¿Quieres caer preso en una selva... jugar a ser soldado bravo, conocer a muertos sin nombre?... bienvenidos al imperio, el de David Lean, capaz de llevar un drama bélico a otro nivel, lejos de las bombas y metralletas, es cuestión de la amenaza, de una evasión de muerte segura, de trabajar con alegría, "El puente sobre el río Kwai" es una película sobre la conducta, sobre las muchas formas de morir, es razonable y calcula las probabilidades de sobrevivir en un campo en medio de la jungla, plantea dilemas e impone leyes, ser soldados o ser esclavos.

Un reparto de segunda y actuaciones de primera hablan de la rendición, el código de los cobardes, la mentalidad del japonés y el inglés, enfrenta a las naciones en un juego de muerte con honor, resistir, civilizar, la lucha psicológica con castigo en el horno, es inquietante y desafiante, juega con el chantaje y el prestigio, es otra batalla paralela a la guerra, es un drama carcelario más que un film bélico, mide la fuerza de la moral y añade las aventuras del americano y su equipo, una alternativa para completar el contexto de diferentes maneras de afrontar la guerra.

Una encerrona mortal sobre el respeto y la moral, la satisfacción personal y la vergüenza, la labor de equipo, el orden y la disciplina, el puente es una lección de eficacia y de orgullo en un melodrama suave en su conjunto y siempre positivo, que va tomando la senda aventurera del supuesto comandante para confluir en destruir lo construido, en plantear qué es lo primordial, no es que llegue a ser poética ni legendaria, pero es curiosa y vital, es algo ligera pero muy profesional.

Plantea esos objetivos lejanos sobre la salud y el heroismo y agoniza sobre ellos, los enfrenta, pasar a la historia y derrumbarlo, un hermoso puente de paz y guerra, una película agradable y existencial, reflexiva y a veces adversa, siempre ejemplar con el honor y también bastante previsible.