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Trumbo. La lista negra de Hollywood

Drama En los años 40, Dalton Trumbo, el guionista mejor pagado de Hollywood y afiliado al partido comunista, disfruta de sus éxitos. Pero entonces comienza la caza de brujas: la Comisión de Actividades Antiamericanas inicia una campaña anticomunista. Trumbo, uno de los llamados "10 de Hollywood", entra en la lista negra por sus ideas políticas y le prohiben trabajar... Biopic del famoso guionista Dalton Trumbo (“Espartaco” o “Vacaciones en ... [+]
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10
28 de abril de 2016 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No resulta habitual que la vida de un guionista suscite el suficiente interés como para ser trasladada a la gran pantalla en forma de biopic, pero si ese guionista es Dalton Trumbo la atención parece más que justificada. Eso al menos debió pensar Jay Roach, encargado de llevar a territorios propios de la ficción la trayectoria vital y profesional del que llegó a ser el escritor mejor pagado del Hollywood de la época y haciéndolo, además, de manera más que satisfactoria.

La película, ideal para ser proyectada en sesión doble junto con el documental Trumbo y la lista negra de Peter Askin, apuesta por unos cánones narrativos bastante convencionales, hasta el punto de respetar la cronología de los hechos, pero este voluntario alejamiento de cualquier riesgo formal no resta ni un ápice de emoción a la propuesta, que recrea muy convincentemente una de las más ominosas etapas de la historia reciente de EE.UU, cuando un puñado de inquisidores, amparados bajo el manto de ciertos miedos colectivos convenientemente azuzados, se dedicaron a cercenar las libertades civiles y condenar al ostracismo laboral a millares de trabajadores de la industria cinematográfica por el simple hecho de su militancia política presente o pretérita. Mccarthismo se llamó a esta ignominia y Trumbo fue una de sus víctimas más reputadas.

Así, entre silencios cómplices y miradas hacia otro lado, una decena de exitosos profesionales (The Hollywood Ten) dieron con sus huesos en la cárcel por desacato ante el denominado Comité de Actividades Antiamericanas (HUAC) y centenares más pasaron a engrosar las listas negras con las que el poderoso sistema de estudios castigó cualquier vínculo con el Partido Comunista (CPUSA), comprometiéndose a no contratar a nadie que no se hubiera retractado públicamente de su filiación o colaborado amistosamente con el Comité, eufemismo que incluía la delación de compañeros. Pocos fueron los que lograron mantenerse firmes en sus convicciones y muchos más los que sucumbieron a las presiones, acuciados por las deudas y la inactividad.

Este escenario de infundios y sospechas nos es mostrado muy acertadamente a través de la figura de Trumbo, su caída en desgracia y como ello afecta a su vida familiar y social. Especial énfasis se pone en las consecuencias económicas y emotivas del proceso, con un protagonista que pasa de la absoluta opulencia (motivo de contradicciones ideológicas también abordadas) a ciertas estrecheces que minan la estructura familiar, sostenida gracias a la labor conciliadora de su esposa (una estupenda Diane Lane).

En el plano estrictamente profesional, resulta muy interesante ver como Trumbo, una vez fuera de la cárcel, se las ingenió para burlar el boicot al que estaba siendo sometido gracias a su estajanovista capacidad de trabajo, escribiendo de manera compulsiva guiones que firmaban otros autores no señalados políticamente o haciéndolo bajo distintos seudónimos, por los que percibía remuneraciones muy inferiores a su calidad y prestigio. En este sentido, sus servicios para la factoría de subproductos King Brothers Productions nos dejan algunos de los momentos más hilarantes de la película, con John Goodman al frente de una compañía que no duda en mantener en nómina a todos los laureados proscritos reclutados por Trumbo, abocados ahora a escribir historias con alienígenas, gorilas y chicas ligeras de ropa.

Uno de los grandes aciertos del film es la naturalidad con la que se ensamblan en la historia personajes del porte de John Wayne, Sam Wood, Louis B. Mayer, la víbora Hedda Hopper, Edward G. Robinson, Kirk Douglas u Otto Preminger, entre muchos otros. Algunos de ellos, como el sempiterno héroe americano o la viperina columnista cotilla (magistral Helen Mirren) del lado inquisidor y ultraconservador. Otros, como los dos últimos, dispuestos a poner fin al detestable sistema de listas negras y a dar visibilidad a sus componentes. Y entre medias, una gran estrella como Edward G. Robinson, en el que resulta ser uno de los retratos más inmisericordes de la película.
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Son muchos los pasajes o escenas vibrantes: esos dos Oscar por Vacaciones en Roma y El bravo que no puede recoger por no llevar su firma, la reacción del productor Frank King cuando un esbirro del sindicato le amenaza si no despide a Trumbo, la estrecha relación del protagonista con su compañero Arlen Hird, mucho más ideologizado que él… Pero especialmente hermosa es la escena en la que Trumbo asiste al estreno de Espartaco en compañía de su esposa y como se ponía fin a una larga injusticia, apareciendo su nombre en los títulos de crédito.

Mención aparte merece el colosal trabajo de Bryan Cranston metiéndose en la piel de Trumbo, lo que le valió una nominación al Oscar que se nos antoja justísima.

Puestos a poner alguna pega, solo atisbo un par de flaquezas menores en la que para mí es una de las mejores películas de lo que llevamos de 2016: un cierto deslizamiento hacia la sensiblería a la hora de tratar el ámbito familiar y el esquematismo con el que se despacha a algunos secundarios que quizá podrían haber dado más juego. Menudencias absolutamente perdonables en una pieza mayúscula que nos acerca un periodo oscuro relativamente reciente, un tiempo de canallas (en palabras de Lillian Hellman, otra víctima de la caza de brujas) en el que algunos como Dalton Trumbo optaron por conservar la dignidad, mientras otros preferían salvar sus piscinas (Orson Welles dixit).
8
12 de mayo de 2016 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con esa pregunta, el personaje del senador Graco (interpretado por un magistral Charles Laughton) ironiza sobre una lista de potenciales enemigos de estado que Marco Licinio Craso (un no menos genial Laurence Olivier) ha confeccionado en plenos momentos de crisis por la vuelta de los esclavos. "El primero", afirma con sequedad el interpelado. El nombre de la película era Espartaco y su guionista fue Dalton Trumbo, pero durante mucho tiempo permaneció oculto como un secreto de estado en el rodaje del film de Kirk Douglas.

Y es que Trumbo sabía de listas negras gracias al macartismo. "Trumbo" es un biopic elegante y correcto, quizás no brillante, pero que vive de una inteligente narración y la excelente composición de Bryan Cranston, actor que parece vivir en un permanente estado de gracia. El casting escogido es muy sólido, sobresaliendo Diane Lane, John Goodman y, cómo no, Helen Mirren.

Se muestra de manera clara el problema de la caza de brujas en Estados Unidos, así como los avatares de algunos de los miembros de la industria azotados por la sospecha de tener ideales comunistas. Una historia ya sabida pero que no está de más refrescar. El film también muestran aspectos menos hagiográficos del excéntrico y talentoso escritor, así como de otros colegas de trabajo; especialmente, como le denuncia alguno de sus compañeros, la ironía de sus ideales políticos y hedonista estilo de vida.

Con todo, no se llega a hacer excesiva sangre sobre el tema, cumpliéndose otro de los rigores del género que es tener una actitud equidistante. Con todo, es de agradecer que se trata de una historia contada sin rencor y que llega a ponerse incluso en el pellejo de los delatores.

Un alegato sensato y una buena oportunidad de rescatar del baúl de los recuerdos a un individuo de gran talento que no pudo firmar con su nombre algunas piezas que le valieron el Oscar.
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PD: Hay, con todo, algún error fácilmente subsanable. Cuando la familia de Trumbo va al cine a ver "Vacaciones en Roma", se coge la emblemática escena de Gregory Peck en "La boca de la verdad". Ese cómico momento fue una brillante improvisación del actor. Para elogiar el talento del guionista se podía haber cogido cualquier otra escena, o mejor todavía, que su mujer e hijos le felicitasen por la ocurrencia mientras él disimulaba que no se le había ocurrido a él.
7
5 de diciembre de 2016 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La peor persecución posible en el mundo del lujo, de los sueños envueltos en cine: las listas negras que asolaron los años cuarenta, continuaron en los cincuenta y llegaron hasta los setenta. Tres décadas de oprobio vistas desde el ángulo del perseguido, encarnado sobre todo en ese genio del guión que fue Trumbo. Mucho guiño cinéfilo con apariciones de celebridades (algunas poco reconocibles, eso sí) como Kirk Douglas, los hermanos Warner, Sam Wood, Edgard G. Robinson. Tiene empaque, interesa, pero sobre todas sus virtudes está un gran actor, Bryan Cranston, que consigue darle una personalidad sugerente a su personaje, que ya la tenía en la vida real. Bien Diane Lane, muy bien una maligna Helen Mirren. Película de actores y actrices que gustará a los que conocen la historia, a los cinéfilos y a los que desconocían estos hechos. Buena película.
7
11 de enero de 2018 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Trumbo nos sitúa en la época de los 50 en Estados Unidos, en medio de la guerra fría, los guionistas acusados de comunistas entran en la "lista negra de Hollywood" y a partir de ahí desarrollamos la historia. Una historia basada en hechos reales que está completamente dirigida a los amantes del cine, plagada de referencias y momentos en los que se ven películas de las que se hablan en la propia película. Bryan Cranston hace un papel sublime (como en casi todas, por no decir todas, sus actuaciones), un reparto muy bien llevado, fotografía detallada pero no muy espectacular (no lo pide la película) y una banda sonora perfecta.
Una película que no recomendaría a cualquier persona ya que se puede hacer pesada al basarse y sustentarse en los diálogos, pero aún así, un buen trabajo.
8
27 de abril de 2016 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi “Trumbo” (USA, 2015) dirigida por Jay Roach, con amplia carrera especialmente haciendo filmes para TV, pero también algo de cine político (recuerdo, por ejemplo, Game Change, 2012, sobre Sarah Palin) y famoso en la industria por las películas de Austin Powers (es decir, un director cercano al cine-comedia). El guion, con un tinte cómico como era de esperarse, fue obra de John McNamara. Aquí se narra la persecución contra los militantes del partido comunista que trabajaban en la industria del cine durante los inicios de la guerra fría, especialmente contra el director y guionista Dalton Trumbo (a quien alguna vez analicé por su gran película “Johnny got his gun”, 1971). Se trata pues del género del biopic. Ahora bien, antes de entrar en temas de contenido, hay que decir que la película ha logrado descollar fundamentalmente por la actuación fantástica de Bryan Cranston (quien hace de Trumbo) así como por su buen reparto (Diane Lane, Helen Mirren, John Goodman, etc.). Serán muchos los premios que la cinta coseche por sus actores. ¿Y lo demás? No está nada mal, aunque se trate de un relato cronológico acartonado, muy alejado de la forma de dirigir del propio Trumbo. Pero eso es un asunto menor, dado que el fuerte de la cinta no era servir de cine-modelo-estético, sino de denuncia política de uno de los pasajes más vergonzosos de la industria cinematográfica en especial, y de la democracia estadounidense en general: la persecución al opositor, al diferente, en este caso, de los ultraconservadores que expulsaron de Hollywood a los que no seguían su dictado -atentando contra la libertad de pensamiento- y, por ahí derecho, librándose de la competencia en el mercado cinematográfico de las personas de izquierda que eran muy buenos en su oficio. En este sentido, la cinta es completamente conmovedora del drama humano que supone la exclusión del diferente a la vez que permite ver como los radicales siempre usan los mismos argumentos fanáticos (que considera al “otro”, por ser tal, mi enemigo y fuente de todos los males) que esconden intereses más mezquinos. No obstante este ambiente atroz, Trumbo no dio el brazo a torcer y logra ganarle al sistema excluyente, a pesar de estar en una lista negra (por lo cual nadie podía contratar con él), al seguir produciendo con éxito bajo seudónimos. Al finalizar, cuando las circunstancias políticas cambiaron, la lista negra desaparece y los excluidos sobrevivientes pueden volver a ser parte de la Industria, entre ellos un Trumbo que recupera con creces su prestigioso en Hollywood. Que buena película para reflexionar sobre la intolerancia del fanático (siendo lo peor de ello, que éste no se da cuenta de su propia radicalidad) a la vez que sirve de homenaje a los que perseveraron en la defensa de sus libertades básicas. Finalmente, esta película está muy asociada al documental “Trumbo y la lista negra” (USA, 2007) dirigido por Peter Askin, que ha sido bien recibido por la crítica. En fin, por su gran valor político sumado a la brillantez de las actuaciones, recomiendo la película ampliamente. 27-04-16.
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