Escrito sobre el viento
7.5
7,446
Drama
Kile Hadley, un magnate del petróleo, y Mitch Wayne, su mejor amigo y empleado, se enamoran de la misma mujer: la secretaria Lucy Moore. Kile, que es un alcohólico irresponsable, se casa con ella, aunque Mitch está convencido de que con esta boda Lucy comete un gran error. Al cabo de un año, contra todo pronóstico, Kyle parece un hombre nuevo: ha dejado de beber y presta más atención a sus negocios. (FILMAFFINITY)
23 de febrero de 2015
23 de febrero de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me encanta este cine de la época dorada de Hollywood. Un cine que se centra en esos fuertes dramas familiares, donde los problemas afloran en cualquier momento por el más insignificante detalle.
Douglas Sirk dirigió una de las grandes películas de los años 50, donde un joven millonario heredero del petróleo, se encapricha de una joven secretaria. Su mejor amigo también cierta atracción por ella, pero decide quedarse de lado por ser la chica de su amigo. Pero el alcohol aparecerá en escena, y a continuación los celos. Ambos elementos serán cruciales para que el drama entre en esa mansión, y como un huracán mueva los cimientos firmes de esa familia.
He visto esta película varias veces, y todavía me sigue enganchado su fuerte historia. Ese personaje que da vida Robert Stack se te incrusta en la memoria irremediablemente. Ese hombre que no es capaz de pensar con claridad porque el alcohol se lo impide, y únicamente ve cosas que no son reales. Pierde la confianza rápidamente en su amigo y en su mujer; y no durará en pensar en acabar con ellos.
Junto a él, dos grandes estrellas de la época. El genial Rock Hudson y la impecable Lauren Bacall. Ellos son los amantes desdichados que no pueden dar marcha atrás a la situación que les toca vivir. Ambos están geniales en esta historia que recuerda a las grandes obras de teatro de Tennesse Williams.
Pero ese año la gran triunfadora fue Dorothy Malone al llevarse el Oscar por su interpretación de la hermana del millonario. Ella está brillante dando vida a esa joven ninfómana que odia a su familia, y que vive solo para el placer de sí misma. Una chica que aun teniéndolo todo, no tiene nada; ya que solo desea el amor del personaje de Rock Hudson; y ese amor nunca lo tendrá porque él ya lo tiene ocupado.
En fin, un gran clásico que no decepciona. El fuerte drama encandila desde el principio, a la vez que esa fotografía de colores cálidos que caracteriza tanto al cine de esta época. Una joya imprescindible de ver que sin lugar a dudas hará disfrutar a todo el mundo al ver los cruces amorosos que viven sus protagonistas.
Douglas Sirk dirigió una de las grandes películas de los años 50, donde un joven millonario heredero del petróleo, se encapricha de una joven secretaria. Su mejor amigo también cierta atracción por ella, pero decide quedarse de lado por ser la chica de su amigo. Pero el alcohol aparecerá en escena, y a continuación los celos. Ambos elementos serán cruciales para que el drama entre en esa mansión, y como un huracán mueva los cimientos firmes de esa familia.
He visto esta película varias veces, y todavía me sigue enganchado su fuerte historia. Ese personaje que da vida Robert Stack se te incrusta en la memoria irremediablemente. Ese hombre que no es capaz de pensar con claridad porque el alcohol se lo impide, y únicamente ve cosas que no son reales. Pierde la confianza rápidamente en su amigo y en su mujer; y no durará en pensar en acabar con ellos.
Junto a él, dos grandes estrellas de la época. El genial Rock Hudson y la impecable Lauren Bacall. Ellos son los amantes desdichados que no pueden dar marcha atrás a la situación que les toca vivir. Ambos están geniales en esta historia que recuerda a las grandes obras de teatro de Tennesse Williams.
Pero ese año la gran triunfadora fue Dorothy Malone al llevarse el Oscar por su interpretación de la hermana del millonario. Ella está brillante dando vida a esa joven ninfómana que odia a su familia, y que vive solo para el placer de sí misma. Una chica que aun teniéndolo todo, no tiene nada; ya que solo desea el amor del personaje de Rock Hudson; y ese amor nunca lo tendrá porque él ya lo tiene ocupado.
En fin, un gran clásico que no decepciona. El fuerte drama encandila desde el principio, a la vez que esa fotografía de colores cálidos que caracteriza tanto al cine de esta época. Una joya imprescindible de ver que sin lugar a dudas hará disfrutar a todo el mundo al ver los cruces amorosos que viven sus protagonistas.
29 de agosto de 2019
29 de agosto de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hans Detlef Sierk, nacido en Hamburgo en 1897, hijo de danés, nacionalizado alemán se incorporó en la década de los 30 a ese nutrido grupo de directores centroeuropeos que hicieron grande y cimentaron el mejor cine de Hollywood. Como muchos de ellos con una amplia experiencia en los escenarios teatrales y en los platós cinematográficos, un pedigrí intelectual del que los grandes estudios californianos estaban ávidos. La llegada del nazismo facilitó el exilio al otro lado del atlántico donde la "libertad creativa" y los medios de producción les ofrecían un refugio dorado.
El ya rebautizado Douglas Sirk hizo mucho más que melodramas, muchos de ellos puestas al día de los realizados por John M. Stahl (1886-1950) pero consiguió la fama con ellos en la década de los 50 con gran éxito de público pero no de crítica que los consideró banales. Apenas una década después la crítica europea lo fue revalorizando hasta convertirlo en el clásico reconocido de hoy día. El formato de las película de Sirk, colorido y barroco de los melodramas que realizó para la Universal, estaba diseñado a conciencia con un trabajo de diseño artístico (iluminación, vestuario, mobiliario, atrezzo...) que no daba puntada sin hilo y enmascaraba en primera instancia cargas de profundidad inmisericordes contra el modo de vida capitalista de los poderosos USA, vencedores de la contienda mundial y desaforados nuevos ricos.
"Escrito sobre el viento" se basa en la novela del mismo título de Robert Wilder publicada en el 46, trasunto del escándalo social que produjeron las relaciones entre la actriz y cantante Libby Holman con su marido el magnate del tabaco Zachary Smith Reynolds y posterior muerte del mismo en circunstancias poco esclarecidas en el 32. La vida de Libby Holman si que daba para una serie televisiva de muchas temporadas.
Lauren Bacall que aceptó el papel poco atractivo convencida por Bogart, Rock Hudson con el que Sirk ya había trabajo con buenos resultados, Robert Stack cedido por la Metro que perdió el Oscar de su vida precisamente según él por que la Metro no quería que se lo llevara fuera de su casa y una Dorothy Malone espléndida que si se hizo con la estatuilla, aunque tuvo que sacrificar por primera vez su moreno cautivador por un rubio teñido de femme fatal que le trajo suerte, aunque un servidor siempre la recordará como la empleada de librería más sexy del mundo en "El sueño eterno", conforman el elenco. Con el paso del tiempo y el cambio de nuestra mirada la actuación a priori menos destacada de Hudson a acabado si cabe por imponerse a las de sus compañeros de reparto que siendo sobresalientes jugaban en unos códigos de actuación más histriónicos para nuestros gustos actuales.
La tragedia, pues en el fondo no es otra cosa, de tintes clásicos, donde el poder y la riqueza no ganados con trabajo y sacrificio, la inseguridad emocional en la infancia y adolescencia da rienda suelta y desboca la galería de traumas freudianos al uso que Sirk sabe embridar manejando los tiempos, las atmósferas, los encuadres y sobre todo la iluminación (gran fotografía de un clásico como Russell Metty) y los colores marca de la casa preñados de simbolismo. Sirk gozaba de un bagaje intelectual tan amplio que no dejaba nada al azar. La escena final es mítica y tan perturbadora como el espectador quiera imaginar.
La influencia y reconocimiento de los melodramas de Sirk en directores futuros es innegable amén de que la cinta que nos ocupa marcó el estilo de las míticas series de poder y riqueza como "Falcon Crest"," Dinastía" o "Dallas" a finales de los 70 y 80.
cineziete.wordpress.com
El ya rebautizado Douglas Sirk hizo mucho más que melodramas, muchos de ellos puestas al día de los realizados por John M. Stahl (1886-1950) pero consiguió la fama con ellos en la década de los 50 con gran éxito de público pero no de crítica que los consideró banales. Apenas una década después la crítica europea lo fue revalorizando hasta convertirlo en el clásico reconocido de hoy día. El formato de las película de Sirk, colorido y barroco de los melodramas que realizó para la Universal, estaba diseñado a conciencia con un trabajo de diseño artístico (iluminación, vestuario, mobiliario, atrezzo...) que no daba puntada sin hilo y enmascaraba en primera instancia cargas de profundidad inmisericordes contra el modo de vida capitalista de los poderosos USA, vencedores de la contienda mundial y desaforados nuevos ricos.
"Escrito sobre el viento" se basa en la novela del mismo título de Robert Wilder publicada en el 46, trasunto del escándalo social que produjeron las relaciones entre la actriz y cantante Libby Holman con su marido el magnate del tabaco Zachary Smith Reynolds y posterior muerte del mismo en circunstancias poco esclarecidas en el 32. La vida de Libby Holman si que daba para una serie televisiva de muchas temporadas.
Lauren Bacall que aceptó el papel poco atractivo convencida por Bogart, Rock Hudson con el que Sirk ya había trabajo con buenos resultados, Robert Stack cedido por la Metro que perdió el Oscar de su vida precisamente según él por que la Metro no quería que se lo llevara fuera de su casa y una Dorothy Malone espléndida que si se hizo con la estatuilla, aunque tuvo que sacrificar por primera vez su moreno cautivador por un rubio teñido de femme fatal que le trajo suerte, aunque un servidor siempre la recordará como la empleada de librería más sexy del mundo en "El sueño eterno", conforman el elenco. Con el paso del tiempo y el cambio de nuestra mirada la actuación a priori menos destacada de Hudson a acabado si cabe por imponerse a las de sus compañeros de reparto que siendo sobresalientes jugaban en unos códigos de actuación más histriónicos para nuestros gustos actuales.
La tragedia, pues en el fondo no es otra cosa, de tintes clásicos, donde el poder y la riqueza no ganados con trabajo y sacrificio, la inseguridad emocional en la infancia y adolescencia da rienda suelta y desboca la galería de traumas freudianos al uso que Sirk sabe embridar manejando los tiempos, las atmósferas, los encuadres y sobre todo la iluminación (gran fotografía de un clásico como Russell Metty) y los colores marca de la casa preñados de simbolismo. Sirk gozaba de un bagaje intelectual tan amplio que no dejaba nada al azar. La escena final es mítica y tan perturbadora como el espectador quiera imaginar.
La influencia y reconocimiento de los melodramas de Sirk en directores futuros es innegable amén de que la cinta que nos ocupa marcó el estilo de las míticas series de poder y riqueza como "Falcon Crest"," Dinastía" o "Dallas" a finales de los 70 y 80.
cineziete.wordpress.com
1 de diciembre de 2019
1 de diciembre de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo primero que me ha llamado la atención es la frescura del inicio de la película acompañada por una música potente, descarada, que acompaña a toda la trama en todo momento. Y presto se muestran las cartas de lo que va el guión, y no es lo que parece. El resultado, una problemática completamente actual, con el problema del que lo tiene todo y no sabe qué hacer con ese tesoro. ¿Acaso no es lo que está ocurriendo en esta sociedad opulenta de hoy en día, que ya no necesita trabajar para vivir? ¿En esas casas en donde crecen hijos mantenidos que buscan emociones fuertes en las drogas, el juego o la bebida mientras sus sostenedores obtienen réditos para alargar lo inevitable?
Lucy (Lauren Bacall), a pesar de sus principios, cae en las redes de un tipo millonario y alcohólico. A pesar de lo que él piensa, ella tiene razón, nunca podrá salir del alcohol. La cuestión es qué motiva a Kyle (Robert Steck) a tener ese enorme complejo de inferioridad siendo el más rico del lugar.
La razón es su mejor amigo, Mitch (Rock Hudson), tan perfecto que parece mentira. Todo lo que Kyle ansía y nunca es capaz de conseguir. Y Mitch, para más inri, cae enamorado de la futura mujer de Lucy, no amedrentándose su lealtad al amigo rico.
Y tras de todo, Marylee, la hermana de Kyle (Dorothy Malone), la maleta y cabeza vacía. Se tira toda la vida acostándose con otros hombres para llamar la atención del hombre que quiere, Mitch. Pero este no da su brazo a torcer, hasta llegar a un final que, tal y como les aconsejo, deben descubrir por ustedes mismos. La película se pasa rápido, de lo fresca que es.
Hoy en día, esas situaciones, aunque no las he vivido tal cual, no me pillan de sorpresa, en absoluto.
Lucy (Lauren Bacall), a pesar de sus principios, cae en las redes de un tipo millonario y alcohólico. A pesar de lo que él piensa, ella tiene razón, nunca podrá salir del alcohol. La cuestión es qué motiva a Kyle (Robert Steck) a tener ese enorme complejo de inferioridad siendo el más rico del lugar.
La razón es su mejor amigo, Mitch (Rock Hudson), tan perfecto que parece mentira. Todo lo que Kyle ansía y nunca es capaz de conseguir. Y Mitch, para más inri, cae enamorado de la futura mujer de Lucy, no amedrentándose su lealtad al amigo rico.
Y tras de todo, Marylee, la hermana de Kyle (Dorothy Malone), la maleta y cabeza vacía. Se tira toda la vida acostándose con otros hombres para llamar la atención del hombre que quiere, Mitch. Pero este no da su brazo a torcer, hasta llegar a un final que, tal y como les aconsejo, deben descubrir por ustedes mismos. La película se pasa rápido, de lo fresca que es.
Hoy en día, esas situaciones, aunque no las he vivido tal cual, no me pillan de sorpresa, en absoluto.
10 de noviembre de 2022
10 de noviembre de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
He podido visionar hoy esta enorme película del alemán Douglas Sirk (maestro del melodrama) y sin ningún reparo la califico de una obra gran nivel, un desatado melodrama llevado de manera firme por la batuta de Sirk, un extraordinario guion de George Zuckerman (adaptación de la novela homónima de Robert Wilder, 1946), extraordinaria música de Frank Skinner y una fotografía de lujo con colores saturados de Russell Metty.
En la historia, Kile Hadley (Stack), un millonario del petróleo y su gran amigo el geólogo Mitch Wayne (Hudson), se enamoran a la vez de la bellísima secretaria Lucy Moore (Bacall).
Kile es un bebedor empedernido, pero acaba casándose con Lucy; y aunque Mitch cree que la boda es un error, sin embargo, Kyle pasa un año de abstemio y más centrado en los negocios. Y rondando, la libertina hermana de Kyle (Malone), enamorada de Mitch. La deriva será intensa y con acontecimientos muy interesantes y subtramas inquietantes.
Tiene la cinta una puesta en escena barroca pero sólida, y en general compone un angustioso y opresivo retrato de la institución familiar, concretamente de los magnates del petróleo, y la decadencia de la sociedad norteamericana adinerada. Los valores que refleja conforman el argumento de esta imprescindible y exquisita cinta.
El reparto es sensacional con un impetuoso, atormentado y magnífico Robert Stack, un Rod Hudson sobrio, medido pero potente, una bellísima y eficaz Lauren Bacall y, quizá la mejor, la sensual y brillante Dorothy Malone (Oscar). Acompañan actores de reparto muy buenos con figuras como Robert Keith o Grant Williams, entre otros.
Película que tiene de todo, romance, amor no correspondido, traición, adicción al alcohol, muerte y mucha intensidad, y crítica social.
Pero la verdad, para ser redonda, para ser leyenda de Hollywood le falta grandeza en su conjunto, enjundia fílmica global, por eso la calificaré con un siete. Con una pizca más de talento y de cierre en algunas partes de la obra que quedan a medio cerrar, o a medio abrir, le habría dado un nueve.
En la historia, Kile Hadley (Stack), un millonario del petróleo y su gran amigo el geólogo Mitch Wayne (Hudson), se enamoran a la vez de la bellísima secretaria Lucy Moore (Bacall).
Kile es un bebedor empedernido, pero acaba casándose con Lucy; y aunque Mitch cree que la boda es un error, sin embargo, Kyle pasa un año de abstemio y más centrado en los negocios. Y rondando, la libertina hermana de Kyle (Malone), enamorada de Mitch. La deriva será intensa y con acontecimientos muy interesantes y subtramas inquietantes.
Tiene la cinta una puesta en escena barroca pero sólida, y en general compone un angustioso y opresivo retrato de la institución familiar, concretamente de los magnates del petróleo, y la decadencia de la sociedad norteamericana adinerada. Los valores que refleja conforman el argumento de esta imprescindible y exquisita cinta.
El reparto es sensacional con un impetuoso, atormentado y magnífico Robert Stack, un Rod Hudson sobrio, medido pero potente, una bellísima y eficaz Lauren Bacall y, quizá la mejor, la sensual y brillante Dorothy Malone (Oscar). Acompañan actores de reparto muy buenos con figuras como Robert Keith o Grant Williams, entre otros.
Película que tiene de todo, romance, amor no correspondido, traición, adicción al alcohol, muerte y mucha intensidad, y crítica social.
Pero la verdad, para ser redonda, para ser leyenda de Hollywood le falta grandeza en su conjunto, enjundia fílmica global, por eso la calificaré con un siete. Con una pizca más de talento y de cierre en algunas partes de la obra que quedan a medio cerrar, o a medio abrir, le habría dado un nueve.
23 de septiembre de 2017
23 de septiembre de 2017
9 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un clásico como quien dice del que descubro que es de los grandes del melodrama, Douglas Sirk, y además con Rock Hudson. Pues vamos a verla.
La historia es tal que así: una buena chica se enamora del chico malo mientras el chico bueno se queda mirando. Este cliché del «chico malo» es ante lo que más deberíamos rebelarnos las mujeres; y ante ese mito del «va a cambiar» o «puedo hacer que cambie», también. Mentira todo. No niego la capacidad de rectificación de las personas bajo determinadas circunstancias pero ese cambio tiene que venir de uno mismo, tiene que ser una decisión seria que se desarrolle en el tiempo, no en veinticuatro horas como le ocurre a Kyle. Tampoco se puede negar que esto del «cambio» es una fantasía de la mujer altamente recurrida, extendida y complicada que, al menos, habría que saber interpretar y plasmar para que no resulte bien horrible, o bien estúpido y poco creíble, tal y como ocurre en «Escrito sobre el viento».
Porque no es probable que si tú conoces a Rock Hudson en plan hombre perfecto que te quiere con locura... vayas tú y te fijes en su amigo, que es más feo, más problemático, más peligroso y más idiota y que te está diciendo abiertamente que es un fracaso. En serio que yo no daba crédito a lo que estaba viendo: ¿es que nos gusta ser infelices? Si ya de por sí este planteamiento hay que cogerlo con alfileres, peor es que el enamoramiento de la protagonista Lucy sea en un par de horas en las que el «chico malo» la ha tratado como a una furcia llevándola a su picadero y comprándola con regalos caros. Lo más romántico del mundo, por supuesto. Y todo esto con Rock Hudson, es decir, Mitch al lado con cara de estar preguntándose a sí mismo «pero cómo narices me pasa esto a mí».
Sin embargo, no es lo único increíble en esta película. Ahí está si no la frívola hermana de Kyle, Marylee. Dorothy Malone se llevó el Oscar, aunque a mí este estilo interpretativo lo encuentro algo histriónico y no me va mucho. El caso es que Marylee está perdidamente enamorada de un hombre que la rachaza, así que lo que hace para conquistarlo y atraerlo hacia ella es «divertirse» con todos los hombres que pilla y restregárselo por las narices, sin ningún pudor. Marylee, querida, esa técnica me parece a mí que no te va a funcionar...
Así están las cosas, junto con intrigas, celos, envidias, maltratos y tragedias dignas de todo culebrón, sin que en ningún momento la credibilidad se recupere, sino todo lo contrario. Lecturas sobre la decadencia de una clase social y tal, pues totalmente secundario: porque en todas partes hay borrachos, crímenes, frescas, hijos malcriados y amores no correspondidos. Pretender endosarle estos males a una única clase y además presentarlos como causas de su decadencia es sobradamente ridículo.
Nada creíble. El remate, al final.
La historia es tal que así: una buena chica se enamora del chico malo mientras el chico bueno se queda mirando. Este cliché del «chico malo» es ante lo que más deberíamos rebelarnos las mujeres; y ante ese mito del «va a cambiar» o «puedo hacer que cambie», también. Mentira todo. No niego la capacidad de rectificación de las personas bajo determinadas circunstancias pero ese cambio tiene que venir de uno mismo, tiene que ser una decisión seria que se desarrolle en el tiempo, no en veinticuatro horas como le ocurre a Kyle. Tampoco se puede negar que esto del «cambio» es una fantasía de la mujer altamente recurrida, extendida y complicada que, al menos, habría que saber interpretar y plasmar para que no resulte bien horrible, o bien estúpido y poco creíble, tal y como ocurre en «Escrito sobre el viento».
Porque no es probable que si tú conoces a Rock Hudson en plan hombre perfecto que te quiere con locura... vayas tú y te fijes en su amigo, que es más feo, más problemático, más peligroso y más idiota y que te está diciendo abiertamente que es un fracaso. En serio que yo no daba crédito a lo que estaba viendo: ¿es que nos gusta ser infelices? Si ya de por sí este planteamiento hay que cogerlo con alfileres, peor es que el enamoramiento de la protagonista Lucy sea en un par de horas en las que el «chico malo» la ha tratado como a una furcia llevándola a su picadero y comprándola con regalos caros. Lo más romántico del mundo, por supuesto. Y todo esto con Rock Hudson, es decir, Mitch al lado con cara de estar preguntándose a sí mismo «pero cómo narices me pasa esto a mí».
Sin embargo, no es lo único increíble en esta película. Ahí está si no la frívola hermana de Kyle, Marylee. Dorothy Malone se llevó el Oscar, aunque a mí este estilo interpretativo lo encuentro algo histriónico y no me va mucho. El caso es que Marylee está perdidamente enamorada de un hombre que la rachaza, así que lo que hace para conquistarlo y atraerlo hacia ella es «divertirse» con todos los hombres que pilla y restregárselo por las narices, sin ningún pudor. Marylee, querida, esa técnica me parece a mí que no te va a funcionar...
Así están las cosas, junto con intrigas, celos, envidias, maltratos y tragedias dignas de todo culebrón, sin que en ningún momento la credibilidad se recupere, sino todo lo contrario. Lecturas sobre la decadencia de una clase social y tal, pues totalmente secundario: porque en todas partes hay borrachos, crímenes, frescas, hijos malcriados y amores no correspondidos. Pretender endosarle estos males a una única clase y además presentarlos como causas de su decadencia es sobradamente ridículo.
Nada creíble. El remate, al final.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Recochineo eso de que Lucy se enamore luego de Mitch cuando tiene problemas con su marido. ¿Ahora sí, bonita?
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