Plácido
1961 

8.1
21,437
Comedia
En una pequeña ciudad provinciana, a unas burguesas ociosas se les ocurre la idea de organizar una campaña navideña cuyo lema es: "Siente a un pobre a su mesa". Se trata de que los más necesitados compartan la cena de Nochebuena con familias acomodadas y disfruten del calor y el afecto que no tienen. Plácido ha sido contratado para participar con su motocarro en la cabalgata, pero surge un problema que le impide centrarse en su trabajo: ... [+]
17 de julio de 2015
17 de julio de 2015
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dos películas he visto en la vida que tengan un ritmo cinematográfico de vértigo, la primera "Con faldas y a lo loco" de Billy Wilder, la segunda es esta de Luís García Berlanga "Plácido".
En las navidades, una ciudad de provincias realiza una campaña para sentar a un pobre en la mesa de los ricos. Mientras el protagonista debe pagar una letra de la compra del motocarro, a uno de los ricos se le enferma de gravedad el pobre que había acogido en su mesa y es a partir de aquí que el ritmo del largometraje se vuelve frenético. El pobre enfermo vive junto a una mujer, pero fuera del matrimonio y hay que casarlos como sea.
Genial guión de Berlanga y Rafael Azcona, que realiza una crítica social a esa España de comienzos de los sesenta.
En las navidades, una ciudad de provincias realiza una campaña para sentar a un pobre en la mesa de los ricos. Mientras el protagonista debe pagar una letra de la compra del motocarro, a uno de los ricos se le enferma de gravedad el pobre que había acogido en su mesa y es a partir de aquí que el ritmo del largometraje se vuelve frenético. El pobre enfermo vive junto a una mujer, pero fuera del matrimonio y hay que casarlos como sea.
Genial guión de Berlanga y Rafael Azcona, que realiza una crítica social a esa España de comienzos de los sesenta.
7 de noviembre de 2010
7 de noviembre de 2010
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
""Madre en la puerta hay un niño,
más hermoso que el sol bello,
tiritando está de frio
porque viene casi en cueros."
"Pues dile que entre,
se calentará
porque en esta tierra
ya no hay caridad."
¡Qué grande es Berlanga! Una vez más nos tenemos que rendir ante su acidez y su puntería satírica. En "Plácido" ataca sin piedad a la individualidad humana, a ese "yo-mi-me-conmigo" inherente a cada persona. Se trata de una visión descarnada vestida de humor negro pero totalmente desesperanzada como ese villancico con el que cierra y que es el resumen perfecto para esta película genial.
La película se desarrolla en un frenesí caótico de personajes que no escuchan, solo hablan en busca de un objetivo propio. Para ellos todo lo ajeno no es más que una cacofonía de fondo que molesta y perturba sus acciones y solo se percatan de su existencia cuando lo necesitan para llevar a cabo sus planes. Es lo que hacen las familias adineradas con Plácido y su motocarro. Solo atienden a su obsesión por pagar la dichosa letra cuando es condición sine qua non para que ejecute sus deseos. Lo mismo podría decirse del mismo protagonista, un Ulises en busca de un dinero que le permita un respiro efímero pues el mes siguiente volverá a tener que enfrentarse a esa dura condena para pagar su vehículo. Es el hombre medio que trata de vivir su vida ajeno a toda esa vorágine sin conseguirlo.
No obstante el hilo conductor sobre el que se basa la película es aún más devastador. Esa suerte de organización benéfica montada por los ricachones y que al grito de "siente a un pobre en su mesa" se retrata como la acción más egoísta e incluso cruel que imaginarse pueda. Anteponiendo la imagen, el qué dirán y una compasión mal entendida, utilizan a esos "pobres" como meros objetos que están ahí para servir a sus fines "altruistas". El hecho de que no los llamen por sus nombres, decidan por ellos en todo momento e incluso lleguen a casar a uno contra su voluntad para "salvar" su alma puede resultar gracioso al espectador, aunque deja en cueros una evidencia fundamental: toda esta filantropía es un maquillaje burdo para que todo siga como siempre. Los ricos dominando. Los pobres hundidos, anónimos y en su papel de infrahumanos.
Durísimo retrato de un pueblo sin nombre, de una España negra que en lo malo sí que puede ser reflejo de una humanidad sin misericordia.
más hermoso que el sol bello,
tiritando está de frio
porque viene casi en cueros."
"Pues dile que entre,
se calentará
porque en esta tierra
ya no hay caridad."
¡Qué grande es Berlanga! Una vez más nos tenemos que rendir ante su acidez y su puntería satírica. En "Plácido" ataca sin piedad a la individualidad humana, a ese "yo-mi-me-conmigo" inherente a cada persona. Se trata de una visión descarnada vestida de humor negro pero totalmente desesperanzada como ese villancico con el que cierra y que es el resumen perfecto para esta película genial.
La película se desarrolla en un frenesí caótico de personajes que no escuchan, solo hablan en busca de un objetivo propio. Para ellos todo lo ajeno no es más que una cacofonía de fondo que molesta y perturba sus acciones y solo se percatan de su existencia cuando lo necesitan para llevar a cabo sus planes. Es lo que hacen las familias adineradas con Plácido y su motocarro. Solo atienden a su obsesión por pagar la dichosa letra cuando es condición sine qua non para que ejecute sus deseos. Lo mismo podría decirse del mismo protagonista, un Ulises en busca de un dinero que le permita un respiro efímero pues el mes siguiente volverá a tener que enfrentarse a esa dura condena para pagar su vehículo. Es el hombre medio que trata de vivir su vida ajeno a toda esa vorágine sin conseguirlo.
No obstante el hilo conductor sobre el que se basa la película es aún más devastador. Esa suerte de organización benéfica montada por los ricachones y que al grito de "siente a un pobre en su mesa" se retrata como la acción más egoísta e incluso cruel que imaginarse pueda. Anteponiendo la imagen, el qué dirán y una compasión mal entendida, utilizan a esos "pobres" como meros objetos que están ahí para servir a sus fines "altruistas". El hecho de que no los llamen por sus nombres, decidan por ellos en todo momento e incluso lleguen a casar a uno contra su voluntad para "salvar" su alma puede resultar gracioso al espectador, aunque deja en cueros una evidencia fundamental: toda esta filantropía es un maquillaje burdo para que todo siga como siempre. Los ricos dominando. Los pobres hundidos, anónimos y en su papel de infrahumanos.
Durísimo retrato de un pueblo sin nombre, de una España negra que en lo malo sí que puede ser reflejo de una humanidad sin misericordia.
12 de junio de 2021
12 de junio de 2021
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Agradecidos al séptimo arte. Roma en llamas. Que por una noche.. Son ganas de molestar... Trapalón. La colonia de los mosquitos.
Un asombro. Y un antídoto. Contra todo. Contra la lepra de la bondad y el horror de la caridad, contra la gran idiotez general y toda la hipocresía moral, contra el bienestar social y cualquier tipo de generosidad, contra la mentira abismal y la realidad total.
Y lo contrario. Es una oda a la verdad. Amor a la gente al mirarla por primera vez, al entenderla, al fijarse en ella, al recrearla e inventarla, al comprenderla, al quererla de veras, en definitiva. Observar es amar. Contar es querer. Fijarse en el otro es la mayor honradez. Mostrar es enseñar, conocer.
Lo consigue tal vez por primera vez, como en "El verdugo" lo hiciera poco después, aquella tan alucinante era un estudio de cámara, un trío de cuerda, aquí tenemos toda la orquesta, es la sexta sinfonía de Berlanga, de "La muerte de Ivan Ilich" a "Guerra y paz", de "Memorias del subsuelo" a "Los demonios", en estado de gracia, se desenvuelve como si fuera música, danza, como si la vida misma se viera desde fuera, sin prejuicios ni monsergas, sin doctrina ni moralejas, a tumba abierta, ciencia, de manera implacable, cómica, exacta.
No podemos alzarnos del suelo, no ha lugar a grandes elucubraciones o demasiadas especulaciones, tampoco a tontas teorías, bastante tenemos con respirar, seguir, llenar el estómago, pagar la letra y tener un lugar donde caernos final y definitivamente muertos.
Diría que es perfecta, salvo algún pequeño momento, como decía el otro, más o menos inadvertido, esas últimas palabras cantadas, por ejemplo, en el que tal vez es ya demasiado e innecesariamente explícita, una nota que se escapa o chirría dentro de una tan inspirada y precisa melodía.
Un asombro. Y un antídoto. Contra todo. Contra la lepra de la bondad y el horror de la caridad, contra la gran idiotez general y toda la hipocresía moral, contra el bienestar social y cualquier tipo de generosidad, contra la mentira abismal y la realidad total.
Y lo contrario. Es una oda a la verdad. Amor a la gente al mirarla por primera vez, al entenderla, al fijarse en ella, al recrearla e inventarla, al comprenderla, al quererla de veras, en definitiva. Observar es amar. Contar es querer. Fijarse en el otro es la mayor honradez. Mostrar es enseñar, conocer.
Lo consigue tal vez por primera vez, como en "El verdugo" lo hiciera poco después, aquella tan alucinante era un estudio de cámara, un trío de cuerda, aquí tenemos toda la orquesta, es la sexta sinfonía de Berlanga, de "La muerte de Ivan Ilich" a "Guerra y paz", de "Memorias del subsuelo" a "Los demonios", en estado de gracia, se desenvuelve como si fuera música, danza, como si la vida misma se viera desde fuera, sin prejuicios ni monsergas, sin doctrina ni moralejas, a tumba abierta, ciencia, de manera implacable, cómica, exacta.
No podemos alzarnos del suelo, no ha lugar a grandes elucubraciones o demasiadas especulaciones, tampoco a tontas teorías, bastante tenemos con respirar, seguir, llenar el estómago, pagar la letra y tener un lugar donde caernos final y definitivamente muertos.
Diría que es perfecta, salvo algún pequeño momento, como decía el otro, más o menos inadvertido, esas últimas palabras cantadas, por ejemplo, en el que tal vez es ya demasiado e innecesariamente explícita, una nota que se escapa o chirría dentro de una tan inspirada y precisa melodía.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Cada segundo es un tesoro, cada escena es bella, todos los personajes son de carne y hueso, están todos los deseos, necesidades y miserias, todas las bajezas y hermosuras, si las hubiera. Somos islas solitarias en un archipiélago tumultuoso. O sordomudos que gritan mucho. O ciegos que no saben hacer la o con un canuto.
Esta película es el mejor tratado de filosofía, se la debieran poner a todo aquel que traficase con los hechos y las palabras de manera espuria, esa sería su condena, para que aprendiera, venga, a pasar en el calabozo/cine con los ojos bien abiertos, como en "La naranja mecánica", la noche entera, viendo sin parar esta obra maestra, debiera estudiarse en la escuela, para los niños y los adolescentes y todos los jóvenes, y en lugar de jurar la constitución, habría que recitar ante el mismo rey todos los diálogos de esta magna creación con el fin de acreditar su incesante visión. Habría que gritar Plácido como conjuro o risa cada vez que ocurriera alguna mentira gruesa o alguna injusticia chusca.
La vida es una muchedumbre abigarrada montada en un motocarro cutre, un urinario ambulante, un casamiento de cuerpo presente, rigor mortis y un besugo imaginario, es una cesta de navidad robada por un cojo, la reina del baile que desea a otro.
Entre "Milagro en Milán" y "Viridiana". De Pirandello a Vittorio De Sica. De Jardiel Poncela o Ramón Gómez de la Sena a Valle Inclán o Gutiérrez Solana y tiro porque me toca. Es Ripstein sin tanta tragedia, o mucho más constante, en cada puta décima.
P.D.: Plácido demuestra claramente que con/tra Franco se vivía mucho mejor, ni punto de comparación, el cine era mayor, muy superior.
Esta película es el mejor tratado de filosofía, se la debieran poner a todo aquel que traficase con los hechos y las palabras de manera espuria, esa sería su condena, para que aprendiera, venga, a pasar en el calabozo/cine con los ojos bien abiertos, como en "La naranja mecánica", la noche entera, viendo sin parar esta obra maestra, debiera estudiarse en la escuela, para los niños y los adolescentes y todos los jóvenes, y en lugar de jurar la constitución, habría que recitar ante el mismo rey todos los diálogos de esta magna creación con el fin de acreditar su incesante visión. Habría que gritar Plácido como conjuro o risa cada vez que ocurriera alguna mentira gruesa o alguna injusticia chusca.
La vida es una muchedumbre abigarrada montada en un motocarro cutre, un urinario ambulante, un casamiento de cuerpo presente, rigor mortis y un besugo imaginario, es una cesta de navidad robada por un cojo, la reina del baile que desea a otro.
Entre "Milagro en Milán" y "Viridiana". De Pirandello a Vittorio De Sica. De Jardiel Poncela o Ramón Gómez de la Sena a Valle Inclán o Gutiérrez Solana y tiro porque me toca. Es Ripstein sin tanta tragedia, o mucho más constante, en cada puta décima.
P.D.: Plácido demuestra claramente que con/tra Franco se vivía mucho mejor, ni punto de comparación, el cine era mayor, muy superior.
21 de marzo de 2009
21 de marzo de 2009
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siente a un pobre en su mesa, será.................... más ....................................... ¿feliz?
Una campaña navideña, que entre la burguesía siempre tendrá éxito, un lavado de cara para celebrar el amor y la cordialidad en tan señalado día.
Pero en clave de humor Berlanga nos muestra la asquerosa realidad. Hacer las cosas por compromiso, por el qué dirán, sacar la sonrisa a los desconocidos, demostrar que el hombro del presente es más alto que el de quien está al lado, mostrando una generosidad paupérrima y nada contagiosa. Que una noche junto a un desperdicio social es sólo una noche y a la basura la recogerá el camión en unas horas, sin necesidad de preocuparse jamás por eso.
Por otra parte está la ignorancia, la búsqueda de la tranquilidad haciendo efectivo un pago, que nos permite ver en cada hogar los mayores desperfectos que se intentan vivir en la intimidad.
Un coro canta al nacimiento, una idea interconexiona mentes, un vacío deja la noche y una lumbre enciende una última cena.
Una campaña navideña, que entre la burguesía siempre tendrá éxito, un lavado de cara para celebrar el amor y la cordialidad en tan señalado día.
Pero en clave de humor Berlanga nos muestra la asquerosa realidad. Hacer las cosas por compromiso, por el qué dirán, sacar la sonrisa a los desconocidos, demostrar que el hombro del presente es más alto que el de quien está al lado, mostrando una generosidad paupérrima y nada contagiosa. Que una noche junto a un desperdicio social es sólo una noche y a la basura la recogerá el camión en unas horas, sin necesidad de preocuparse jamás por eso.
Por otra parte está la ignorancia, la búsqueda de la tranquilidad haciendo efectivo un pago, que nos permite ver en cada hogar los mayores desperfectos que se intentan vivir en la intimidad.
Un coro canta al nacimiento, una idea interconexiona mentes, un vacío deja la noche y una lumbre enciende una última cena.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Hoy me han vuelto a ver escribir en esta libreta. Me han dicho que a este paso voy a acabar escribiendo un libro... nada más lejos de la realidad. Pero algo he conseguido. Una historia para esta última hoja de papel, sin saber dónde acabará perdido.
He conocido algo de ese gran señor, alto, que se afeitaba con navaja, que siempre llevaba sombrero y vivía pegado a aquella destartalada radio que le conectaba con mundos que nunca había visto. Porque cuando yo le conocí su mirada se había perdido para siempre. Pero he sabido que él siempre que tenía un papel cerca escribía, llenaba hojas enteras con sus pensamientos, con sus grandes ideas. Incluso cuando se estaba quedando ciego, casi por intuición, escribía con letra clara y renglones rectos, aprovechó hasta el último momento. Y hace poco sin saber por qué me puse a escribir en esta libreta, que hoy se acaba. Hace poco las casualidades me permitieron recordar a ese gran hombre, y me di cuenta que quería saber más de él. Hoy las casualidades me han permitido saber que algo suyo he heredado, escribir, lo que sea, aunque a nadie le importe, aunque nadie lo lea, y es que mi abuelo, Ángel, fue un grande con quien cualquiera se querría poder comparar. Él sentó a todo el mundo en su mesa sin importarle su procedencia y su casa siempre tuvo el banco más concurrido de todo el pueblo. La puerta siempre estaba abierta, y nunca supo qué era aparentar.
A él no le han retratado en la película, es una total antítesis, porque no todos somos iguales. Sí es necesario conocer todas las caras de la moneda, que siempre son más de dos.
He conocido algo de ese gran señor, alto, que se afeitaba con navaja, que siempre llevaba sombrero y vivía pegado a aquella destartalada radio que le conectaba con mundos que nunca había visto. Porque cuando yo le conocí su mirada se había perdido para siempre. Pero he sabido que él siempre que tenía un papel cerca escribía, llenaba hojas enteras con sus pensamientos, con sus grandes ideas. Incluso cuando se estaba quedando ciego, casi por intuición, escribía con letra clara y renglones rectos, aprovechó hasta el último momento. Y hace poco sin saber por qué me puse a escribir en esta libreta, que hoy se acaba. Hace poco las casualidades me permitieron recordar a ese gran hombre, y me di cuenta que quería saber más de él. Hoy las casualidades me han permitido saber que algo suyo he heredado, escribir, lo que sea, aunque a nadie le importe, aunque nadie lo lea, y es que mi abuelo, Ángel, fue un grande con quien cualquiera se querría poder comparar. Él sentó a todo el mundo en su mesa sin importarle su procedencia y su casa siempre tuvo el banco más concurrido de todo el pueblo. La puerta siempre estaba abierta, y nunca supo qué era aparentar.
A él no le han retratado en la película, es una total antítesis, porque no todos somos iguales. Sí es necesario conocer todas las caras de la moneda, que siempre son más de dos.
24 de enero de 2009
24 de enero de 2009
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comencé su visionado un poco escéptico, pero acabé prácticamente haciendo la ola.
Creo que es la que más he disfrutado de Berlanga.
Cuánta precariedad, cuánto encanto, cuánta nostalgia, cuánta frescura, cuánto veneno envuelto en terciopelo.
Debo revisar El Verdugo y Bienvenido Mr. Marshall, porque no me noquearon pero intuyo un hincamiento de rodilla con un segundo visionado.
Creo que es la que más he disfrutado de Berlanga.
Cuánta precariedad, cuánto encanto, cuánta nostalgia, cuánta frescura, cuánto veneno envuelto en terciopelo.
Debo revisar El Verdugo y Bienvenido Mr. Marshall, porque no me noquearon pero intuyo un hincamiento de rodilla con un segundo visionado.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here