Big Little LiesSerie
2017 

David E. Kelley (Creador), Jean-Marc Vallée ...
7.7
24,575
Serie de TV. Drama
Serie de TV (2017-2019). 2 temporadas. 14 episodios. Una oscura y misteriosa historia sobre tres madres (Madeline, Celeste y Jane) del norte de California cuyas vidas, aparentemente perfectas, se ven sorprendidas por un asesinato durante un evento para recaudar fondos del colegio de primaria. Celeste (Nicole Kidman) es una mujer con una vida familiar perfecta y un esposo ejemplar. Sin embargo, luchará por conseguir algo que le quita el ... [+]
4 de enero de 2018
4 de enero de 2018
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizá la mejor serie que haya visto nunca, para usted no significa nada claro, pero para mi es decir mucho...
Pese a esto, hay un par de cosas que me sacan constantemente de este genial trabajo. En primer lugar, los continuos insertos de los "supuestos" entrevistados por el accidente. Que si, que sirven de soporte y pretenden aportar dinamismo, pero son excesivos y si se para usted a pensar, ni guardan interés, ni tan siquiera son veraces para con el argumento. Actúan de presunto refuerzo en diversas partes de la trama, a menudo subrayándolas, con lo que para mi gusto, empeora notablemente el guión.
Lo segundo es el que realmente la serie sea (y no digo parezca) un gran catalogo de Apple, no voy a extenderme en esto, porque creo que es obvio.
Aún así repito es un pedazo de serie, super recomendable, por su forma de narrar y sobre todo por la temática que trata.
Siete episodios muy equilibrados entre si, con un guión a cada capítulo más poderoso, que, aunque titubea un poco al principio, cuando despliega sus alas, te atrapa con fuerza y ya no te suelta hasta el final, dejándote en medio de una cruda y complicada realidad.
Cuidadísima la fotografía junto con la iluminación.
El reparto en su mayoría está de cine, especialmente una Reese Witherspoon luminosa (todos los reconocimientos que le den serán pocos).
No me gusta saber apenas nada de las películas o series que voy a ver, así que no le voy a dar ninguna clave más, terminando aquí mi "crítica".
P.D. Para mi es una pena tener que apreciar el arte cada vez más y más dentro de la publicidad.
Pese a esto, hay un par de cosas que me sacan constantemente de este genial trabajo. En primer lugar, los continuos insertos de los "supuestos" entrevistados por el accidente. Que si, que sirven de soporte y pretenden aportar dinamismo, pero son excesivos y si se para usted a pensar, ni guardan interés, ni tan siquiera son veraces para con el argumento. Actúan de presunto refuerzo en diversas partes de la trama, a menudo subrayándolas, con lo que para mi gusto, empeora notablemente el guión.
Lo segundo es el que realmente la serie sea (y no digo parezca) un gran catalogo de Apple, no voy a extenderme en esto, porque creo que es obvio.
Aún así repito es un pedazo de serie, super recomendable, por su forma de narrar y sobre todo por la temática que trata.
Siete episodios muy equilibrados entre si, con un guión a cada capítulo más poderoso, que, aunque titubea un poco al principio, cuando despliega sus alas, te atrapa con fuerza y ya no te suelta hasta el final, dejándote en medio de una cruda y complicada realidad.
Cuidadísima la fotografía junto con la iluminación.
El reparto en su mayoría está de cine, especialmente una Reese Witherspoon luminosa (todos los reconocimientos que le den serán pocos).
No me gusta saber apenas nada de las películas o series que voy a ver, así que no le voy a dar ninguna clave más, terminando aquí mi "crítica".
P.D. Para mi es una pena tener que apreciar el arte cada vez más y más dentro de la publicidad.
11 de febrero de 2018
11 de febrero de 2018
59 de 115 usuarios han encontrado esta crítica útil
Queridos hombres blancos: estamos pasados de moda.
Si por lo menos fuéramos negros, o al menos mulatos, tendríamos un pase. Pero así, en toda nuestra blancura, somos un poquito repugnantes. Si tenéis dudas solo debéis ver algunas de las series o películas más nominadas en los últimos tiempos. Aquí y en el extranjero. Y las audiencias.
Westworld, Orange Is The New Black, Alias Grace, Big Little Lies…
Wonder Woman…
La filmografía entera de Almodovar…
Por cierto, no sé si os he dicho ya lo que me gustan las feministas buenorras que van luciendo muslo, escote y pelo Pantene. Si no es así, os lo digo ahora: me encanta el feminismo de Victoria Secret.
Volviendo al tema. Lamento tener que confirmároslo: ya no servimos para nada.
Somos cosas muy simples. Un poco de sexo. Mucha violencia. Una banderita, cerveza, un partido de fútbol… Bueno, quizá alguna vez hubo hombres blancos que no eran exactamente así. Pero no esperéis reconocimiento alguno por la mera pertenencia al gremio; además, las mujeres de Big Little Lies o Sexo en Nueva York no tienen ni idea de a qué me refiero. Es imposible pensar sobre lo que se desconoce que se desconoce.
Aprender es tedioso. Y entre las clases de yoga, las tareas anexas el proceso reproductivo, ir a Disneyland e intentar realizar el sueño americano en modo vegano, a ellas no le queda tiempo.
En suma: Los hombres (blancos) y sus estructuras patriarcales no son más que un obstáculo a superar en el camino de la gloriosa emancipación femenina.
En qué consiste exactamente esa emancipación es algo que escapa a mi pobre y blanco entendimiento masculino. Tan sólo os puedo decir dónde acaba: en la cola del supermercado.
El que no es un alcohólico, es un maltratador. Básicamente estamos deseando de sacárnosla para ver quién la tiene más larga y mea más lejos.
En última instancia, somos unos calzonazos.
Por supuesto, no sabemos escuchar. Y si lo hacemos es porque seguro que no sabemos follar. Y si sabemos follar es porque somos unos sádicos. Esto son leyes cósmicas del universo femenino. No me hagáis perder el tiempo y anotadlas.
Seguramente sean mis lamentables limitaciones como hombre blanco las que me empujen a no ver sino la ironía de todo este asunto.
Y no me refiero a que las juntas de accionistas sean campos de nabos. O a que Trump sea presidente. Que también. Sino a que algunos de los elementos que se asumen como normales (caso de Big Little Lies) y sistemáticamente se incluyen con un peso muy relevante dentro de este supuesto marco de lucha por la emancipación femenina sean, por ejemplo, la obsesión por la apariencia física, por el lujo, por la propiedad, por el éxito, por el Jaguar, por el perfume, la joya y el traje, con la mesa repleta de comida basura que directamente irá a la basura y el smartphone en la mano.
Por establecer un paralelismo en absoluto al azar, cuando Sam Mendes muestra en sus películas el sueño americano, con mayor o menor fortuna, lo hace con cierta sinceridad. A Mendes no le interesa el lujo. Sabe que puede estar (o no) ahí, pero no es lo primero que ha de mostrar cada vez que comienza una secuencia. La mancha de vino en el sofá no es en realidad muy importante. Consecuentemente, tampoco le interesa el cotilleo. Y sus tramas son coherentes con las situaciones y personajes que describe; personajes cuyas obsesiones y emociones tienen unos tiempos naturales. Finalmente, la ira también cesa. Las circunstancias cambian.
Por el contrario, en Big Little Lies, ni la ira cesa ni los personajes cambian. Y si bien el conflicto se presenta en un envoltorio tan suntuoso como efectista, resulta tan prefabricado como las propias localizaciones en las que se rueda la serie o su misma puesta en escena, llena de cortes que intentan imprimir dinamismo a falta de un desarrollo sustancial.
Y por surrealista que parezca, el denominador común de todas estas series y películas es que para hacerlas brillar a ellas, a nosotros nos tienen que reducir a cero. Por lo general, no llegamos ni al nivel de caricaturas.
Si por lo menos fuéramos negros, o al menos mulatos, tendríamos un pase. Pero así, en toda nuestra blancura, somos un poquito repugnantes. Si tenéis dudas solo debéis ver algunas de las series o películas más nominadas en los últimos tiempos. Aquí y en el extranjero. Y las audiencias.
Westworld, Orange Is The New Black, Alias Grace, Big Little Lies…
Wonder Woman…
La filmografía entera de Almodovar…
Por cierto, no sé si os he dicho ya lo que me gustan las feministas buenorras que van luciendo muslo, escote y pelo Pantene. Si no es así, os lo digo ahora: me encanta el feminismo de Victoria Secret.
Volviendo al tema. Lamento tener que confirmároslo: ya no servimos para nada.
Somos cosas muy simples. Un poco de sexo. Mucha violencia. Una banderita, cerveza, un partido de fútbol… Bueno, quizá alguna vez hubo hombres blancos que no eran exactamente así. Pero no esperéis reconocimiento alguno por la mera pertenencia al gremio; además, las mujeres de Big Little Lies o Sexo en Nueva York no tienen ni idea de a qué me refiero. Es imposible pensar sobre lo que se desconoce que se desconoce.
Aprender es tedioso. Y entre las clases de yoga, las tareas anexas el proceso reproductivo, ir a Disneyland e intentar realizar el sueño americano en modo vegano, a ellas no le queda tiempo.
En suma: Los hombres (blancos) y sus estructuras patriarcales no son más que un obstáculo a superar en el camino de la gloriosa emancipación femenina.
En qué consiste exactamente esa emancipación es algo que escapa a mi pobre y blanco entendimiento masculino. Tan sólo os puedo decir dónde acaba: en la cola del supermercado.
El que no es un alcohólico, es un maltratador. Básicamente estamos deseando de sacárnosla para ver quién la tiene más larga y mea más lejos.
En última instancia, somos unos calzonazos.
Por supuesto, no sabemos escuchar. Y si lo hacemos es porque seguro que no sabemos follar. Y si sabemos follar es porque somos unos sádicos. Esto son leyes cósmicas del universo femenino. No me hagáis perder el tiempo y anotadlas.
Seguramente sean mis lamentables limitaciones como hombre blanco las que me empujen a no ver sino la ironía de todo este asunto.
Y no me refiero a que las juntas de accionistas sean campos de nabos. O a que Trump sea presidente. Que también. Sino a que algunos de los elementos que se asumen como normales (caso de Big Little Lies) y sistemáticamente se incluyen con un peso muy relevante dentro de este supuesto marco de lucha por la emancipación femenina sean, por ejemplo, la obsesión por la apariencia física, por el lujo, por la propiedad, por el éxito, por el Jaguar, por el perfume, la joya y el traje, con la mesa repleta de comida basura que directamente irá a la basura y el smartphone en la mano.
Por establecer un paralelismo en absoluto al azar, cuando Sam Mendes muestra en sus películas el sueño americano, con mayor o menor fortuna, lo hace con cierta sinceridad. A Mendes no le interesa el lujo. Sabe que puede estar (o no) ahí, pero no es lo primero que ha de mostrar cada vez que comienza una secuencia. La mancha de vino en el sofá no es en realidad muy importante. Consecuentemente, tampoco le interesa el cotilleo. Y sus tramas son coherentes con las situaciones y personajes que describe; personajes cuyas obsesiones y emociones tienen unos tiempos naturales. Finalmente, la ira también cesa. Las circunstancias cambian.
Por el contrario, en Big Little Lies, ni la ira cesa ni los personajes cambian. Y si bien el conflicto se presenta en un envoltorio tan suntuoso como efectista, resulta tan prefabricado como las propias localizaciones en las que se rueda la serie o su misma puesta en escena, llena de cortes que intentan imprimir dinamismo a falta de un desarrollo sustancial.
Y por surrealista que parezca, el denominador común de todas estas series y películas es que para hacerlas brillar a ellas, a nosotros nos tienen que reducir a cero. Por lo general, no llegamos ni al nivel de caricaturas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y quizá también sean mis limitaciones como hombre las que me hagan pensar que este, digamos, feminismo de Sexo en Nueva York, Big Little Lies o Wonder Woman bien podría no ser más que una fantasía machista. Y el sueño de todo empresario.
Con escotes, bien maquilladas, sin un gramo de grasa, mitad seres humanos, mitad suma de tendencias. Como la propia acumulación de -oye vamos a juntar aquí todo, TODO, lo que está de moda- mediante la que funciona el guión. O los flashbacks y flashforwards que destruyen la narración (e inmunizan contra cualquier ambigüedad hitchcockiana), y que la convierten, por si quedaran dudas, en lo que es: puro vouyerismo. Una serie tan rosa como el Hola o el Pronto. Pornografía del lujo y la mezquindad. Las miserias de los ricos envasadas para consumo de los pobres. Satisfacción garantizada.
Y casi seguro que también son limitaciones masculinas las que me hacen creer que detrás de todo ese artificio, de esa barroca puesta en escena, de esos personajes tan atormentados e insatisfechos, caracterizados por tener una visión materialista, ingenua e infantil del universo que las rodea (las armas les hacen sentirse a salvo…), tan sólo se esconde la más grotesca vulgaridad. El aburrimiento. Al igual que ocurre con la propia trama de la serie, que se escamotea (en apariencia) al espectador por la simple razón de que (en realidad) tampoco había mucho que contar. La cosa no daba para más de tres capítulos o una película del montón. Lo de en medio no son más que magníficas interpretaciones; eso sí, en plan divismo total: mira, podría llorar, y lo sabes, pero me contengo en las sombras.
Y es que en esta serie siempre hay una buena sombra donde justamente se la necesita, y ahora no me refiero al guión. O sí. Como en 50 Sombras de Grey. Hay que escandalizar. Pero solo un poco. No se vayan a molestar. Nada que sea demasiado violento. Demasiado duro. Demasiado real. Todo muy comedido y convenientemente iluminado. Nada muy diferente a una colección de reportajes sacados del Hola.
Con escotes, bien maquilladas, sin un gramo de grasa, mitad seres humanos, mitad suma de tendencias. Como la propia acumulación de -oye vamos a juntar aquí todo, TODO, lo que está de moda- mediante la que funciona el guión. O los flashbacks y flashforwards que destruyen la narración (e inmunizan contra cualquier ambigüedad hitchcockiana), y que la convierten, por si quedaran dudas, en lo que es: puro vouyerismo. Una serie tan rosa como el Hola o el Pronto. Pornografía del lujo y la mezquindad. Las miserias de los ricos envasadas para consumo de los pobres. Satisfacción garantizada.
Y casi seguro que también son limitaciones masculinas las que me hacen creer que detrás de todo ese artificio, de esa barroca puesta en escena, de esos personajes tan atormentados e insatisfechos, caracterizados por tener una visión materialista, ingenua e infantil del universo que las rodea (las armas les hacen sentirse a salvo…), tan sólo se esconde la más grotesca vulgaridad. El aburrimiento. Al igual que ocurre con la propia trama de la serie, que se escamotea (en apariencia) al espectador por la simple razón de que (en realidad) tampoco había mucho que contar. La cosa no daba para más de tres capítulos o una película del montón. Lo de en medio no son más que magníficas interpretaciones; eso sí, en plan divismo total: mira, podría llorar, y lo sabes, pero me contengo en las sombras.
Y es que en esta serie siempre hay una buena sombra donde justamente se la necesita, y ahora no me refiero al guión. O sí. Como en 50 Sombras de Grey. Hay que escandalizar. Pero solo un poco. No se vayan a molestar. Nada que sea demasiado violento. Demasiado duro. Demasiado real. Todo muy comedido y convenientemente iluminado. Nada muy diferente a una colección de reportajes sacados del Hola.
11 de diciembre de 2018
11 de diciembre de 2018
22 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Violencia de género, maternidad neurótica, yoga, bullying y crimen. Con estos mismos elementos te monta Telecinco un especial de siete horas donde las invitadas te cuentan historias tan reales y apasionantes como las que viven las protagonistas de esta miniserie.
-Me casé con un informático barbudo pero he montado una obra de teatro escolar para matar el tiempo y fingir que soy importante en la comunidad. Nadie me soporta. Sólo el informático barbudo.
- Pues yo era una abogada de éxito de esas que viven a tope la profesión hasta que decidí dejarlo todo para ponerme a procrear con un semidios griego. Ahora no hago nada: sólo tomar café con las amigas, llevar al cole a los gemelos Damien, ponerme vestiditos y esperar a que me zurre Hercules y, qué quereis que os diga, pues no es lo mismo.
- Mi hija tiene un moratón. Alguien ha pegado a mi hija. I can feel it in the water y no lo voy a tolerar. Bullying. Alerta antifascista en la guardería. Sobreprotección y una mierda.Cosas de críos tu puñetera madre. Exijo que se depuren responsabilidades: pero ¿tú has visto lo que sufre mi hija? Mi hijaaaaaaaaaaaaaaaa, cómo me duele ni hijaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa. Te voy a sacar los ojos. Como pille al abusón lo reviento. Mi hijaaaaaaaaaaaaaaaaaa. Mi única hijaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.
- Soy Zoe Kravitz y hago de hija de Lenny Kravitz. También hago yoga y cultivo mis propias lechugas y canto mejor que mi padre.
Y todo así. La serie entretiene y al final te tienes que reír con todo este inframundo femenino de clase acomodada en el cual los hombre son siempre por defecto pánfilos, imbéciles y/o maltratadores.
Serie de mujeres para mujeres que gozan del rollito diferencial del ser femenino. Ideal para ver con las amigas o en una noche de esas en las que que ningún hombre te comprende y tus hijos mayores pasan ya además de comerte la oreja. Si sientes que la vida familiar te desborda y daydreameas con una realidad alternativa donde la mujer que una vez fuiste obtiene por fin la vida que siempre habías deseado, esta es tu serie.Resto de mujeres y sujetos adultos y racionales abstenerse.
-Me casé con un informático barbudo pero he montado una obra de teatro escolar para matar el tiempo y fingir que soy importante en la comunidad. Nadie me soporta. Sólo el informático barbudo.
- Pues yo era una abogada de éxito de esas que viven a tope la profesión hasta que decidí dejarlo todo para ponerme a procrear con un semidios griego. Ahora no hago nada: sólo tomar café con las amigas, llevar al cole a los gemelos Damien, ponerme vestiditos y esperar a que me zurre Hercules y, qué quereis que os diga, pues no es lo mismo.
- Mi hija tiene un moratón. Alguien ha pegado a mi hija. I can feel it in the water y no lo voy a tolerar. Bullying. Alerta antifascista en la guardería. Sobreprotección y una mierda.Cosas de críos tu puñetera madre. Exijo que se depuren responsabilidades: pero ¿tú has visto lo que sufre mi hija? Mi hijaaaaaaaaaaaaaaaa, cómo me duele ni hijaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa. Te voy a sacar los ojos. Como pille al abusón lo reviento. Mi hijaaaaaaaaaaaaaaaaaa. Mi única hijaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.
- Soy Zoe Kravitz y hago de hija de Lenny Kravitz. También hago yoga y cultivo mis propias lechugas y canto mejor que mi padre.
Y todo así. La serie entretiene y al final te tienes que reír con todo este inframundo femenino de clase acomodada en el cual los hombre son siempre por defecto pánfilos, imbéciles y/o maltratadores.
Serie de mujeres para mujeres que gozan del rollito diferencial del ser femenino. Ideal para ver con las amigas o en una noche de esas en las que que ningún hombre te comprende y tus hijos mayores pasan ya además de comerte la oreja. Si sientes que la vida familiar te desborda y daydreameas con una realidad alternativa donde la mujer que una vez fuiste obtiene por fin la vida que siempre habías deseado, esta es tu serie.Resto de mujeres y sujetos adultos y racionales abstenerse.
24 de junio de 2017
24 de junio de 2017
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Oh Twitter... esa maravillosa red social que, ocasionalmente, aporta información que desconocías por completo de no ser por ella. Eso mismo me ocurrió con Big Little Lies. Jamás había oído hablar de esta serie hasta que una persona que sigo la estuvo comentando -dándole gran importancia, ojo-. Ese factor más el añadido de tan solo 7 capítulos fácilmente cepillables en un día, me hizo dar el click en Pordede y ponerme a verla. Y bueno, el elenco de actrices conocidas también es un plus.
A primera vista, algo que llama mucho la atención es lo bien rodada que está. Por dios, cada plano acompañado por una banda sonora indie-melodramática es pura belleza. También ayuda que el pueblo marítimo en el que está grabada la serie (Monterey) sea el sitio ideal para rodar escenas intensitas.
El desarrollo de las historias de estas 3 mujeres (Madeleine, Celeste y Jane) es A PARTES IGUALES muy bueno. Quizá destaco más la historia de Celeste y la relación tóxico-abusiva con su marido Perry. El hecho de que esta haya podido "contaminar" a uno de sus hijos gemelos me parece brutal. Además, es digno de destacar el papel de la psicóloga, de verdad. Esa mujer tiene mis dies. (Recordemos la inutilidad de otros consejeros como el que aparece en la serie 13 Reasons Why, por ejemplo... ugh).
A grandes rasgos, esta serie, a pesar de resultarme en ocasiones algo pretenciosa, cumple con creces en cuanto a intriga y tensión se refiere. Soy partidaria de crear en mi mente posibles teorías sobre qué ocurrirá más adelante, quién hizo tal, el motivo detrás de eso... Big Little Lies anima a tu mente para que se entretenga un poco conspirando. I like that.
Por cierto, cuando menciono que es algo pretenciosa no me refiero a los comentarios elitistas de algunos de los personajes -algo "normal, pues mayoritariamente pertenecen a la jet set-, sino por el gusto musical de los niños. Me explico: ¿niños de ¡¡¡6 MALDITOS AÑOS!!! escuchando música de la década de los 70 + canciones indie-que-no-conoce-ni-el-tato? Anda ya. Chloe, no mientas, en realidad escuchas la banda sonora de High School Musical non-stop. (Y no pasa ná). Que no nos mientan, esa es la real Big Lie.
A primera vista, algo que llama mucho la atención es lo bien rodada que está. Por dios, cada plano acompañado por una banda sonora indie-melodramática es pura belleza. También ayuda que el pueblo marítimo en el que está grabada la serie (Monterey) sea el sitio ideal para rodar escenas intensitas.
El desarrollo de las historias de estas 3 mujeres (Madeleine, Celeste y Jane) es A PARTES IGUALES muy bueno. Quizá destaco más la historia de Celeste y la relación tóxico-abusiva con su marido Perry. El hecho de que esta haya podido "contaminar" a uno de sus hijos gemelos me parece brutal. Además, es digno de destacar el papel de la psicóloga, de verdad. Esa mujer tiene mis dies. (Recordemos la inutilidad de otros consejeros como el que aparece en la serie 13 Reasons Why, por ejemplo... ugh).
A grandes rasgos, esta serie, a pesar de resultarme en ocasiones algo pretenciosa, cumple con creces en cuanto a intriga y tensión se refiere. Soy partidaria de crear en mi mente posibles teorías sobre qué ocurrirá más adelante, quién hizo tal, el motivo detrás de eso... Big Little Lies anima a tu mente para que se entretenga un poco conspirando. I like that.
Por cierto, cuando menciono que es algo pretenciosa no me refiero a los comentarios elitistas de algunos de los personajes -algo "normal, pues mayoritariamente pertenecen a la jet set-, sino por el gusto musical de los niños. Me explico: ¿niños de ¡¡¡6 MALDITOS AÑOS!!! escuchando música de la década de los 70 + canciones indie-que-no-conoce-ni-el-tato? Anda ya. Chloe, no mientas, en realidad escuchas la banda sonora de High School Musical non-stop. (Y no pasa ná). Que no nos mientan, esa es la real Big Lie.
10 de septiembre de 2017
10 de septiembre de 2017
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Big Little Lies es una de esas series que nada más olerla ya sabía que estaba hecha para mí, tanto que no pude evitar fulminarme el libro antes de acabar los siete episodios. El libro de Liane Moriarty es magistral, muy profundo, muy cocinado lentamente y muy revelador, eso sí, con preocupaciones del primer mundo, todo sea dicho.
La serie resta a la historia demasiado, pero es que luego suma mucho cuando ponen a un elenco tan fascinante como mi (no me canso de decirlo) maravillosa actriz favorita del mundo entero que es Laura Dern, dónde en el caso de la serie se agradece el plus de protagonismo, unas fantásticas Reese Witherspoon y Shailene Woodley que parece que habían escrito los personajes para ellas, incluso secundarios de lujo como Adam Scott, Zoë Kravitz, Alexander Skarsgård y Sarah Burns, aunque reconozco que la que te remueve todo por dentro es la siempre desbordante Nicole Kidman.
Recomiendo tanto el libro, que enmarca con intriga unas vidas aparentemente rutinarias llenas de luchas de egos, como la serie que es de esas dónde las interpretaciones hacen grande lo que ves en la pantalla pequeña.
https://kyzocine.wordpress.com/
La serie resta a la historia demasiado, pero es que luego suma mucho cuando ponen a un elenco tan fascinante como mi (no me canso de decirlo) maravillosa actriz favorita del mundo entero que es Laura Dern, dónde en el caso de la serie se agradece el plus de protagonismo, unas fantásticas Reese Witherspoon y Shailene Woodley que parece que habían escrito los personajes para ellas, incluso secundarios de lujo como Adam Scott, Zoë Kravitz, Alexander Skarsgård y Sarah Burns, aunque reconozco que la que te remueve todo por dentro es la siempre desbordante Nicole Kidman.
Recomiendo tanto el libro, que enmarca con intriga unas vidas aparentemente rutinarias llenas de luchas de egos, como la serie que es de esas dónde las interpretaciones hacen grande lo que ves en la pantalla pequeña.
https://kyzocine.wordpress.com/
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