El año pasado en Marienbad
1961 

7.3
5,582
Drama. Intriga. Romance
En un barroco hotel, un extraño, X, intenta persuadir a una mujer casada, A, de que abandone a su marido, M, y se fugue con él. Se basa en una promesa que ella le hizo cuando se conocieron el año anterior, en Marienbad, pero la mujer parece no recordar aquel encuentro. (FILMAFFINITY)
3 de junio de 2015
3 de junio de 2015
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El año pasado en Marienbad" es un título clave en la historia del cine en tanto que es un caso casi extremo acerca de las posibilidades de expandir, o más bien bifurcar, la narración cinematográfica en múltiples caminos, o posibilidades, o vías, hasta el punto de que es una historia que se puede interpretar de maneras muy distintas, a partir de la trama de infidelidad conyugal que se establece entre los personajes de Giorgio Albertazzi y Delphine Seyrig en un hotel señorial rodeado de jardines de estilo geométrico. La película es una obra clave en la configuración de la modernidad cinematográfica que establecen, a fines de los años 50 y a principios de los años 60 del siglo XX, los llamados "nuevos cines", en especial, en lo que atañe a este caso concreto, la famosa "Nouvelle Vague" francesa. El León de Oro del Festival de Venecia de 1961 dio a esta obra tan arriesgada el espaldarazo necesario para conseguir su difusión internacional.
En un mundo suntuoso pero frío, desapasionado, poblado de autómatas, de muertos vivientes, que parecen representar ante nosotros una siempre repetida y tediosa representación social, un hombre (Giorgio Albertazzi), tal vez consciente de que vive dentro de una película, pide una y otra vez a una mujer (Delphine Seyrig) que haga memoria, y que recuerde que se conocieron un año atrás. En ese universo petrificado, muerto, lleno de fantasmas, tal vez sólo la memoria, convertida en un delicado fetichismo mental, sea el modo de escapar. Como en su previo cortometraje documental "Toda la memoria del mundo" (Toute la mémoire du monde, 1956), Resnais establece un paisaje mental, en el que los espacios fuertemente ordenados (los de la puesta en escena, tal vez la puesta en escena de nuestra propia consciencia) pueden servir para crear imágenes mentales, para imaginar, para escapar. A través de un montaje acronológico, la memoria, debilitada, o erosionada por el tiempo, como el amor, es capaz, sin embargo, de proporcionar un sentido, el sentido del tiempo convertido en fetiche.
En un mundo suntuoso pero frío, desapasionado, poblado de autómatas, de muertos vivientes, que parecen representar ante nosotros una siempre repetida y tediosa representación social, un hombre (Giorgio Albertazzi), tal vez consciente de que vive dentro de una película, pide una y otra vez a una mujer (Delphine Seyrig) que haga memoria, y que recuerde que se conocieron un año atrás. En ese universo petrificado, muerto, lleno de fantasmas, tal vez sólo la memoria, convertida en un delicado fetichismo mental, sea el modo de escapar. Como en su previo cortometraje documental "Toda la memoria del mundo" (Toute la mémoire du monde, 1956), Resnais establece un paisaje mental, en el que los espacios fuertemente ordenados (los de la puesta en escena, tal vez la puesta en escena de nuestra propia consciencia) pueden servir para crear imágenes mentales, para imaginar, para escapar. A través de un montaje acronológico, la memoria, debilitada, o erosionada por el tiempo, como el amor, es capaz, sin embargo, de proporcionar un sentido, el sentido del tiempo convertido en fetiche.
29 de noviembre de 2015
29 de noviembre de 2015
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si algo es seguro después de visualizar una obra como la presente, es que se está ante toda una experiencia visual, experimental y por ende, cinematográfica. Que su visionado guste o disguste eso depende de cada quien y cómo perciben un trabajo de esta índole. Si quedan claras un par de cosas, por un lado que es un film estéticamente atractivo y muy bien hecho, mientras que por otro, que no es para cualquier tipo de público.
La película se desarrolla enteramente en un solemne hotel de estilo barroco, majestuosidad que Resnais no teme en mostrar una y otra vez con el constante vaivén de la cámara alrededor de los distintos salones y pasillos de este lugar. Donde también se muestra un buen número de personas que anda cada quien en lo suyo, esto hasta centrarnos en tres individuos que forjaran la trama del relato.
Un hombre (Giorgio Albertazzi) y una mujer (Delphine Seyrig), él le insiste repetidamente que se conocieron el año pasado en dicho lugar, que habían acordado verse un año después momento en el cual ella va a decidir dejar a su esposo (Sacha Pitoëff) e irse con él. Sin embargo, la mujer se desentiende, una y otra vez, las veces que sean necesarias, dice que no es ella, que el hombre está equivocado.
Ya mencioné que L'annèe Dernière à Marienbad es toda una experiencia, un film que busca ser confuso, desconcertar al espectador, que en muchos momentos parece un sueño, casi una pesadilla, donde el recuerdo y el olvido se funden en uno solo. Un tremendo trabajo de guion de Alain Robbe-Grillet, que plantea este espectacular argumento apenas en su primera labor de este tipo.
Visualmente la película es sobresaliente, Resnais dirige con un ritmo calculador y pausado, la fotografía a cargo de Sacha Vierny es elegante y sobria, la música de Francis Seyrig punzante y constante en varios tramos. Todo en su conjunto presenta una obra poética e hipnótica, siempre y cuando nos dejemos seducir por lo que propone, porque como he dicho, no es para todos los gustos.
La película se desarrolla enteramente en un solemne hotel de estilo barroco, majestuosidad que Resnais no teme en mostrar una y otra vez con el constante vaivén de la cámara alrededor de los distintos salones y pasillos de este lugar. Donde también se muestra un buen número de personas que anda cada quien en lo suyo, esto hasta centrarnos en tres individuos que forjaran la trama del relato.
Un hombre (Giorgio Albertazzi) y una mujer (Delphine Seyrig), él le insiste repetidamente que se conocieron el año pasado en dicho lugar, que habían acordado verse un año después momento en el cual ella va a decidir dejar a su esposo (Sacha Pitoëff) e irse con él. Sin embargo, la mujer se desentiende, una y otra vez, las veces que sean necesarias, dice que no es ella, que el hombre está equivocado.
Ya mencioné que L'annèe Dernière à Marienbad es toda una experiencia, un film que busca ser confuso, desconcertar al espectador, que en muchos momentos parece un sueño, casi una pesadilla, donde el recuerdo y el olvido se funden en uno solo. Un tremendo trabajo de guion de Alain Robbe-Grillet, que plantea este espectacular argumento apenas en su primera labor de este tipo.
Visualmente la película es sobresaliente, Resnais dirige con un ritmo calculador y pausado, la fotografía a cargo de Sacha Vierny es elegante y sobria, la música de Francis Seyrig punzante y constante en varios tramos. Todo en su conjunto presenta una obra poética e hipnótica, siempre y cuando nos dejemos seducir por lo que propone, porque como he dicho, no es para todos los gustos.
3 de mayo de 2022
3 de mayo de 2022
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película se inicia con un exagerado alarde de artificios que sugiere al que suscribe la construcción de una distancia entre el espectador y lo que va a ver, además de presentar una introducción que marca el tempo de la obra y señala el camino para verla, educa al espectador para enfrentarse a ella.
Se le pueden dar diversos grados de trascendencia a la obra. A mí, poniéndome subjetivo hasta las trancas, la película me pareció desde el inicio una metáfora de una sociedad superficial y grotesca, que devora al individuo y le sume en la incomunicación más absoluta, en la distancia. Todo se aborda desde objetos que marcan distancias, como en un triangulo, desde juegos, desde salones enormes donde los comensales no se oyen unos a otros, porque no hay oídos más que para lo mundano. La sociedad convertida en un artificio vacío e impersonal.
Como contexto, me sirve para seguir adelante hacia un trayecto de juegos visuales, como si el autor trasladara ese esfuerzo por recordar algo que ocurrió en otro tiempo, y acaso en otro lugar. Me parece ingenuo pensar en un amor puro en medio de lo artificial, porque no es eso lo que sugieren los personajes y lo que entrecortadamente vamos conociendo de aquello que pasó. Amor sería aspirar a demasiado para estos personajes que parece que han perdido humanidad, y luchan desesperadamente por recuperarla. Andan en círculos, buscándose a sí mismos cuando buscan al otro. Buscan algo tangible que les aparte de la hipnosis de falsedad, de ornamento, de distancia... en la que están metidos. La película transita por los desajustes de la mente, por lo virtual de los recuerdos, que son en realidad construcciones de la propia mente sin ningún soporte permanente. El drama está en no encontrar la verdad, o en comprender que ésta no es posible del todo en nuestro mundo.
Este es mi enfoque, a la postre un tanto político, quizá un poco deprimente y radical... Posiblemente no tenga nada que ver con el de otros, me da igual, así fue como me dejé llevar por la película. Acaso al racionalizarla, aunque sea un poco, se pierdan muchas cosas, porque es esta una obra enorme y vasta como Rusia, inconquistable. Con lo que a quien lea esto, le recomiendo que tenga humildad, que ponga en blanco la mente, que vacíe el recipiente con el que se entrega a una película y que se deje llevar por esta extraña experiencia visual para encontrar sus propios estímulos, y con ello su propia lectura. Seguramente no hay película en el mundo más maleable, más interpretable, más virgen. Un regalo para el espectador.
Se le pueden dar diversos grados de trascendencia a la obra. A mí, poniéndome subjetivo hasta las trancas, la película me pareció desde el inicio una metáfora de una sociedad superficial y grotesca, que devora al individuo y le sume en la incomunicación más absoluta, en la distancia. Todo se aborda desde objetos que marcan distancias, como en un triangulo, desde juegos, desde salones enormes donde los comensales no se oyen unos a otros, porque no hay oídos más que para lo mundano. La sociedad convertida en un artificio vacío e impersonal.
Como contexto, me sirve para seguir adelante hacia un trayecto de juegos visuales, como si el autor trasladara ese esfuerzo por recordar algo que ocurrió en otro tiempo, y acaso en otro lugar. Me parece ingenuo pensar en un amor puro en medio de lo artificial, porque no es eso lo que sugieren los personajes y lo que entrecortadamente vamos conociendo de aquello que pasó. Amor sería aspirar a demasiado para estos personajes que parece que han perdido humanidad, y luchan desesperadamente por recuperarla. Andan en círculos, buscándose a sí mismos cuando buscan al otro. Buscan algo tangible que les aparte de la hipnosis de falsedad, de ornamento, de distancia... en la que están metidos. La película transita por los desajustes de la mente, por lo virtual de los recuerdos, que son en realidad construcciones de la propia mente sin ningún soporte permanente. El drama está en no encontrar la verdad, o en comprender que ésta no es posible del todo en nuestro mundo.
Este es mi enfoque, a la postre un tanto político, quizá un poco deprimente y radical... Posiblemente no tenga nada que ver con el de otros, me da igual, así fue como me dejé llevar por la película. Acaso al racionalizarla, aunque sea un poco, se pierdan muchas cosas, porque es esta una obra enorme y vasta como Rusia, inconquistable. Con lo que a quien lea esto, le recomiendo que tenga humildad, que ponga en blanco la mente, que vacíe el recipiente con el que se entrega a una película y que se deje llevar por esta extraña experiencia visual para encontrar sus propios estímulos, y con ello su propia lectura. Seguramente no hay película en el mundo más maleable, más interpretable, más virgen. Un regalo para el espectador.
9 de septiembre de 2008
9 de septiembre de 2008
25 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
218/05(09/09/08) Puro cine de arte y ensayo. Cinta sobrevalorada, es un peñazo insufrible, esa voz en off golpeando como un martillo, no da respiro. Tenía ganas de verla pues había visto muy buenas críticas sobre ella, pero una vez mas la crítica especializada y yo vamos en direcciones opuestas. Un argumento que se podría resumir con este diálogo (habal él) <Vente conmigo, me lo prometiste>, respuesta de ella <No sé, es que no te recuerdo>, y así se pasan todo el metraje, con pequeñas variaciones, pero con esta conversación una y otra vez, una y otra vez ... No deseo dedicarle mas tiempo a este bluff, acabo de verlo y me cuesta seguir despierto. Recomendable a los que sufran de insomnio. Fuerza y honor!!!
25 de mayo de 2013
25 de mayo de 2013
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un barroco hotel, un hombre intenta persuadir a una mujer casada, de que abandone a su marido y se fugue con él. Se basa en una promesa que ella le hizo cuando se conocieron el año anterior, en Marienbad, pero la mujer parece no recordar aquel encuentro.
Con esa escueta sinopsis se puede resumir el argumento de El año pasado en Marienbad, pero resulta que la película no trata de eso, de hecho la película no se sustenta sobre su argumento, solo sería un referente sobre el que se construye, quizás, la película que puede resultar más enigmática de la historia del cine. Resulta enigmática sobre todo por el fascinante juego que presenta, puede que sea una de las películas más activas para quienes se adentren en sus entrañas.
Es una película que crea miles de interpretaciones, depende de quien la vea y el momento en que la vea la experiencia puede ser distinta, siempre se pueden descubrir nuevas cosas. Se podría decir que El año pasado en Marienbad es la película perfecta, porque puede tratar sobre lo que quieras, aunque en mi opinión, la película trata sobre la incertidumbre. De todos modos, que trate sobre la incertidumbre es tan incierto como cualquier interpretación sobre la película, así que, lo mejor es dejar los prejuicios a un lado, cualquier tipo de influencia, opinión y expectativa... respirar hondo, ver la película y dejarse llevar.
Lo cierto es que no resulta una película convencional, tiene más de cincuenta años, pero sigue siendo tan moderna que resulta difícil de abarcar. En su momento estuvo adelantada a su tiempo, pero es como si aún estuviera adelantada al tiempo, pero... ¿Qué es el tiempo? Ahí es donde El año pasado en Marienbad plantea el juego, la percepción del tiempo cuando se mezcla con nuestros recuerdos, a la vez que estos se mezclan con nuestra imaginación. De forma constante, ya sea durante o tras el visionado, es inevitable pensar en algún tipo de lógica o interpretación, pero sólo porque necesitamos agarrarnos a un argumento; la clave de la película son las sensaciones que suscita. Al no resultar una película convencional se convierte en una película difícil de recomendar, pero a la vez, es una película extremadamente recomendable. Dicen que el cine es el séptimo arte, pero un arte muy joven que aún puede explorar muchos caminos y diferentes vías de expresión. En la actualidad el cine está asumido como si sólo existiera una forma de entenderlo, pero sólo es uno de los caminos por los que el cine se desarrolló; puede que nunca sepamos que más ofrecerá el cine, en caso de ser necesarios muchos años para que se desarrollen otros caminos, por desgracia, ya no estaremos físicamente para disfrutar de ello.
Durante El año pasado en Marienbad veremos que las cosas no son como parecen ser, al igual que en la vida, las cosas terminan siendo como se recuerdan. Si lo que recordamos queda influido por nuestra incontrolada imaginación, el pasado será variable y los recuerdos un nuevo presente que desconocemos. Para la realización de esta película, se dice que el director Alain Resnais siguió al pie de la letra el guión escrito por Alain Robbe-Grillet, pero el guionista indicó que la conversión a imágenes y sonidos es algo totalmente propio de Resnais. Cuando se terminó la película, los productores no querían estrenarla, pues pensaron que sería un fracaso económico y que resultaba una burla hacía el posible público, aunque yo creo que eso es subestimar al público. Durante los seis meses que la película permaneció inédita se pensó que nunca se estrenaría, así que, Alain Robbe-Grillet y Alain Resnais realizaron exhibiciones privadas para directores, filósofos y escritores buscando apoyo. De ese modo consiguieron presentar la película en el festival cinematográfico de Venecia, donde fue galardonada con el León de Oro. A partir de ahí los productores pensaron que quizás si podría resultar rentable y la película se llegó a estrenar en los cines comerciales.
"...una vez más recorro estos pasillos, a través de estos salones, estas galerías, en este edificio de otro siglo, inmenso, lujoso, barroco, lúgubre, donde pasillos interminables suceden a otros pasillos silenciosos, desiertos, sobrecargados de un decorado sombrío y frío... "
Con esa escueta sinopsis se puede resumir el argumento de El año pasado en Marienbad, pero resulta que la película no trata de eso, de hecho la película no se sustenta sobre su argumento, solo sería un referente sobre el que se construye, quizás, la película que puede resultar más enigmática de la historia del cine. Resulta enigmática sobre todo por el fascinante juego que presenta, puede que sea una de las películas más activas para quienes se adentren en sus entrañas.
Es una película que crea miles de interpretaciones, depende de quien la vea y el momento en que la vea la experiencia puede ser distinta, siempre se pueden descubrir nuevas cosas. Se podría decir que El año pasado en Marienbad es la película perfecta, porque puede tratar sobre lo que quieras, aunque en mi opinión, la película trata sobre la incertidumbre. De todos modos, que trate sobre la incertidumbre es tan incierto como cualquier interpretación sobre la película, así que, lo mejor es dejar los prejuicios a un lado, cualquier tipo de influencia, opinión y expectativa... respirar hondo, ver la película y dejarse llevar.
Lo cierto es que no resulta una película convencional, tiene más de cincuenta años, pero sigue siendo tan moderna que resulta difícil de abarcar. En su momento estuvo adelantada a su tiempo, pero es como si aún estuviera adelantada al tiempo, pero... ¿Qué es el tiempo? Ahí es donde El año pasado en Marienbad plantea el juego, la percepción del tiempo cuando se mezcla con nuestros recuerdos, a la vez que estos se mezclan con nuestra imaginación. De forma constante, ya sea durante o tras el visionado, es inevitable pensar en algún tipo de lógica o interpretación, pero sólo porque necesitamos agarrarnos a un argumento; la clave de la película son las sensaciones que suscita. Al no resultar una película convencional se convierte en una película difícil de recomendar, pero a la vez, es una película extremadamente recomendable. Dicen que el cine es el séptimo arte, pero un arte muy joven que aún puede explorar muchos caminos y diferentes vías de expresión. En la actualidad el cine está asumido como si sólo existiera una forma de entenderlo, pero sólo es uno de los caminos por los que el cine se desarrolló; puede que nunca sepamos que más ofrecerá el cine, en caso de ser necesarios muchos años para que se desarrollen otros caminos, por desgracia, ya no estaremos físicamente para disfrutar de ello.
Durante El año pasado en Marienbad veremos que las cosas no son como parecen ser, al igual que en la vida, las cosas terminan siendo como se recuerdan. Si lo que recordamos queda influido por nuestra incontrolada imaginación, el pasado será variable y los recuerdos un nuevo presente que desconocemos. Para la realización de esta película, se dice que el director Alain Resnais siguió al pie de la letra el guión escrito por Alain Robbe-Grillet, pero el guionista indicó que la conversión a imágenes y sonidos es algo totalmente propio de Resnais. Cuando se terminó la película, los productores no querían estrenarla, pues pensaron que sería un fracaso económico y que resultaba una burla hacía el posible público, aunque yo creo que eso es subestimar al público. Durante los seis meses que la película permaneció inédita se pensó que nunca se estrenaría, así que, Alain Robbe-Grillet y Alain Resnais realizaron exhibiciones privadas para directores, filósofos y escritores buscando apoyo. De ese modo consiguieron presentar la película en el festival cinematográfico de Venecia, donde fue galardonada con el León de Oro. A partir de ahí los productores pensaron que quizás si podría resultar rentable y la película se llegó a estrenar en los cines comerciales.
"...una vez más recorro estos pasillos, a través de estos salones, estas galerías, en este edificio de otro siglo, inmenso, lujoso, barroco, lúgubre, donde pasillos interminables suceden a otros pasillos silenciosos, desiertos, sobrecargados de un decorado sombrío y frío... "
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