Cahill sigue insistiendo por la misma senda de ficción pseudo científica metafórica new age pretenciosa con la que se inició en su anterior trabajo, "Otra tierra" (2011), A algunos este camino "les pone" y a otros nos sigue pareciendo un poco pastel y carismático. En cualquier caso la evolución como cineasta es notable, la película es entretenida, se agradece que el eficiente reparto diversifique la acción, el ritmo, por momentos la intriga y la narrativa ha mejorado notablemente con momentos visuales logrados de los que también dio muestras anteriormente.
El equilibrio entre la historia personal afectiva, la ciencia ficción y el interrogante existencial es como una boya que se hunde y sale a la superficie constantemente pero que en definitiva flota. El trasfondo sigue quedando a gusto del consumidor aunque Cahill no puede resistirse a un final emocional y acaba tomando partido.

Quien sorprendió con Otra tierra ahora se lleva el premio gordo en Sitges y es que Mike Cahill parece encaminarse hacía una ciencia ficción de la que hace pensar, durante y después de haberla visto su obra, con orígenes da una vuelta de tuerca y nos sumerge en lo más profundo de una mirada.

Cualquiera que se plantee su visualización sabrá apreciar lo estéticamente perfecta que resulta, toda ella rodada con una delicadeza extrema que resulta insultante el no apreciarlo, los cambios de cámara, los planos secuenciales, los marcos... todo ello hecho para el disfrute del espectador menos interesado de la propuesta que hace que por lo menos le quede la sensación de una puesta en escena vertiginosa que le haga salir a comprar la exquisita banda sonora que posee. Para los que buscan y se han interesado por la trama todo puede ser distinto; la trama arranca de una forma abrumadora, todo parece precipitarse muy rápido, lo que provoca que desde muy pronto estemos conectados en la misma frecuencia. La trama es innovadora , fresca , original y poco previsible, su arranque frenético hace que postulemos una película rápida y sin tiempos muertos, a si es que una una vez que su inicio baja el ritmo nos quedamos un poco desconectados de nuevo, ya que la historia romántica dramática primera se nos puede hacer un poco larga, ya que todos esperamos ver más el desarrollo de los sucesos que la evolución de la historia de amor que resulta clave para dicho desarrollo pero que se ha podido abreviar bastante.

La trama empieza a remontar el vuelo con la salida del segundo acto y el comienzo de la recta final, esos 40 minutos finales, es pura esencia, en donde la ficción se mezcla con la ciencia y no somos capaces de diferenciar lo uno de lo otro, son eso 40 minutos, junto con el arranque y junto con la presentación de los hechos lo que la hacen merecedora de ser una de las tramas más ingeniosas del último tiempo, ya que nos hace reflexionar de lo verdaderamente posible y de todas sus posibilidades, no introduce en una espiral en donde la concepción de un pensamiento puede ser otra ventana hacía otro laberinto.

Los actores hacen una labor aceptable, no hay grandes interpretaciones , pero tampoco grandes desastres, logran salvar los muebles sin llamar demasiado la atención.

Como conclusión podemos decir que Orígenes es un grato descubrimiento para los amantes del género, una película sin un presupuesto elevado que logra alzar al género sin derroches y con más puntos a favor que en contra.

Lo mejor: Visualmente no tiene pegas, es perfecta.
Lo peor: Algunos pasajes amorosos llegan ser demasiado extensos.

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Vaya por delante que Orígenes me parece el intento más serio y más esmerado de intentar conciliar, aunque sea en la ficción, la eterna lucha entre lo racional y lo numinoso, entre ciencia y fe. Es de agradecer que el guión se haya tomado la molestia de argumentar y hacer plausible la proposición de fondo de la película: se toma algunas licencias que pueden personarse porque son imprescindibles para hacer avanzar la trama, pero en general se sigue con atención y el trabajo de los actores es correcto. La pega que se le puede poner es que no acaba de conseguir un ritmo homogéneo y podría prescindir de varias escenas redundantes, fracasando quizás en que el el espectador llegue al Gran final y se vea conmovido, o al menos impresionado: más bien se produce cierta admiración y respeto por el abordaje que hace Cahill de un tema tan espinoso. Pero en cualquier caso, Orígenes es una película diferente y muy recomendable para los aficionados al género y a las disquisiciones filosóficas y a lo... intangible.

La película toma el nombre del teólogo oriental homónimo es considerado un Padre de la Iglesia oriental, destacado por su erudición y, junto con San Agustín y Santo Tomás uno de los tres pilares de la teología cristiana. Contrario a lo que afirmaban otros teosofistas, Orígenes era contrario a la doctrina de la reencarnación. Conocedor del concepto a partir de la filosofía griega, afirma que la transmigración "...es ajena a la Iglesia de Dios, no enseñada por los apóstoles, y no apoyada por las Escrituras".

Este es el punto de partida de la cinta, en el que Orígenes es representado por Michael Pitt, del que disfrutamos entre otras en Funny Games, reputado científico empeñado en demostrar con sus experimentos la no existencia de Dios y la causalidad de la evolución.

Con esta premisa se inicia, en clave preciosista y estética sundance, el fallido intento de Mike Cahill de entablar un falso debate interno en el espectador sobre ciencia versus espiritualidad.

Y este es el mayor problema que veo en la historia. Ian Gray vive enfrascado en sus ideas ateas hasta que conoce a Sofi, una misteriosa mujer encarnada por Astrid Bergès-Frisbey, profundamente espiritual, que producirá en él un terremoto emocional, profundamente arraigado a la pasión que ella despierta.

A nivel técnico, el film es prácticamente perfecto. Una excelente fotografía, actuaciones fantásticas, una buena banda sonora perfectamente integrada con la imagen, ambientación y ritmo más que correcto, notable dirección... ¡Nada que objetar! ¿Qué falla entonces en Orígenes?

Pues que la fingida opción que se presenta al espectador queda anulada por las continuas casualidades que uno debe aceptar de buen grado en el desarrollo de la trama, y que condicionan por completo la opinión a adoptar, abocándose sí o sí a la necesidad de posicionarse del lado de la espiritualidad si se quiere dar una cierta consistencia a lo que estamos viendo; abortando cualquier atisbo de discrepancia o discusión con la propuesta científica. En este aspecto, no funciona ni como fábula, ni mucho menos como ejercicio de debate.

Cuando los cimientos de la credibilidad están a punto de caer por los suelos, la escena en que Ian entra en un hotel de la India, con una niña de corta edad, sola, de la mano, para llevársela a su habitación (con muy buenas intenciones, eso por descontado), dinamita por completo la verosimilitud de la propuesta. ¿Acaso Mike Cahill no ha oído hablar del abuso a menores? ¿Piensa que un occidental blanco, rubio y adinerado puede hacer algo así en un hotel decente sin que sus responsables llamen a las autoridades al instante?

Orígenes no es una mala película, ni mucho menos, pero ser la ganadora de un festival tan prestigioso como el de Sitges, debe implicar un plus que no se encuentra en la cinta, o por lo menos yo no he sabido encontrarlo.

Una pequeña decepción, quizás debidas a mis altas expectativas.

Rul T.
www.diasdeterror.com

No se engañen, no es una película de ciencia-ficción. No es que la vendan como si la fuera, pero algunas categorizaciones de las webs sobre films pueden llegar a error. Sí que es cierto que la película plantea ciertos avances científicos que hoy en día no existen, pero tanto como para catalogarla como un film de sci-fi, pues no.
No es otra cosa que un drama, de corte romántico, sobre el impacto que provoca sobre un joven y visionario científico, una relación con una misteriosa chica de la que se queda prendado aún sólo habiéndole visto sus ojos. Esta relación le marcará para toda la vida, hasta encontrar un suceso reparador de su sufrimiento.
El argumento es original y se sigue con bastante interés, y el juego moral sobre ciencia y religión está bien hilado hasta el final. Pero ese final queda bastante descafeinado, aun siendo correcto, dejando toda la película con la sensación de mera anécdota espiritual.