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La rueda de la maravilla

Drama En la Coney Island de la década de los 50, el joven Mickey Rubin (Timberlake), un apuesto salvavidas del parque de atracciones que quiere ser escritor, cuenta la historia de Humpty (Jim Belushi), operador del carrusel del parque, y de su esposa Ginny (Winslet), una actriz con un carácter sumamente volátil que trabaja como camarera. Ginny y Humpty pasan por una crisis porque además él tiene un problema con el alcohol, y por si fuera poco ... [+]
Críticas 114
Críticas ordenadas por utilidad
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2
24 de enero de 2018
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre que salgo del cine, de ver una película de Woody Allen, estoy deseando que salga la siguiente.
Esta película me ha parecido anodina. No le encuentro ninguna gracia, ningún atractivo.
Es muy simple y muy facilona. No me ha convencido.
10
21 de diciembre de 2020 4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Woody Allen es un genio absoluto, quizás el mayor que haya dado el cine. Incluso su peor película (y mira que alguna hay mala de solemnidad) es mejor que la mayoría de las que se estrenan y reciben elogios patrocinados de la crítica. Su cine siempre está cargado de contenido y reflexiones morales, de profundidad y fundado asco por la naturaleza humana, siempre impregnado de un lúcido nihilismo misántropo y una melancolía maravillosamente incurable. Woody Allen es el cineasta más importante de mi vida y el que más me ha hecho amar el cine y más me ha educado.

No sé quién dijo la soberana estupidez de que Woody Allen es mucho mejor haciendo comedia que drama. Una falsedad temeraria, funambulista e infundada. Sus dramas son templos del cine, y si tengo que escoger sus mejores 10 películas, estoy seguro que al menos 7 de ellas son dramas.

Normalmente trabaja el drama con ecos de su adorado Ingmar Bergman (yo lo conocí y lo admiré gracias a Woody Allen, del que “Interiores” es su obra de aproximación al genio sueco más sublime), pero en “Wonder Wheel” tiene mucho más de Tennessee Williams (mi y su dramaturgo favorito), de intensidad de sentimientos sudorosos por el calor y la atmósfera enrarecida y viciada de unos personajes frustrados, perdedores y al límite de la resistencia humana que necesitan pecar para evitar suicidarse.

Se trata del drama de la pobreza, la soledad, el hastío y la prisión de una relación no deseada. Se trata del triángulo amoroso que arrasa a todos sus lados, sin piedad y sin supervivientes. Se trata del deseo insatisfecho y el muro de la edad. Se trata de no poder alcanzar lo que quieres cuando llegas a los 40 y de saber que ya no vas a poder alcanzarlo, porque el tren del éxito pasó por la estación hace demasiado tiempo. Se trata de la crueldad de la juventud. Se trata de la piromanía y los hijos carentes de cariño y atención. Se trata del alcohol como única salida posible. Se trata del machismo lacerante y de la asfixia social para una mujer enclaustrada en un ambiente familiar sórdido. Se trata de la épica del perdedor, condenado por una sociedad que sólo permite visibilizar a los triunfadores y a los felices, y que esconde a patadas a los tristes y fracasados debajo de una sucia y polvorienta alfombra.

Y se trata de la obra cumbre de dos nombres propios del cine:

1.- Vittorio Storaro, posiblemente el mejor director de fotografía vivo, que firma aquí su definitiva obra maestra. Pocas películas en la historia del cine con una fotografía más bella, con una paleta de color cálida y aterciopelada que hace magia con la luz y la convierte en puro arte a través de los lentos y lánguidos movimientos de cámara de Woody Allen. Sus rojos y azules están ya por derecho propio en la historia del cine.

2.- Kate Winslet, la mejor actriz de su generación, tocando techo en esta cinta. A la altura de “Revolutionary Road” de Sam Mendes , “Mildred Pierce” de Todd Haynes o “Little Children (Juegos prohibidos)” de Todd Field. Sencillamente magistral.

Lo demás, los diálogos cargados de amargura y pesimismo, de personajes angustiados en un callejón sin salida, marca de la casa. La ambientación de los años 50, perfecta y preciosista. Y la música, tan importante siempre en el cine del director neoyorquino. Una obra maestra imperecedera. Otra más con la firma de Allen.
7
23 de diciembre de 2017 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una vez más el genio neoyorquino nos trae la misma obra maestra de siempre y lo hace tan bien que nos la comemos como nueva buscando algún resquicio para la sorpresa que casi nunca se da. Nadie sale defraudado y siempre se espera su próxima incursión con interés. Yo, lo reconozco, soy un fan desde pequeño y veo y reveo sus clásicos como si fuesen estrenos. Quizás una de sus genialidades sea esa de vendernos el mismo producto cambiando solo el envoltorio y muy poquito.
En esta última se repiten con acierto los tics dramáticos y la alta comedia con una Kate Winslet en estado de gracia y un compañero de cabecera que hace su mejor interpretación porque cuenta con un director que mima y cuida a sus personajes como algo muy propio...que lo es.
Belushi es otra de las recuperaciones agradables y, como siempre, la fotografía, la música y la ambientación se convierten en otra de las bazas del maestro.
Una película para fans que, sin embargo, agradará también a los amantes del buen cine.
6
9 de enero de 2018 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenía ganas de una de Woody tras Midgnight Paris y Blue Jasmine. En la cola del Renoir...... Antonio de la Torre, casualidad de la vida o buen gusto del chico, elegía la misma película. Pertrechado de mi nuevas y sicodélicas gafas regalo de los reyes y tras dos años de nubosidad me emociono, y no es cachondeo , cuando me siento en la fila 8, lo veo todo nítido y perfecto parece que he recuperado la vista y las ganas de volver al cine sin sentarme en la primera fila.
Ambientada en la postguerra mundial la trama tiene lugar en un parque de atracciones norteamericano que le da un colorido especial al ambiente. El salvavidas de la playa 7 del parque conoce a Gunny casada infelizmente en segundas nupcias con el encargado del carrusel y a quien de forma inoportuna irrumpe en su vida la hija de este Carolina, que anda escapando y huyendo de los garfios de un capo de la mafia y que acude a su padre con la coartada que hace ya más de 5 años que no tiene contacto alguno con él. Presentados los protagonistas se abre el telón del teatro porque la película no deja de ser un estructura teatral llevado a la gran pantalla disimulada a veces por las trastadas del nene de Gunny que le da cada día por prender fuegos por medio estado californiano. La trama aparece interesante, bien presentada y mete al espectador rápidamente en ambiente. Si bien,durante gran parte de la proyección la historia de amor, de infidelidades y de infelicidades nos hace creer en una intriga con final inexcrutable que nos mantiene en vilo lo cierto es que en la última parte el argumento cede para dar paso a la gran estrella , la Witsley que acaba , a base de codazos , por dejar a un lado a sus compañeros de viaje y enfoca el espéctaculo en ella. Wonder parece ahora centrarse más en premios individuales que en sacar un peliculón hacia delante y es que igual no lo había. Sin duda la interpretación de Kate es magistral pero algo resulta incompleto y es que la historia y las expectativas ya andan por los suelos.
8
19 de enero de 2018 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En su libro sobre “El cine melodramático” (Paidós, 2004) Pablo Pérez Rubio considera el sentido de culpa uno de los pilares sobre los que se articulan muchas de las arquitecturas narrativas de ese inabarcable género de géneros, donde los personajes purgan sus pecados entre estados, más o menos fugaces, de ventura, y que no sirven sino para exacerbar la intensidad del drama y sus efectos sobre las emociones del espectador.
En su última película, el ya octogenario Woody Allen nos presenta en "Wonder Wheel" un oxímoron cinematográfico perfecto, mediante la fusión de unos personajes de tono naturalista con los artificios envolventes de una ambientación primorosamente iluminada por el maestro de la luz Vittorio Storaro, que va adaptando los rostros de los protagonistas a los colores de sus sentimientos, y que sirven al director neoyorquino para demostrar su dominio de la cámara como mecanismo para la escritura fílmica, ayudado en el fluir de las escenas por el bonancible acompañamiento musical que aportan The Blue Brothers con un tema de 1932 titulado precisamente “Coney Island Washboard”, porque la historia se desarrolla en 1950 en esta antigua isla al sur de Brooklyn, convertida en una península, que en aquella época albergaba un grandioso parque de atracciones rodeado de turísticas playas.
En este ambiente, dominado por la presencia de la gigantesca noria como símbolo de una rueda de la fortuna ("Wonder Wheel") que marca el destino de los personajes, se desarrolla la vida de Ginny, una mujer a punto de entrar en la cuarentena a la que Kate Winslet aporta la convincente vulnerabilidad expuesta a un simple desliz, purgando una antigua culpa asida al único salvavidas que pudo encontrar en su momento, un marido que trabaja en un tiovivo y que tiende a maltratarla cuando se pasa con la bebida; sorprende descubrir a un actor especialista en la comedia como James Belushi interpretando a un antagonista de intensa carga dramática. Cuando en la vida de Ginny aparece un socorrista (Justin Timberlake), al que Allen utiliza como narrador concernido al formar parte del relato, su vida cambia de color y accede a esa porción de dicha temporal que marca el punto de inflexión en todo melodrama que se precie.
El director juega con la aparición de Carolina (Juno Temple), la hija del marido, que a su vez arrastra un pecado de juventud y se agarra al mismo salvavidas lanzado por el socorrista. Como el cartero, en otro instante de debilidad la tragedia vuelve a llamar a la puerta y la culpa duplica su carga para redondear el efecto melodramático, al que Allen no concede ninguna de sus acostumbradas dosis de humor ácido, judaico, romántico o simplemente irónico. Incluso la nota propuesta por el hijo pirómano de Ginny parece más un acento en su drama que un toque ingenioso.
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