WALL·EAnimación
7.9
131,604
Animación. Ciencia ficción. Romance. Infantil
En el año 2800, en un planeta Tierra devastado y sin vida, tras cientos de solitarios años haciendo aquello para lo que fue construido -limpiar el planeta de basura- el pequeño robot WALL•E (acrónimo de Waste Allocation Load Lifter Earth-Class) descubre una nueva misión en su vida (además de recolectar cosas inservibles) cuando se encuentra con una moderna y lustrosa robot exploradora llamada EVE. Ambos viajarán a lo largo de la galaxia ... [+]
6 de agosto de 2008
6 de agosto de 2008
23 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Martes (creo), 7 de agosto de 2008. Cines Empire, ocho de la tarde, Leicester Square, Londres y última noche en las tierras del té con nubecilla de leche. Cansancio mortal, dos opciones: cine o sardina. Como en este caso, la sardina es irse a dormir, escogemos cine.
El cine es chiquitito, apesta a gominolas y palomitas y hay que sentarse a un metro de la pantalla a riesgo de no ver ni jota. Mucho niño, pero niño británico como God manda, que no dirá esta boca es mía durante toda la proyección y que incluso te dirigirá miradas de odio cuando seas tú quién ose siquiera emitir una tosecilla furtiva o un comentario de estrangis al colega de al lado.
Cascan media hora de anuncios ingleses horteras a más no poder y cuando ya te has quedado medio sopa de ver tanto guachiguachi publicitando healthy food y luxurious travels a la exótica Andalusia, entra el corto preceptivo de Pixar (de museo, como siempre) y con este inmejorable aperitivo visual, "WALL-E" anega la pantalla. Y la elección del verbo "anegar" no es gratuita. Lo que de manera casi abrupta emerge de la luz para abarcar el asombro de nuestros ojos ensimismados es una sinfonía de preciosos parajes postapocalípticos, del tipo de escenas que la ciencia ficción añora desde hace eones. A mi compañero, seguidor ferviente del género, le cae la baba. "No importa", dice, "tengo más". Música mayestática que homenajea e incluso acabará citando, en una de las mejores escenas de la película, el "Also sprach Zarathustra" de Wagner, cuya asociación con "2001, odisea del espacio" no es para nada casual en el filme.
Todo lo demás es un regalo para la vista y para el corazón que además se une a la última hornada de películas que introducen la candente reflexión sobre el papel destructor de la humanidad, la incertidumbre de nuestro destino y la habitabilidad del planeta que tan alegremente nos estamos cargando. Sin ambages, ni cursilerías y además, sin descuidar aspectos más lúdicos y divertidos, "WALL-E" ofrece disfrute a raudales para los chavalines y reflexión y poesía en cantidades casi indecentes para los adultos.
Y aún hay más: el acertado aire retro combinado con el más flamante futurismo, lo expresivos que resultan los robots pese a que apenas hablan en todo el transcurso de la película, el afán de crear algo más allá de la mera animación para niños, es decir, la apuesta de Pixar por hacer una película de ciencia ficción a lo grande, sin límites de edad ni de criterio ni de cultura, una obra de arte al alcance de cualquier nivel de comprensión. Porque una vez más, Lasseter y su gente vuelven a demostrar que la única frontera es la que la ambición y el talento quiera ponerles. Y por el momento, no dan señales de que ni la una ni el otro vayan a acabárseles.
El cine es chiquitito, apesta a gominolas y palomitas y hay que sentarse a un metro de la pantalla a riesgo de no ver ni jota. Mucho niño, pero niño británico como God manda, que no dirá esta boca es mía durante toda la proyección y que incluso te dirigirá miradas de odio cuando seas tú quién ose siquiera emitir una tosecilla furtiva o un comentario de estrangis al colega de al lado.
Cascan media hora de anuncios ingleses horteras a más no poder y cuando ya te has quedado medio sopa de ver tanto guachiguachi publicitando healthy food y luxurious travels a la exótica Andalusia, entra el corto preceptivo de Pixar (de museo, como siempre) y con este inmejorable aperitivo visual, "WALL-E" anega la pantalla. Y la elección del verbo "anegar" no es gratuita. Lo que de manera casi abrupta emerge de la luz para abarcar el asombro de nuestros ojos ensimismados es una sinfonía de preciosos parajes postapocalípticos, del tipo de escenas que la ciencia ficción añora desde hace eones. A mi compañero, seguidor ferviente del género, le cae la baba. "No importa", dice, "tengo más". Música mayestática que homenajea e incluso acabará citando, en una de las mejores escenas de la película, el "Also sprach Zarathustra" de Wagner, cuya asociación con "2001, odisea del espacio" no es para nada casual en el filme.
Todo lo demás es un regalo para la vista y para el corazón que además se une a la última hornada de películas que introducen la candente reflexión sobre el papel destructor de la humanidad, la incertidumbre de nuestro destino y la habitabilidad del planeta que tan alegremente nos estamos cargando. Sin ambages, ni cursilerías y además, sin descuidar aspectos más lúdicos y divertidos, "WALL-E" ofrece disfrute a raudales para los chavalines y reflexión y poesía en cantidades casi indecentes para los adultos.
Y aún hay más: el acertado aire retro combinado con el más flamante futurismo, lo expresivos que resultan los robots pese a que apenas hablan en todo el transcurso de la película, el afán de crear algo más allá de la mera animación para niños, es decir, la apuesta de Pixar por hacer una película de ciencia ficción a lo grande, sin límites de edad ni de criterio ni de cultura, una obra de arte al alcance de cualquier nivel de comprensión. Porque una vez más, Lasseter y su gente vuelven a demostrar que la única frontera es la que la ambición y el talento quiera ponerles. Y por el momento, no dan señales de que ni la una ni el otro vayan a acabárseles.
10 de agosto de 2008
10 de agosto de 2008
17 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parecía increíble.
Increíble que Disney Pixar pudiera superarse ya a sí misma.
Pero lo ha hecho. Una vez más.
De nuevo vuelve a hacer gala de una inaudita y prodigiosa capacidad creativa, derrochando esfuerzo y calidad para legar a las generaciones presentes y venideras una obra de arte de la animación por ordenador que destroza todos los moldes y que asciende un escalón de gigante, por encima de todas las otras maravillas animadas creadas por Disney Pixar y las demás compañías consagradas a un género que nunca dejará de deslumbrarme.
Con unas imágenes sin precedentes colmadas de realismo y de imaginación, diseñadas hasta el detalle más minúsculo, se nos invita a un viaje que nos lleva hasta una Tierra casi muerta e invadida por los residuos que la humanidad ha ido generando en años y años de negligencia, agotando los recursos naturales y convirtiendo el planeta entero en un vertedero.
Ya hacia siglos que no quedaban vestigios de vida. Los humanos se marcharon al espacio en una enorme nave de recreo y dejaron en la Tierra un batallón de máquinas y robots programados para limpiar. En un principio se suponía que el proceso de limpieza iba a ser rápido y que la vida florecería pronto. Pero los años se transformaron en siglos y la ausencia de formas de vida impide a los humanos regresar a su antiguo hogar.
Pero no todo está muerto.
Tras setecientos años, por fin hay indicios de que no todo está inerte.
Un pequeño robot de limpieza, un WALL-E (siglas que significan que es una máquina destinada a recoger y ordenar basuras) es todo lo que queda de aquel batallón de limpieza inicial. Él continúa ejerciendo su oficio, recogiendo toneladas de desperdicios. Pero tras tanto tiempo moviéndose y recopilando cosas, ya no se limita a su labor. Ha desarrollado un alma, tiene sentimientos y piensa por sí mismo. Le gusta guardar objetos, todas las noches ve un vídeo de "Hello, Dolly" que le despierta la vena romántica, y se hace amigo de una cucaracha (un indicio de que los seres vivos vuelven a extenderse). Su rutina se desliza entre montañas de basura, en las que él encuentra mútiples tesoros para su colección, y entre los restos fantasmales de una civilización abandonada. Tormentas de polvo, un cielo que ya no es azul oscurecido por brumas grisáceas y amarillentas. Un paisaje desolador cubierto de escombros y de suciedad, que sin embargo arrebata con una rara belleza degradada.
Increíble que Disney Pixar pudiera superarse ya a sí misma.
Pero lo ha hecho. Una vez más.
De nuevo vuelve a hacer gala de una inaudita y prodigiosa capacidad creativa, derrochando esfuerzo y calidad para legar a las generaciones presentes y venideras una obra de arte de la animación por ordenador que destroza todos los moldes y que asciende un escalón de gigante, por encima de todas las otras maravillas animadas creadas por Disney Pixar y las demás compañías consagradas a un género que nunca dejará de deslumbrarme.
Con unas imágenes sin precedentes colmadas de realismo y de imaginación, diseñadas hasta el detalle más minúsculo, se nos invita a un viaje que nos lleva hasta una Tierra casi muerta e invadida por los residuos que la humanidad ha ido generando en años y años de negligencia, agotando los recursos naturales y convirtiendo el planeta entero en un vertedero.
Ya hacia siglos que no quedaban vestigios de vida. Los humanos se marcharon al espacio en una enorme nave de recreo y dejaron en la Tierra un batallón de máquinas y robots programados para limpiar. En un principio se suponía que el proceso de limpieza iba a ser rápido y que la vida florecería pronto. Pero los años se transformaron en siglos y la ausencia de formas de vida impide a los humanos regresar a su antiguo hogar.
Pero no todo está muerto.
Tras setecientos años, por fin hay indicios de que no todo está inerte.
Un pequeño robot de limpieza, un WALL-E (siglas que significan que es una máquina destinada a recoger y ordenar basuras) es todo lo que queda de aquel batallón de limpieza inicial. Él continúa ejerciendo su oficio, recogiendo toneladas de desperdicios. Pero tras tanto tiempo moviéndose y recopilando cosas, ya no se limita a su labor. Ha desarrollado un alma, tiene sentimientos y piensa por sí mismo. Le gusta guardar objetos, todas las noches ve un vídeo de "Hello, Dolly" que le despierta la vena romántica, y se hace amigo de una cucaracha (un indicio de que los seres vivos vuelven a extenderse). Su rutina se desliza entre montañas de basura, en las que él encuentra mútiples tesoros para su colección, y entre los restos fantasmales de una civilización abandonada. Tormentas de polvo, un cielo que ya no es azul oscurecido por brumas grisáceas y amarillentas. Un paisaje desolador cubierto de escombros y de suciedad, que sin embargo arrebata con una rara belleza degradada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
WALL-E se encontrará con una compañía inesperada. Una robot llamada EVA (siglas de robot que rastrea la presencia de plantas) enviada a la Tierra con la misión de detectar indicios de vida vegetal.
Y WALL-E conocerá en ella a su único amor. Tantos años observando las costumbres humanas a través de los objetos que recoge lo han humanizado y es capaz de amar. Y la seguirá en una emocionante aventura por el universo cuando ella, tras almacenar en su interior un brote de una planta que WALL-E halló por casualidad, es enviada de regreso a la nave espacial donde los humanos se han acostumbrado a la excesiva comodidad de una rutina diaria completamente robotizada y mecanizada, hasta el extremo de no realizar casi ninguna acción por sí mismos.
WALL-E y EVA van a protagonizar algunas de las escenas más cómicas, tiernas y adrenalíticas de la historia de la animación, intentando cumplir la misión de anunciar a la humanidad la buena nueva de que la Tierra vuelve a florecer.
Todo en esta película me abruma. La fotografía que sobrepasa mis límites de asombro. El carisma de unos protagonistas robots que lo transmiten todo casi sin palabras. La música digna de aplauso. El guión con su amargo pero también esperanzado (no podía ser menos tratándose de Disney) trasfondo dirigido a la concienciación medioambiental, al destino que pordría aguardarnos si persistimos en destruir nuestro bello planeta, y a la esencia de lo que somos y de aquello en lo que nos podemos convertir si cerramos los ojos a la verdadera vida, a nuestra capacidad para crear y no sólo para destruir.
Y hermosa y reflexiva paradoja la de los robots que son mucho más vitales y comprometidos que unos humanos que han degenerado en seres acomodaticios y alienados que prácticamente han olvidado de dónde proceden y que aún están a tiempo para volver a VIVIR.
Y WALL-E conocerá en ella a su único amor. Tantos años observando las costumbres humanas a través de los objetos que recoge lo han humanizado y es capaz de amar. Y la seguirá en una emocionante aventura por el universo cuando ella, tras almacenar en su interior un brote de una planta que WALL-E halló por casualidad, es enviada de regreso a la nave espacial donde los humanos se han acostumbrado a la excesiva comodidad de una rutina diaria completamente robotizada y mecanizada, hasta el extremo de no realizar casi ninguna acción por sí mismos.
WALL-E y EVA van a protagonizar algunas de las escenas más cómicas, tiernas y adrenalíticas de la historia de la animación, intentando cumplir la misión de anunciar a la humanidad la buena nueva de que la Tierra vuelve a florecer.
Todo en esta película me abruma. La fotografía que sobrepasa mis límites de asombro. El carisma de unos protagonistas robots que lo transmiten todo casi sin palabras. La música digna de aplauso. El guión con su amargo pero también esperanzado (no podía ser menos tratándose de Disney) trasfondo dirigido a la concienciación medioambiental, al destino que pordría aguardarnos si persistimos en destruir nuestro bello planeta, y a la esencia de lo que somos y de aquello en lo que nos podemos convertir si cerramos los ojos a la verdadera vida, a nuestra capacidad para crear y no sólo para destruir.
Y hermosa y reflexiva paradoja la de los robots que son mucho más vitales y comprometidos que unos humanos que han degenerado en seres acomodaticios y alienados que prácticamente han olvidado de dónde proceden y que aún están a tiempo para volver a VIVIR.
9 de noviembre de 2010
9 de noviembre de 2010
14 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si el mundo actual es una basura… imagínese cómo será en el futuro. La basura siempre ha salido desde el vertedero hasta de los interiores de la pantalla de un televisor. Nos ha empantanado hasta la nuca, los codos y el entrefajo y entrecejo. ¡Vaya desperdicio! La imagen que puede desprender tanta piltrafa es un montón de bazofia amontonada sin criterio y mundo repleto, rodeado y sitiado de satélites que han teñido el planeta azul de un gris metálico desalentador. Puede que esa sea una de las imágenes que se impriman en la retina del espectador al ver el filme del director de “Buscando a Nemo”.
La primera media hora de “WALL•E” es magnifica. Sustentada en el mutismo deja en paños menores al inicio de cualquier drama post-apocalíptico. Desde Charlot hasta “Cortocircuito” pasando por “2001” hay un tramo humano, cinematográfico y tecnológico que parece querer recoger y reciclar parte del cine pasado para convertirlo en futuro. George Lucas hizo lo propio en “La guerra de las galaxias” y le salió un clásico de masas. Pixar siempre ha partido del clasicismo para envolverlo de tecnología y contemporaneidad estética para dictar sentencia y diferencias. Puede que el argumento de la película de Andrew Stanton espante a padres y niños al ser una propuesta cimentada desde la ausencia de diálogos y netamente visual. Otros huirán cuando vean un mensaje ecológico con una cinta que ha contaminado mentes y cuyos residuos permanecen perpetuamente enterrados.
Y para colmo llega la historia de amor de rigor. También su leitmotiv nos indica que los sentimientos están por encima de directivas, mandatos y misiones divinas. Demasiado buen rollo entre tanta chatarra. De acuerdo, “WALL•E” es blanda y le sobra toda la parte en la pretende homenajear a “2001”. No queremos palabras sino silencios pero a día de hoy Pixar dudo que se atreva con un filme mudo sustentado en la imagen y su banda sonora. Me quedo con su historia de amor metálico, espacial y sobre todo especial por ingenio y talento desmesurado y esta vez conducido por el lado correcto.
Pero aparte de su lección de ecologismo, habla sobre algo importante, sobre volver a ser humanos.
Imagínense por un momento que la humanidad que establece WALL•E viese la filmografía porno de Traci Lords o al Herschell Gordon Lewis más sádico en vez de esa vieja cinta en VHS de “Hello, Dolly!”… Desde luego, otro HAL cantaría.
La primera media hora de “WALL•E” es magnifica. Sustentada en el mutismo deja en paños menores al inicio de cualquier drama post-apocalíptico. Desde Charlot hasta “Cortocircuito” pasando por “2001” hay un tramo humano, cinematográfico y tecnológico que parece querer recoger y reciclar parte del cine pasado para convertirlo en futuro. George Lucas hizo lo propio en “La guerra de las galaxias” y le salió un clásico de masas. Pixar siempre ha partido del clasicismo para envolverlo de tecnología y contemporaneidad estética para dictar sentencia y diferencias. Puede que el argumento de la película de Andrew Stanton espante a padres y niños al ser una propuesta cimentada desde la ausencia de diálogos y netamente visual. Otros huirán cuando vean un mensaje ecológico con una cinta que ha contaminado mentes y cuyos residuos permanecen perpetuamente enterrados.
Y para colmo llega la historia de amor de rigor. También su leitmotiv nos indica que los sentimientos están por encima de directivas, mandatos y misiones divinas. Demasiado buen rollo entre tanta chatarra. De acuerdo, “WALL•E” es blanda y le sobra toda la parte en la pretende homenajear a “2001”. No queremos palabras sino silencios pero a día de hoy Pixar dudo que se atreva con un filme mudo sustentado en la imagen y su banda sonora. Me quedo con su historia de amor metálico, espacial y sobre todo especial por ingenio y talento desmesurado y esta vez conducido por el lado correcto.
Pero aparte de su lección de ecologismo, habla sobre algo importante, sobre volver a ser humanos.
Imagínense por un momento que la humanidad que establece WALL•E viese la filmografía porno de Traci Lords o al Herschell Gordon Lewis más sádico en vez de esa vieja cinta en VHS de “Hello, Dolly!”… Desde luego, otro HAL cantaría.
3 de agosto de 2008
3 de agosto de 2008
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
La clavaron muy alto los amigos de Pixar.
Es difícil no llegar a conmoverse con las aventuras y desventuras de este personaje; que una serie de imágenes hechas por computador, de seres que no existen sean capaces de transmitir lo que transmite Wall-E es algo realmente increible.
Sólo le pido a los señores de Pixar, que no se les ocurra realizar una segunda parte de esta película, no dañen el espíritu de esta maravilla de cinta; olvídense por esta vez del dinero (que lo tienen de sobra y muy merecidamente) y tengan en cuenta lo que han hecho con esto : historia.
No le haca falta nada para ser una obra maestra del cine mundial, más bien le sobran algunas cosillas : (Spoiler)
Ojalá puedan verla pronto en los cines de España; vale la pena la espera.
Es difícil no llegar a conmoverse con las aventuras y desventuras de este personaje; que una serie de imágenes hechas por computador, de seres que no existen sean capaces de transmitir lo que transmite Wall-E es algo realmente increible.
Sólo le pido a los señores de Pixar, que no se les ocurra realizar una segunda parte de esta película, no dañen el espíritu de esta maravilla de cinta; olvídense por esta vez del dinero (que lo tienen de sobra y muy merecidamente) y tengan en cuenta lo que han hecho con esto : historia.
No le haca falta nada para ser una obra maestra del cine mundial, más bien le sobran algunas cosillas : (Spoiler)
Ojalá puedan verla pronto en los cines de España; vale la pena la espera.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Lo bueno :
- La atmósfera y elementos que rodean la vida y las costumbres del solitario del robotcillo.
- Inolvidables las escenas en donde Wall-E trata de cogerle la mano a Eva.
- Nunca antes en la vida, viendo una película, había sentido lo que sentí al ver que estaban aplastando a Wall-E; mucho menos había sentido algo similar a cuando Eva repara a Wall-E y este pierde la memoria; ahora, esa parte en la que la robotcita se da cuenta lo que Wall-E hacía por ella mientras estaba apagada... Ufff, ni hablar.
- Créditos finales homenajeando las etapas del arte de la humanidad.
Lo malo :
- Los humanos. Primero con imagen antropomorfa y luego caricaturizados; lástima, no están a la altura del resto de la animación.
- Montones de basura tan altos como rascacielos me han parecido exagerados; así como 700 años vagando en una nave espacial. Demasiado exagerado.
- Que un dibujo animado transmita sentimientos sin decir palabras y se coloque a la altura de Chaplin en la escena final de Luces de la Ciudad, o de Pacino en la escena del restaurante en El padrino, ¿ es algo muy malo afirmarlo de mi parte ?, lo lamento, pero es que Wall-E me ha gustado como muy pocas obras de arte.
Gracias y hasta pronto.
DS
- La atmósfera y elementos que rodean la vida y las costumbres del solitario del robotcillo.
- Inolvidables las escenas en donde Wall-E trata de cogerle la mano a Eva.
- Nunca antes en la vida, viendo una película, había sentido lo que sentí al ver que estaban aplastando a Wall-E; mucho menos había sentido algo similar a cuando Eva repara a Wall-E y este pierde la memoria; ahora, esa parte en la que la robotcita se da cuenta lo que Wall-E hacía por ella mientras estaba apagada... Ufff, ni hablar.
- Créditos finales homenajeando las etapas del arte de la humanidad.
Lo malo :
- Los humanos. Primero con imagen antropomorfa y luego caricaturizados; lástima, no están a la altura del resto de la animación.
- Montones de basura tan altos como rascacielos me han parecido exagerados; así como 700 años vagando en una nave espacial. Demasiado exagerado.
- Que un dibujo animado transmita sentimientos sin decir palabras y se coloque a la altura de Chaplin en la escena final de Luces de la Ciudad, o de Pacino en la escena del restaurante en El padrino, ¿ es algo muy malo afirmarlo de mi parte ?, lo lamento, pero es que Wall-E me ha gustado como muy pocas obras de arte.
Gracias y hasta pronto.
DS
8 de agosto de 2008
8 de agosto de 2008
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ciertamente no fui al cine muy convencido sobre la nueva genialidad de Pixar. Todo lo que había visto y oído de Wall·e me parecía ñoño, mil veces tratado y algo infantil en su planteamiento. Y no me equivoqué, por grandísima suerte. Wall·e es ñoño, sí; pero de una manera tan delicada y sútil que es imposible no sonreirle. Mil veces tratado, también, pero mil veces nunca como ahora. ¿Infantil? También, mucho; pero Wall·e esconde algo que los niños no pueden captar, y que es aquello que lo diferencia de ser una película buena de animación, a ser una incontestable obra maestra del género.
En primer lugar, la animación: increíble, sublime, incontestable; si son escenarios reales o digitales, realmente es casi inapreciable. La animación ha llegado a tal punto con Wall·e, que parece haber dejado de serlo.
Los paisajes, perfectos, bellos; muestran la hermosura de un mundo comido por la basura sin que te repugne para nada. Los planos, cual obra maestra del cine; geniales, simplemente geniales. A simple vista, tal grandísima calidad cinematográfica parece imposible ir dirigida hacia el público infantil... a simple vista, pues la película avanza y empiezan a aparecerle sombras.
Aún así, los primeros 50 minutos de la película son un espectáculo visual y emocional como pocas veces antes había conseguido el cine. Wall·e recuerda a las antiguas y primeras películas de animación: sin diálogos, sólo la música y Wall·e. Pues el comienzo de la película es tan mimético, tan intimista, que se hace grande, muy grande, alcanzando una cumbre magestuosa. Podría mantenerse en ese cénit, hasta el final, y convertirse en la más grande película de animación; pero... los niños, ¿Es que nadie va ha pensar en los niños? A mitad de la grandísima genialidad, cuando Wall·e te hace feliz, sonriente; los más pequeños de la sala empiezan a entretenerse, y tú a maldecir el por qué esta gran película va dirigida a ellos.
Aún así, Wall·e es genial, y esa primera mitad grandiosa, obra maestra; justifica esa segunda parte, que es ciertamente excelente.
Salí con una sonrisa del cine, la misma que tuve durante toda la película, y con la satisfacción de haber disfrutado de ella mucho más que todos los niños que poblaban la sala.
En primer lugar, la animación: increíble, sublime, incontestable; si son escenarios reales o digitales, realmente es casi inapreciable. La animación ha llegado a tal punto con Wall·e, que parece haber dejado de serlo.
Los paisajes, perfectos, bellos; muestran la hermosura de un mundo comido por la basura sin que te repugne para nada. Los planos, cual obra maestra del cine; geniales, simplemente geniales. A simple vista, tal grandísima calidad cinematográfica parece imposible ir dirigida hacia el público infantil... a simple vista, pues la película avanza y empiezan a aparecerle sombras.
Aún así, los primeros 50 minutos de la película son un espectáculo visual y emocional como pocas veces antes había conseguido el cine. Wall·e recuerda a las antiguas y primeras películas de animación: sin diálogos, sólo la música y Wall·e. Pues el comienzo de la película es tan mimético, tan intimista, que se hace grande, muy grande, alcanzando una cumbre magestuosa. Podría mantenerse en ese cénit, hasta el final, y convertirse en la más grande película de animación; pero... los niños, ¿Es que nadie va ha pensar en los niños? A mitad de la grandísima genialidad, cuando Wall·e te hace feliz, sonriente; los más pequeños de la sala empiezan a entretenerse, y tú a maldecir el por qué esta gran película va dirigida a ellos.
Aún así, Wall·e es genial, y esa primera mitad grandiosa, obra maestra; justifica esa segunda parte, que es ciertamente excelente.
Salí con una sonrisa del cine, la misma que tuve durante toda la película, y con la satisfacción de haber disfrutado de ella mucho más que todos los niños que poblaban la sala.
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