El pianista
2002 

8.2
155,531
Drama
Wladyslaw Szpilman, un brillante pianista polaco de origen judío, vive con su familia en el ghetto de Varsovia. Cuando, en 1939, los alemanes invaden Polonia, consigue evitar la deportación gracias a la ayuda de algunos amigos. Pero tendrá que vivir escondido y completamente aislado durante mucho tiempo, y para sobrevivir tendrá que afrontar constantes peligros. (FILMAFFINITY)
28 de febrero de 2013
28 de febrero de 2013
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una gran odisea de sobrevivencia enmarcada en el genocidio judío. Una de las mejores obras de Roman Polanski y una de las mejores películas sobre el genocidio, en mi humilde opinión muy superior a "La lista de Schindler" (Steven Spielberg, 1993).
Es un retrato muy preciso de la degradación a la que fue sometida el pueblo judío, basándose en un personaje central que va pasando por cada etapa. Primero es la prohibición a entrar a restaurantes, luego los mandan a los ghettos, y ya después son campos de concentración y muertes a mansalva. Pero es en escenas como la del caramelo donde se ve realmente la crudeza de la situación, y en eso Polanski no tiene rivales, la humillación de pagar una fortuna por un caramelo y tener que dividirlo entre seis es algo de lo más degradante que se puede ver. Además hay otras escenas de igual magnitud como en la que Brody simula tocar el piano, ya que pese a que lo tiene enfrente sabe que tocarlo le originaría la muerte, qué irónico.
El guión estructura muy bien los períodos temporales logrando una cronología muy acertada, además logra que no se sienta el paso del tiempo, pese a sus más de 140 minutos el film jamás se hace pesado y se pasa muy rápido.
Un detalle no menor es que pese a ser un film de Polanski no aparece su característica morbosidad, un verdadero acierto que el polaco sepa contenerse cuando es necesario.
Es imposible hacer una crítica de este film y no mencionar la grandeza de la actuación de Adrien Brody, un verdadero tour de force que colocó a este actor entre los grandes, y eso que a mí jamás me llamó la atención... hasta que lo vi en "El pianista". Además su cara de desgraciado le viene como anillo al dedo.
La película tiene también una buena técnica que está puesta al servicio del guión en secuencias como la del zumbido que queda en la cabeza de Brody después de que una bomba estalle.
Y claro su banda sonora, unos solos de piano de verdaderamente prodigiosos. NOTA: me escuché todos los créditos finales.
Lo mejor:la narración.
Lo peor: el tema del genocidio comienza a sonar redundante.
Es un retrato muy preciso de la degradación a la que fue sometida el pueblo judío, basándose en un personaje central que va pasando por cada etapa. Primero es la prohibición a entrar a restaurantes, luego los mandan a los ghettos, y ya después son campos de concentración y muertes a mansalva. Pero es en escenas como la del caramelo donde se ve realmente la crudeza de la situación, y en eso Polanski no tiene rivales, la humillación de pagar una fortuna por un caramelo y tener que dividirlo entre seis es algo de lo más degradante que se puede ver. Además hay otras escenas de igual magnitud como en la que Brody simula tocar el piano, ya que pese a que lo tiene enfrente sabe que tocarlo le originaría la muerte, qué irónico.
El guión estructura muy bien los períodos temporales logrando una cronología muy acertada, además logra que no se sienta el paso del tiempo, pese a sus más de 140 minutos el film jamás se hace pesado y se pasa muy rápido.
Un detalle no menor es que pese a ser un film de Polanski no aparece su característica morbosidad, un verdadero acierto que el polaco sepa contenerse cuando es necesario.
Es imposible hacer una crítica de este film y no mencionar la grandeza de la actuación de Adrien Brody, un verdadero tour de force que colocó a este actor entre los grandes, y eso que a mí jamás me llamó la atención... hasta que lo vi en "El pianista". Además su cara de desgraciado le viene como anillo al dedo.
La película tiene también una buena técnica que está puesta al servicio del guión en secuencias como la del zumbido que queda en la cabeza de Brody después de que una bomba estalle.
Y claro su banda sonora, unos solos de piano de verdaderamente prodigiosos. NOTA: me escuché todos los créditos finales.
Lo mejor:la narración.
Lo peor: el tema del genocidio comienza a sonar redundante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Es importante tener en cuenta que la historia toca de cerca a Polanski, el tipo era hijo de polacos de ascendencia judía.
16 de mayo de 2014
16 de mayo de 2014
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Wladyslaw Szpilman es un famoso pianista de Varsovia (Polonia), que tras empezar a bombardear y controlar los nazis la ciudad, se ve sin trabajo al igual que su familia. Pero debido a su fama conoce a gente que le puede ayudar, no sin pasar penurias y mucha hambre, a la vez que las vejaciones de turno de los nazis.
He visto muchas pelis de Adrien Brody y no le considero un grandísimo actor, pero no sé por qué, en ésta se sale. Quizás sea que la historia le inspiró profundamente, o que Polanski sacó de él algo que ni siquiera tenía o yo que sé, pero realmente en ésta cinta se puede decir que ha tenido una actuación colosal. Desde luego ese es uno de los puntos fuertes de ésta gran obra maestra, pero no el único. Tiene escenas realmente poderosas, y digo poderosas por todo lo que llegan a transmitir al espectador en una misma secuencia: ira, rabia, impotencia...Tiene escenas muy duras pero a la vez necesarias para saber hasta qué punto podían llegar los nazis a maltratar y humillar al pueblo judío. Cada una posee un magnetismo total para el espectador, siendo incapaz de quitar los ojos de la pantalla, también tienen un realismo increíble con unos efectos especiales y digitales prodigiosos. Incluso los extras están sobresalientes. Y evidentemente quien tiene (supongo yo) culpa de todo ésto, es el tallador de éste gran diamante, el Sr. Polanski, que ha sabido compaginar todo a la perfección realizando la que es en mi opinión una de las mejores películas de la historia.
He visto muchas pelis de Adrien Brody y no le considero un grandísimo actor, pero no sé por qué, en ésta se sale. Quizás sea que la historia le inspiró profundamente, o que Polanski sacó de él algo que ni siquiera tenía o yo que sé, pero realmente en ésta cinta se puede decir que ha tenido una actuación colosal. Desde luego ese es uno de los puntos fuertes de ésta gran obra maestra, pero no el único. Tiene escenas realmente poderosas, y digo poderosas por todo lo que llegan a transmitir al espectador en una misma secuencia: ira, rabia, impotencia...Tiene escenas muy duras pero a la vez necesarias para saber hasta qué punto podían llegar los nazis a maltratar y humillar al pueblo judío. Cada una posee un magnetismo total para el espectador, siendo incapaz de quitar los ojos de la pantalla, también tienen un realismo increíble con unos efectos especiales y digitales prodigiosos. Incluso los extras están sobresalientes. Y evidentemente quien tiene (supongo yo) culpa de todo ésto, es el tallador de éste gran diamante, el Sr. Polanski, que ha sabido compaginar todo a la perfección realizando la que es en mi opinión una de las mejores películas de la historia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Hay muchas escenas para recordar (sino todas)
- Como la de cuando una patrulla nazi entra en un edificio del ghetto a partir de la hora de queda mientras todos están cenando, y piden que todos se levanten. Y como el de la silla de ruedas ha tenido la "rebeldía" de no levantarse le tiran por el balcón.
- O cada escena en la que el prota busca desesperadamente un mendrugo de pan o cualquier cosa que llevarse a la boca. Si se fijan bien, Brody lo hace perfecto. Cómo le tiemblan los brazos, y el gesto de la boca de querer morder algo.
- O la escena en la que toca por primera vez después de la invasión un piano, tras pedírselo el General que le ayudó. Notas cómo se evade de todo a su alrededor. No hay guerra, no hay nazis, no hay hambre le dicen su mente y sus manos.
Por éstas escenas y decenas más, creo que todo el mundo debe verla, y ojalá todos la disfruten lo mismo que yo.
- Como la de cuando una patrulla nazi entra en un edificio del ghetto a partir de la hora de queda mientras todos están cenando, y piden que todos se levanten. Y como el de la silla de ruedas ha tenido la "rebeldía" de no levantarse le tiran por el balcón.
- O cada escena en la que el prota busca desesperadamente un mendrugo de pan o cualquier cosa que llevarse a la boca. Si se fijan bien, Brody lo hace perfecto. Cómo le tiemblan los brazos, y el gesto de la boca de querer morder algo.
- O la escena en la que toca por primera vez después de la invasión un piano, tras pedírselo el General que le ayudó. Notas cómo se evade de todo a su alrededor. No hay guerra, no hay nazis, no hay hambre le dicen su mente y sus manos.
Por éstas escenas y decenas más, creo que todo el mundo debe verla, y ojalá todos la disfruten lo mismo que yo.
28 de abril de 2015
28 de abril de 2015
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El 23 de septiembre de 1939, el apreciado compositor y pianista ruso-polaco Władysław Szpilman, interpretaba para La Radio de Varsovia, el Nocturno en do sostenido menor de Frédéric Chopin… y mientras se hallaba en ese estado de profunda compenetración que mantenía con su piano, una bomba lanzada por el ejército alemán afectó las instalaciones de la emisora y Szpilman tuvo que suspender su interpretación para buscar donde refugiarse. Capturado, luego, junto a sus padres y hermanos, Władek (como se le llamaba familiarmente), consiguió escapar con la ayuda de un amigo, mientras que sus familiares fueron llevados al campo de exterminio de Treblinka… y ya nunca más volvería a verlos.
Durante los siguientes años de la guerra, de acreditado artista, Szpilman pasará a ser literalmente una suerte de hombre-ratón, ya que sobrevivir a las bombas y a las masacres, esconderse en uno y otro refugio, y alimentarse casi siempre de migajas serán experiencias de cada día. Este largo e impactante proceso es el que, con marcado virtuosismo, va a contarnos el director Roman Polanski, logrando recrear un drama humano de fuerte significado, en el que quizás lo que más pesa es ese incesante efecto de solidaridad en cadena conque los polacos enfrentan el conflicto.
Basado en el libro autobiográfico que, con el título “Śmierć Miasta” (Muerte de una ciudad), publicara Szpilman en 1945, y con guión de Ronald Harwood, “EL PIANISTA” es un filme soberbiamente ambientado e impecablemente fotografiado que, además sobresale por una historia en la que no hay héroes (y si los hay son anónimos), porque el protagonista es más un ejemplo de la capacidad de supervivencia en un medio donde la muerte ronda por cada calle, y sin verse forzado y ni siquiera motivado, a hacer daño a nadie para conseguir preservarse con vida. La historia funciona como si la vida tuviera predestinado a Szpilman para algo muy significativo y entonces, quizás sobrepase el terrible conflicto social, como si, para la muerte, él fuese completamente invisible.
Pocas veces hemos visto tan perfectamente calculadas y tan logradas escenas de guerra como las que ha logrado Polanski, manteniendo en cada plano una plástica admirable y el más profundo repudio a la brutalidad del nazismo. No obstante, llegará ese momento en que, como tan plausiblemente lo hiciera Julius Fučík, en su memorable libro “Reportaje al pie de la horca” (1945), también Polanski encontrará una sensible forma de demostrar que, en el más negro de los pantanos, también puede brotar una bella flor.
Con “EL PIANISTA”, no creo que haya alma que pueda permanecer indiferente, pues cada personaje ha sido dotado con tanta fuerza interior y con tan intensa emocionalidad que, algunos de ellos, conseguirán llegar hasta nuestras fibras más profundas. Ese discapacitado que “no obedece” la orden de pararse… Esa mujer que se pregunta incesantemente: “¿Por qué lo hice?”… Esa otra mujer cuyo cuerpo se dobla impactantemente en la calle… Ese anciano que hace carantoñas a los soldados alemanes esperando salvar la vida de algunos niños… Szpilman famélico tratando de abrir el tarro de conservas… y entre otros tantos momentos de gran intensidad dramática, la repentina presencia de ese singular capitán, Wilm Hosenfeld, sensible al arte y a la música donde quiera que la encuentre, como si en su atormentada alma, contra todo se preservara un virtuoso trocito de Chopin, Mahler, Beethoven y demás grandes cultores de la música inmortal.
Impecable Adrien Brody, el hombre-ratón aferrado a la vida y con toda suerte de “ángeles” por donde camina… aunque siento que faltaron detalles reales -que los hubo- donde se demuestre que su presencia en la guerra no fue tan individualista. Muy bueno, Frank Finlay como papá Szpilman, pensando debidamente en cada miembro de su familia y cuidando de ese violin que, para él, es todo un tesoro. Y Thomas Kretschmann dejará su huella cuando, hasta él, resulta ser un ángel para quien nunca lo esperaba.
Como pensara, mi apreciado Julius Fučík, también creo que, sin la música, en un silencio pleno quedaría la vida, así como no habría vida si no hubiera sol.
Durante los siguientes años de la guerra, de acreditado artista, Szpilman pasará a ser literalmente una suerte de hombre-ratón, ya que sobrevivir a las bombas y a las masacres, esconderse en uno y otro refugio, y alimentarse casi siempre de migajas serán experiencias de cada día. Este largo e impactante proceso es el que, con marcado virtuosismo, va a contarnos el director Roman Polanski, logrando recrear un drama humano de fuerte significado, en el que quizás lo que más pesa es ese incesante efecto de solidaridad en cadena conque los polacos enfrentan el conflicto.
Basado en el libro autobiográfico que, con el título “Śmierć Miasta” (Muerte de una ciudad), publicara Szpilman en 1945, y con guión de Ronald Harwood, “EL PIANISTA” es un filme soberbiamente ambientado e impecablemente fotografiado que, además sobresale por una historia en la que no hay héroes (y si los hay son anónimos), porque el protagonista es más un ejemplo de la capacidad de supervivencia en un medio donde la muerte ronda por cada calle, y sin verse forzado y ni siquiera motivado, a hacer daño a nadie para conseguir preservarse con vida. La historia funciona como si la vida tuviera predestinado a Szpilman para algo muy significativo y entonces, quizás sobrepase el terrible conflicto social, como si, para la muerte, él fuese completamente invisible.
Pocas veces hemos visto tan perfectamente calculadas y tan logradas escenas de guerra como las que ha logrado Polanski, manteniendo en cada plano una plástica admirable y el más profundo repudio a la brutalidad del nazismo. No obstante, llegará ese momento en que, como tan plausiblemente lo hiciera Julius Fučík, en su memorable libro “Reportaje al pie de la horca” (1945), también Polanski encontrará una sensible forma de demostrar que, en el más negro de los pantanos, también puede brotar una bella flor.
Con “EL PIANISTA”, no creo que haya alma que pueda permanecer indiferente, pues cada personaje ha sido dotado con tanta fuerza interior y con tan intensa emocionalidad que, algunos de ellos, conseguirán llegar hasta nuestras fibras más profundas. Ese discapacitado que “no obedece” la orden de pararse… Esa mujer que se pregunta incesantemente: “¿Por qué lo hice?”… Esa otra mujer cuyo cuerpo se dobla impactantemente en la calle… Ese anciano que hace carantoñas a los soldados alemanes esperando salvar la vida de algunos niños… Szpilman famélico tratando de abrir el tarro de conservas… y entre otros tantos momentos de gran intensidad dramática, la repentina presencia de ese singular capitán, Wilm Hosenfeld, sensible al arte y a la música donde quiera que la encuentre, como si en su atormentada alma, contra todo se preservara un virtuoso trocito de Chopin, Mahler, Beethoven y demás grandes cultores de la música inmortal.
Impecable Adrien Brody, el hombre-ratón aferrado a la vida y con toda suerte de “ángeles” por donde camina… aunque siento que faltaron detalles reales -que los hubo- donde se demuestre que su presencia en la guerra no fue tan individualista. Muy bueno, Frank Finlay como papá Szpilman, pensando debidamente en cada miembro de su familia y cuidando de ese violin que, para él, es todo un tesoro. Y Thomas Kretschmann dejará su huella cuando, hasta él, resulta ser un ángel para quien nunca lo esperaba.
Como pensara, mi apreciado Julius Fučík, también creo que, sin la música, en un silencio pleno quedaría la vida, así como no habría vida si no hubiera sol.
9 de octubre de 2018
9 de octubre de 2018
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es el lenguaje universal que transmite emociones y sentimientos que entienden los seres humanos. El cineasta nos deja un mensaje esperanzador, en mi opinión lo mejor del film, el amor por el arte del pentagrama. Propiciando la fraternidad entre los hombres de cualquier condición, raza, país o estrato social. Corría Septiembre de 1939, Hitler invade Polonia y el mundo contiene su aliento. Mientras, un humilde pianista de origen judío, se gana la vida interpretando la delicada música de Chopin (Nocturne en C-Sharp Minor), en la radio de Varsovia hasta ser bombardeada por la ignominia germana. El pianista y su familia se ven desbordados por el horror de la persecución nazi, entre vejaciones serán despojados de sus enseres ante la indiferencia de sus conciudadanos. Ya nada volverá a ser como antes ¿Su delito? Ser judíos. Roman Polanski recrea su niñez, a pesar de nacer en París, también era polaco y judío de origen, sus padres fueron internados en un campo de concentración. Ella católica, murió, él judío, tuvo mejor suerte. El cineasta cuando era niño sobrevivió al bombardeo de Varsovia y al gueto de Cracovia.
“El Pianista” es una película sobrecogedora y emotiva, quizás la menos personal, en cuanto a estilo de Polanski, pero está hecha con el corazón y la deuda de la memoria hacia unos inocentes que fueron humillados y masacrados por el odio mas abyecto. Esta desgarrada y sórdida odisea está basada en hechos reales, en las memorias de Wladyslaw Szpilman, que las había escrito en 1946, pero las autoridades comunistas polacas no le permitieron publicarlas. No viviría para ver la película, murió en el año 2000 a los 88 años, personaje que borda Adrien Brody en el papel de su vida, con el que merecidamente, en mi opinión, ganó el Oscar como mejor actor y le encumbró al mundo de Hollywood.
Una cinta que nos deja helados por su crueldad abominable, su realismo desnudo, sin incisos ni subrayados, su recreación de una Varsovia asolada por la destrucción y la muerte, una soberbia visión sobre el holocausto, como fruto de la desafección hacia el ser humano. Polanski nos muestra la degradación hacia la soledad absoluta que experimenta Szpilman, su rostro denota la angustia, la humillación, enfermo, hambriento y entumecido por el frío del severo invierno polaco, su lucha por sobreponerse a las adversidades, escondiéndose como una rata en pisos abandonados y destruidos por la irracionalidad de la guerra. La película es de una factura portentosa en todos los aspectos técnicos, la ambientación es descriptivamente aterradora. La mejor obra sobre el Holocausto.
Continúa en spoiler.
“El Pianista” es una película sobrecogedora y emotiva, quizás la menos personal, en cuanto a estilo de Polanski, pero está hecha con el corazón y la deuda de la memoria hacia unos inocentes que fueron humillados y masacrados por el odio mas abyecto. Esta desgarrada y sórdida odisea está basada en hechos reales, en las memorias de Wladyslaw Szpilman, que las había escrito en 1946, pero las autoridades comunistas polacas no le permitieron publicarlas. No viviría para ver la película, murió en el año 2000 a los 88 años, personaje que borda Adrien Brody en el papel de su vida, con el que merecidamente, en mi opinión, ganó el Oscar como mejor actor y le encumbró al mundo de Hollywood.
Una cinta que nos deja helados por su crueldad abominable, su realismo desnudo, sin incisos ni subrayados, su recreación de una Varsovia asolada por la destrucción y la muerte, una soberbia visión sobre el holocausto, como fruto de la desafección hacia el ser humano. Polanski nos muestra la degradación hacia la soledad absoluta que experimenta Szpilman, su rostro denota la angustia, la humillación, enfermo, hambriento y entumecido por el frío del severo invierno polaco, su lucha por sobreponerse a las adversidades, escondiéndose como una rata en pisos abandonados y destruidos por la irracionalidad de la guerra. La película es de una factura portentosa en todos los aspectos técnicos, la ambientación es descriptivamente aterradora. La mejor obra sobre el Holocausto.
Continúa en spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El melómano, oficial alemán, se comunica por medio de su interpretación de Beethoven “Claro de luna”, mientras que Szpilman le responde interpretando la “Balade nº 1 in G minor. Op. 23” de Chopin. Quizá la prueba de un respeto mutuo, o la fascinación entre víctima y verdugo. Jamás podré olvidar a ese padre de la familia Szpilman, comprando un caramelo a precio desorbitado, mientras esperan al tren con destino macabro, cómo extrae su navaja una vez desenvuelto el dulce y lo corta proporcionalmente para repartirlo entre su familia, quizás como una eucaristía o símbolo de unidad y amor en momentos tan angustiosos y tristes. El capitán alemán entregándole su abrigo, “tengo otro, le escucharé por la radio, cuando esto termine, Szpilman, buen nombre para un pianista”.
28 de marzo de 2006
28 de marzo de 2006
16 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
No son pocas las películas, ni los libros, que se han hecho sobre historias judías de la época nazi. Pero a pesar de esta abundancia, lo cierto es que nos encontramos, particularmente y con el permiso del resto, con dos grandísimas películas. Una de ellas es "La Lista de Schlinder", de Steven Spielberg. La otra es "El Pianista", de Roman Polanski. A pesar de que las dos son verdadero cine, me inclino por la segunda.
"El Pianista" es cine en estado puro. Te impresiona, te impacta, te hace sentir...vivo. Numerosas y conocidas son las historias de judíos que vivieron el Holocausto. Pero hay muchas maneras posibles de transmitirlas y Roman Polanski lo ha hecho de la mejor posible.
El gueto visto desde dentro, con toda su dureza. Es inevitable no sentir una fuerte conexión con el protagonista a medida que avanza la historia. Ya no sólo por la grandísima interpretación que supuso a Adrien Brody el Oscar a mejor actor y su consagración como tal, sino también por ver las situaciones que ha de soportar...que ha de vivir y que el director ha sabido plasmar de manera tan brillante, llevándole a conseguir también el Oscar por dicha dirección.
La película puede dividirse en dos mitades: la primera, magnífica, más centrada en la vida en el gueto, en intentar transmitir cómo era, a través de las vivencias de nuestro pianista y su familia. En la segunda parte, igual de espléndida, Szpilman pasa a ser el centro de la historia: vemos el transcurrir de los acontecimientos desde sus ojos, escuchamos por sus oídos (algo en lo que el director pretende hacer hincapié, como cuando pierde momentáneamente la capacidad auditiva al explotar una bomba cercana), en definitiva, nos hace sentir lo que él siente, vivir lo que él vive.
Y lo consigue. Y no sólo con la dirección técnica y personal que el director le imprime, sino también por tener a un actor de la talla de Adrien Brody, quien se tomó tan en serio el papel, que aprendió piano para interpretar algunos fragmentos de las obras de Chopin que aparecen en el film, perdió 15 kilos y llegó incluso a vender parte de sus bienes y vivir solo para sentir, al menos de manera aproximada, lo que vivió Spilzman. Los gestos, la voz...tantos son los detalles que Brody interpreta tan brillantemente que hacen que la película gane enteros, aunque ya los tuviera ganados.
Mención especial merece la música. La BSO del film es exclusivamente de obras de Chopin, cuyas notas románticas y cargadas de drama añaden el toque perfecto para la ya de por sí impresionante ambientación de la película. Las melodías del compositor son fantásticamente interpretadas por Janusz Olejniczack, y encaja en todas y cada una de las situaciones vividas por Szpilman, hasta el punto de conseguirse una perfecta identificación entre ambas.
En definitiva: la conjunción Polanski/Brody hacen que "El Pianista" sea una de las mejores películas e interpretaciones de la última década.
"El Pianista" es cine en estado puro. Te impresiona, te impacta, te hace sentir...vivo. Numerosas y conocidas son las historias de judíos que vivieron el Holocausto. Pero hay muchas maneras posibles de transmitirlas y Roman Polanski lo ha hecho de la mejor posible.
El gueto visto desde dentro, con toda su dureza. Es inevitable no sentir una fuerte conexión con el protagonista a medida que avanza la historia. Ya no sólo por la grandísima interpretación que supuso a Adrien Brody el Oscar a mejor actor y su consagración como tal, sino también por ver las situaciones que ha de soportar...que ha de vivir y que el director ha sabido plasmar de manera tan brillante, llevándole a conseguir también el Oscar por dicha dirección.
La película puede dividirse en dos mitades: la primera, magnífica, más centrada en la vida en el gueto, en intentar transmitir cómo era, a través de las vivencias de nuestro pianista y su familia. En la segunda parte, igual de espléndida, Szpilman pasa a ser el centro de la historia: vemos el transcurrir de los acontecimientos desde sus ojos, escuchamos por sus oídos (algo en lo que el director pretende hacer hincapié, como cuando pierde momentáneamente la capacidad auditiva al explotar una bomba cercana), en definitiva, nos hace sentir lo que él siente, vivir lo que él vive.
Y lo consigue. Y no sólo con la dirección técnica y personal que el director le imprime, sino también por tener a un actor de la talla de Adrien Brody, quien se tomó tan en serio el papel, que aprendió piano para interpretar algunos fragmentos de las obras de Chopin que aparecen en el film, perdió 15 kilos y llegó incluso a vender parte de sus bienes y vivir solo para sentir, al menos de manera aproximada, lo que vivió Spilzman. Los gestos, la voz...tantos son los detalles que Brody interpreta tan brillantemente que hacen que la película gane enteros, aunque ya los tuviera ganados.
Mención especial merece la música. La BSO del film es exclusivamente de obras de Chopin, cuyas notas románticas y cargadas de drama añaden el toque perfecto para la ya de por sí impresionante ambientación de la película. Las melodías del compositor son fantásticamente interpretadas por Janusz Olejniczack, y encaja en todas y cada una de las situaciones vividas por Szpilman, hasta el punto de conseguirse una perfecta identificación entre ambas.
En definitiva: la conjunción Polanski/Brody hacen que "El Pianista" sea una de las mejores películas e interpretaciones de la última década.
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