Los becarios es una comedia ligera que nos lleva a trabajar en Google, esa súper familia feliz en la que aparentemente no curra ni el tato. La película es un entretenimiento bienintencionado que se alarga demasiado.

Shawn Levy es un director habitual de este tipo de películas y un tipo que se relaciona con Ben Stiller, Owen Wilson o Vince Vaughn (producto éste último de Los becarios), lo que significa que no le falta trabajo. Levy es ese hombre que hace películas para todos los públicos, comedias familiares con mínimos toques de picardía destinadas a entretener a un sector amplio del público. Puede que demasiado amplio, dicho sea, porque al final nos encontramos con un producto que, si bien cae simpático por su forma de presentarse, acaba siendo un poco como el chico atento que se convierte en pesado. El guion de Vince Vaughn repite los esquemas de la comedia, según los cuales una cosa lleva a la otra y no hay más que rascar, simplemente dejar avanzar la historia y ella misma se autonarra. Con esos papeles a su disposición, Levy sigue también todos los patrones marcados poniendo especial énfasis en resaltar el valor del trabajo en equipo y de la amistad, algo que se agradece a pesar de que para su consecución sea necesario que el bueno de Levy se salte la lógica así a la torera sin preocuparse. Esto viene a ser que en la película importa resaltar el valor del trabajo en equipo, como en Oliver y Benji, y como el mensaje es ese nos importa tres pitos que el campo sea ovalado. Lo más molesto es que sea interminable, tanto en la película como en la mítica serie.

Owen Wilson y Vince Vaughn protagonizan la película tirando de la simpatía que les caracteriza y esforzándose lo suficiente para dar clases a sus jóvenes colegas de cómo lidiar con la comedia ligera. La sorpresa de la película llega con los secundarios, que aprenden rápido y son parte importante de la química del grupo principal. Dylan O'Brien entiende lo reservado de su personaje y lo transmite con eficacia; Josh Brener se levanta como figura de la película con un muy buen trabajo dentro de un personaje ya de por sí atractivo; Tobit Raphael es, seguramente, quien pasa más inadvertido pese a lo que da de sí el autocastigo de su personaje y el grupo se cierra con Tiya Sircar, que brilla con luz propia en un par de escenar y demuestra además un aplomo impresionante. Por otra parte, tenemos nombres como los de la (de nuevo) encantadora Rose Byrne, el de una preciosa y aquí poco atareada Jessica Szohr, el de un muy eficiente Aasif Mandvi, el de un Max Minghella poco afortunado o las cortas apariciones de dos grandes como John Goodman o Will Ferrell.

Resumiendo, que es gerundio: Los becarios es una película floja. Como película, lo es. Eso no significa que no consiga, pese a saltarse varios pasos lógicos, conseguir un clima de amistad y compañerismo como pocas veces se logra en películas de esta clase. Y, obviamente, las carcajadas están aseguradas.