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La rueda de la maravilla

Drama En la Coney Island de la década de los 50, el joven Mickey Rubin (Timberlake), un apuesto salvavidas del parque de atracciones que quiere ser escritor, cuenta la historia de Humpty (Jim Belushi), operador del carrusel del parque, y de su esposa Ginny (Winslet), una actriz con un carácter sumamente volátil que trabaja como camarera. Ginny y Humpty pasan por una crisis porque además él tiene un problema con el alcohol, y por si fuera poco ... [+]
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Críticas ordenadas por utilidad
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6
27 de enero de 2018 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pareciera que si Woody Allen no estuviera obsesionado por estrenar una película cada año podría entregar trabajos de un nivel mucho más alto. No obstante, el director y guionista neoyorkino demuestra su talento al ser capaz de obtener actuaciones extraordinarias con el elenco que elige en cada una de sus cintas, sobre todo de las mujeres. Fue esta habilidad la que llevó a Cate Blachet a ganar el Oscar como mejor actriz por su trabajo en la mediana Blue Jasmine y a Penélope Cruz como actriz de reparto en Vicky Cristina Barcelona.

En esta ocasión, una nueva historia de enredos se lleva a cabo en Coney Island durante los años 50 y tiene como protagonista a Ginny, una actriz fracasada que vive resignada a trabajar como mesera al lado de Humpty, un alcohólico en recuperación que la desposó a pesar de ser bastante mayor que ella, y que encuentra la liberación de sus frustraciones en Mickey, un joven salvavidas y dramaturgo en proceso. No obstante, la vida de todos da un giro cuando aparece Carolina, la hija del anterior matrimonio de Humpty que vuelve a los brazos de su padre en un intento desesperado por escapar de su mafioso exesposo.

Es así como la cinta aborda nuevamente un tópico que resulta ser habitual para el director, ya que se trata (una vez más) sobre las frustraciones características de la crisis de la mediana edad, las cuales ya han sido abordadas en Hannah and Her Sisters, You Will Meet a Tall Dark Stranger, entre otras. De esta forma, la película no muestra nada nuevo ni relevante, por lo que no consigue enganchar a un público expectante por una trama mejor planteada, al punto que se da el lujo de incluir una irrelevante secuencia relacionada con un niño piromaníaco en lo que parece un intento desesperado por darle un giro sorpresivo a los acontecimientos.

El guion trabaja únicamente para el lucimiento de Kate Winslet (Titanic, The Reader), quien como Ginny ofrece una extraordinaria actuación en un papel que le permite demostrar su talento de forma exponencial. Alrededor de Winslet se presentan una serie de actores que figuran como secundarios en toda la extensión de la palabra. Así, a excepción de un Jim Belushi (Red Heat) que como Humpty demuestra contar con talento para hacer trabajos más serios que vayan más allá de sitcoms y películas para la televisión, actores como Justin Timberlake (The Social Network) y Juno Temple (Atonement) cumplen con un carácter meramente ornamental durante el desarrollo de la historia encarnando a Mickey y Carolina respectivamente.

Cabe hacer mención de que el filme cuenta con la fotografía del reconocido Vittorio Storaro (Apocalypse Now, The Last Emperor) quien realiza un trabajo impecable lleno de contrastes y juegos de luces que junto con Winslet se convierten en lo más destacado de la cinta. Por lo demás, Woody Allen sigue dando más de que hablar por sus escándalos sexuales que por la calidad de su cine, con el cual desde hace varios años sigue teniendo una deuda para satisfacer a un público que espera algo más que un relato plano con un desenlace predecible.

Calificación: TÚ DECIDES.

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8
11 de febrero de 2018 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No podemos negar que Woody Allen es uno de los grandes directores de cine contemporáneo. Tampoco la coherencia de su amplia filmografía, aunque sus resultados sean desiguales. He de reconocer que, aunque no soporto algunas de sus películas, rescataría unas pocas como magistrales. Entre ellas las que nos ocupa. Woody Allien consigue una narración cinematográfica perfecta en su forma y en su fondo.

El marco en que aparecen sus problemas existenciales esta vez parece más universal, porque sale de su habitual contexto ( clase media alta ilustrada, comunidad judía de New York) para sumergirnos en una historia que, aunque se desarrolla en un parque de atracciones en la Coney island de los años 50 podría trasladarse a otro marco. No a cualquiera porque es una historia moderna y como tal dramática y no trágica. Nada que ver con una tragedia griega, aunque aparentemente pueda parecer lo contrario. Porque los personajes no son víctimas de un destino que los atrapa al margen de sus decisiones. En lo que insiste la película es que las nefastas consecuencias en que se encuentran los personajes son fruto de sus decisiones. Este es el drama. Que lo que nos ocurre tiene que ver con los encuentros, afortunados o desafortunados, que tenemos y nuestras decisiones al respecto. Me parece que este es el tema central en Woody Allen, que aprece explícitimanente en otra de sus mejores películas : "Delitos y faltas".

Ginny ( Kate Winslet, extraordinaria interpretación) se encuentra con su primer marido, con su primer marido, con su segundo marido y con su segundo amante. Los encuentros tienen consecuencias por sus decisiones. El primer encuentro es bueno y el segundo malo. Los dos siguientes son más ambiguos, más ambivalentes. también toma otra decisión que tendrán consecuencias mortíferas.

¿ Qué la mueve ? Las pasiones humanas, otro de los grandes temas de Woody Allen : el deseo, el amor, el odio, los celos...

Carolina ( buena interpretación de Juno Temple) también tomó sus decisiones y acaba pagando las consecuencias. El deseo y el miedo son sus motores...

Humpy ( excelente James Berlushi) es, en cambio, el que padece las consecuencias de lo que ocurre ( muerte de su primera esposa) o de lo que los otros deciden ( su segunda esposa y su hija).

Mickey Rubin ( bien por Justin Timberlake )es el que cuenta y, en parte, protagoniza el relato. Es el contrapunto de comedia a lo que aparece como un drama.

Excelente puesta en escena, buena música..

Wonder Wheel, la rueda asombrosa. Como decía, eso sí, un antiguo llamado Demócrito : la vida como azar y necesidad, como producto de estos encuentros imprevistos y de lo que desencadena en nosotros y lo que decidimos a partir de aquí. El drama de tener que decidir, la libertad de la que no podemos escapar.

Un triste y pesimista Woody Allen que nos presenta unas existencias tristes que, al final, deben continuar con la miseria de sus vidas. Aunque quizás se vislumbre una pizca de amor que, de alguna manera, las dignifica.
9
3 de marzo de 2018 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra gran obra cinematográfica de Woody Allen. Esta cinta la incluyo entre las que denomino sus películas sombrías, obras espléndidas que tensan al máximo los dilemas éticos de la existencia. Quizá en ellas, el director une sus recurrentes guiños freudianos a la crudeza del existencialismo.
En esta ocasión, el personaje que interpreta una magistral Kate Winslet nos remite a una Madame Bovary, mujer insatisfecha de su misma condición, de un género que le ha asignado un papel mediocre y miserable en una sociedad regida por estereotipos destructivos e indestructibles. El paso del tiempo y su persisente frustración, aspiraba a ser una gran actriz, la llevan no solo al alcohol, sino a tener unos arrebatos emocionales que bordean la locura (genial guión e interpretación de una inmensa actriz que no ha sido nominada al Óscar por este papel, para mí directamente ganadora). De paso, recordemos a Winslet en Revolutionary Road, en un papel muy similar y con una interpretación igual de insuperable. De paso, hagamos un homenaje a los deslumbrantes papeles femeninos del gran John Cassavetes.
Allen juega y experimenta como hace en sus grandes obras. Un ingenuo narrador se dirige a nosotros, espectadores, para contar la historia, o al menos su versión de la historia, elemento de una comicidad también sombría, que nos desconcierta porque sabemos, a través de otros personajes y situaciones, que no estamos viendo una comedia, sino una historia terrible. Ese niño pirómano que cierra la historia y que prolonga la personalidad de la madre neurótica es quizás la advertencia de que lo que presenciamos es la existencia humana y tiene un nombre en el gran Woody Allen: nihilismo. O esa hija que tiene los días contados.
Otro acierto del guión es presentarnos a una pareja madura, cansada y decepcionada, llevando su frustración al límite con esos hijos que pertenecen a relaciones anteriores, también amargas y fallidas. Por eso no sienten amor, más bien desprecio por esos hijos que no son suyos y que representan la prolongación de la amargura y de la prisión de sus progenitores.
Magníficos contrastes ambientales que nos causan más perplejidad, la playa, la luz, lo festivo contra la claustrofobia del interior de la casa, esa noria, ruleta que vemos a través de la ventana, como la imagen de una existencia que aparenta azar y libre albedrío, pero que realmente se encuentra cruelmente determinada por situaciones y contextos asfixiantes.
La determinación del género y la pertenencia a una clase social son lo que define la existencia humana. Madre e hijo en un final absolutamente memorable.
Una de las grandes películas sombrías de Woody Allen, de sus grandes películas nihilistas, sin concesiones. La existencia humana es la ilusión de ser libre, y la certeza del fuego (pequeños actos terroristas de un anarquismo estéril) de la impotencia.
8
13 de septiembre de 2018 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Coney Island, verano de 1950. Humpty lleva el tiovivo del parque de atracciones mientras Ginny, su mujer, trabaja de camarera en uno de los muchos y siempre abarrotados restaurantes del lugar. Viven allí mismo, en medio de todas las atracciones, con el ruido que a ella parece volverla, literalmente, loca, en un pequeño apartamento junto a Richie, hijo de Ginny, de 10 años y ya convertido en todo un pirómano, fruto de su anterior y fracasado matrimonio. Humpty ama y, sobre todo, necesita a su mujer, pero esta tan solo le tolera, le ve caduco; ella, próxima a cumplir los 40 años, añora su época de actriz y, aunque nunca destacó como tal, fue lo único que la hizo feliz; su trabajo de camarera no le gusta lo más mínimo, como el resto de su existencia que ahoga, a escondidas, en frecuentes tragos de alcohol. En la vida del matrimonio ese verano aparecerá la hija de Humpty, cuando se casó con Ginny estaba viudo, Carolina, de 20 años, casada con un mafioso de poca monta de quien ha huido. Mickey, socorrista de playa, estudiante de dramaturgia, completará el elenco de personajes y hará de narrador de esta historia.

Película claramente reconocible como de Woody Allen, mayormente en su apartado cómico, pero que en este caso se presenta con tremenda amargura. El título está recogido de la máxima atracción del parque de Coney Island y refleja el argumento del filme; si bien la noria a la que las vidas de estos personajes se suben no tiene nada de maravillosa, sino que es dramática, e incluso trágica, si exceptuamos la del narrador, a quien su juventud le salva de lo que al resto de los personajes marca o, directamente, elimina.

Aires dramáticos y trágicos en esta obra. Woody Allen, en boca de Mickey, cita a la tragedia griega, Shakespeare y Eugene O`Neill, y creo que es a este último a quien más se acerca en 'Wonder Wheel'. El director neoyorquino, 80 años al rodar esta cinta, nos muestra las miserias de un matrimonio y su deriva hacia un final aún peor, centrándose en el personaje femenino, el de Ginny, magníficamente interpretado por una Kate Winslet creíble en un papel sin el encanto de otros suyos de antaño, sino en el de una mujer que quiere aprovechar la que cree última oportunidad de su vida. Mujer que destruyó su mundo y el de su alrededor ya en una ocasión y hará lo mismo, desde su absoluto egoísmo, otra vez, sin remordimiento alguno. Mientras, Humpty, su marido (bien interpretado también por Jim Belushi), lleva un aire continuo de derrota, aunque la aparición de su hija le alegra al pensar que el rumbo de esta puede cambiar para bien.

Los roles de Carolina y Mickey, jóvenes y por tanto con sus vidas por hacer, son más suaves, incluso cándido en el caso de la chica, a pesar de la mala experiencia ya vivida; y, por supuesto, llenos de esperanza en ambos casos. Mickey, buscando su sitio en el mundo, será quien finalmente salga inmaculado de ese verano aun siendo un protagonista más de los que se montan en esa noria que los dejará en el mismo lugar, pero no del mismo modo.

Richie, por su parte, vive en su mundo, muy alejado del de sus mayores aunque lo haga junto a ellos. Sus fogatas parecen ser la purificación de la podredumbre que le acompaña.

Siendo el director de fotografía Vittorio Storaro parece casi obligado mencionarle dentro de la crítica o reseña que se haga sobre la película en que trabaje. Segunda ocasión junto a Woody Allen y segunda consecutiva tras 'Cafe Society'. Vuelve a brillar su luz excesiva y ficticia, así como el variado colorido que exige en la ambientación, perfectamente conseguida. Dijo que se inspiró en la obra sobre Coney Island del pintor Reginald Marsh para esta ocasión. A la figura de Kate Winslet la acompañan siempre los colores naranja y rojo, mientras a Juno Temple el azul, el simbolismo de ello parece evidente al conocer los personajes que interpretan.

Al terminar la proyección quedo con el buen sabor de haber visto una notable película, pero algo sorprendido por el resquemor que contiene.
8
8 de diciembre de 2021 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todavía soy un profano de Woody Allen, pero "Wonder Wheel" no me parece una obra menor dentro de su filmografía. Entre otras cosas, porque no tiene obras mayores, lo que le impide tener de menores. Según mi criterio, el director neoyorquino filma cosas acertadas y otras desacertadas, accesibles e inaccesibles, interesantes o infumables, y en este caso, estamos ante una perteneciente a las primeras categorías.

Quizás peca de un exceso de teatralidad, como he leído por ahí, pero ninguna de las películas de este señor pretenden ser realistas, dados sus tan característicos diálogos rebosantes de pomposidad, que aquí vuelven a florecer. Nadie habla como en sus películas, y ese es su gran inconveniente para algunos y su mayor encanto para otros. Después de este rollo, me centro en "Wonder Wheel" (título lúcido como pocos*(1) pero que podrían haber traducido, que hay que ser chapucero).

Envuelta en una ambientación tan falsa y rimbombante como mágica (para nosotros) y asfixiante (para ellos), la historia fluye con brío y lucidez a través de una protagonista hastiada de todos y, sobre todo, de sí misma, ya que ni cuando le suceden cosas buenas es capaz de disfrutarlas. Quizás nació así o quizás la vida la llevó hasta este punto de no retorno, lo cierto es que la encargada de darle vida, Kate Winslet, vuelve a demostrar su talento inabarcable*(2). Es capaz de pasar de blanco a negro sin despeinarse, de ser la mujer más desdichada del mundo a, no la más feliz porque Ginny no toca ese palo, pero sí a alguien con cierta serenidad y orgullo. Tremenda, está tremenda la Winslet.

La acompañan, o mejor dicho la atosigan, un marido machista, tosco y feo, interpretado por un fantástico Jim Belushi, el único del reparto que le sigue el ritmo, un hijo pirómano, una hijastra sibilina y un amante embaucador, y todo eso, además, viviendo en un cuchitril y sin tener un duro, a pesar de trabajar como una negra. Como para no estar desesperada... Le agradezco a Woody Allen que abandone momentáneamente a sus amados personajes ricos con problemas de ricos, tales como enamorarse o desenamorarse (ojo al drama) para abrazar a semejantes habitantes bastos, incultos y pobres como ratas de esta feria nauseabunda.

También son plausibles el guión, que da en el clavo como casi siempre logra Allen; la cámara, que se mueve de maravilla en ese entorno que recuerda al Burton de los 2000 ("Big Fish", "Charlie y la fábrica de chocolate); y, lo mejor de todo, la iluminación, absolutamente espléndida para el contexto en el que nos hallamos, tan irreal como fantástico. Una iluminación que lleva a los personajes, y por ende a nosotros, a dónde quiere, pasando del frío al calor con una facilidad pasmosa, ya que realmente nos conduce del sosiego a la irritación*(3) y del delirio a la realidad*(4). Luego ves que Vittorio Storaro estaba detrás de cámaras y todo tiene sentido.

Todo ello me lleva a la triste conclusión de que, cuando alguien está tachado de la lista, lo está haga lo que haga, porque si "Wonder Wheel" pasó sin pena ni gloria y, alguien como yo, un cinéfilo en ciernes, ni siquiera había escuchado hablar de ella a pesar de haberse estrenado hace tan poco, es que algo falla, porque esta es una de las buenas películas de Woody Allen. Y de aquí no me baja nadie.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
*(1) La película acaba exactamente dónde empieza, lo del medio (el amante) sólo ha sido un rodeo ilusionante y pasajero, como lo es montar en una noria.

*(2) Sólo la forma en la que mira a su marido en un momento concreto en el que están comiendo, ya lo merece todo.

*(3) Cuando Winslet y Temple conversan en la habitación, durante el cumpleaños de la primera, y pasan del rojo al azul según la joven cuenta lo que le ocurre con total inocencia, mientras la otra escucha y va subiendo al rojo, ya que esa información la está quemando por dentro. Y como regresa al azul cuando Winslet quiere saber más con la esperanza de encontrar un resquicio en la versión de la mosquita muerta, pero sus réplicas sólo la hacen arder más. Y vuelta al rojo.

*(4) En la última gran escena, con Kate vestida de blanco e iluminada como si la protagonista de la mejor obra de teatro fuese, todo reluce, y cómo va descendiendo el resplandor de forma progresiva hasta terminar en esa mezcla de grises y marrones propia del realismo más exasperante.
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