Tiene todos los ingredientes que se necesitan para crear un magnífico cóctel pero se queda en agua de borrajas. Avanza muy lentamente, no existe química entre la pareja protagonista y el final está cogido con alfileres. Tener a Otto Preminger en la dirección y a dos grandes estrellas como Dana Andrews y Gene Tierney como cabeza de cartel no es garantía de éxito. Le damos el aprobado (justito) porque cumple. Pero no está a la altura de un género que nos dejó infinidad de joyas.

La integridad es una cualidad difícil de encontrar, brilla con la luz propia de una brasa entre el abundante color ceniza de la vulgaridad y del egoísmo, es esa cualidad perceptible en los actos heroicos en los que alguien es capaz de dar todo por nada.

En un mundo en el que el hampa clavó sus garras en la sociedad la necesidad de que alguien pudiera dar un giro de timón era algo más que necesaria.

Otto Preminger realizó un buen trabajo en la narración de la historia de la película y muy especialmente en las tomas de los primeros planos de los protagonistas con una Dana Andrews de bellísima mirada y un Gene Tierney siempre circunspecto y valiente al mismo tiempo.

Interesante película de Otitis Preminger que aquí logra lanzar algun corner con maestría aunque el último tramo se alarga en exceso y casi provoca el pinchazo del esférico.

Superior a Vorágine y con momentos de gran brillantez gracias a Danone Andrews, que aquí firma el mejor salchichazo que le he visto, sin duda alguna, por momentos, consigue perforar testículos con un destornillador y saludar a la cámara con el rigoberto bien duro.

Otitis, aquí tenías el día bastante inspirado, no hay duda.