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Ángeles caídos

Drama. Romance. Thriller Leon Lai es un asesino a sueldo cansado de su trabajo que se plantea dejarlo. Michelle Reis es una prostituta que, además de buscarles los encargos, le hace el trabajo sucio a Leon. Pero ella vive apasionadamente enamorado de él, aunque nunca se hayan conocido en persona. Intercalándose con esta historia nos encontramos con un joven mudo, Takeshi Kaneshiro, que viviendo con su padre tiene una difícil existencia debida a su deficiencia ... [+]
Críticas 37
Críticas ordenadas por utilidad
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9
19 de noviembre de 2016 Sé el primero en valorar esta crítica
El resultado del sublime trabajo creativo de Wong Kar-Wai tanto como director y guionista, en conjunto con la brillante, pero brillante apuesta de fotografía de Christopher Doyle, dan como resultado un film sinestésico a la vez de onírico, que comunica a través de planos imposibles, cóncavos, flexibles, cercanos y a la vez proyectados a hipnóticos puntos de fuga. Escenas en blanco y negro, de silencios, de reflexión. Otras relentizadas y confusas.

Fallen Angels es de ese tipo de exquisitas películas que te transportan a latitudes impensadas. Te hacen creer que has estado miles de veces en esas calles y que a ratos ciertas escenas tienen demasiado olor a nicotina.

La apuesta visual en esta película es un lujo solo apreciable en el cine de Raúl Ruiz, y no tan sólo por lo atrapante y que invita a la contemplación, sino además por ese toque elegante que lleva a los sentidos a proyectarse y envolverse uno dentro de otro construyendo el motor mismo de la acción: una atmósfera sombría y que no descansa. De ese Hong Kong acelerado, nauseabundo, que no conoce la luz del día. Un Hong Kong de neón.

En Fallen Angels se transmite un ambiente repugnante. De lugares turbios con murallas que transpiran grasa y mafiosos que se reúnen a jugar Mahjong esperando ser interrumpidos por un loco disparando a quemarropa.

Es aquí, en los bajos fondos de la ex-colonia británica, en donde Wong Kar-Wai desarrolla sus historias. La primera, un asesino a sueldo sin carácter que sigue los encargos de una mujer a la cual no conoce personalmente. Lo genial de este personaje es que no cae en el burdo estereotipo del sicario sádico. Éste mantiene las apariencias y resulta hasta agradable; la mujer (Michelle Reis) resulta ser una suerte de famme fatale que encuentra en su incógnito socio, su complemento a la soledad.

La segunda es realmente irritante. Recae en un hombre algo oligofrénico que vive con su padre, poseedor de comportamientos muy extraños, que no habla y que comparte demasiado sus pensamientos. A estas historias se suman más personajes interesantes que funcionan como conectores entre ambas historias.

Fallen Angels gira en torno a la temática de la Soledad. He aquí la parafina argumental que permite el desenvolvimiento de cada uno de sus personajes (que son en definitiva seres anónimos sin nombres ni apodos que deambulan por la noche) y de cómo salir de ésta cuando solo se respira penumbra y desolación en una ciudad que no conoce límites y cuando además no hay nada muy alentador bajo las luces de neón.

Sin duda que Wong Kar-Wai se ha consagrado como uno de los grandes exponentes del cine asiático contemporáneo junto con otros directores como Takeshi Kitano, Kim Ki-Duk, Chan-wook Park, Johnnie To, Apichatpong Weerasethakul, entre otros.

Si quieres seguir adentrándote en su cine, les recomiendo ver Chungking Express y In the Mood for Love.
20 de diciembre de 2016 Sé el primero en valorar esta crítica
Ver una película de Wong Kar Wai es sumergirse a su mundo, un lugar lleno de emociones, donde pasas de una escena romántica a una escena melancólica rápidamente y a una escena humorística luego. Está de más decir que Fallen Angels no es su obra maestra y no podrá competir con 2046, in the mood for love, Chungking Express o Happy together, pero hay que reconocer que su visionado es casi obligatorio para todo aquel que dice saber y gozar del cine.

Es imposible no tenerle cariño a esos personajes tan extraños y que solo pueden ser reales en una mente tan pastrula como la del director. Y así conocemos a un asesino a sueldo (Leon Lai) que consigue los trabajos por encargo de una prostituta (Michelle Reis) que sin querer se enamora de él, sin haberlo visto personalmente. Luego conocemos a un mudo (Takeshi Kaneshiro) que vive con su padre y tiene un trabajo jodidamente raro que era de entrar a los negocios de otras personas y trabajar de ellos, sin que sus dueños se dieran cuenta. Como ya dije antes, esta película es un torbellino de emociones y una experiencia de aquellas. Por cierto, qué hermosa es (o era en ese tiempo) Michelle Reis, uno de los rostros chinos más llamativos que he visto.
6
28 de junio de 2017 Sé el primero en valorar esta crítica
De noche siempre te encuentras con gente extraña, cada una con sus propias neurosis, sobreviviendo a sus problemas, caminando sin un determinado rumbo, mientras la humedad congela sus pulmones y los neones le marcan el oscuro sendero a seguir hacia ninguna parte...

Con 36 años Kar-Wai Wong crea sensación en medio Mundo, cualquiera sabe cómo, gracias a "Chungking Express", la cual lleva a cabo de un modo muy personal para distanciarse de las grandes y costosas producciones que acarreó en "Ashes of Time". Narrada en un formato de historias cruzadas cuyos personajes particulares circulan alrededor de Hong Kong, la crítica sobre todo y buena parte del público quedaron maravillados con ella. Por desgracia el de Shanghai no pudo introducir un relato más a los que la conformaban por miedo a la extensión del metraje.
De un borrador que contaba las tribulaciones de un asesino a sueldo madura al cabo de un año para convertirse en un largometraje por sí mismo, esta "Fallen Angels" que, según aquél ha confesado tantas veces, no se trata de un film distinto de "Chungking", más bien de un enfoque alternativo sobre los mismos temas y escenarios, y por tanto deberían ser considerados como uno solo (de hecho las conexiones entre ambos serán tanto más fuertes cuanto que el director realiza algunos guiños y tributos al anterior estableciéndolos en un único y peculiar universo).

Las penetrantes luces exteriores crean una sinfonía de colores catártica al irrumpir en una oscuridad perpetua; una muchacha con la sensualidad explosiva y frágil de Michelle Reis acomoda un apartamento mohoso perteneciente al asesino protagonista de la trama que ideó el realizador, del mismo modo que hacía, furtivamente, Faye Wong en "Chungking". En un par de minutos no tarda éste en establecer el tono y la atmósfera de su obra junto al genio Chris Doyle; si la anterior centraba su segunda parte en entornos luminosos, abrumadores y urbanos, ahora se opta a deslizarnos, por entero, hacia los rincones más tenebrosos y sucios de Hong Kong.
El realismo crudo, hermoso y tangible de aquélla por suburbios bañados constantemente por los intensos neones y melancólicas melodías "canto-pop", pretendiendo conferir una sórdida elegancia a su asfixiante decadencia; Wong maneja el gran angular con más libertad de movimientos, haciendo de su sinfonía nocturna una experiencia extrema, realista que choca con su fascinante estilización y potencia onírica, todo un impacto para los sentidos. Técnicas experimentales de ecléctico posmodernismo arrastrando la influencia "nouvelle vague" que tanto ama el director y el uso emocional y simbólico de los colores que practicaba Seijun Suzuki tres décadas antes.

Así como tampoco descartar la importancia de Scorsese, Woo e incluso la policíaca "Black Rain", destilando este Hong Kong húmedo y artificialmente iluminado los registros sensibles de la Osaka que imaginó Scott. Entre sus callejuelas y barrios de mala muerte, sus pubs y apartamentos cochambrosos, se arrastran seres desquiciados, desesperados, ligados a obsesiones destructivas, ilusiones falsas, rotas esperanzas; mientras el lacónico asesino libra sangrientas matanzas que tendrán el sello y la impronta visceral de Tsui Hark y Woo (su introducción es un absoluto homenaje a "The Killer"), un ex-criminal mudo lleva una existencia errante ocupando negocios ajenos.
Wong recupera así a Takeshi Kaneshiro, lo convierte en la versión desaliñada, chiflada y detestable del policía al que interpretó en "Chungking" (la referencia a la piña en un guiño mordaz) y cruza su existencia con la de una elocuente y no poco desequilibrada Charlie Yeung. Ellos y el misterioso personaje de la rubia (ahora Karen Mok en lugar de Brigitte Lin), más simbólico que físico, son el paradigma del hastío y la vacía existencia; de todo esto nutre "Fallen Angels" una trama que no precisa dirigirse hacia una conclusión o punto concreto, una trama invisible: de encuentros.

Los personajes corren, ríen, lloran, se atragantan, se pelean, se revuelcan, y el director se acerca tanto a ellos que podemos apreciar el olor que emanan sus ropas, pieles y cabellos; sus pasos hacia ninguna parte se cruzan con los pasos de otros, espectros de la noche, con vida propia y sin ella: aquí un charlatán compañero de instituto, allá un padre que vive a duras penas de alquileres, allí una prostituta solitaria que prefiere refugiarse en la euforia sentimental. A la derecha jugadores que pasan el tiempo emborrachándose, a la izquierda gángsters y matones que se destrozan sobre los pavimentos.
El tiempo en este mundo, paradójicamente más global y abierto que el de "Chungking", es un vacío, que se llena de dolor, lágrimas, amores y desamores, sensaciones a flor de piel, estando sus moradores conectados y alejados a la vez por los giros del destino; como Aquiles y la tortuga, todos se persiguen, pero aun en su presencia compartida la distancia que les separa es infinita e insalvable. Sólo queda la soledad y la muerte en estos rincones escondidos, el clima de los suburbios; al final la bella (Reis) y la bestia (Kaneshiro) salen de este reino de tinieblas a un exterior de altos rascacielos inundado de aire que limpia la sangre y llena los pulmones, asfixiados a estas alturas de la película.

Doyle y Wong saben lo que es transmitir y vapulear el espíritu y las emociones a través del color, la música y la poética visual, pero en su interior no hay mucha sustancia a la que aferrarse. "Fallen Angels" es recordada como uno de los grandes esfuerzos creativos de éste último en aquellos '90, pero lastrada por su carencia de una historia real e hilos conductores más allá de la banal cotidianidad.
Experiencia visual y sonora desquiciada y desquiciante, llevada al límite de lo incongruente con violencia, elegancia y crudo realismo, en la que hemos de penetrar a través de los sentidos, no de la razón y la lógica...tal vez así comprendamos a estos ininteligibles personajes cuyas vidas comienzan al caer la noche...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
A modo de confesión íntima, ni "Chungking Express" ni "Fallen Angels" son del todo satisfactorias, pues el par de historias que cada una compone no funciona por su pésima relación y estructura.

Mientras en "Fallen" se puede elegir una más interesante que otra (sin duda la ocupada por Leon Lai y Michelle Reis), en "Chungking" ni siquiera se nos da esta opción, ya que los personajes de sus dos historias están cruzados de la manera equivocada.
Mi película soñada de Wong, ya que los sueños son un tema importante para él, englobaría dos relatos: por un lado el que tenemos en la primera, protagonizado por el policía patrullero y (no, Faye no, sino) la misteriosa falsificadora rubia; por otro el que tenemos aquí, con el asesino a sueldo y sólo su ayudante.

¿Se imaginan lo que hubiese salido de aquí? Podría llamarse "Mapa de los Sonidos de Hong Kong", y cada historia tener su propio subtítulo, una "Al Llegar el Día (香港的阳光)", la otra "Al Caer la Noche (香港的黑雨)", podrían cruzarse los protagonistas de ambas.
Todos podemos fantasear...
6
4 de mayo de 2021 Sé el primero en valorar esta crítica
La noche de Hong Kong se abre paso entre sus calles, en los barrios mas lúgubres y desangelados algunos ojos miran fríamente al infinito, los de todos aquellos que no tienen nada en común con las personas que se mueven despacio hacia sus trabajos a primera hora de la mañana, los de los parias que abandonados a su suerte dudan de si vivirán un día más.

Wong Kar-Wai se zambulle en la noche mas profunda de la gran ciudad con unos personajes anodinos que solo comparten con el resto del género humano el aire que respiran.

Un asesino de pocas palabras que cuando quiere hablar solo lo hace con sus dos pistolas sembrando de muerte y desolación el espacio a su alrededor, un mudo por convencimiento que fantasea con las posibilidades que le ofrece la noche y dos mujeres sensuales que desean ardientemente jugar con fuego aún a costa de llegar a quemarse.

Una película sin un argumento al uso, con abundancia de primeros planos en movimiento que hacen que las escenas sean mas reales y con múltiples posibilidades para su interpretación servidas al gusto de la inteligencia de cada espectador.
6
22 de noviembre de 2021 Sé el primero en valorar esta crítica
Fallen Angels está conectada, por temática y estética con los primeros films de su director.

El universo Wong Kar-wai daba un paso más en su construcción con Fallen Angels. Sin el calado emocional de sus dos obras maestras posteriores (Happy Together (1997) y In the mood for love (2000)), ya se pueden apreciar lugares comunes de su filmografía a nivel estético (uso del gran angular, cámara en mano, la fotografía de Chistopher Doyle, saturación de colores, neones) y temático (la deshumanización, la fugacidad del momento, el desamor, la soledad urbana).

Una obra menor, imprescindible para entender la marca autoral de su director.
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