El puente sobre el río Kwai
1957 

7.8
50,945
Bélico. Aventuras
Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), un grupo de prisioneros británicos son obligados por los japoneses a construir un puente. Los oficiales, capitaneados por su flemático coronel, se opondrán a toda orden que viole la Convención de Ginebra sobre los derechos y las condiciones de vida de los prisioneros de guerra. (FILMAFFINITY)
27 de abril de 2006
27 de abril de 2006
240 de 334 usuarios han encontrado esta crítica útil
De las grandes superproducciones de David Lean siempre me han parecido las más flojas la primera y la última, es decir, ”El puente sobre el río Kwai” y ”Pasaje a la India” que las considero bastante inferiores a ”Lawrence..” ”Doctor Zhivago” y ”La hija de Ryan”. Lo que pasa es que esta tiene una halo de fama inmerecida, ganada esencialmente a través de los oscars. Películas como ”Doce hombres sin piedad” o ”Testigo de cargo” que compitieron con esta ese mismo año son superiores, incluso la maravillosa ”Sólo Dios lo sabe” que no estuvo nominada a mejor película tiene poco que envidiar. De acuerdo que la televisión apretaba y que había que premiar a películas que arrastrasen a la gente al cine pero eso no justifica todo, y mucho menos todo lo que pasaré a exponer.
David Lean ha sido un gran director, uno de los grandes, pero en ocasiones era tan británico que no entraba por la puerta. En esta película el chauvinismo llega en instantes al paroxismo aunque algunos no lo vean o no quieran admitirlo.
El cine como cualquier otra cosa en la vida debe ser ético, y cortar 1.500 árboles (de las orillas, donde menos se debe hacer) para construir un puente y volarlo en un país del Tercer Mundo como Sri lanka (entonces Ceilán) donde las infraestructuras son mínimas (como en la India y en todas las colonias británicas donde solo existe una vía que va desde la mina hasta el puerto que embarca la materia a Inglaterra) y pésimas es una barbaridad. Además de teñir las aguas, no precisamente con tintes naturales, cortar el cauce con una presa artificial o comprar un tren de la India y despeñarlo en un sitio donde no hay ferrocarril en vez de donarlo es una aberración. Además que historicamente el puente no se voló. Alec Guiness, arrepentido y cayendo sobre el detonador es bastante hollywoodiense y no le da sentido común a su personaje.
Es curioso que de los ocho oscars a los que estuvo nominada el único que no ganó fue...el del japonés. Mera casualidad.
Película cualitativamente menor de Lean que la hizo para pagar su divorcio, el cuál, le dejó arruinado, y que admitiendo todas las imposiciones del productor (personaje americano, mujeres) y de la Columbia llevó a puerto obtuviendo tal inesperado éxito que ya nunca abandonaría las superproducciones, eso sí, a partir de entonces con un guión más cuidado y con menos intromisiones.
David Lean ha sido un gran director, uno de los grandes, pero en ocasiones era tan británico que no entraba por la puerta. En esta película el chauvinismo llega en instantes al paroxismo aunque algunos no lo vean o no quieran admitirlo.
El cine como cualquier otra cosa en la vida debe ser ético, y cortar 1.500 árboles (de las orillas, donde menos se debe hacer) para construir un puente y volarlo en un país del Tercer Mundo como Sri lanka (entonces Ceilán) donde las infraestructuras son mínimas (como en la India y en todas las colonias británicas donde solo existe una vía que va desde la mina hasta el puerto que embarca la materia a Inglaterra) y pésimas es una barbaridad. Además de teñir las aguas, no precisamente con tintes naturales, cortar el cauce con una presa artificial o comprar un tren de la India y despeñarlo en un sitio donde no hay ferrocarril en vez de donarlo es una aberración. Además que historicamente el puente no se voló. Alec Guiness, arrepentido y cayendo sobre el detonador es bastante hollywoodiense y no le da sentido común a su personaje.
Es curioso que de los ocho oscars a los que estuvo nominada el único que no ganó fue...el del japonés. Mera casualidad.
Película cualitativamente menor de Lean que la hizo para pagar su divorcio, el cuál, le dejó arruinado, y que admitiendo todas las imposiciones del productor (personaje americano, mujeres) y de la Columbia llevó a puerto obtuviendo tal inesperado éxito que ya nunca abandonaría las superproducciones, eso sí, a partir de entonces con un guión más cuidado y con menos intromisiones.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Los japoneses en general no importan en la película, son personas intrascendentes (o sobornables o bestias) incluso Saito va desdibujándose lentamente, ¿por qué se presenta el Bushido como falta de respeto por los derechos humanos contraponiendolo a la carta de Ginebra? Precisamente los siete elementos del Bushido son:
Honradez y Justicia, Valor Heroico, Compasión, Cortesía, Honor, Sinceridad Absoluta, Deber y Lealtad...Y sin embargo se comporta como un sinverguenza, pero vayamos más lejos. Saito prefiere el whisky al sake y el rosbeef al pescado crudo. ¿Que es un oriental que desea ser occidental? ¿o que es tan malvado porque en el fondo es occidental? ¿O como sospecho el guión está mal construido?.
Japón el país del mundo con mayores desastres naturales (maremotos, terremotos, tifones...), con las obras de ingeniería más extraordinarias para soportarlas y sin embargo no saben distinguir un fondo arenoso donde levantar el puente, pero claro los ingenieros británicos si.
Cuando gana el pulso a Saito, Nicholson y sus hombres saltan de alegría, ¿Que celebran? ¿Que van a currar más? ¿Que el clasismo jerarquico se impone? ¿Por qué lo celebran como en una final de rugby? No importa, el pérfido japonés Saito llora.
¿Que hace el calendario de los japoneses con unas chicas pin up? Todo amarillo desean ser norteamericano ¿Verdad?
Discurso clasista, entre oficiales y soldados, ¿donde está el discurso de los señores del partido comunista que afirman pertenecer los guionistas?
Los japoneses son unos pésimos ingenieros, pero ahí están los británicos para que el puente quede perfecto; ni el puente era tan bonito, ni estaba bien hecho-precisamente el ingeniero nipón murió en accidente (es decir no fue destituído por ineptitud) y por eso tuvieron que poner a un británico que no lo hizo tan bien- ni se voló como todo el mundo sabe.
Cuando los japoneses dan algo a los prisioneros, realmente son productos de la Cruz Roja que era de los aliados. Los japoneses no dan nada, lo devuelven.
En realidad los árboles sirven porque se ”parecen” a los olmos que sirvieron para constriur el puente de Londres con 600 años de antiguedad, como sabemos todos la madera asiática es una mierda comparada con la inglesa ¿verdad?
Pero lo mejor es que a los japoneses les enseñan también a organizarse, ya que están mal distribuido los trabajadores. En Toyota les ponen la película todos los días para que aprendan de la eficacia organizativa inglesa.
Por supuesto William Holden, acabará siendo un héroe y morirá intentando volar el puente.
Honradez y Justicia, Valor Heroico, Compasión, Cortesía, Honor, Sinceridad Absoluta, Deber y Lealtad...Y sin embargo se comporta como un sinverguenza, pero vayamos más lejos. Saito prefiere el whisky al sake y el rosbeef al pescado crudo. ¿Que es un oriental que desea ser occidental? ¿o que es tan malvado porque en el fondo es occidental? ¿O como sospecho el guión está mal construido?.
Japón el país del mundo con mayores desastres naturales (maremotos, terremotos, tifones...), con las obras de ingeniería más extraordinarias para soportarlas y sin embargo no saben distinguir un fondo arenoso donde levantar el puente, pero claro los ingenieros británicos si.
Cuando gana el pulso a Saito, Nicholson y sus hombres saltan de alegría, ¿Que celebran? ¿Que van a currar más? ¿Que el clasismo jerarquico se impone? ¿Por qué lo celebran como en una final de rugby? No importa, el pérfido japonés Saito llora.
¿Que hace el calendario de los japoneses con unas chicas pin up? Todo amarillo desean ser norteamericano ¿Verdad?
Discurso clasista, entre oficiales y soldados, ¿donde está el discurso de los señores del partido comunista que afirman pertenecer los guionistas?
Los japoneses son unos pésimos ingenieros, pero ahí están los británicos para que el puente quede perfecto; ni el puente era tan bonito, ni estaba bien hecho-precisamente el ingeniero nipón murió en accidente (es decir no fue destituído por ineptitud) y por eso tuvieron que poner a un británico que no lo hizo tan bien- ni se voló como todo el mundo sabe.
Cuando los japoneses dan algo a los prisioneros, realmente son productos de la Cruz Roja que era de los aliados. Los japoneses no dan nada, lo devuelven.
En realidad los árboles sirven porque se ”parecen” a los olmos que sirvieron para constriur el puente de Londres con 600 años de antiguedad, como sabemos todos la madera asiática es una mierda comparada con la inglesa ¿verdad?
Pero lo mejor es que a los japoneses les enseñan también a organizarse, ya que están mal distribuido los trabajadores. En Toyota les ponen la película todos los días para que aprendan de la eficacia organizativa inglesa.
Por supuesto William Holden, acabará siendo un héroe y morirá intentando volar el puente.
4 de mayo de 2010
4 de mayo de 2010
121 de 177 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los detractores de “El puente sobre el río Kwai” suelen expresar su enorme e injustificada desconsideración hacia esta grandísima peli reprochándole, fundamentalmente, dos aspectos: su desmesurado chauvinismo y su impúdico desdén hacia el pueblo nipón. Pues bien, como no podía ser de otra manera, intentaré centrar mi comentario en rebatir esos endebles y ridículos argumentos. Con uñas y dientes si es necesario. Que nadie se extrañe, pues, si esta vez renuncio a proclamar las innumerables virtudes que atesora esta peli y me limito a refutar esos presuntos y muy discutibles puntos flacos. Hoy toca defender a Lean y no habrá tiempo para florituras. Disculpadme: voy a por el mono de trabajo y vuelvo en un periquete.
Como iba diciendo, el hipotético talón de Aquiles de esta peli residiría -según sus viles y arteros querellantes- en su exagerado patrioterismo. Un exagerado patrioterismo que, unido a ese figurado desprecio a la cultura e idiosincrasia nipona, convertiría la peli de Lean, a su vez, en un auténtico monumento a la arrogancia, a la intransigencia, al fanatismo, a la xenofobia y -por qué no decirlo- al imperialismo británico. Pues bien, ya me disculparéis porque, por muchas vueltas que le dé, no observo nada de eso en “El puente sobre el río Kwai”.
Observo, eso sí, que uno de los personajes principales (el Coronel Nicholson) es un hombre obstinado. Un hombre intransigente y tozudo capaz de seguir el código castrense hasta sus últimas consecuencias. Un hombre capaz de resistir varios días en un cubículo de lata expuesto a pleno sol, sin apenas comer ni beber, con tal de salirse con la suya. Un hombre capaz de reclutar obreros entre los enfermos y heridos y obligarlos a trabajar de sol a sol para ver cumplido su objetivo. ¿Es el Coronel Nicholson un héroe? ¿un superhombre? ¿un ser superior? No, señores. Nada de eso. Nicholson es un hombre desquiciado. Un loco. Un hombre cuya obsesión por mantener la moral alta de su tropa no consigue ocultar esa estrechez de miras que le caracteriza. A él y a cualquier soldado que no sepa improvisar y que se limite a seguir a rajatabla todo código o normativa, oral o escrita, que se le ponga por delante. Quizás la genuina flema británica del coronel consiga engañar a más de uno pero reitero lo dicho, señores: Nicholson está como una puta cabra. Una puta cabra que con su patética conducta no hace más que corroborar lo absurda e irracional que es cualquier guerra. ¿Es eso ser chauvinista? ¿Construirles un puente a los japos mientras les silbas la marcha del coronel Bogey? ¡Venga, ya!
(sigue en spoiler sin spoiler)
Como iba diciendo, el hipotético talón de Aquiles de esta peli residiría -según sus viles y arteros querellantes- en su exagerado patrioterismo. Un exagerado patrioterismo que, unido a ese figurado desprecio a la cultura e idiosincrasia nipona, convertiría la peli de Lean, a su vez, en un auténtico monumento a la arrogancia, a la intransigencia, al fanatismo, a la xenofobia y -por qué no decirlo- al imperialismo británico. Pues bien, ya me disculparéis porque, por muchas vueltas que le dé, no observo nada de eso en “El puente sobre el río Kwai”.
Observo, eso sí, que uno de los personajes principales (el Coronel Nicholson) es un hombre obstinado. Un hombre intransigente y tozudo capaz de seguir el código castrense hasta sus últimas consecuencias. Un hombre capaz de resistir varios días en un cubículo de lata expuesto a pleno sol, sin apenas comer ni beber, con tal de salirse con la suya. Un hombre capaz de reclutar obreros entre los enfermos y heridos y obligarlos a trabajar de sol a sol para ver cumplido su objetivo. ¿Es el Coronel Nicholson un héroe? ¿un superhombre? ¿un ser superior? No, señores. Nada de eso. Nicholson es un hombre desquiciado. Un loco. Un hombre cuya obsesión por mantener la moral alta de su tropa no consigue ocultar esa estrechez de miras que le caracteriza. A él y a cualquier soldado que no sepa improvisar y que se limite a seguir a rajatabla todo código o normativa, oral o escrita, que se le ponga por delante. Quizás la genuina flema británica del coronel consiga engañar a más de uno pero reitero lo dicho, señores: Nicholson está como una puta cabra. Una puta cabra que con su patética conducta no hace más que corroborar lo absurda e irracional que es cualquier guerra. ¿Es eso ser chauvinista? ¿Construirles un puente a los japos mientras les silbas la marcha del coronel Bogey? ¡Venga, ya!
(sigue en spoiler sin spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Tres cuartos de lo mismo opino de quienes afirman que los japos son despreciados o ridiculizados en esta peli. Eso es falso. Rotundamente falso. Máxime cuando Saito demuestra ser un hombre con la suficiente astucia y sensatez como para conseguir tener a su terco prisionero contento como unas pascuas y que, además, le construya el dichoso puente en el plazo convenido. Y hago hincapié en ese ‘le construya’ porque si resulta que entre los soldados británicos hay un ingeniero especializado en puentes -y entre los japos, no- es de cajón que los de Nicholson dirijan el proyecto ¿no?
En fin, que menospreciar una peli de este calibre por este tipo de chorradas me parece, francamente, una gilipollez. Más aún cuando, a mi juicio, los que se han cebado con ella han malinterpretado (por no decir tergiversado) el verdadero espíritu de Lean y sus guionistas. Un espíritu, bajo mi punto de vista, profundamente autocrítico, antibélico y -sobre todo- honesto.
(A Valkiria)
En fin, que menospreciar una peli de este calibre por este tipo de chorradas me parece, francamente, una gilipollez. Más aún cuando, a mi juicio, los que se han cebado con ella han malinterpretado (por no decir tergiversado) el verdadero espíritu de Lean y sus guionistas. Un espíritu, bajo mi punto de vista, profundamente autocrítico, antibélico y -sobre todo- honesto.
(A Valkiria)
5 de julio de 2010
5 de julio de 2010
64 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífico film bélico realizado por David Lean con unos estupendos William Holden, Alec Guiness y Sessue Hayakawa como inolvidables protagonistas. Relata el orgulloso pulso entre los prisioneros británicos y los captores japoneses por la construcción de un puente que facilite el paso de suministros del ejército nipón.
Lo que en un principio emerge como desdeñable actividad para el enemigo acaba convirtiéndose en objetivo vital, en lo único que puede perdurar en la vida del obsesivo coronel Nicholson, cuya frontera entre cumplimiento del deber y la paranoia (ver como recluta a los prisioneros enfermos) cada vez se desdibuja más con el paso del tiempo en cautiverio. En contraposición, el mayor americano Shears, hombre pragmático y realista en desacuerdo con el coronel inglés, se empeña en fugarse, burlando al control de Saito, cuya constante confrontación con Nicholson es el motor del film. El orgullo, el esfuerzo, la unidad del equipo frente a las adversidades, la confrontación oriente-occidente, la locura de la guerra, etc. son las señas de identidad de uno de los más famosos films bélicos de la historia. No es la mejor obra del maestro Lean, prefiero “Lawrence de Arabia” o “Doctor Zhivago”, pero es un excelente relato de aventuras, adaptado a partir de la novela homónima de Pierre Boulle.
Por eso alucino bastante con la mayoría de críticas negativas vertidas sobre “El puente sobre el rio Kwai”, todas ellas basadas en el descrédito histórico y la supuesta función propagandística pro británica de la cinta, y no en sus inherentes valores cinematográficos. Films bélicos desde el lado aliado que presentaban a las potencias del eje fascista Alemania-Italia-Japón como monstruos de forma maniquea las hay a centenares, y sí pudieron asentar ideologías y provocar mucha distorsión en el imaginario de su época respecto a la percepción global de los hechos reales, pero creo que hoy en día nuestra visión desde la distancia y el acceso a la información del que podemos disfrutar, palian sobradamente (si queremos) este hecho.
Al que realmente le importe informarse y quiera conocer los hechos dispone de muchísimos libros y documentación desde múltiples puntos de vista para formarse su propia opinión; ¿O es que parece que sea el cine la única vía de conocimiento y que haya causado daños irreparables en la memoria histórica? Estamos en 2010 y creo que podemos ser lo suficientemente sensatos y curtidos como para colocar las cosas ideológicamente en su sitio y separar el arte de política, la realidad de la ficción. ¿Lapidamos automáticamente la filmografía de John Ford por su maltrato en celuloide a los indios? ¿A Clint Eastwood o Sam Peckinpah por su constante apología de la ley del talión? ¿A Tarantino por su lenguaje soez y reaccionaria ultraviolencia?
(Ánimo, que falta menos)
Lo que en un principio emerge como desdeñable actividad para el enemigo acaba convirtiéndose en objetivo vital, en lo único que puede perdurar en la vida del obsesivo coronel Nicholson, cuya frontera entre cumplimiento del deber y la paranoia (ver como recluta a los prisioneros enfermos) cada vez se desdibuja más con el paso del tiempo en cautiverio. En contraposición, el mayor americano Shears, hombre pragmático y realista en desacuerdo con el coronel inglés, se empeña en fugarse, burlando al control de Saito, cuya constante confrontación con Nicholson es el motor del film. El orgullo, el esfuerzo, la unidad del equipo frente a las adversidades, la confrontación oriente-occidente, la locura de la guerra, etc. son las señas de identidad de uno de los más famosos films bélicos de la historia. No es la mejor obra del maestro Lean, prefiero “Lawrence de Arabia” o “Doctor Zhivago”, pero es un excelente relato de aventuras, adaptado a partir de la novela homónima de Pierre Boulle.
Por eso alucino bastante con la mayoría de críticas negativas vertidas sobre “El puente sobre el rio Kwai”, todas ellas basadas en el descrédito histórico y la supuesta función propagandística pro británica de la cinta, y no en sus inherentes valores cinematográficos. Films bélicos desde el lado aliado que presentaban a las potencias del eje fascista Alemania-Italia-Japón como monstruos de forma maniquea las hay a centenares, y sí pudieron asentar ideologías y provocar mucha distorsión en el imaginario de su época respecto a la percepción global de los hechos reales, pero creo que hoy en día nuestra visión desde la distancia y el acceso a la información del que podemos disfrutar, palian sobradamente (si queremos) este hecho.
Al que realmente le importe informarse y quiera conocer los hechos dispone de muchísimos libros y documentación desde múltiples puntos de vista para formarse su propia opinión; ¿O es que parece que sea el cine la única vía de conocimiento y que haya causado daños irreparables en la memoria histórica? Estamos en 2010 y creo que podemos ser lo suficientemente sensatos y curtidos como para colocar las cosas ideológicamente en su sitio y separar el arte de política, la realidad de la ficción. ¿Lapidamos automáticamente la filmografía de John Ford por su maltrato en celuloide a los indios? ¿A Clint Eastwood o Sam Peckinpah por su constante apología de la ley del talión? ¿A Tarantino por su lenguaje soez y reaccionaria ultraviolencia?
(Ánimo, que falta menos)
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Además, ¿de verdad creemos que no se hacía lo mismo desde el lado japonés? Ya en 1936 (Pacto Anti-Komintern) se disponía de poderosos medios de comunicación como un sistema de radiodifusión y agencia de noticias: Domei-Sha, controladas por un Comité Gubernamental, que también aplicó la manipulación y la censura. Con el estallido de la II G. M., reforzaron aún más sus sistemas, siendo el cine y la radio los instrumentos más utilizados para la persuasión, lo que pasa es que el dominio norteamericano en los mercados cinematográficos mundiales durante todas esas (y estas) décadas colapsó estas obras. Pero ahí están para el que quiera verlas: “Almirante Yamamoto”, “De Pearl Harbor a Midway”, ”La batalla de Okinawa", “La batalla del mar del Japon”, ”Zero”… todos ellos films sobre diferentes conflictos bélicos realizados desde la óptica japonesa, a los que no voy a alabar o maldecir sólo por su posicionamiento nacionalista.
En definitiva, que yo puedo estar disconforme con ciertos enfoques e ideas políticas que son contrarias a mi parecer de muchas películas que me encantan. Lo que no voy a hacer es adoptar un criterio obcecado y excluyente e ignorar o condenar automáticamente una obra de arte al ostracismo por el mero hecho de no comulgar con las ideas que expone; para eso ya me formaré yo mi propio criterio. Por favor, no caigamos en el error de depositar toda función educadora exclusivamente en el cine.
Dômo arigatô gozaimashita.
En definitiva, que yo puedo estar disconforme con ciertos enfoques e ideas políticas que son contrarias a mi parecer de muchas películas que me encantan. Lo que no voy a hacer es adoptar un criterio obcecado y excluyente e ignorar o condenar automáticamente una obra de arte al ostracismo por el mero hecho de no comulgar con las ideas que expone; para eso ya me formaré yo mi propio criterio. Por favor, no caigamos en el error de depositar toda función educadora exclusivamente en el cine.
Dômo arigatô gozaimashita.
5 de agosto de 2009
5 de agosto de 2009
56 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
No le falta interés a esta película del maestro Lean, aunque es cierto que determinadas escenas se hacen demasiado pesadas, bien por insustanciales, bien por alargarlas sin sentido alguno.
La relación amor-odio entre los dos protagonistas es sin duda lo mejor del film, con momentos de auténtica locura en los que bordan sus respectivos personajes. Asistimos a un enfrentamiento en toda regla en el que ninguno quiere dar su brazo a torcer.
Por desgracia, no podemos decir lo mismo de Holden, al cual le toca un papel sin chispa, en ocasiones hasta ridículo (momento playa) y con chistes sin gracia alguna.
Muy al contrario, te pone los pelos como escarpias escuchar a los soldados británicos silbar la hiperfamosa canción, un momento grande de la historia del cine, sin duda.
En resumen, entretenida película (muy lejos, eso sí, de otras como Apocalypse Now, Senderos de Gloria o La Chaqueta Metálica) con momentos de cine del bueno pero que sufre bastantes altibajos como para darle una nota mayor, y tampoco ayuda demasiado un final no del todo creíble.
Y en lo referente al hecho de que no refleje la realidad de lo que allí sucedió, nunca hay que olvidar que en el cine lo que predomina es la ficción, y los directores están en su perfecto derecho de plasmarlo como les plazca. Para conocer la historia verdadera ya tenemos los libros de historia.
La relación amor-odio entre los dos protagonistas es sin duda lo mejor del film, con momentos de auténtica locura en los que bordan sus respectivos personajes. Asistimos a un enfrentamiento en toda regla en el que ninguno quiere dar su brazo a torcer.
Por desgracia, no podemos decir lo mismo de Holden, al cual le toca un papel sin chispa, en ocasiones hasta ridículo (momento playa) y con chistes sin gracia alguna.
Muy al contrario, te pone los pelos como escarpias escuchar a los soldados británicos silbar la hiperfamosa canción, un momento grande de la historia del cine, sin duda.
En resumen, entretenida película (muy lejos, eso sí, de otras como Apocalypse Now, Senderos de Gloria o La Chaqueta Metálica) con momentos de cine del bueno pero que sufre bastantes altibajos como para darle una nota mayor, y tampoco ayuda demasiado un final no del todo creíble.
Y en lo referente al hecho de que no refleje la realidad de lo que allí sucedió, nunca hay que olvidar que en el cine lo que predomina es la ficción, y los directores están en su perfecto derecho de plasmarlo como les plazca. Para conocer la historia verdadera ya tenemos los libros de historia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Entiendo que Guinness admire su puente, pero de ahí a ponerse del lado de los japoneses para que los aliados no lo derriben. No creo que hacerle pasar por loco haga demasiado bien al final de la película.
31 de enero de 2009
31 de enero de 2009
49 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera superproducción en pantalla panorámica del realizador inglés David Lean (“Breve encuentro”, 1945). El guión, de Carl Foreman y Michael Wilson, adapta la novela “Le pont de la rivière Kwai” (1952), de Pierre Boulle. Se rueda en Sri-Lanka (Kelani River), Malasia, Thailandia y Myanmar (antes Birmania), con un presupuesto de 3 M USD. El film es nominado a 8 Oscar y gana 7 (película, director, guión adaptado, actor, fotografía, música y montaje). Producido por Sam Spiegel (“La reina de África”, Huston, 1951) para Horizon Prod. y Columbia, se estrena el 2-X-1957 (RU).
La acción dramática principal tiene lugar a orillas del río Kwai, en un punto situado a 5 km de la aldea de Kanshanaburi (Myanmar), entre febrero y mayo de 1943. Tras rendirse a los japoneses, el coronel Nicholson (Guinness) y el batallón bajo su mando son conducidos a un campo de trabajo junto al río Kwai para la construcción de un puente. El comandante del campo, coronel Saito (Hayakawa) exige que los oficiales realicen trabajos físicos, como los soldados. Nicholson, que se opone a ello amparándose en la Convención de Ginebra, es sometido a vejaciones, que no le doblegan. Nicholson es convencional, perfeccionista, arrogante y tozudo. Lleva 28 años de servicio. Presenta una cierta deriva hacia la locura. Saito es rígido, autoritario, tiránico y vanidoso.
El film suma aventuras, drama y guerra. Enfrenta a dos personajes testarudos y obcecados, capaces de los mayores absurdos en nombre del deber y del honor. Pertenecen a bandos enemigos, pero se parecen como dos gotas de agua. El interés principal de ambos está en el cumplimiento estricto y a cualquier precio de los deberes que tienen para con los demás y para con ellos mismos. Por sentido del honor, Nicholson exige, a costa de grandes penalidades, el respeto de los derechos que corresponden a los suyos. No le doblega ni el calor, ni la sed, ni la privación de libertad en condiciones inhumanas a la que es sometido. No admite componendas, incompatibles con el sentido del honor. A Saito le mueve también el sentido del honor, pero comete errores, que ha de pagar.
En relación con la guerra se presentan varias posiciones. Frente a las actitudes de Nicholson y Saito, se levantan las opiniones del comandante americano Shears (Holden) y del médico. Shears es un personaje cínico, vividor, oportunista, manipulador y egoísta, que carece de ideales. Desprecia la guerra porque no le gusta. El médico, portavoz de los guionistas, movido por ideales humanistas, ve la guerra como una suma exasperante de absurdos, despropósitos y locuras. Ahí están el encierro de Nicholson en el “horno”, el entusiasmo con el que éste asume la tarea de construir un puente que se puede entender como una colaboración con el enemigo, el deseo de proyectar sobre el puente el espíritu del pueblo británico, etc. La guerra destruye y mata absurdamente. El sentido del honor lleva a la locura.
(Sigue en el “spoiler” sin desvelar partes del argumento)
La acción dramática principal tiene lugar a orillas del río Kwai, en un punto situado a 5 km de la aldea de Kanshanaburi (Myanmar), entre febrero y mayo de 1943. Tras rendirse a los japoneses, el coronel Nicholson (Guinness) y el batallón bajo su mando son conducidos a un campo de trabajo junto al río Kwai para la construcción de un puente. El comandante del campo, coronel Saito (Hayakawa) exige que los oficiales realicen trabajos físicos, como los soldados. Nicholson, que se opone a ello amparándose en la Convención de Ginebra, es sometido a vejaciones, que no le doblegan. Nicholson es convencional, perfeccionista, arrogante y tozudo. Lleva 28 años de servicio. Presenta una cierta deriva hacia la locura. Saito es rígido, autoritario, tiránico y vanidoso.
El film suma aventuras, drama y guerra. Enfrenta a dos personajes testarudos y obcecados, capaces de los mayores absurdos en nombre del deber y del honor. Pertenecen a bandos enemigos, pero se parecen como dos gotas de agua. El interés principal de ambos está en el cumplimiento estricto y a cualquier precio de los deberes que tienen para con los demás y para con ellos mismos. Por sentido del honor, Nicholson exige, a costa de grandes penalidades, el respeto de los derechos que corresponden a los suyos. No le doblega ni el calor, ni la sed, ni la privación de libertad en condiciones inhumanas a la que es sometido. No admite componendas, incompatibles con el sentido del honor. A Saito le mueve también el sentido del honor, pero comete errores, que ha de pagar.
En relación con la guerra se presentan varias posiciones. Frente a las actitudes de Nicholson y Saito, se levantan las opiniones del comandante americano Shears (Holden) y del médico. Shears es un personaje cínico, vividor, oportunista, manipulador y egoísta, que carece de ideales. Desprecia la guerra porque no le gusta. El médico, portavoz de los guionistas, movido por ideales humanistas, ve la guerra como una suma exasperante de absurdos, despropósitos y locuras. Ahí están el encierro de Nicholson en el “horno”, el entusiasmo con el que éste asume la tarea de construir un puente que se puede entender como una colaboración con el enemigo, el deseo de proyectar sobre el puente el espíritu del pueblo británico, etc. La guerra destruye y mata absurdamente. El sentido del honor lleva a la locura.
(Sigue en el “spoiler” sin desvelar partes del argumento)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El relato consta de dos actos diferenciados. En el primero se desarrolla la lucha entre Nicholson y Saito, mientras en el segundo Nicholson se convierte en el líder de hecho. El relato se presenta narrado con la habilidad, pulcritud y maestría de Lean. Mantiene un ritmo intenso, que se acelera hacia el final, en coherencia con la progresión dramática de la acción. Para Lean la realización del film supone cambios importantes. A partir de entonces sólo dirige superproducciones. Se convierte en un director de fama internacional y de éxito. Deja atrás la etapa de las producciones intimistas, de temas centrados en el ser humano individual. Se mantiene como realizador de referencia de superproducciones durante los últimos 50 y todos los 60.
El puente no es una maqueta, es una construcción real. En ella se invirtieron 6 meses de trabajos, con un coste del orden de los 250.000 USD de la época. El tren también es real: se adquirió a los descendientes de un coleccionista. Para el rodaje de los planos de la inauguración del puente el 12-V-1943 se dispuso de 5 cámaras simultáneas.
Los guionistas fueron Carl Foreman, que desarrolló el guión, y Michael Wilson, que lo supervisó y lo completó. No intervino en él Pierre Boulle. La omisión inicial de los nombres de los dos guionistas se explica porque los dos se hallaban represaliados por el Comité de Actividades Antiamericanas o “caza de brujas”. Hasta los años 80 no se les reconoció como ganadores del Oscar que el film había obtenido en el apartado de mejor guión adaptado. Gran interpretación de Guinness.
La música, de Malcom Arnold, ofrece una partitura descriptiva y dramática, como el corte “Freck to the Bridge”, dedicado a las penalidades de la travesía de la jungla. “Sunset”, dedicado a la puesta de sol, aporta una emotiva composición impresionista. Añade la “Marcha del Coronel Bogey”, del mayor Kenneth J. Alford, en versiones orquestal, silbada y mixta. La fotografía, de Jack Hildyard (“55 días en Pekín”, Ray, 1963), en color (technicolor) y scope, se ajusta a una estética realista, objetiva y clasicista. Muestra la belleza y grandiosidad del paisaje, que exalta como hábitat natural de especies.
Film reconocido y recordado, referente del cine bélico.
El puente no es una maqueta, es una construcción real. En ella se invirtieron 6 meses de trabajos, con un coste del orden de los 250.000 USD de la época. El tren también es real: se adquirió a los descendientes de un coleccionista. Para el rodaje de los planos de la inauguración del puente el 12-V-1943 se dispuso de 5 cámaras simultáneas.
Los guionistas fueron Carl Foreman, que desarrolló el guión, y Michael Wilson, que lo supervisó y lo completó. No intervino en él Pierre Boulle. La omisión inicial de los nombres de los dos guionistas se explica porque los dos se hallaban represaliados por el Comité de Actividades Antiamericanas o “caza de brujas”. Hasta los años 80 no se les reconoció como ganadores del Oscar que el film había obtenido en el apartado de mejor guión adaptado. Gran interpretación de Guinness.
La música, de Malcom Arnold, ofrece una partitura descriptiva y dramática, como el corte “Freck to the Bridge”, dedicado a las penalidades de la travesía de la jungla. “Sunset”, dedicado a la puesta de sol, aporta una emotiva composición impresionista. Añade la “Marcha del Coronel Bogey”, del mayor Kenneth J. Alford, en versiones orquestal, silbada y mixta. La fotografía, de Jack Hildyard (“55 días en Pekín”, Ray, 1963), en color (technicolor) y scope, se ajusta a una estética realista, objetiva y clasicista. Muestra la belleza y grandiosidad del paisaje, que exalta como hábitat natural de especies.
Film reconocido y recordado, referente del cine bélico.
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