Si habeis visto Maktub encontrareis más de una similitud con ésta, similitudes además objetivas e incontestables, simplemente ésta es más ingeniosa y menos melodramática, pero también cae repetidamente en la sensiblería -primeros planos lagrimones con musica delicada a todo volumen- , además de reincidir en bromas para el público no grande, sino grandísimo, que entre todo el mundo y a todos guste. Humor de quincallería, que, bueno, no es que esté mal, pero cuando veo el consenso que suscita, imagino que suscitara consenso parecido en vez de el humor, el odio...y se me eriza el vello.
Pero bueno, creo que el humor es lo menos malo de la peli. Es más avieso cómo esconde una tendencia a aceptar todas las desigualdades sociales. EL negro pobre es el cachondo aceptado y al final querido por un ricachón al que no habría llegado nunca si no fuera por una mezcla de casualidad y de necesidad EXCEPCIONAL. Dado que la situación es la excepción que confirma la regla, que es la de la desigualdad y la del sometimiento de una parte por la otra, sometimiento al que en este film se le da la vuelta. No sé por qué para reír hay que someterse, volverse borrego aceptador.
Apoyada por una campaña tan decidida como la fórmula puesta en práctica en el film -film que creo no va más allá de ser una fórmula, aunque entretenida- la sala estaba sin lugar para una aguja. No digo que no se vaya a ver, pues se pasa un buen rato, y además ya sé que su campaña la hace imparable. Pero es un humor tan ligero que no deja impresión, al no tener fondo, por mucho que el mensaje sea de lo más del gusto de los tiempos y se pretenda profundo. Claro, de eso se trataba. De vender con el mensajito que nos haga creernos a todos iguales. El engaño de la fraternidad entre ricos y pobres.