Klaus es de lo mejor que hemos tenido en cine en 2019. Porque de vez en cuando necesitamos que nos cuenten un cuento navideño que funcione y nos haga vibrar. El dibujo es muy original y la película engancha. Pasarás un rato divertido sin que haya que sufrir ni preocuparse demasiado por nada.

Una extraordinaria sorpresa de esas que no te esperas pero que te alegran el día, como el mejor de los regalos navideños. Una película de atmósfera retro, como un cuento de hadas pero cargada con buenas intenciones y valores solidarios.
Una obra mágicamente tierna. Clásica y original, divertida y emotiva. Una delicia para todos, sea o no Navidad. Nostálgica y encantadora. Sin duda uno de los mejores film del año.

Excelente y emotiva producción española con mensaje subliminal final incluido. Tengo que decir que empece a visualizarla sin mucho interés pero a los 10 minutos me enganche y la disfrute como un enano.

Ojalá que esta calidad y guiones de películas animadas españolas no decaiga y que sigan dejando el pabellón español bien alto.

La recomiendo para enanos pero sobre todo para mayores por que hace aflorar el niño que todos llevamos dentro

Estamos ante la mejor peli de animación de la historia de nuestro país, sensacional Klaus y que grata sorpresa me he llevado, no es inferior a la ganadora del Óscar Toy Story 4 ni de broma.
Es emotiva a más no poder, el personaje del cartero es brillante, tiene escenas muy cómicas y graciosas, y los dibujos aunque diferentes tienen su encanto, película para toda la familia donde la disfrutará cada miembro de ella, muy buena y "made in spanish".

Fuera de Disney- Pixar hay vida. Vida inteligente. Y es que no hace falta tener todo el dinero del mundo para hacer la que, al menos para mi, es una de las mejores películas de animación del presente siglo. No tiene peros. No tiene ataduras. Tan sólo una capacidad de sorprender lejos de los lugares comunes que segundas y terceras partes parece que nos llevas (o nos quieren llevar) algunas de las consideradas mejores películas de animación.
Con películas como Klaus el cine de animación debe dejarse de considerar (si es que aún alguien lo hace) un cine menor, sólo para niños y relegado a categorías menores o propias en los grandes premios anuales; se ha ganado por derecho propio a ser considerado cine con mayúsculas.