más radicales.
Estados Unidos, Francia e Inglaterra comenzaron a sostener a los grupos rebeldes, fundamentalmente mediante la provisión de armas y materiales. Rusia e Irán se alinearon con el gobierno de Al-Assad, en un principio, contra el Estado Islámico, que para 2017 ya había sido prácticamente desmantelado. Sin embargo, el conflicto en Siria continuó y continúa hoy en día. Se estima que la guerra civil produjo 500 mil muertes mientras que 5 millones de personas se exiliaron en busca de refugio.
El documental está narrado en primera persona por su realizadora, la periodista siria Waad Al-Kateab, quien comienza el relato como estudiante universitaria en los comienzos del conflicto. La joven cuenta que participaba de un grupo de militantes pacíficos que buscaban terminar con la dictadura de Al-Assad. Así es como conoce a su futuro marido Hamza Al-Katheab, un médico que atendía a quienes eran heridos en las protestas contra el régimen. Con el correr de los años la represión recrudece. Las fuerzas de seguridad de Al-Assad comienzan a ejecutar masivamente a quienes se le oponen. Miles comienzan a dejar la ciudad de Alepo, la segunda del país, donde ellos viven. Waad y Hamza sostienen la convicción militante de quedarse e intentar cambiar la realidad de su ciudad y su país.
Como el conflicto armado recrudece se ven obligados a mudarse al hospital donde Hamza trabaja atendiendo ahora a heridos, la mayoría por los bombardeos aéreos que sufre la ciudad. Mientras tanto, Waad graba imágenes y publica videos, bajo seudónimo, en YouTube y otras redes sociales. La vida cotidiana de la pareja se vuelve una pesadilla en la que abunda la muerte y la sangre. En ese proceso Waad queda embarazada y luego tiene a su hija Sama, nacida en el hospital en medio de los bombardeos.
Es difícil encontrar imágenes tan desgarradoras como las que muestra For Sama. Es la guerra y la muerte, la destrucción en primera persona. ¿Con qué derecho se podría decir que exhibir cadáveres, heridos desangrándose o madres llorando a sus hijos son golpes bajos si quien presenta el documental vivió esa realidad cotidianamente? No hay cuestionamiento posible. Waad y Hamza vieron sus vidas atravesadas por la guerra. No es exagerado decir que ambos son héroes.
En dos sentidos la película pone en cuestión los límites de la tecnología. En primer lugar no hay equipo de efectos especiales que pueda equiparar la tensión que logra Waad con su modesta cámara durante los bombardeos. Luego, en un plano más general, se muestran los límites de las tecnologías de la comunicación y las redes sociales para definir los conflictos. Si bien la circulación de información y las convocatorias por celulares fueron fundamentales para organizar la resistencia contra Al-Assad, al problema lo terminan definiendo las bombas, los aviones, las armas, las decisiones de los presidentes de los países más poderosos del mundo.
Por Nicolás Bianchi
Si bien es imposible experimentar cómo es vivir en un hospital bombardeado durante la guerra civil siria sin estar allí, el documental For sama (2019) traslada a la pantalla esas vivencias, esas muertes.
En 2011, como parte de la primavera árabe, comenzó a desarrollarse en Siria el movimiento revolucionario contra la dictadura de la familia Al-Assad que gobierna desde 1970. Los rebeldes lograron importantes avances y pusieron en jaque al régimen hasta que la entrada de Estado Islámico en 2014 complejizó aún más el conflicto. A su vez, la participación de los jihadistas provocó la participación de distintas potencias mundiales, todas bajo el pretexto de combatir a los milicianos más radicales.
Estados Unidos, Francia e Inglaterra comenzaron a sostener a los grupos rebeldes, fundamentalmente mediante la provisión de armas y materiales. Rusia e Irán se alinearon con el gobierno de Al-Assad, en un principio, contra el Estado Islámico, que para 2017 ya había sido prácticamente desmantelado. Sin embargo, el conflicto en Siria continuó y continúa hoy en día. Se estima que la guerra civil produjo 500 mil muertes mientras que 5 millones de personas se exiliaron en busca de refugio.
El documental está narrado en primera persona por su realizadora, la periodista siria Waad Al-Kateab, quien comienza el relato como estudiante universitaria en los comienzos del conflicto. La joven cuenta que participaba de un grupo de militantes pacíficos que buscaban terminar con la dictadura de Al-Assad. Así es como conoce a su futuro marido Hamza Al-Katheab, un médico que atendía a quienes eran heridos en las protestas contra el régimen. Con el correr de los años la represión recrudece. Las fuerzas de seguridad de Al-Assad comienzan a ejecutar masivamente a quienes se le oponen. Miles comienzan a dejar la ciudad de Alepo, la segunda del país, donde ellos viven. Waad y Hamza sostienen la convicción militante de quedarse e intentar cambiar la realidad de su ciudad y su país.
Como el conflicto armado recrudece se ven obligados a mudarse al hospital donde Hamza trabaja atendiendo ahora a heridos, la mayoría por los bombardeos aéreos que sufre la ciudad. Mientras tanto, Waad graba imágenes y publica videos, bajo seudónimo, en YouTube y otras redes sociales. La vida cotidiana de la pareja se vuelve una pesadilla en la que abunda la muerte y la sangre. En ese proceso Waad queda embarazada y luego tiene a su hija Sama, nacida en el hospital en medio de los bombardeos.
Es difícil encontrar imágenes tan desgarradoras como las que muestra For Sama. Es la guerra y la muerte, la destrucción en primera persona. ¿Con qué derecho se podría decir que exhibir cadáveres, heridos desangrándose o madres llorando a sus hijos son golpes bajos si quien presenta el documental vivió esa realidad cotidianamente? No hay cuestionamiento posible. Waad y Hamza vieron sus vidas atravesadas por la guerra. No es exagerado decir que ambos son héroes.
En dos sentidos la película pone en cuestión los límites de la tecnología. En primer lugar no hay equipo de efectos especiales que pueda equiparar la tensión que logra Waad con su modesta cámara durante los bombardeos. Luego, en un plano más general, se muestran los límites de las tecnologías de la comunicación y las redes sociales para definir los conflictos. Si bien la circulación de información y las convocatorias por celulares fueron fundamentales para organizar la resistencia contra Al-Assad, al problema lo terminan definiendo las bombas, los aviones, las armas, las decisiones de los presidentes de los países más poderosos del mundo.