Jules y Jim
7.5
12,872
Romance. Drama
Desde que se conocieron en 1912, Jules (Oskar Werner) y Jim (Henri Serre) se hicieron amigos tan inseparables que se enamoraron de la misma mujer (Jeanne Moreau). Uno de ellos se casa con ella. Obra muy representativa del cine francés de los sesenta, que constituye un canto al amor y la pasión. (FILMAFFINITY)
26 de noviembre de 2017
26 de noviembre de 2017
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizás la única secuencia que me pareció interesante fue en el que Catherine y el tercero en discordia pasearon por el bosque en lo que mantenían una conversación, poco antes de que ésta dejara a su pareja actual para irse con él. De los pocos diálogos que valen la pena de la película, y eso que los personajes me recuerdan a los de 'Banda aparte' cuyas andanzas y peripecias encontré ingeniosas. Por lo demás no soporto demasiado a ninguno de los tres, a ella por histérica, loca y cansina y a los otros dos por estar siempre demasiado pendientes de ella. El colmo de la incoherencia, para mí, es que una vez parece que esa mujer salió de la vida de uno de ellos, pues éste estaba viéndose con otra una vez que Catherine ya le había dejado, seguía acudiendo siempre en cuanto a ella se le antojaba verle por capricho. Todo para desembocar en ese desenlace, que por otro lado se llevaba esperando como agua de mayo, en el que ella
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
lo invita a subirse a su coche y conduce directa al precipicio. Me pregunto acerca de que sería lo que quería decirnos el autor con esa escena, ¿lo interpreta como una especie de romanticismo eterno, amor definitivo? Por sacarle algo bueno a la película prefiero pensar que sirve como una especie de terapia de choque, que te hace ver que no vale la pena obsesionarse por ninguna mujer, sobre todo en el tiempo. No conlleva a nada bueno.
23 de septiembre de 2016
23 de septiembre de 2016
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aprovechando que los cines Renoir iniciaban el pasado jueves 23 de septiembre de 2016 un ciclo de clásicos del cine, el cual quedaba inaugurado con el presente filme, y dado que tenía cierto interés por el cine de Truffaut desde que lo había oído mencionar en un libro que leí hace poco de Haruki Murakami, decidí acudir a visionar eta obra.
Y quedé bastante sorprendido, por supuesto para bien, y gratamente maravillado, por el poder de los planos de la película, por la conexión tan grande que consigue establecer Truffaut entre los protagonistas y el espectador, y por el modo de analizar, a través del cine, uno de los sentimientos, uno de los estados, una de las capacidades y, en definitiva, una de las características intrínsecas del ser humano como es el amor.
Truffaut es capaz de construir, sin que prácticamente nos demos cuenta, y sin que seamos capaces de evitarlo, una red de lazos y cuerdas invisible a nuestros ojos (pero no a nuestra mente y a nuestro corazón) entre el trío protagonista y nosotros mismos, de modo que nos introducimos en la piel de los primeros para sentirnos dentro de la historia, somos parte de ella en todo momento, amamos y sufrimos como lo hacen ellos, comprendemos sus intenciones (o, por el contrario, las tachamos de incorrectas). Y esta capacidad de penetración en el espectador es algo que muy pocos directores, en muy pocas películas, son capaces de conseguir.
El núcleo de la obra, como ya he mencionado anteriormente, se encuentra fuertemente enfocado en el análisis del amor. Se presenta un conjunto de personajes y de situaciones que exploran este sentimiento intentando encontrar un estado ideal del mismo donde todo es de color de rosa, donde se alcanzaría una perfección única e irrepetible de disfrute máximo, donde no habría espacio para el dolor ni el sufrimiento. Un estado que, por otra parte, ningún personaje es capaz de encontrar, puesto que el amor también entraña dolor, decepción, asco, cansancio, hastío, incomprensión, traición, celos. En definitiva, un conjunto muy grande de negativos que, como una cascada continua, sirve de contrapunto a la parte positiva, frustrando ese deseo de llegar al estado ideal, al estado perfecto. Todo ello desemboca en un final que no podía ocurrir de otro modo, dadas las circunstancias.
En definitiva, un gran film que, además, debió de suponer en el momento del estreno una tremenda revolución por lo avanzado de las situaciones que se exponen en la historia y el modo en que los personajes lidian con ellas. Una muy buena película que, sin duda, hará que continúe visualizando el cine de Truffaut.
Y quedé bastante sorprendido, por supuesto para bien, y gratamente maravillado, por el poder de los planos de la película, por la conexión tan grande que consigue establecer Truffaut entre los protagonistas y el espectador, y por el modo de analizar, a través del cine, uno de los sentimientos, uno de los estados, una de las capacidades y, en definitiva, una de las características intrínsecas del ser humano como es el amor.
Truffaut es capaz de construir, sin que prácticamente nos demos cuenta, y sin que seamos capaces de evitarlo, una red de lazos y cuerdas invisible a nuestros ojos (pero no a nuestra mente y a nuestro corazón) entre el trío protagonista y nosotros mismos, de modo que nos introducimos en la piel de los primeros para sentirnos dentro de la historia, somos parte de ella en todo momento, amamos y sufrimos como lo hacen ellos, comprendemos sus intenciones (o, por el contrario, las tachamos de incorrectas). Y esta capacidad de penetración en el espectador es algo que muy pocos directores, en muy pocas películas, son capaces de conseguir.
El núcleo de la obra, como ya he mencionado anteriormente, se encuentra fuertemente enfocado en el análisis del amor. Se presenta un conjunto de personajes y de situaciones que exploran este sentimiento intentando encontrar un estado ideal del mismo donde todo es de color de rosa, donde se alcanzaría una perfección única e irrepetible de disfrute máximo, donde no habría espacio para el dolor ni el sufrimiento. Un estado que, por otra parte, ningún personaje es capaz de encontrar, puesto que el amor también entraña dolor, decepción, asco, cansancio, hastío, incomprensión, traición, celos. En definitiva, un conjunto muy grande de negativos que, como una cascada continua, sirve de contrapunto a la parte positiva, frustrando ese deseo de llegar al estado ideal, al estado perfecto. Todo ello desemboca en un final que no podía ocurrir de otro modo, dadas las circunstancias.
En definitiva, un gran film que, además, debió de suponer en el momento del estreno una tremenda revolución por lo avanzado de las situaciones que se exponen en la historia y el modo en que los personajes lidian con ellas. Una muy buena película que, sin duda, hará que continúe visualizando el cine de Truffaut.
4 de diciembre de 2009
4 de diciembre de 2009
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizá necesite de otro visionado para poder calificar justamente a esta gran película, pero la impresión que me dio de primeras fue la siguiente: la primera hora de película es absolutamente genial. Creí estar ante una obra maestra, y sin duda para algunos puede serlo, pero a mí a partir de ahí se me hace un poco confusa y repetitiva. La amistad de Jules y Jim es muy curiosa: siempre se tratan de usted, con gran educación y amabilidad, pero a pesar de ello se ve que son muy buenos amigos. Y entra en acción Catherine, esa muñequita de sonrisa angelical y mirada dulce pero a la vez fiera. En un principio esta mujer, de la que se enamora perdidamente Jules, me parece realmente interesante. En esta parte de la película se destaca el tono de la vida bohemia y alocada del París de aquella época, poco antes de la 2ª Guerra Mundial. Y Catherine es así: risueña, simpática, hermosa... parece que lo tiene todo. Pero en la segunda parte de la película (digamos un poco después del reencuentro de los 3 en tierras alemanas, ya con una hija que tiene Catherine de Jules) se ve realmente lo que tiene Catherine. Es una persona obsesiva, una reina, como la llama Jules, que requiere la atención total de aquellos que la rodean, y si no es así, se vuelve vengativa. Es decir (no quiero adentrarme mucho porque no es cuestión de contar la película), pasamos de una chica dulce y con un punto a priori un tanto aventurero y salvaje a poco menos que una absoluta desequilibrada mental con ciertas ansias suicidas. En fin, la película es muy buena, especialmente, como digo, la primera hora de ella, con la que me quedé maravillado una vez más con este gran genio francés llamado Truffaut. Pero mientras en "Los cuatrocientos golpes", obra maestra del mismo director, es capaz de mantener el ritmo argumental durante toda la película, aquí decae a mitad de ella. Y aunque sigue siendo interesante y buena hasta el final, se me hizo un poco pesada acabando. De todas formas, altamente recomendable, como casi todo lo de este genial director.
2 de junio de 2012
2 de junio de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia transcurre antes y después de la 1º Guerra Mundial, pero aquí cómo sino hubiera existido y sus efectos no han hecho mella en los personajes, que para nada representan a la sociedad del primer cuarto del siglo XX. Pero aparte de eso, estos personajes me llegaron a resultar antipáticos y estúpidos, de tal modo que me daba lo mismo lo que les ocurriera, es más en el sorprendente final que tiene la película, aparte de absurdo, no me sorprendió y me dejó bastante frío.
No sé, llevo ya varias películas vistas sobre la Nouvelle Vague y sigo sin comprender ese tipo de películas, no llego a captar su mensaje, si es que lo tiene.
No sé, llevo ya varias películas vistas sobre la Nouvelle Vague y sigo sin comprender ese tipo de películas, no llego a captar su mensaje, si es que lo tiene.
7 de junio de 2005
7 de junio de 2005
10 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
De las mejores obras de Truffaut y por tanto de la "nouvelle vague", la historia de amistad y de singular amor entre dos amigos - Jules y Jim -, con Catherine, desarrollada en base a un ágil, estupendo y rico guión, resultando una comedia de época, melodramática, de gran ritmo narrativo y luminosa fotografía. En medio de ese triángulo armónico, amistoso y liberal, los temas habituales de Truffaut: el amor y el desamor, la felicidad, la melancolía...
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