Pacto siniestro
1951 

7.8
22,493
Intriga. Thriller. Cine negro
Inspirada en la novela homónima de Patricia Higsmith. Durante un viaje en tren, Guy, un joven campeón de tenis (Farley Granger), es abordado por Bruno (Walker), un joven que conoce su vida y milagros a través de la prensa y que, inesperadamente, le propone un doble asesinato, pero intercambiando las víctimas con el fin de garantizarse recíprocamente la impunidad. Así podrían resolver sus respectivos problemas: él suprimiría a la mujer ... [+]
14 de noviembre de 2011
14 de noviembre de 2011
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inspirada en la novela homónima de Patricia Higsmith. Durante un viaje en tren, Guy, un joven campeón de tenis (Farley Granger), es abordado por un extraño para proponer lo insospechado.
Así que el suspenso arranca desde el primer tercio y en el momento en que ocurre un crimen y, las voces interiores de los personajes no dejan de interrogarse. Si bien la parte moral de Guy prioriza en los razonamientos de la conducta de todos, ya que no es una mente asesina, el film tiene una validez enorme en el manejo de los conflictos interiores, amén de un suspenso que abarca el querer saber la decisión en última instancia del joven y aludido tenista
.
Historia pues muy a lo Hitchcock, que sumado a su relato visual, nos presenta una obra llena de matices en su estructura dramática, donde los actores trastabillan en muy pocos momentos.
Así que el suspenso arranca desde el primer tercio y en el momento en que ocurre un crimen y, las voces interiores de los personajes no dejan de interrogarse. Si bien la parte moral de Guy prioriza en los razonamientos de la conducta de todos, ya que no es una mente asesina, el film tiene una validez enorme en el manejo de los conflictos interiores, amén de un suspenso que abarca el querer saber la decisión en última instancia del joven y aludido tenista
.
Historia pues muy a lo Hitchcock, que sumado a su relato visual, nos presenta una obra llena de matices en su estructura dramática, donde los actores trastabillan en muy pocos momentos.
11 de junio de 2015
11 de junio de 2015
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta vez digo sí a Hitchcock porque todo lo bueno que tiene "Extraños en un tren" acaba disimulando sus fallos, que también los tiene, y es posible disfrutar de la película sin tropiezos graves. Por lo visto hay cierto sector disconforme que principalmente es crítico con la actitud de nuestro protagonista, que cuando se enfrenta ante el dilema moral de acudir o no a la policía no es muy coherente. El caso es que de otra manera no tendríamos película, si de buenas a primeras le da por acusar a la policía a ese hombre con el que se encuentra en un tren no podríamos disfrutar de lo que sigue en adelante. Y ahí está la gracia, saber pasar por alto según qué cosas. Otras veces no es posible, lo sé, pero en este caso vale la pena.
Así que tenemos mujeres que llevan unas gafas horribles (eso antes y ahora), un protagonista algo bobalicón que es un fenómeno en el tenis y lo mejor de todo, un malo que se parece a Bill Murray y que es definitivamente una maravilla. Las escenas en las que aparece este malo son brutales: en el parque, en la feria, detrás de una farola, en cualquier momento, un malo que lo hace bien siempre es bien recibido. Otras veces no, esta vez sí, Alfred Hitchcock me ha vendido la moto.
Así que tenemos mujeres que llevan unas gafas horribles (eso antes y ahora), un protagonista algo bobalicón que es un fenómeno en el tenis y lo mejor de todo, un malo que se parece a Bill Murray y que es definitivamente una maravilla. Las escenas en las que aparece este malo son brutales: en el parque, en la feria, detrás de una farola, en cualquier momento, un malo que lo hace bien siempre es bien recibido. Otras veces no, esta vez sí, Alfred Hitchcock me ha vendido la moto.
27 de septiembre de 2015
27 de septiembre de 2015
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Extraños en un tren narra lo que te puede pasar al conocer a la persona equivocada en un momento determinado, todo esto asumiendo claro está que la persona que interpreta a Bruno (Robert Walker) sufre una anomalía mental seguro (psicópata o algo parecido).
Destacar muy por encima diálogos y escenas, darle la pausa apropiada, muy muy reseñable ver la muerte de una persona a través de unas gafas. Pero... no creo que el thriller, el suspense sea algo tan tan tan bueno, es correcto pero poco mas, eso si con momentos únicos como el partido de tenis o el momento del tiovivo.
El mayor defecto que le veo a la película es la interpretación de los actores, siendo muy pésima bajo mi punto de vista, la del actor que interpreta a Guy Haines (Farley Granger). El reparto del film estuvo siempre condicionado por imposiciones del estudio.
En años posteriores el propio Alfred Hitchcock reconoció que no quedo demasiado satisfecho con el resultado final de esta película.
Destacar muy por encima diálogos y escenas, darle la pausa apropiada, muy muy reseñable ver la muerte de una persona a través de unas gafas. Pero... no creo que el thriller, el suspense sea algo tan tan tan bueno, es correcto pero poco mas, eso si con momentos únicos como el partido de tenis o el momento del tiovivo.
El mayor defecto que le veo a la película es la interpretación de los actores, siendo muy pésima bajo mi punto de vista, la del actor que interpreta a Guy Haines (Farley Granger). El reparto del film estuvo siempre condicionado por imposiciones del estudio.
En años posteriores el propio Alfred Hitchcock reconoció que no quedo demasiado satisfecho con el resultado final de esta película.
28 de enero de 2015
28 de enero de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La exitosa novela que, Patricia Highsmith, publicara en 1950, “Extraños en un tren”, interesó enseguida al director Alfred Hitchcock, quien se hizo con los derechos a un costo bastante razonable, pero, aunque quiso dársela a Ben Hecht (“Spellbound”, “Notorious”), para que de nuevo se ocupara de la adaptación cinematográfica, éste se hallaba harto ocupado, así que le recomendó al director a su amiga y asistente, Czenzi Ormonde, para que se ocupara del asunto. Hecha una muy buena labor por ella, a Hitchcock le hacía falta un nombre importante en los créditos, así que le pasó el guion a Raymond Chandler y luego a Whitfield Cook para que cada uno le echara un último vistazo… y no obstante el escaso aporte que Chandler consiguiera hacerle, el director lo puso en primer término en los créditos, dejando de segundo a Ormonde y de tercero a Cook.
Pero, amén de estas “pequeñas minucias” también comunes en el medio cinematográfico (no ha de olvidarse que, antes que arte, el cine es un negocio), el resultado ha sido una exquisita película -con la que, Hitchcock, da comienzo al período más fértil de su carrera- en la que se introduce en una serie de planteamientos que, para la época, resultaban progresistas y bastante evolucionados.
En primer lugar, se parte de una propuesta argumental súperinteresante, que, en las facultades de derecho y otros espacios, podría dar lugar a valiosísimos debates: ¿Se puede cometer un crimen perfecto?... ¿La no existencia de un móvil es garantía para lograr la impunidad?... ¿Intervienen fuerzas superiores en los propósitos que tiene el hombre?... Cuando una persona entra en esa especie de trance que lo induce a cometer un crimen ¿es él mismo impulsado por una obsesiva idea de odio hacia alguien o hacia cierto tipo de personas o cosas, o es quizás otra entidad la que lo posee y lo usa para que asesine?... ¿El hombre, forzosamente usado para cometer un crimen, es responsable o inocente de sus actos?...
Hitchcock, abre aquí una gran puerta que todavía no ha dado los frutos que mereciera, porque la mal, pero, muy mal llamada justicia, sigue anclada en códigos y en valoración rigurosa de hechos, teniendo muy poco en cuenta las instancias sociológicas, psíquicas y metapsíquicas que, sin duda, intervienen en este tipo de casos.
La historia está contada en un constante crescendo en el que, el tenista Guy Heinz (quien en este medio traspasa la red sin mayores dificultades), se va sintiendo cada vez más atrapado en la red que le viene tendiendo, Bruno Anthony, pretendiendo que intercambien crímenes, pues, así como Heinz se encuentra ofendido por la traición de su frívola esposa, Anthony desea librarse de su padre a quien odia profundamente.
Fue, éste, el penúltimo filme del gran actor, Robert Walker, quien, al año siguiente y mientras actuaba en, “My son John” para Leo McCarey, fallecería cuando se hallaba en tratamiento médico por un alto grado de depresión. (¿sería por estar actuando en semejante bodrio?). La fascinante, Ruth Roman, es la novia que espera con frustrante anhelo a que, su novio Guy (Farley Granger), por fin resuelva el complicado embrollo en que ha resultado envuelto.
Una puesta en escena sumamente cuidada, unos diálogos sutiles y mordaces, y un juego psicológico de enorme significado, contribuyen a que, <<EXTRAÑOS EN UN TREN>>, sea un filme de poderosa trascendencia.
Título para Latinoamérica: PACTO SINIESTRO
Pero, amén de estas “pequeñas minucias” también comunes en el medio cinematográfico (no ha de olvidarse que, antes que arte, el cine es un negocio), el resultado ha sido una exquisita película -con la que, Hitchcock, da comienzo al período más fértil de su carrera- en la que se introduce en una serie de planteamientos que, para la época, resultaban progresistas y bastante evolucionados.
En primer lugar, se parte de una propuesta argumental súperinteresante, que, en las facultades de derecho y otros espacios, podría dar lugar a valiosísimos debates: ¿Se puede cometer un crimen perfecto?... ¿La no existencia de un móvil es garantía para lograr la impunidad?... ¿Intervienen fuerzas superiores en los propósitos que tiene el hombre?... Cuando una persona entra en esa especie de trance que lo induce a cometer un crimen ¿es él mismo impulsado por una obsesiva idea de odio hacia alguien o hacia cierto tipo de personas o cosas, o es quizás otra entidad la que lo posee y lo usa para que asesine?... ¿El hombre, forzosamente usado para cometer un crimen, es responsable o inocente de sus actos?...
Hitchcock, abre aquí una gran puerta que todavía no ha dado los frutos que mereciera, porque la mal, pero, muy mal llamada justicia, sigue anclada en códigos y en valoración rigurosa de hechos, teniendo muy poco en cuenta las instancias sociológicas, psíquicas y metapsíquicas que, sin duda, intervienen en este tipo de casos.
La historia está contada en un constante crescendo en el que, el tenista Guy Heinz (quien en este medio traspasa la red sin mayores dificultades), se va sintiendo cada vez más atrapado en la red que le viene tendiendo, Bruno Anthony, pretendiendo que intercambien crímenes, pues, así como Heinz se encuentra ofendido por la traición de su frívola esposa, Anthony desea librarse de su padre a quien odia profundamente.
Fue, éste, el penúltimo filme del gran actor, Robert Walker, quien, al año siguiente y mientras actuaba en, “My son John” para Leo McCarey, fallecería cuando se hallaba en tratamiento médico por un alto grado de depresión. (¿sería por estar actuando en semejante bodrio?). La fascinante, Ruth Roman, es la novia que espera con frustrante anhelo a que, su novio Guy (Farley Granger), por fin resuelva el complicado embrollo en que ha resultado envuelto.
Una puesta en escena sumamente cuidada, unos diálogos sutiles y mordaces, y un juego psicológico de enorme significado, contribuyen a que, <<EXTRAÑOS EN UN TREN>>, sea un filme de poderosa trascendencia.
Título para Latinoamérica: PACTO SINIESTRO
26 de abril de 2015
26 de abril de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Extraños en un tren” es una de las películas más importantes de la filmografía de Hitchcock, se trata de una cinta realizada en 1950, justo después de “Atormentada” y de “Pánico en la escena”, dos obras que no tuvieron éxito y que ponían un poco en peligro los privilegios de libertad que se había sabido ganar el cineasta británico. Aquí trabaja a partir de una novela de Patricia Highsmith y de un guión de Raymond Chandler, aunque según cuenta el propio Hitchc, el guión elaborado por éste no era de su agrado.
“Extraños en un tren” tiene un arranque formidable, muy abstracto, en el que los dos personajes principales, los interpretados por Farley Granger y Robert Walker, vienen definidos por sus zapatos y sus historias por una serie de pasos y de raíles que se cruzan y que se alejan, hasta que los dos pares de zapatos, o pies, no entran en casual contacto no veremos los rostros de los actores, con ello está dicho el carácter de figura algebraica que tiene cada personaje. La cinta está repleta de grandes ideas de puesta en escena, es un ejercicio de virtuoso y de fino sentido del humor sobre una trama absolutamente angustiosa, en algunos momentos como el del partido de tenis, montado en paralelo con el del rescate de un mechero, el tiempo se dilata, explota en manos del director, mientras que en otros, como en todo lo referente al anochecer en el parque de atracciones, mantiene un tempo próximo al real.
Una de las películas más emblemáticas del cine de Hitchcock y, por extensión, del cine mundial. Un tenso, elaborado y estremecedor thriller que contiene todo el alma y la esencia del estilo del realizador inglés, una de las piezas maestras de su director llena de tensión y ritmo.
“Extraños en un tren” tiene un arranque formidable, muy abstracto, en el que los dos personajes principales, los interpretados por Farley Granger y Robert Walker, vienen definidos por sus zapatos y sus historias por una serie de pasos y de raíles que se cruzan y que se alejan, hasta que los dos pares de zapatos, o pies, no entran en casual contacto no veremos los rostros de los actores, con ello está dicho el carácter de figura algebraica que tiene cada personaje. La cinta está repleta de grandes ideas de puesta en escena, es un ejercicio de virtuoso y de fino sentido del humor sobre una trama absolutamente angustiosa, en algunos momentos como el del partido de tenis, montado en paralelo con el del rescate de un mechero, el tiempo se dilata, explota en manos del director, mientras que en otros, como en todo lo referente al anochecer en el parque de atracciones, mantiene un tempo próximo al real.
Una de las películas más emblemáticas del cine de Hitchcock y, por extensión, del cine mundial. Un tenso, elaborado y estremecedor thriller que contiene todo el alma y la esencia del estilo del realizador inglés, una de las piezas maestras de su director llena de tensión y ritmo.
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