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Creed: Corazón de campeón

Drama Adonis Johnson no llegó a conocer a su padre, el campeón del mundo de los pesos pesados Apollo Creed, que falleció antes de que él naciera. Sin embargo, nadie puede negar que lleva el boxeo en la sangre, por lo que pone rumbo a Philadelphia, el lugar en el que se celebró el legendario combate entre su padre y Rocky Balboa. Una vez allí, Adonis busca a Rocky y le pide que sea su entrenador. A pesar de que este insiste en que ya ha dejado ... [+]
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9
9 de febrero de 2016 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la época actual, ya nada nos sorprende. Es incuestionablemente difícil concebir argumentos netamente originales, crear escenas nunca vistas y finales inéditos. Partiendo de esa premisa, Ryan Coogler realiza una obra maestra del siglo XXI, es decir, se viste de Van Gogh para convertir el clásico en algo inolvidable y darle una vuelta de tuerca a la paleta de colores cinematográfica para alejarse del pastiche y acercarse cariñosamente al legado de un mito del séptimo arte. 'Creed' puede ser, como la llaman en algunos países de Latinoamérica, 'Rocky VII'. Podría ser un 'spin-off' correcto repleto de homenajes y guiños comerciales para llevar a los nostálgicos al cine. Es todo eso y mucho más, pero, principalmente, es un filme rotundo que funciona independientemente del 'Rocky Legacy'. La unión pasional de Coogler, autor de un guión sólido y sin fisuras que perfila perfectamente a todos los personajes, y Michael B. Jordan (que hace el mejor papel de su corta carrera) sirve de motor para la gestación de una película 'bigger than life' que en otras manos sería carne de telefilme.

Cierto es que, al igual que ocurre con el Episodio VII de Star Wars, la estructura recuerda a la primera entrega de Rocky, pero el contenido es único por muchos motivos: coherencia interna de las secuencias, fotografía, música, actores, dramatismo... En definitiva, una película sobre el boxeo y sobre la vida con su propia personalidad. 'Creed' también se desmarca de las clásicas películas de negros y para negros, en las que siempre se parte de un escalafón social muy bajo y, desde ahí, se cuenta el sueño americano hasta subir a la cúspide o, simplemente, realizarse personal y laboralmente. Adonis vive de forma acomodada, pero es su fuego interno el que le obliga a buscar la redención a golpes. Y ahí es donde entra la enorme (en todos los sentidos) figura de Sylvester Stallone.

En principio, Sly era reacio a aceptar este papel, porque, bajo su punto de vista, perdía el control de su personaje. Por primera vez, ni escribía el guión ni dirigía la película. El resultado demuestra que hizo bien en acceder, porque Stallone hace el mejor papel de su carrera. Como si de metacine se tratara, la vida sigue dándole una última oportunidad a este 'action hero' de los años 80 y 90 para que, hasta los más escépticos, se levanten de sus butacas a darle una ovación, no sólo por ese retrato entrañable y crudo que realiza de un Rocky ajado por los años, solitario y triste por la muerte de sus seres más queridos, sino por lo injusta que fue la crítica con él a lo largo de toda su carrera. Nunca ha sido el peor actor del mundo. Tampoco el mejor, obviamente. Pero siempre defendió todos los papeles que hizo, como diría Calamaro, con una honestidad brutal. El cine de acción de hoy no se entendería sin 'Cobra'. El cine bélico tiene una gran referencia en 'Acorralado', el filme que mejor retrató las secuelas que deja Vietnam en las mentes propias y ajenas. El cine de catástrofes no fue el mismo después de 'Pánico en el túnel'. Está claro que Stallone ha exprimido al máximo comercialmente a sus dos iconos, Rocky y Rambo, pero ¿no hacen lo mismo con James Bond desde hace 50 años? ¿No han caído en eso intérpretes con mejor prensa como Cristian Bale (Batman), Tobey McGuire (Spiderman), Harrison Ford (Indiana Jones y Han Solo) o Ian Mckellen (Gandalf y Magneto)? Encima, Stallone tiene el mérito de haber escrito sus propios guiones y haber dirigido todas esas películas. Su pequeño monólogo descarnado, que supone un hito en la trama, es memorable. De hecho, es la escena que deberían poner cuando anuncien su nombre como flamante nominado a ese Óscar que se le resiste desde hace 40 años y que el 28 de febrero, Día de Andalucía, debería llevar su nombre escrito con letras doradas. Stallone-Rocky demuestra en 'Creed' una madurez sorprendente como actor y personaje. Por eso, cuando suba a recoger la estatuilla, debería gritar: “Adrian, I did it!”.

Vayan a ver 'Creed' aunque no sean fanáticos de Rocky. Se encontrarán con más de dos horas de cine de boxeo, de cine de relaciones paterno-filiales, de conversaciones ingeniosas, de superación personal con sacrificio, sudor y lágrimas. Y con el primer combate rodado en un solo plano secuencia. Paso a paso. Golpe a golpe. Asalto a asalto. Sencillamente impresionante.
5
20 de febrero de 2016 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
24/02(05/02/16) Esperaba con ilusión este spin-off secuela de la mítica saga “Rocky”, había leído críticas ensalzándola, pues como en muchas ocasiones la montaña ha parido un ratón. Esta séptima entrega en que aparece el icónico boxeador Rocky ha intentado regenerarse, ponerse al día con el siglo, hace cuarenta años , en 1976, que llegó por vez primera, para insuflarle un aire nuevo es la primera de las partes que no guioniza Stallone, está escrita por el director Ryan Coogler y Aaron Covington, han cambiado la vibrante música de Bill Conti por hip hop, el resultado no puede ser más aséptico, con una copia bastardeada de la primera parte, cogen los recursos narrativos de la original y los plagian, queriendo cambiarle algunos elementos para dar frescura y la pifian, en todo lo que innnovan naufragan con más estrépito que el Titanic. Desposeen de alma al relato, con un protagonista soso, con el que no empatizas, te da igual su forzado tormento de querer ser alguien por encima de su padre, con un romance chirriante, con un oponente final que te hace añorar a los Carl Weathers, Mr T o Dolph Lungren.

Adonis "Donnie" Johnson (Michael B. Jordan) es el hijo extramatrimonial del ex campeón de los pesos pesados Apollo Creed (Carl Weathers), es un chico problemático en Los Ángeles instalación juventud, la viuda de Creed, Mary Anne (Tessa Thompson), decide recogerlo bajo su protección del reformatorio en el que está. Diecisiete años más tarde, Donnie decide dejar su trabajo de oficina para dedicarse a su gran afición, el boxeo, Mary anne se opone, ello con el recuerdo de que Apollo murió en un ring a manos del ruso Ivan Drago. Para alcanzar su sueño viaja a Filadelfia para intentar que el gran amigo de su padre, Rocky balboa (Sylvester Stallone), sea su entrenador, este se encuentra retirado del mundo del cuadrilátero, lleva un restaurante italiano con el nombre de “Adrian”, el de su fallecida esposa. También tendrá importancia en la historia Bianca (...), una cantante que vive en el mismo edificio que Donnie.

Film que tira por terrenos ya muy trillados, exprimiendo clichés, resultando una cinta anulada de emoción. Se intenta dar el relevo de un exitoso personaje cinematográfico a un joven para reverdezca viejos laureles, esto ya se intentó que me venga a la mente en la saga “Indiana Jones”, en la cuarta parte en 2008, cuando Harrison Ford le pasó su testigo a Shia LaBeouf, o en “La jungla de cristal 5” (2013), con Bruce Willis pasándoselo al también su hijo, en este caso el actor Jay Courtney, en los dos casos malas experiencia, y aquí tanto peor. En esta pseudo “Rocky VII” el peso lo lleva otro personaje, Adonis, el leit motive es la lucha interior de este por superar la condescendencia que le pueda otorgar el saberse quién es su padre, pues esto nos llega muy masticado, sin fuerza alguna, se cambia la humildad y penurias económicas del Rocky I por este superficial tema. Se utilizan manidos recursos como el del ya muy ajado del boxeador que pide a un tipo lo entrene, este en un principio se niega, y después, sorpresón! Acepta, que rancio, y es que nada en la película resulta mínimamente original, hasta la sordera de Mickey, el entrenador primero de Rocky, aparece en la novia de Adonis, y hablando de este romance, se te viene el mundo encima cuando se compara con el que mantenía Rocky con Adrian, rebosante de humanidad y cariño, en este Bianca-Adonis resulta impostado, metido con calzador, lo que en la primera orgánicamente fluía , en esta discurre a empujones. Momento ridículo sublime es querer emular la subida a la carrera de Rocky por la escalinata al Museo de Arte de Filadelfia al ritmo del “Gonna fly now”, aquí quieren dar un toque “original” y lo sustituyen por una carrera por una calle de Filadelfía con moteros rodeándole, terminado frente a la casa de Rocky, Adonis levantando los brazos en señal de triunfo, Ropcky alentándolo desde una ventana, mientras los “vergonzantes” moterillos hacen cabriolas a su alrededor, de vergüenza ajena, compararlo con el sequito de críos que acompañan a Rocky... queda en parodia sin gracia alguna. Como la historia no da de sí, meten la enfermedad de Ropcky, para dar un empaque sentimental que se nota artificioso, y sobre el modo ajado de afrontarlo, estridente como quieren darle un combate a Rocky, ya que a su edad no puede subir al ring, su contendiente es el cáncer, esto para emparejarlo a su pupilo, nada orgánicamente desarrollado, donde la previsibilidad es la nota predominante.

Es una copia solapada de la primera parte, el boxeador desconocido que es escogido como cuasi-sparring por el campeón del mundo, el entrenador que se resiste a entrenar al púgil, el romance entre el protagonista y una joven, el entrenamiento mostrado a través de un montaje trepidante con un tema musical de fondo que culmina en un clímax de éxtasis de autoconfirmación de sus posibilidades, el oponente campeón del mundo es un fanfarrón lenguaran, y ya en la pelea final se sigue el mismo patrón (spoiler). Es calco de la primera con el inconveniente añadido de estar desprovista de todo el regusto de emotividad de la original, quedándose en lo mismo, pero peor. No hay grandes momento en el film, más allá de su apreciable combate final, pero ello si no lo comparamos con otros de la saga, todo discurre por cauces hipertransitados, sin arriesgar lo mínimo, quedando un producto que se perderá en la memoria antes de que acaben los créditos iníciales, probablemente el peor film de la saga.

Stallone no aparece hasta bien empezado el film, pero cuando lo hace ensombrece al soso Jordan, Stallone da naturalidad y humanidad a su rol, con esa ingenuidad mundana que hay manejando década tras década con el personaje, con el que parece haberse mimetizado, con su típico sombrerito, pero con Jordan la química es cero. (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y es que Jordan encarna a un rol superficial, sin profundidad, sin capacidad de simpatizar con él, con su supuesto drama naif de tener un nombre propio, mostrándose además incoherente, pues si puede luchar contra el campeón es por ser hijo de quien es, y además parece costarle poco renunciare a no llevar el apellido paterno, lo dicho mal construido.

La puesta en escena resulta correcta, sin estridencias visuales, si acaso la decisión de colocar sobreimpresionado el curriculum pugilístico de cada boxeador que aparece, recurso burdo e innecesario, aporta nada. Lo reseñable es el combate final, con una sugestiva fotografía de Maryse Alberti (“Happiness” o “The Wrestler”), que empieza con un estimulante plano-secuencia desde el vestuario al ring, y que con el combate consigue tomas rebosantes de autenticidad, ayudado por el montaje de Claudia Castello y Michael P. Shawver, dando vigor y electricidad al enfrentamiento, con una formidable coreografía de golpes y movcimientos, aunque siempre en las comparaciones pierde con el original, y es que todos esperábamos en el clímax del combate la épica música de Bill Conti, y esta aparece, pero apenas unos segundos y nos dejan con la miel en los labios, pues la funden con la música del film, estropeando el nostálgico momento. Y es que la música juega en contra del film, quieren modernizar y lo que hacen torticerar algo que estaba bien, debieron, seguir la máxima de <si no está roto no lo arregles>, los temas hip-hop y los cantados por Tessa Thompson no me sacan de la sensación de inanidad y frialdad que me transmite la historia.

Me queda una acartonada versión plúmbea de la primera, sin originalidad, quieren dar el relevo pugilístico a un chico que al final te da igual si pierde, gana o es medio pensionista. Supongo que en “Credd II: Rocky VIII”, Adonis se volverá enfrentar al campeón y le vencerá, para seguir con el copia y pega.

Spoiler:

En la pelease plagia el desarrollo del primer Rocky, un héroe que empieza siendo machacado por el campeón, parece va a ganar rápido, la pelea se nivela milagrosamente, al igual que en la primera el protagonista tiene un parpado tan hinchado por la golpiza que el ojo lo tiene tapado, el héroe saca de fuerzas de donde parece no tenerlas y consigue llegar al último asalto, termina el combate sin que haya ko, y el jurado da por vencedor al antagonista, aunque el héroe se ha ganado el respeto del público, lo dicho, una copia burda de la primera, donde encima nos hurtan de un momento tan emotivo como era escuchar a Rocky desesperado llamara su amada Adrian desde el ring, aquí esa emoción ha sido extirpada quirúrgicamente.

En conjunto me queda una cinta intrascendente, olvidable, sin más aliciente que ver a Stallone en un papel por el que ha sido nominado al Oscar a mejor secundario, el resto un calco de la primera, pero anulando todo lo bueno y que hizo reseñable la original. Fuerza y honor!!!
3
3 de febrero de 2016
19 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fui a ver "Creed" con mi mujer. Después de un mes dándole la paliza con lo fantástico que sería ver por última vez al bueno de Rocky en pantalla grande, después de confiar en secreto en que, gracias a la tremenda pegada de mi queridísimo Balboa, por fin ella se convirtiese a la religión verdadera y se olvidase de Hugh Grant y demás guaperas sosainas con tics en los ojos y diálogos infumables, después de todo eso, va Stallone y me sale con esto.
Sylvester, con lo que tú has sido.
Y es que el ex cachas de Stallone parece que no busque aquí otra cosa que asegurarse una buena taquilla exprimiendo el jugo que pueda quedar en ese maravilloso limón que siempre fue Rocky Balboa.
Digo esto porque la peli está hecha sin pasión ninguna. Los personajes ya nada tienen que ver con aquellos que me engancharan a esta magnífica saga en los ya lejanos tiempos de mi adolescencia.
Para empezar, el prota: Creed (si, si, el personaje principal ya no es Rocky, si no el hijo de Apollo). Pues resulta que el chico, Adonis ( si, has leido bien, ¡¡ Adonis !!, con dos cojones ) es el resultado de una canita al aire del bueno de Apollo. Empezamos mal. ¿Qué necesidad había de manchar la impoluta figura del gran campeón con una historia de este tipo?. Con lo fácil que hubiera sido decir que la esposa de Apollo estaba embarazada cuando Drago (ese ruso cabrón) lo mató en el ring. En fin ...
El caso es que el chaval no heredó un apice del carisma arrollador de su padre. Apollo era chulo, presumido, casi vanidoso, seguro de sí mismo, inteligente y simpático. Aquel personaje (claramente inspirado en Mohamed Alí) derrochaba carisma y personalidad por todos los poros. Baste recordar su antológica entrada en el primer combate con Rocky, disfrazado de George Washington y subido en una carroza, o aquella otra en su pelea con Drago, bailando al son de James Brown (living in América). Pues bien, el chaval, Adonis (en serio, algún guionista debería pagar por esto) es un seco de la leche. El personaje se debate entre ir de malote o de niño pijo y bien educadito, y al final se queda en tierra de nadie. No sabe uno donde encajarlo. Vamos, que el chaval no vale para nada. Bueno, si, vale para modelo de calzoncillos de Calvin Klein o alguno de esos, porque aburrido será, pero cachas está un rato largo. Empiezas a mirarle la espalda un Martes y no terminas hasta el Jueves. Qué animal. Pero ahí se acaban sus méritos.
Y su novia tampoco es que sea la alegría de la huerta. La chica es mona (faltaría más), pero más aburrida que un debate de Intereconomía. Y no es que Adrian fuese la repanocha, pero de vez en cuando sacaba su carácter y te dejaba loco. La chica es una cantante de esas de música alternativa, de las que se molan a sí mismas cuando cantan. Además tiene una enfermedad degenerativa del oído, lo cual, sinceramente, no entiendo muy bien a qué viene porque no aporta nada. Supongo que será cosa del mismo guionista que bautizó a Adonis. En fin...
Así que, llegados a este punto, todas las miradas se vuelven hacia Rocky. Siempre Rocky. Aquí no puedo ser objetivo. Este tío me cae bien. Es casi de la familia. Tiene ese "algo" que hace que te caiga simpático. Sigue siendo un buenazo. Un tipo sencillo y humilde a pesar de haberlo sido todo y contar con el respeto y la admiración del mundo entero. Pero ahora se nos presenta como un hombre cansado y sin ganas ni fuerzas para luchar. Vive atrapado por sus recuerdos. Mickey ya no está. Adrian ya no está. Paulie (posiblemente el peor amigo y cuñado de la historia) tampoco está. Y Rocky está, pero poco. Cosas de la edad, que es muy puta y no perdona ni a los más grandes. Qué poco queda de aquel titán cuya rabia le empujaba a escapar corriendo de un coche de la KGB para subir a una montaña nevada de Rusia y gritar ¡¡¡¡¡ Draaaaagoooooo !!!!! (pelos de punta)
Pues vaya. Visto lo visto, y perdida casi cualquier esperanza con los personajes, uno se dice: "Bueno, esto no deja de ser una peli de Rocky, así que al menos habrá alguna escena de entrenamiento espectacular". Error. Sí hay un par de sesiones de trabajo, pero esto ya no es lo que era. La primera tanda de ejercicios pasa casi desapercibida, y la segunda, la llamada a convertirse en la bandera de la película, es directamente ridícula. Creed Jr corriendo por las calles de Philadelphia y flanqueado por unos chavales en moto haciendo caballitos (y sin casco, que si los pilla la Guardia Civil los deja calentitos). Lo dicho, ridículo. Qué lejos quedan los tiempos en los que Rocky corría perseguido por hordas de niños hasta arriba de azúcar mientras resonaba en nuestros oídos el mítico "gonna fly" (pelos de punta otra vez).
Pues nada, que tampoco.
Y es que ni siquiera tenemos un malo al que odiar. El rival de Adonis en el combate final (por supuesto que hay un combate final) aparece con la peli ya muy avanzada y no nos da tiempo ni a cogerle un poquito de manía. Lo que si nos da tiempo a comprobar es que el boxeo peliculero ya no es lo que era. Porque "el guapo" Conlan (así se llama el elemento) está gordo. Y fofo. Joder, con la de culturistas locos por hacerse famosos y asomar la cabeza en el cine que hay por ahí sueltos. Recuerdo con añoranza los días en los que Mr T o Dolph Lundgren centraban mis iras. Esos si que acojonaban, y no el mantecas este de Conlan. Aunque viendo al campeón que nos colaron en la anterior entrega de la saga no sé de qué me sorprendo. Y es que Mason "Frontera" Dixon tampoco es que pudiera pasar como el rey del gimnasio precisamente.
Pues lo dicho, que muchas gracias Sylvester, por tu culpa voy a tener que seguir tragándome un montón de pelis ñoñas de Hugh Grant y sin derecho a réplica. Vaya cagada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El final de la peli es mosqueante.
En el combate final Adonis (en serio, ¿en qué estarían pensando?) pierde. Casi gana, le faltaron 10 segundos más, pero pierde. Una victoria moral le llaman a eso. El combate no es nada del otro mundo. O si, si se tiene en cuenta que cada púgil pierde aproximadamente 12 litros de sangre durante el mismo. Yo no soy médico, pero me parece mucha sangre para una persona sóla (no sé, llámame loco).
El único momento reseñable es el inicio del último asalto, cuando, de repente, empiezan a sonar las campanas de Bill Conti (todos en pie). Diez segundos dura el momento.
Pero lo que me mosquea no es que pierda. Que se joda. Lo que me llena de temor es que, entre la derrota del pequeño Creed y la victoria de Rocky contra la enfermedad, que lo tiene a un pasito del otro barrio durante buena parte de la película, se deja aquí una peligrosa puerta abierta a "Creed 2: el coñazo final".
Si eso ocurre (ruego a Dios todas las noches para que no) yo sé de dos que no se van a gastar un céntimo en ir a verla, porque probablemente estarán viendo la última de Hugh Grant (de nuevo, gracias por eso Sylvester).
5
7 de diciembre de 2015
14 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
National Board of Review (NBR): Mejor actor secundario (Stallone). Top 10
Satellite Awards: Nominada a Mejor actor de reparto (Sylvester Stallone)
CHÚPENLA, ORGANIZADORES DE LOS RAZZIES !!!!!!!!!!!

En el clásico intercambio entre comentaristas durante la presentación de la pelea que, como es tradicional, corona el film, uno de los relatores se manda una reflexión amarillista al mejor estilo Osvaldo Príncipi:

<<Tiene sólo el nombre. Es el hijo de Apollo Creed y tiene a Rocky Balboa en la esquina, pero ni siquiera todas las leyendas del mundo podrían ayudarlo esta noche si no sabe pelear. La pregunta es: ¿sabe pelear?>>.

Este cuestionamiento podría aplicarse a "Creed" como proyecto, que aparentemente busca traspasar la bata de Rocky a un nuevo actor, de la misma manera en que Indiana Jones y la Calaverga de Cristal (no es error de tipeo, moderador) intentó sin éxito calzarle el sombrero de Harrison Ford al boludo de Shia LaBeouf. ¿"Creed" sabe pelear cinematográficamente por su cuenta, o sale al ring colgado de las pantaloncitos de la saga de Rocky? ¿Es un nuevo camino refrescante hacia nuevos territorios e ideas originales, o es un refrito de lo mismo de siempre?

Inicialmente parece que lo intenta. La vez que apareció el primer póster, con el apellido del morocho que incendió a la Antorcha Humana encabezando los títulos, en algún lado postié: "El nombre de Stallone debería ir primero, jovenzuelos irrespetuosos". Pero ciertamente es lo correcto, porque es Michael B. Jordan el protagonista del film y no Sly, y en eso reside su debilidad, porque hasta el copete de Mister T tenía más carisma que el nuevo actor.

El tema principal del argumento es la batalla interior de Adonis "Donnie" Johnson, el hijo ilegítimo de Apollo Creed, el antiguo rival y amigo de Rocky Balboa, por vencer sus traumas con la figura del papi y su síndrome abandónico. Nada pasa alrededor de "la leyenda de Rocky", aunque los chicos de la distribuidora le hayan agregado eso al título como estrategia para capturar espectadores. Dicen que ya tienen el título para la secuela: "Creed 2: la era de Rocky asciende (2017)" y para la tercera, donde en el guión el personaje muere, ya tienen preparado: "Creed 3: Rocky ya no está, pero su espíritu sigue presente (2019)".
(¿O es qué Rocky muere en esta y te estoy engañando y manipulando vilmente para que no te enteres? ¡¡Juajuajaua, nunca lo sabrás hasta que la veas!!).

Bueno, dije que lo intenta INICIALMENTE, en su premisa, porque luego para escribir el guión se dieron una panzada de las seis películas anteriores y armaron un "Grandes Éxitos, Volumen 1". Casi todo lo que pasa te recuerda a algo que ya viste en las otras.

Lo mejor del film sucede dentro del cuadrilátero, donde la fotógrafa Maryse Alberti hace un buen trabajo de cámaras y el director Ryan Coogler consigue una pelea climática que es casi tan entretenida y emocionante como la de cualquiera de las pelis anteriores. Fuera del ring no funciona nada. Literalmente: apenas cruzando las cuerdas, sentada entre el público, las expresiones de preocupación de la negra que hace de "la nueva Adrian" cuando ve como a su chico lo sopapean fiero, solamente provocan nuestra indiferencia. Se extraña una buena actriz como Talia Shire que hacía parecer que sentía en carne propia las trompadas que le propinaban su novio; esta chica nueva no tiene química con Jordan, los diálogos que les ponen son para echarse un sueñito y la historia de amor se desarrolla con frío cálculo (aunque se me caguen de la risa cuando lo digo, siempre voy a creer que la de la pista de patinaje sobre hielo en la original, está entre las cinco mejores escenas románticas de la historia del cine americano, y se lo discuto a cualquiera).

La motivación de Donnie no engancha, el "villano" tampoco tiene carisma (algo que fue vital para el funcionamiento de las primeras cuatro pelis), y ciertas tentativas de frases “de culto” suenan forzadas (<<Eres sólo tú contra ti mismo; él solamente se interpone en tu camino, así que sácalo del medio>>.)

Y aunque finalmente Adonis consiga escapar de la fama de su padre e iniciar su propio legado, Jordan siempre queda bajo la sombra de Stallone. Ahora el garañón italiano necesita un pulmotor para subir los 72 escalones del Museo de Arte de Filadelfia, pero sigue siendo él quién enciende la película cada vez que aparece, con su clásico sombrero, sus nuevos anteojos de abuelito para leer y sus chistes y reflexiones de sabiduría callejera de siempre.
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Coogler y su coguionista revelan el resultado, hasta ahora desconocido, de la tercera pelea sin público entre Rocky y Apollo. Es la nueva onda, revelar misterios argumentales que fueron creados originalmente para permanecer eternamente como tales. Ya nos enteraremos pronto, con la secuela de Blade Runner, si Deckard era efectivamente un replicante, y nomás falta que Samuel Jackson nos cuente en The Hateful Eight que mierda había en el dichoso portafolios.

<<"Creed" hace justicia a sus raíces al tiempo que prueba [a hacer] algo nuevo.>> Eric Kohn, Indiewire

Qué será lo nuevo que el señor Kohn le ve probar hacer a este film, porque lo que uno puede observar es una reproducción de la fórmula del Rocky original de 1976 con pizcas de sus secuelas:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Boxeador desconocido tiene un trabajo que no le gusta ---- >
persigue a un entrenador y le pide que lo tutele ---->
el entrenador inicialmente se niega ---->
conoce una chica y se enamora ---->
a la chica no le hace mucha gracia que se dedique al boxeo ---->
finalmente el entrenador cambia de parecer y accede ---->
el campeón del mundo, necesitado de publicidad, escoge a la joven promesa como su próximo rival ---->
en algún momento durante el entrenamiento, el boxeador sufre una crisis de confianza ---->
es rescatado de esa crisis por los sermones emotivos de su chica y de su entrenador ---->
retoma el entrenamiento con energías renovadas y un montaje épico y musicalizado (HORRIBLE la nueva música que compusieron, dicho sea de paso) que culmina en un momento de auto-motivación a toda épica
(intentan reproducir el espíritu del ascenso a la escalinata con una escena en la que Jordan hace boxeo de sombra en el medio de una calle, mientras un grupo de motociclistas conducen girando a su alrededor haciendo "willy" y otras huevadas, a la vez que Rocky lo contempla desde una ventanita (decididamente, el momento "vergüenza ajena" de la cinta) ---->
viene la gran lucha donde al principio parece que al héroe lo están masacrando, pero más adelante comienza a equilibrarse---->
al héroe le dejan un ojo medio ciego (por suerte no pide que le corten el párpado)--->
el segundo del campeón le dice en la esquina alguna frase estilo "¡tu eres el campeón!" o alguna pavada motivadora similiar, que marca que ya se está dando cuenta de que el otro lo está poniendo en apuros---->
NUNCA VISTO: amago de noqueo. Los demás: "¡Levántate, levántate!". El otro festeja anticipadamente pero el tipo se levanta justo en el último segundo de la cuenta ---->
el campeón obtiene una victoria pírrica y el prota se gana allí el reconocimiento de aquellos que dudaban de él. ---->
“Ah nacido una estrella en el mundo del boxeo bla bla bla “ cha-ra-rara-rararaáaa, laralará, laraá...

Más lugares ya visitados: la fragilidad en la salud de Mickey que distrae a Rocky durante su entrenamiento -no me acuerdo si de Rocky 2 o Rocky 3- ahora es Rocky quién la padece y Donnie quién la sufre; aparecerán también las provocaciones del boxeador "malo" al héroe durante la conferencia de prensa previa, etc.
8
8 de enero de 2016
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que no me la esperaba así de buena.
Rocky, si acaso Rocky II (por el tono nostálgico) y ahora Creed. Una historia trillada pero contada muy bien y con grandes dosis de amor, respeto y nostalgia hacia la película original.
Un trio protagonista de lujo y un Stallone nacido para encarnar a Rocky todas las veces que hagan falta, digno merecedor, de una vez por todas, de cualquier premio que le den por su gran trabajo.
Escenas de boxeo muy bien rodadas, desde la magnífica "Alí" no había visto nada parecido y sobre todo, aunque peque de repetitivo mucha NOSTALGIA.
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